Emilio Ruiz Del Río

Maestro del trucaje cinematográfico

©Enrique Martínez-Salanova Sánchez

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Emilio Ruiz Del Río, el trucaje cinematográfico llevado al límite


Emilio Ruiz del Río, durante sesenta y cinco años realizó trucos visuales para más de 450 películas con una total entrega y dedicación. Era un perfeccionista que amaba el trabajo bien hecho, con humildad. Cuando el director Robert Siodmak le vio encajar uno de sus trucos en los decorados de La última aventura (Custer of the West, 1967), se rindió ante su arte y como prueba de gratitud le regaló el visor que le había acompañado desde el rodaje de La escalera de caracol (1945). Emilio lo guardó como oro en paño. No se atrevió a utilizarlo nunca, decía, “por respeto”.

Recorrió con su inventiva el cine religioso e histórico del franquismo, las producciones fugitivas de Hollywood en España, las más heterogéneas coproducciones europeas, el cine de la transición democrática, las superproducciones de De Laurentiis, el cine de género de Juan Piquer y el más reciente cine de autor español y europeo.

Sus trucos, tan antiguos como el propio cine, han resuelto con gran realismo toda clase de necesidades visuales, con la utilización de su vasta experiencia y su riguroso conocimiento de disciplinas tan diversas como el dibujo, la perspectiva, la escala, el color, la escultura, la iluminación, los decorados y la fotografía.


"He participado en más de 450 películas de todas las nacionalidades, y he trabajada con innumerables directores. Con algunos he repetido mucho, con Luis Lucia, con Juan Orduña, Rafael Gil, José Luis Borau, José María Forqué.... no puedo citar a todos, y puedo decir sinceramente, que con todos he trabajado muy bien a pesar de la diferencia de caracteres, pero el mío siempre ha sido el mismo, y mi lema llevarme bien con todo el mundo, cosa que creo que lo he conseguido.

Todo lo que he hecho y sigo haciendo es exclusivamente por aprender. Cuando un director me pide solo una cosa yo le entrego dos, pero no por generosidad, sino porque así me impongo un reto que hay que resolver, y eso me estimula y me sirve para saber que aún no he llegado. Y si he llegado me gustaría empezar de nuevo..."

Emilio Ruiz Del Río, "Rodando por el mundo" 1996


Mi admiración por Emilio Ruiz del Río


A Emilio Ruiz del Río lo admiré siempre, he visto alguna exposición sobre su trabajo, y visité cuando pude algunos de sus míticos decorados o sus restos, otros los vi al pasar por la carretera, inmensas fortificaciones, ciudades de cartón piedra. Y sobre todo al verlos en el cine, Espartaco (Stanley Kubrick, 1960), Rey de reyes (Nicholas Ray, 1961), Cleopatra (Joseph L. Mankiewicz, 1963), La caída del Imperio Romano (Anthony Mann, 1964), el foro romano lo construyó a la vera de la carretera de La Coruña, cerca de Madrid, Operación Ogro (Gillo Pontecorvo, 1978), también veíamos la ciudad de Pekín en la carretera de La Coruña, para 55 días en Pekín, y recuerdo Lawrence de Arabia (David Lean, 1962), de los que en Almería quedaron residuos por décadas, Doctor Zhivago (David Lean, 1965), que veíamos los restos al pasar en tren por la provincia de Soria, Golfus de Roma (Richard Lester, 1966), Patton, (Franklin J. Schaffner, 1970), vivimos un tiempo en una casa alquilada, en Cabo de Gata, Almería, desde cuya terraza se había rodado una parte importante, Conan el Bárbaro (John Milius, 1982), yesos y esculturas que quedaron por años hasta que el desierto de Tabernas, en Almería, se los tragó, y tantas otras, Dune (David Lynch, 1984) y El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006). He hablado de él varias veces en mis cursos de cine.

En este caso hablo de él, la imagen es de Operación Ogro, el edificio en el que se atentó contra Carrero Blanco.



Emilio Ruiz Del Río. Biografía


Nació en Madrid en 1923, cursó estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando donde fue alumno de José Bermejo, uno de los discípulos de Sorolla, para posteriormente finalizar los estudios de Arte y Decoración en la Escuela de Madrid, donde obtuvo el título de Decorador Cinematográfico, mientras se ayudaba en los ingresos pintando los gigantescos carteles que animaban las fachadas de los cines.

Ingresó en el Departamento de Arte de los Estudios Chamartín en el año 1942, como escenógrafo bajo las órdenes de Sigfredo Burman, el primero en contarle de las maquetas pintadas en cristal que se utilizaban en los estudios UFA, habiendo colaborado en ese entonces en casi todas las películas que se rodaban en España. Es miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España desde 1986.

