La herencia del viento

 

Libertad de pensamiento y tolerancia religiosa en las aulas

 

©Enrique Martínez-Salanova Sánchez

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El puntero de don Honorato/Bibliografía/Lecturas de cine/Glosario de cine


Tolerancia religiosa y libertad de cátedra

La herencia del viento. Película

El director: Stanley Kramer

El hecho real: El juicio del mono

Algunos comentarios de la película

Diálogos del juicio

La obra de teatro

Tolerancia en las aulas

Libertad de cátedra, libertad académica y libertad de pensamiento

Darwinismo y neodarwinismo

Teorías creacionistas

Teorías del diseño inteligente

Tolerancia religiosa y libertad de cátedra


«Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia». (De la Declaración universal de los derechos humanos; artículo 18).

«Una idea es un monumento más grande que cualquier catedral».  Henry Drummond (Abogado de la defensa en el film):

La tolerancia religiosa significa respetar y aceptar la existencia de otras formas de vida, creencias e ideas, o aun la no creencia en ninguna religión. La intolerancia religiosa puede consistir en considerar ciertas creencias como anómalas, fuera de lugar o heréticas por el simple hecho de ser diferentes. Para que se dé la tolerancia religiosa es necesario que los individuos y las instituciones reconozcan la pluralidad y diversidad del mundo en que vivimos, así como la existencia de conceptos que para otros son importantes aunque pertenezcan a una minoría. Los dogmas de un culto en particular se deben interpretar como para uso dentro de la comunidad que los profesa y sin involucrar a terceros en el mundo exterior que no deseen participar de ellos.

La Libertad de cátedra es derecho de los profesores e investigadores, para investigar en sus respectivos campos de conocimiento y expresar sus anotaciones y opiniones sin temor a ser rechazados o apartados de su tarea.


«La Biblia es un libro. Es un buen libro, pero no el único libro».

Henry Drummond (Abogado de la defensa en el film)


La herencia del viento. La película


La herencia del viento. Inherit the wind

1960. EEUU. 122 min.

Director. Stanley Kramer

Montaje: Ernest Laszlo

Guión: Jerome Lawrence, Harold Jacob Smith, Robert E. Lee, Nedrick Young

Música: Ernest Gold

Reparto: Spencer Tracy (Henry Drummond, abogado de la defensa), Fredric March (Matthew Harrison Brady, abogado de la acusación), Gene Kelly (E. K. Hornbeck, periodista), Florence Eldridge, Dick York (Bertram Cates, profesor), Claude Akins (predicador), Donna Anderson, Harry Morgan, Elliott Reid

Comentario y sinopsis. Notable adaptación de la obra de teatro de Jerome Lawrence y Robert E., basada en uno de los más espectaculares episodios de la jurisprudencia norteamericana. En verano de 1925, en el estado de Tennessee, un fanático predicador llevó a los tribunales a un joven profesor, Bertram Cates, detenido por explicar en clase la teoría de la evolución de Darwin y negar la creación divina del hombre tal y como recoge la Biblia. Cates ha violado la ley del Estado. Las contrapuestas teorías del darwinismo y el creacionismo son los dos polos opuestos que enfrentan en una explosiva batalla de creencias el abogado defensor Henry Drummond y al líder ultraconservador Matthew Harrison Brady, abogado de la acusación. El juicio, que tuvo una enorme trascendencia social, se convirtió en una batalla titánica, entre el abogado de la defensa y de la acusación y en un espectáculo mediático, pues la defensa fue financiada por un gran periódico y seguida por un afamado periodista.

Premios. Fredric March, Oso de Plata en el Festival de Berlín. Nomienaciones al oscar: Mejor guión adaptado 1960. Mejor actor 1960 (Spencer Tracy). Mejor fotografía 1960. Mejor montaje 1960. Elegida mejor película para el público joven en Berlín, en 1960.


El título de la película


El título procede del versículo del libro de los Proverbios (11, 29) de la Biblia que dice que «El que perturba su casa, solo heredará el viento, y el insensato, será esclavo del sabio de corazón».


La herencia del viento. Inherit the Wind (Otra versión)


1999. EEUU. 109 min.

Dirección: Daniel Petrie

Reparto: Jack Lemmon, George C. Scott, Beau Bridges

Sinopsis: Año 1925. El profesor Bertram Cates es detenido por enseñar la teoría de la evolución de Darwin. Al negar la creación divina del hombre tal y como recoge la Biblia, Cates ha violado la ley del Estado. En el juicio, que se celebrará en una atmósfera hostil para el acusado, medirán sus armas un fiscal de notoria trayectoria política y un defensor agnóstico de reconocido prestigio.


Stanley Kramer. El director


Stanley Kramer (1913-2001). Director y productor estadounidense

Kramer estudiaba Derecho cuando en el último año de carrera, se le ofreció la posibilidad de trabajar en el departamento de elaboración de guiones de la 20th Century Fox. Aunque su primer trabajo con la compañía fue un fracaso, So This Is New York (1948), de Richard Fleischer, la siguiente película dirigida por Mark Robson, El ídolo de barro, protagonizada por Kirk Douglas, fue todo un éxito. La película recibió seis nominaciones a los Oscar: Mejor Actor, mejor actor secundario, mejor fotografía en blanco y negro, mejor banda sonora y mejor guión original y ganó el Oscar en la categoría de mejor montaje. En los siguientes años, Kramer produciría films tan importantes como Cyrano de Bergerac (1950), de Michael Gordon que supuso otro éxito rotundo como productor u Hombres, de Fred Zinnemann y que supondría el debut de Marlon Brando.

Una año después, Harry Cohn, presidente de Columbia Pictures ofrecería a Kramer la oportunidad de hacer películas con la firma de su estudio. Kramer tenía plena libertad de realizar proyectos siempre que no pasaran del millón de dólares de presupuesto. Aunque Kramer aceptó el trabajo, se dedicó el resto del año a acabar un proyecto independiente de gran interés para él, Solo ante el peligro, un western dirigido por Fred Zinnemann. El proyecto, aparte de ser un éxito total de público, recibió cuatro Oscars: el de mejor actor principal (Gary Cooper), mejor montaje, mejor canción y mejor guión original, aparte de cuatro nominaciones más mejor director, mejor película y mejor argumento.

En octubre de 1951, Kramer acabó su relación con Carl Foreman, que tuvo que testificar por su pasado comunista ante la Comisión de actividades antiamericanas. Kramer empezó a producir películas para Columbia. Una época poco fructífera donde cabe destacar Muerte de un viajante (1951), The Sniper (1952), The Member of the Wedding (1952), Hombres olvidados (1953) o ¡Salvaje! (1953), películas de escaso estilo, valor y éxito.

En 1953 el presidente de Columbia Harry Cohn y Stanley Kramer acordaron rescindir el contrato del productor. De todas maneras, Kramer quiso despedirse de la compañía con el único éxito de su etapa por la productora. El film, El motín del Caine, fue una adaptación de la novela de Herman Wouk y fue dirigida por Edward Dmytryk. A pesar del éxito, Kramer tuvo que resistir las críticas de la marina norteamericana ya que el papel irascible y tirano del teniente Philip Francis Queeg, que encarnaba Humphrey Bogart, atentaba contra la moral de la marina.

Después de El motín de Caine, Kramer abandona Columbia y crea su propia productora, aunque en ésta ocasión en el cargo de director. En este tiempo, Kramer se ocupa de dirigir y producir sus propias películas. Así, surgen productos como No serás un extraño (1955) y Orgullo y pasión (1957). Aunque Kramer era conocido en todo Hollywood por sus ideas liberales, nunca fue incluido en la lista negra de Hollywood. En 1961, dirige ¿Vencedores o vencidos? lo que le vale su primera nominación para los Oscar como director.

En contraposición a sus proyectos más contestatarios y sociales, en 1963 Kramer produce y dirige la comedia El mundo está loco, loco, loco. Cuatro años después, Kramer realiza Adivina quién viene esta noche. Una película muy polémica en su época por mostrar la unión matrimonial entre un hombre negro y una mujer blanca pero de la de la que se cree que el director se sintió profundamente orgulloso. El film recibió ocho nominaciones a los Oscar: mejor actor, mejor actor secundario, mejor actriz secundaria, mejor dirección artística, mejor director, mejor montaje, mejor banda sonora original y mejor película.

En los siguientes años, Kramer dirigió títulos como Bendice a los animales y a los niños (1971), Oklahoma Crude (1973) y Más allá del amor (1979).

 


Algunos comentarios de la película


En el año 1960, el juicio de Dayton fue llevado al cine en blanco y negro por Stanley Kramer en una película titulada La herencia del viento, Inherit the Wind (aunque quizás hubiera sido más apropiada la traducción del título que se usó en Sudamérica ‘Heredarás el viento’), protagonizada por Spencer Tracy, en el papel de Henry Drummond (nombre supuesto de Darrow en el film); Fredric March en el papel de Matthew Harrison Brady (nombres supuesto para Bryan); Gene Kelly en el papel del periodista progresista E. K. Hornbeck (nombre que se le dio en la película por H. L. Mencken); Dick York como Bertram T. Cates (nombre supuesto que encubría a Scopes) y Claude Atkins como el reverendo fundamentalista que lleva a los tribunales al profesor Cates.