Emilio Ruiz, con más de 520 películas a sus espaldas, debutó con Florián Rey en La aldea maldita (1942). A este título, le siguieron muchos otros, trabajando para la práctica totalidad de los estudios cinematográficos de Madrid, lo que le llevó a rodar junto a directores como Rafael Gil (23 películas), Luis Lucia (18), Ramón Torrado (15), Juan de Orduña (12), Klimovsky, Sáenz de Heredia, Vajda o Forqué. Fueron estos unos años frenéticos a una media de 20 películas anuales, saltando de plató en plató para retocar una maqueta mientras secaba la pintura de otra.

Con la llegada en los '60 de las superproducciones y coproducciones se inicia su andadura en solitario, a caballo entre España e Italia, más calmada en cuanto a número pero con trabajos tan importantes como Rey de Reyes, Lawrence de Arabia, 55 días en Pekín, La caída del Imperio Romano, Doctor Zhivago, Patton y un largo etcétera.

Esta época le permite trabajar para los mejores directores del momento: Mann, Lean, Cukor, Annakin, Vidor, Buñuel, Welles, Lester, Siodmak o Kubrick, sin olvidarnos de los italianos Alberto de Martino, Mario Monicelli o Enzo Castellari, que le reclamaban sistemáticamente cada vez que iniciaban un proyecto.

Mención aparte merece su 'joint venture' con Juan Piquer, junto a otros profesionales tan reconocidos como Basilio Cortijo, Juan Mariné y Francisco Prosper. Entre 1977 y 1983 ha participado con Piquer en diez de sus películas, con títulos tan conocidos como Viaje al centro de la Tierra, Supersonic man, Misterio en la isla de los monstruos, Mil gritos tiene la noche, Slugs, muerte viscosa o La grieta; lo que no le impide realizar los efectos visuales de otras muchas películas, como El viento y el león, La lozana andaluza, El humanoide, Operación Ogro o Conan, el bárbaro

Es precisamente esta última película la que pone en contacto con la productora 'De Laurentiis', con la que firma un contrato en exclusiva que le llevará a trabajar en siete de sus films, destacando Dune, Conan el destructor, Red Sonja o Taipan. Al terminar el contrato vuelve a España, pero pronto es reclamado para rodar en Francia las dos películas que conformarían la superproducción conmemorativa del segundo centenario de la Revolución Francesa. Fue precisamente este film (Los años terribles) el escogido por el Círculo de Escritores Cinematográficos para dedicarle un homenaje en la Filmoteca Nacional en diciembre de 1994.

Durante la 6ª Semana de Cine Experimental de Madrid, y dentro de los actos del homenaje que se le tributó, se presentó su libro 'Rodando por el mundo: Mis recuerdos y mis trucajes cinematográficos', momento en que José Luis Borau le calificó "...no sólo como un valor nacional sino como el primero del mundo en su especialidad..."  Trabajó en películas internacionales y nacionales, colaborando con algunos de los directores más conocidos del cine actual como Fernando y David Trueba, Daniel Calparsoro, Mateo Gil o Guillermo del Toro, con cuya película El laberinto del fauno recibió el Goya 2006.

Fuera del ámbito del cine ha realizado trabajos artísticos, siempre en relación con el mundo de la pintura, tales como las realizaciones hechas para el Patrimonio Nacional en la creación de los dioramas del Museo de Caza del Palacio de Riofrío en 1.960, o en la restauración de las pinturas de los techos del Palacio de la Granja de San Ildefonso. Dada su amplía experiencia y su constante afán de superación se le requiere constantemente para conferencias, impartir seminarios en Escuelas de Cinematografía o en un sin fin de proyectos, como el de la  Ciudad de la Luz. Repartió su tiempo entre el cine, la publicidad y la pintura, habiendo realizado exposiciones por toda la geografía española y en Estados Unidos.

Ganador de tres Premios Goya a los mejores efectos especiales y del premio Segundo de Chomón, Emilio Ruiz es uno de los directores artísticos cuya intensa labor profesional le ha permitido entrar con mayúsculas en la Historia del Cine. Muchos trucajes ideados por él han sido y siguen siendo utilizados en películas de todo el mundo. Falleció en Madrid, el 14 de Septiembre de 2.007, pocos días después de recibir el Premio de Honor que le otorgó el Certamen de Cortos 'Ciudad de Astorga'.

La caída del Imperio Romano

La ciudad de Conan el bárbaro

Operación ogro


Dune

Révolution française: les années lumières

El laberinto del fauno

Aportaciones de Emilio Ruiz Del Río al mundo de la cinematografía.


Información extraída de “El último truco”, documental de Sigfrid Monleón.

Muchos de los secretos de Emilio Ruiz eran invenciones propias. Como usar una fina chapa de aluminio para pintar sobre ella en lugar de sobre el tradicional cristal.