El guión, fue escrito por Nedrick Young (que originalmente lo firmó como Nathan E. Douglas debido a sus problemas para hacerlo con su nombre original por estar incluido en las listas negras elaboradas en Hollywood por la influencia del senador McCarthy) y Harold Jacob Smith, sobre la base de la obra de teatro de Jerome Lawrence y Robert E. Lee.

La película de Kramer va más allá de los hechos históricos. Probablemente el juicio a Scopes fuera muy diferente a como podemos verlo en la pantalla. Resulta sintomático que todos los nombres hayan sido cambiados. Así pues el hecho del pasado resulta una mera excusa; es el sobre que contiene lo verdaderamente importante, el mensaje. El del peligro de los fanatismos, y el de la fina barrera que existe entre la libertad individual, las ideas y la ley de los pueblos.

La película fue y es, sin duda, un film impactante. Sobre el respeto a los sucesos de Dayton, desde la perspectiva más histórica, en el film y en la obra de teatro fueron cambiados los nombres de personas y lugares, y en muchas escena (quizás demasiadas) hubo algunas exageradas concesiones a la agilidad narrativa y al dramatismo, como hacer de Scopes el novio de la hija del pastor fundamentalista que lo ataca, detener a Scopes durante su clase, quemarlo en efigie, etc. De hecho, Scopes parece ser que nunca estuvo en la cárcel ni tenía novia, ni le fueron a detener mientras daba clase. Darrow tampoco llegó sólo al pueblo ni Bryan era el estrambótico fundamentalista que se puede ver en la película.

Desde el mismo comienzo de la película Kramer introduce cánticos religiosos para crear una atmósfera áspera, identificando religión y fanatismo, y describiendo a todo un pueblo en contra de un individuo. De un modo singular, el defensor de la fe Harrison Brady resulta ser un hombre bastante cabal, alejado del oscurantismo del reverendo Brown, quien repudia a su hija por estar prometida al hombre que enseña el pasado del hombre sin mencionar a Dios. Con todo, acosado en el juicio por el temperamental y astuto Drummond, Brady se revelará como un ídolo mesiánico con pies de barro.


El hecho real. «El Juicio del mono» o «El Estado contra Scopes»


 En el viejo Mississippi, en 1925, la localidad de Dayton se vio turbada por un juicio (el juicio del «Mono») que marcó época: el del Estado contra John Scopes, al que se encontró culpable a John Scopes de enseñar la teoría de la evolución de Charles Darwin en una clase de ciencia en una escuela secundaria, en contra de lo que establecía una ley del estado de Tennessee que prohibía la enseñanza de toda otra explicación que no fuera el creacionismo. Se creó una batalla, amparada por los medios de comunicación y las manifestaciones populares, entre ciencia y religión, y por cada uno de los bandos lidiaron dos de las más lúcidas mentes de aquel entonces: Clarence Darrow y William Jennings Brian. Existen versiones muy contradictorias sobre los hechos. Unos dicen que fue un juicio amañado desde la prensa y la política para poner en cuestión el Butler Act, otros que los ciudadanos de Dayton se pusieron de acuerdo para levantar un escándalo y dar popularidad al municipio. El Butler Act establecía que era ilegal en todo establecimiento educativo del estado de Tennessee, «la enseñanza de cualquier teoría que niegue la historia de la Divina Creación del hombre tal como se encuentra explicada en la Biblia, y reemplazarla por la enseñanza de que el hombre desciende de un orden de animales inferiores».

Someramente, éstos son los hechos históricos.

John Scopes, un profesor de escuela secundaria, fue acusado el 5 de mayo de 1925 de enseñar la evolución utilizando un capítulo de un libro de textos que estaba basado en ideas inspiradas en el libro de Charles Darwin El Origen de las Especies. John Scopes no podía entender su situación. Estaba preso por enseñar ciencia, que era su trabajo. Tampoco entendía que, con su arresto, los líderes locales buscaran atraer la atención sobre Dayton y tentar a algún empresario a invertir en un pueblo que cada vez tenía menos habitantes. La Asociación de Libertades Civiles Norteamericanas (ACLU) ofreció pagar los honorarios del defensor y eligió a H.G. Wells, el escritor de ciencia ficción autor de La máquina del tiempo y otros relatos fascinantes. Pero a Wells no le interesó. En realidad, el defensor surgió después de que se conociera quién iba a ser el fiscal. Las autoridades del pueblo consiguieron que William Jennings Bryan, un fundamentalista religioso, tres veces candidato a la presidencia de los Estados Unidos, asumiera la acusación a pesar de que no ejercía el derecho desde hacía 30 años.

Cuando se supo de que actuaría Bryan, hubo un abogado que se propuso para la defensa. Era Clarence Darrow, de 70 años, el abogado más famoso del país. George Rappleyea, propietario de varias minas en la región, convenció a un grupo de empresarios de Dayton, que entonces era un pueblo con 1756 habitantes, que la atención pública que generaría tal juicio aportaría publicidad para Dayton.

Una joven de unos 20 años estaba parada en la puerta de la Corte con un bebé en su brazo derecho y un cartel en el izquierdo que decía: «Scopes, arderás en el infierno». Había más carteles, algunos con la figura de un mono y la cara de Darrow. Uno de ellos permaneció siempre en la puerta del tribunal: «Lea su Biblia todos los días». Una señora vestida con una camisa de volantes blancos, abotonada hasta el cuello, y una falda larga y negra, cantaba una canción religiosa al frente de otras 50 mujeres. Hacía un calor insufrible y casi todos se defendían del sol con diarios, cartón o abanicos. Había puestos de limonada y de comidas. Llegaron periodistas hasta de Hong Kong. Fue la prensa la que bautizó el caso con el nombre que lo identificaría para siempre: «El juicio del mono». Desde muchos meses antes de su inicio, gentes de todos los EE.UU. habían estado siguiendo lo que se estaba aprobando en Tennessee con atención, dándose cuenta de lo que estaba en juego y, poco a poco, los dos bandos enfrentados, los que defendían y atacaban la evolución, fueron juntando fuerzas para tratar de ganarlo. Incluso se llegaron a enviar reporteros desde la Institución Smithsoniana un mes antes para fotografiar a los protagonistas de los acontecimientos, a medida que éstos se iban sucediendo, e ir captando el ambiente que se iba viviendo en la ciudad.

Scopes fue enjuiciado el 24 de abril. Durante la mañana, unas 1.000 personas fueron entrando a la sala del tribunal para asistir al juicio. Alrededor de 300 se quedaron de pie. El juez John Raulston golpeó con su martillo para acallar los murmullos. El calor era tan insoportable adentro que se permitió a los hombres estar en camisa. Los procedimientos empezaron con una oración, bajo la firme protesta de Darrow. La presentación de Bryan, de inflamada aunque aburrida oratoria, era rubricada a cada pausa por un sonoro «amén» del público. Darrow volvió a protestar y el juez debió pedir mesura.

El caso para la fiscalía era muy claro. Con el testimonio de los alumnos probó que Scopes enseñaba la teoría de Charles Darwin, y que esto constituía una violación a la ley de Tennessee. En este tramo, Darrow sólo le preguntó a un alumno si le parecía que su profesor enseñaba cosas perversas o malas. El chico dijo que no. Los científicos que la defensa propuso como testigos dirían que la ley era injusta pues no se podía tomar a la Biblia, que es un texto religioso, como si fuese un libro de ciencias. Pero Darrow tuvo serios problemas cuando el juez rechazó esos testimonios por impertinentes.

Darrow decidió entonces dar batalla en el terreno de sus oponentes y llamó como testigo al mayor experto en la Biblia que se encontraba presente, es decir al propio fiscal. Bryan, confiado, aceptó. (ver diálogo). Darrow pidió un veredicto inmediato. El final fue transmitido por radio a todo el país. En 8 minutos, el jurado declaró a Scopes culpable, lo multó con 100 dólares y una fianza de 500 dólares, que pagó Paul Patterson, propietario del Baltimore Sun. Por primera vez las noticias sobre un juicio se retransmitían diariamente por radio a todos los EEUU gracias a la WGN, la primera emisora de radio inaugurada en Chicago.

Darrow apeló, pues buscaba que un tribunal superior dijera que la ley antievolución era inconstitucional. Cinco días después, el fiscal Bryan se recostó a dormir una siesta de domingo y murió. La diabetes lo había vencido. El 14 de enero de 1927, la Corte del estado redujo la multa a un dólar y evitó pensar el asunto en profundidad. Dijo: «No es conveniente prolongar este caso tan extraño». La ley no se aplicó más.


«Solo porque la gente ve tantas cosas en la tierra y en el cielo de los cuales no conocen la causa creen que las deidades están trabajando allí. Si solo pudieran ver que nada puede ser creado de nada, entonces avanzarían un paso más hacia la respuesta que buscan: Esos elementos eternos se han vuelto todo lo que es, sin interferencia de los dioses»

Lucrecio, «De rerum natura». Escrito alrededor del año 60 AC

Scopes en 1925

Clarence  Darrow  y  William  Jennings  Bryan  durante  el  juicio.

Edificio del tribunal de Dayton, Condado Rhea, Tennesse


 

«El Hombre, en su orgullo, creó a Dios a su imagen y semejanza».