Para las escenas de barcos también fue suya la idea de trasladar la tradicional piscina de estudio al mar real. Encajaba el recipiente sin muros dentro del horizonte real, gracias a un sistema de drenaje de agua inventado por él. Así salvaba el efecto de agua estancada de las escenas que entonces se hacían. Su acierto fue colocar un trozo de mentira encima de la realidad.

Era un maestro en disimular los marcos de cristales y soportes para las tomas móviles. Y otro logro suyo fue conseguir planos de perspectivas distintas usando las mismas maquetas, asegura Monleón.

La película realizada con motivo del bicentenario de la Revolución Francesa, La Révolution française: les années lumières fue la culpable: "Cuando el productor le dijo que aquello estaba muy bien, pero que tendría que llenar los fondos de figurantes, Emilio zanjó la cuestión sacándose de la manga sus figuritas de 10 centímetros y poniéndolas a vibrar mediante un mecanismo con muelle y ventilador ideado por él, claro, para que dieran la impresión de movimiento". En Dune, continúa el director del documental, "rodaron dos veces el mismo plano de la secuencia en la que los personajes salen del centro de la Tierra. Una en México, con paisaje y figurantes reales, y otra en un estudio de California, con la maqueta y las figuritas de Emilio. David Lynch eligió finalmente el plano del mago y realizó declaraciones entusiastas sobre su trabajo. Pidió que se hiciera lo posible para que sus asombrosas técnicas no se perdieran".

Una película tras otra, Ruiz del Río se colocaba donde debía colocarse la cámara y escrutaba la luz, las formas del entorno natural. Llegaba semanas antes de que el plano fuera a filmarse. Entonces comenzaba su cabeza. Un talento para trabajar en la técnica decidida, cristal o chapa de aluminio pintados (o ambos), maqueta corpórea fija o móvil (o ambos).

A no más de tres metros de la cámara provocaba explosiones que hacían saltar por los aires puentes o temblar grandes ciudades; recreaba mundos perdidos, urbes fabulosas o civilizaciones por venir. Tres metros. Ése era su único límite. Mediante miniaturas, hacía desfilar ejércitos de tanques que cruzaban la escena con soldados que marchaban en la lejanía, espectadores que vitoreaban en circos romanos o multitudes que celebraban revoluciones. Ruiz del Río tenía en su portentosa capacidad de observación una de sus armas más poderosas. "A la cámara se le engaña, pero al ojo no", dice mientras parpadea y mueve en círculos su ojo izquierdo. Era un malabarista del engaño. Directores y productores confiesan que lograba con su arte ese plano imposible de concebir. Sólo él sabía hasta dónde podría llegar la excelencia de sus técnicas.

Los ordenadores no pudieron con Emilio Ruiz. En sus últimos seis años de vida se adaptó a la nueva realidad combinando ambas técnicas". El laberinto del fauno es buena prueba de ello. Recorriendo la maqueta, la cámara se introduce en ella a través de un portón y se eleva desde el interior de la cavidad fantástica hasta el cielo, mientras el personaje de la niña del filme, insertado mediante técnicas digitales, corre por las estrechas escalinatas en la espiral del escenario diminuto. "Los efectos digitales los hacen hoy una legión de personas", explica Monleón, "los suyos los hacía él solo. Y nunca es lo mismo rodarlos en vivo que tener que esperar tres meses por la posproducción". Fernando Trueba coincide: "Nada puede sustituir el rodaje con el truco realizado in situ. Para lograr que el espectador perciba la magia, no hay mejor manera que ésta sea también sentida por los actores y el equipo técnico durante el rodaje".


Bibliografía


GUBERN, R. (1996): Del bisonte a la realidad virtual. La escena y el laberinto. Barcelona, Anagrama.

GUBERN, R.: (1995): Historia del Cine. Barcelona, Lumen.

HISTORIA 16. (1995): Cien años de cine. Madrid, Historia 16.

INTERNET. http://planderodaje.com/2014/09/24/emilio-ruiz-del-rio-el-maestro-del-trucaje/

MARTÍNEZ-SALANOVA SÁNCHEZ, E. (2002): “Aprender con el cine, aprender de película. Una visión didáctica para aprender e investigar con el cine”. Huelva. "Grupo Comunicar". 400 págs.

MOIX, T. (1995): La gran historia del cine. Madrid, Blanco y negro.

RUIZ DEL RÍO EMILIO, 1996. Rodando por el mundo: mis recuerdos y mis trucajes cinematográficos

TORRES, A. (1995): 100 años de cine. Madrid, Alianza editorial.

WIKIPEDIA. https://es.wikipedia.org/wiki/Emilio_Ruiz_del_R%C3%ADo

© Enrique Martínez-Salanova Sánchez