Friedrich Niestzsche


De la película

 

Diálogos del juicio que fueron reproducidos en la obra de teatro y en la película


Darrow  derrotó  a  Bryan  en su  propio  terreno, llamándolo  a declarar  como el mayor experto en temas bíblicos.

Darrow: ¿Todo debe  ser interpretado  en  forma  literal en  la Biblia?

Bryan: Así es

Darrow: (mostrándole una piedra),  ¿Qué edad cree  que tiene esta piedra?  La ciencia dice que puede tener millones de años.

Bryan: Tiene menos de 6.000  porque el obispo de Usher fijó la fecha  de la  Creación  el 23  de octubre del  4004 a.C.  a  las 9 Hs.

Darrow: ¿Hora del este  o  del oeste? (Bryan quedó perplejo) Dígame... ¿El  primer día  tuvo 24 horas?

Bryan: La Biblia dice que fue un día.

Darrow: Según  la Biblia,  Dios  no había creado todavía  el Sol. Por lo tanto... ¿Puede decirme  como sabía  que  el  día duraba  24  horas?  ¿No podía durar  un mes,  un año,  o millones de años?

Bryan: No lo sé. Mi impresión es que fueron períodos.

Darrow: Bueno,    si   los   llama   períodos... ¿Podrían   haber abarcado  mucho  tiempo?

Bryan: Tal  vez.  Podrían  haber  abarcado  millones  de años (Bryan bajó los ojos,  apesadumbrado  por haber tenido que admitir eso  y  sus seguidores  quedaron  pasmados).


Conversación tomada de las notas del proceso de juicio al ser interrogado Bryan por Darrow:

Darrow: ¿Pudo Vd.. descubrir de donde tomó Caín a su esposa?

Bryan: No Señor; eso se lo dejo a los agnósticos.

Darrow: ¿Nunca lo ha descubierto?

Bryan: Nunca lo he averiguado.

Darrow: ¿Nunca lo ha analizado?

Bryan: No.

Darrow: ¿La Biblia dice que tomó una, verdad? ¿Había más gente en la Tierra en ese tiempo?

Bryan: No le puedo decir.

Darrow: No me puede decir… ¿Nunca entró eso en su consideración?

Bryan: Nunca me preocupó.

Darrow: No había notas de que existieran otras personas, mas Caín tomó una esposa.

Bryan: Eso es lo que dice la Biblia.

Darrow: De dónde vino ella no lo sabe…


Darrow: (cogió la Biblia y comenzó a leer) «Y el Señor Dios dijo a la serpiente: Porque tú has causado esto, tu arte maldijo todo el ganado y toda bestia del campo; sobre tu vientre te arrastrarás y comerás polvo todos los días de tu vida». ¿Piensa que por eso la serpiente se ve obligada a arrastrarse sobre su vientre?».

Bryan: Lo creo

Darrow: ¿Tiene idea de cómo andaba la serpiente hasta entonces?

Bryan: No señor

«¿No sabe si andaba o no sobre su cola?»

Bryan: No señor, no tengo modo de saberlo. (Hubo una risotada general de la multitud y de repente, se alzó la voz de Bryan, chillando, histérica) El único propósito del señor Darrow es injuriar la Biblia y quiero que el mundo sepa que este hombre, que no cree en Dios, está tratando de utilizar un tribunal de Tennessee.

Darrow: Objeto su afirmación. (Darrow afirmó despectivo). Estoy examinándole de las locas ideas que tiene y que ningún cristiano inteligente cree en esta tierra.

El Juez Raulston puso fin a la controversia levantando la sesión.


La obra de teatro


Treinta años después dos dramaturgos consideraron que la libertad del individuo estaba siendo nuevamente puesta a prueba. Corrían entonces los oscuros años del Macartismo, del terror soviético y de la Caza de Brujas en Hollywood. Jerome Lawrence y Robert Edwin Lee escribieron la obra Inherit The Wind como un modo de atraer la atención sobre la particular e injusta cruzada que estaba llevando a cabo el terrible senador de Wisconsin Joseph McCarthy. La obra de teatro se estrenó en Broadway en Enero de 1955, cinco años antes que la versión cinematográfica basada en la obra.

A pesar de que existen numerosas similitudes entre la obra y la historia, la obra no fue concebida como un documental sobre el juicio a Scopes, sino como una llamada de atención sobre el daño del macartismo, que algunos consideran uno de los períodos más oscuros de la historia de los Estados Unidos. La obra de teatro ha sido aclamada como una de las más grandes obras del siglo XX, en gran parte debido a los temas que trata, como la fe y tolerancia religiosas, junto a la libertad de pensamiento.

  Los personajes en la ficción de Matthew Harrison Brady, Henry Drummond, Bertram Cates y E. K. Hornbeck se corresponden con las siguientes personas en la vida real William Jennings Bryan, Clarence Darrow, John Scopes, y H.L. Mencken, respectivamente.

Gracias a esta obra, cuyos hechos habían pasado una generación antes, Lawrence y Lee pudieron hablar del clima asfixiante que se vivía en los EEUU de su época. En realidad, la interpretación de March, muy histriónica, la hizo tratando de que recordara más a los gestos de McCarthy que a los de Bryan.


Tolerancia en las aulas


(Extraído de Educacion para la tolerancia. Una pedagogía de la libertad de conciencia. Ponencia de Luis María Cifuentes Pérez)

«¿Por qué hoy día en todos los sistemas educativos europeos resurge de nuevo la preocupación por el tema de la educación intercultural y del respeto a las minorías? Precisamente porque vivimos en sociedades multinacionales, complejas y plurales en el ámbito religioso, moral y cultural. Ningún Estado puede pretender hoy día una total coincidencia de sus ciudadanos en una sola creencia religiosa, en una sola lengua y en una idéntica tradición cultural; al contrario, la tolerancia hacia lo diferente se ha convertido en el reto más serio de la sociedad presente y futura.

La escuela, todo el sistema educativo, debe ser ante todo un servicio público gratuito que se ofrezca en plano de igualdad a todos los ciudadanos, con independencia de su capacidad económica y de sus tradiciones culturales; y creo que la red pública de centros debe ser atendida de modo prioritario, dotándola de todos los recursos financieros y humanos que necesita para realizar esa labor social tan importante. El factor de compensación de las desigualdades que posee la escuela pública se basa en que ofrece un servicio público gratuito que procede de la recaudación fiscal por vía de impuestos y ello no significa, bajo ningún concepto, que deba prescindir de la exigencia académica ni de la disciplina colectiva como garantía de igualdad para todos en los centros educativos. Al contrario, debe mirar con la máxima vigilancia y control el uso de los recursos públicos que son de todos y están al servicio de todos. Por lo tanto, la evidente función social que ejerce la escuela pública es totalmente compatible con la exigencia científica y racional propia de toda institución que trasmite conocimientos y que pasa el testigo a los jóvenes de toda la tradición canónica de nuestra cultura.

Una de las características esenciales de la escuela pública es que su objetivo irrenunciable es ante todo de carácter moral; es decir, educar ciudadanos libres, democráticos, críticos y tolerantes. Y ello desde una perspectiva integral del ser humano; es decir, que en el sistema escolar no se mutile ni cercene ninguna dimensión de la vida ni de la cultura humanas: ciencia, humanidades, arte, tecnología, religión, educación física; y todo ello de un modo armónico y equilibrado a través de unos currículos diseñados con ese objetivo de formar ciudadanos que sean y se sientan útiles a sí mismos y a los demás.

Educar en la libertad y en la tolerancia se ha convertido en todos los países europeos en una exigencia imprescindible porque la escuela es la institución que con más intensidad está sintiendo en su propia piel la realidad social del pluralismo cultural y moral de las sociedades actuales».


Libertad de cátedra, libertad académica y libertad de pensamiento


La libertad de cátedra es uno de los derechos incluidos dentro del derecho humano o fundamental de Libertad Académica.

Es el derecho a ejercer la docencia, en el ámbito de la Educación Superior, con absoluta libertad, es decir, es «la libertad de enseñar y debatir sin verse limitado por doctrinas instituidas».

La libertad académica, sin embargo, es un concepto mucho más amplio que la libertad de cátedra. Incluye, por ejemplo, la libertad de llevar a cabo investigaciones y difundir y publicar los resultados de las mismas, la libertad de expresar libremente su opinión sobre la institución o el sistema en que trabaja, la libertad ante la censura institucional y la libertad de participar en órganos profesionales u organizaciones académicas representativas.

La constitución española reconoce el derecho a la libertad de cátedra en su artículo 20.1 c) y la ley orgánica de universidades, en su artículo 33 lo dota de contenido de la siguiente forma: La docencia es un derecho y un deber de los profesores de las universidades que ejercerán con libertad de cátedra, sin más límites que los establecidos en la constitución y en las leyes y los derivados de la organización de las enseñanzas en las universidades.


Libertad de pensamiento


«Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia».

(Artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Adoptada y proclamada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, en su resolución 217 A (III), de 10 de diciembre de 1948).


Darwinismo y neodarwinismo (Extraído de Wikipedia)


Las concepciones evolucionistas de Darwin constituyen un complejo sistema teórico, un conjunto de teorías relacionadas, más que una teoría singular. El núcleo de esas concepciones sigue conservando toda su validez, a pesar de su natural insuficiencia y de algún error significativo, sobre todo en su explicación de la herencia.

En el darwinismo hay tres ejes teóricos que explican distintos aspectos de la realidad biológica.

El transformismo, que es la noción de que las estirpes van cambiando sus características a lo largo del tiempo de una manera fundamentalmente gradual. Lo que ahora designa el término evolucionismo fue señalado durante mucho tiempo, hasta bien entrado el siglo XX, como transformismo.

La noción de que las estirpes se diversifican, por adaptación a ambientes o modos de vida diferenciados, ramificándose; el otro aspecto del mismo fenómeno es que todas las especies están emparentadas, aunque en grados distintos, y en último término todas las especies tienen su origen común en un remoto antepasado único. De esta convicción deriva la de que es obligado intentar clasificar las especies por su parentesco (filogenia), criterio que debe pasar por encima de cualquier otro. Darwin desconfiaba de que este ideal fuera alcanzable, aunque el desarrollo reciente del análisis filogenético lo está aproximando.

La adaptación al ambiente que motiva el cambio evolutivo, debía tener su mecanismo en la selección natural, concebida como resultado de dos factores: por un lado, la variabilidad natural hereditaria de los individuos de una especie y, por otro, la tasa diferencial de éxito reproductivo, dependiente también de la tasa de supervivencia, entre las distintas variantes genéticas presentes en la población.

El neodarwinismo también llamado teoría sintética de la evolución, es básicamente el intento de fusionar el darwinismo clásico con la genética moderna, y fue formulado en la década del 30 y el 40 (siglo XX) por científicos tales como G. G. Simpson, Mayr, Huxley, Dobzhansky, Fischer, Sewall Wright, y otros. En general significa la integración de la teoría de la evolución de las especies por selección natural de Charles Darwin, la teoría genética de Gregor Mendel como base de la herencia biológica, la mutación genética aleatoria como fuente de variación y la genética de poblaciones matemática.

Según esta teoría los fenómenos evolutivos se explican básicamente por medio de las mutaciones (las variaciones accidentales de que hablaba Darwin) sumadas a la acción de la selección natural.

Así, la evolución se habría debido a la acumulación de pequeñas mutaciones favorables, preservadas por la selección natural y por consiguiente, la producción de nuevas especies no sería nada más que la extrapolación y magnificación de las variaciones que ocurren dentro de la especies.

La síntesis evolutiva moderna se denomina también nueva síntesis, síntesis moderna, síntesis evolutiva, teoría sintética, síntesis neodarwinista o neodarwinismo.

 


Charles Robert Darwin. (1809-1882)


Darwin fue un científico británico, quien sentó las bases de la teoría moderna de la evolución con su concepto del desarrollo de todas las formas de vida a través del proceso lento de la selección natural. Su trabajo tuvo una influencia decisiva sobre las ciencias de la vida y de la tierra, y sobre el pensamiento moderno en general.


Teorías creacionistas (Tomado de Si Darwin no hubiera muerto)


Para muchos, la enseñanza de las doctrinas de Darwin estaba a punto de dispersarse como una epidemia que contaminaría la mente de los pequeños. Fue así como nació el movimiento de los creacionistas.

El creacionismo es una doctrina que dice que cada ser vivo que existe actualmente proviene de un acto independiente de creación divina. Pero no están unificados, hay diferentes acepciones de lo que el creacionismo es: Hay un tipo de creacionismo en el que la formación de la tierra es muy reciente: habría sido creada hace unos 6.000-10.000 años, todas las formas de vida habrían sido creadas en 6 días y los cambios geológicos se interpretaría en términos de «diluvio».

Hay otra corriente en la que se aceptaría la antigüedad geológica de la tierra, pero donde la vida habría sido creada por Dios siguiendo los textos bíblicos. Uno más donde cada día de la creación representaría miles e incluso millones de años.

Una corriente es la del Creacionismo progresivo, en el que la tierra es muy antigua: el «Big-Bang» sería la evidencia de la fuerza creadora de Dios, aquí se rechazan tanto la biología moderna como la evolución, y Dios habría creado a los organismos de manera secuencial según lo que se observa en los estratos geológicos.

El Creacionismo evolutivo (o evolucionista): la naturaleza no tiene existencia más allá de la voluntad divina, los sucesos de la creación existen y Adán no fue el primer Hombre, pero sí el primero que fue consciente de ser humano. La Evolución teísta, por su parte dice que Dios creó la vida por medio de la evolución; este punto de vista acepta los datos biológicos modernos salvo cuando se trata de la creación del alma humana (esta fue la posición del Papa Juan Pablo II y de numerosas escuelas protestantes).

Los creacionistas se mantuvieron en un perfil bajo durante varios años hasta que a mediados de los años 1920, los cristianos conservadores americanos, en una búsqueda del renacimiento de valores que ellos consideraban tradicionales, propusieron prohibir toda noción de evolución en la enseñanza pública. Esto trajo consigo el «Acta Butler», votada en 1925, que prohibía la enseñanza de la evolución. Fue en aquello momento cuando se produjo el «juicio del mono» contra John Thomas Scopes, que expuso ante la opinión pública a los fundamentalistas cristianos que defienden la historicidad y literalidad de la Biblia: Dios creó el mundo en 6 días y, según las cuentas que el arzobispo anglicano y primado de Irlanda James Ussher hizo en su libro Anales del Antiguo Testamento (1650), la Tierra fue creada en el anochecer previo al 23 de octubre de 4000 a. de C. Conocidos como Creacionistas de la Tierra Joven, hoy se agrupan en torno al Institute for Creation Research fundado en 1970 por el ingeniero Henry M. Morris, el creacionista más influyente de la segunda mitad del siglo XX. Pretenden expulsar la evolución del sistema educativo, o al menos que se enseñe el creacionismo como una visión científica alternativa.

«El juicio del mono»


Teorías del diseño inteligente (Del Blog de divulgación científica de Miguel Ángel Sabadell)


La expresión Diseño inteligente fue popularizada por Phillip E. Johnson al utilizarla en su libro de 1991 Proceso a Darwin. Denomina a la posición de que la vida en la tierra y el origen del hombre son el resultado de acciones emprendidas de forma deliberada por uno o más agentes inteligentes.

Según sus proponentes se trata de una propuesta científica legítima, capaz de sustentar un programa de investigación dentro de las reglas metodológicas de la ciencia.

El diseño inteligente no es más que la teoría creacionista, vestida en un traje más formal, pero su esencia es la misma. En realidad se podría ver como un caballo de Troya del creacionismo, una justificación a posteriori de la creencia en un creador absoluto y trascendente (el Dios de las religiones monoteístas), aunque sus proponentes aleguen no prejuzgar la naturaleza del «diseñador».

El movimiento diseño inteligente ha logrado suscitar una cierta movilización política en Estados Unidos con seguidores, incluidos algunos miembros de las Cámaras legislativas, que abogan por la inserción del diseño inteligente en los programas de educación como teoría alterna a la evolución.

Tal como se practica hoy, es metodológicamente naturalista: busca explicaciones naturales al mundo natural. Johnson aboga por introducir un Diseñador Inteligente como causa válida para explicar los fenómenos naturales. Antes de la aparición del libro, Johnson se reunió con el filósofo Stephen C. Meyer, actual vicepresidente del Discovery Institute, para delinear una política de actuación cuyo principal objetivo fuera sustituir la «ciencia materialista» por la «ciencia teísta», y convertir el Diseño Inteligente en «el punto de vista dominante en la ciencia». Con esta terminología se abrió un paraguas bajo el cual todos aquellos teístas que tuvieran algún tipo de creencia creacionista podían cobijarse. En la reunión de 1999 Reclamando América para Cristo, Johnson dio una conferencia titulada Cómo ganar el debate sobre la evolución: «El DI es un movimiento ecuménico… nos permite tener un punto de apoyo en las revistas científicas y otra en las revistas de diferentes confesiones religiosas… la teoría darwiniana de la evolución contradice no sólo el Génesis, sino toda la Biblia de principio a fin».

En 1993 el Movimiento por el Diseño Inteligente comenzó su andadura gracias a una beca del multimillonario Howard Ahmanson, Jr y 450.000 dólares de la fundación de la familia MacLellan, ambos cristianos fundamentalistas. Teniendo a Johnson como su padre fundador y principal ideólogo, el Discovery Institute esbozó lo que bautizó como la Estrategia Cuña, donde plantea una guerra cultural contra la concepción de la ciencia moderna y cuya punta de lanza es el Diseño Inteligente, difundiendo a los cuatro vientos la idea falaz de que la evolución es una teoría en crisis. El principal campo de batalla, los consejos escolares de EE.UU.. Es una operación política en toda regla: el brazo legal del Discovery Institute, el Thomas More Law Center, proporciona apoyo y asesoramiento a todos aquellos consejos o asociaciones que quieran introducir el DI en el currículum educativo; las universidades asociadas a las iglesias evangélicas ofrecen cursos con su asesoramiento y el programa dirigido a estudiantes universitarios, IDEA, ha conseguido «colocar» conferencias en universidades del prestigio de Yale.


©Enrique Martínez-Salanova Sánchez