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El pequeño salvaje
La privación de la
socialización por abandono
©Enrique
Martínez-Salanova Sánchez e Ilda Peralta Ferreyra |
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El
puntero de don Honorato/Bibliografía/Lecturas
de cine/Glosario
de cine
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Investigar a partir de una película. El pequeño salvaje
Una película, “El pequeño salvaje”, de Trufautt, puede
ser el comienzo de una investigación que lleve a conocer un poco más a
Rousseau, Dr. Itard, Seguin, Montessori, los caminos de la filosofía y
la medicina, pues en todos ellos confluyen la educación, el
aprendizaje, la enseñanza especial, los métodos experimentales y la
investigación pedagógica.
El doctor Jean-Marc-Gaspard Itard, fue un médico francés
nacido en 1774, interesado en la naciente ciencia de la «medicina
mental» o psiquiatría. Cuando tenía 26 años se topó con un extraño caso,
el del niño salvaje de L’Aveyron, que cambió su vida. François Truffaut,
en 1960, llevó la historia al cine con su película El Pequeño Salvaje (L’enfant
sauvage), con fotografía de Néstor Almendros. El Dr. Itard escribió sus
descubrimientos e investigaciones, que sirvieron de inspiración a
Edouard Séguin, su discípulo y al que animó a trabajar con niños con
discapacidades mentales y de María Montessori, que más de un siglo
después, siguió sus pasos y sus escritos y hoy es referencia mundial en
el campo de la educación. Sin embargo, en la mayoría de los libros de
Historia de la Pedagogía, ni el Dr. Itard ni Seguin son nombrados, a
pesar de que María Montessori hace innumerables referencias a ellos y la
influencia que tuvieron en ella y sus métodos de trabajo.
Itard desarrolló en sus escritos toda la investigación,
con sus aciertos y errores, sus dudas e interrogantes. El mejor caso,
sin duda, documentado, que se ha dado sobre la educación y tratamiento
de niños salvajes (Carl Von Linné, Linneus, los incluye dentro de sus
nueve especímenes de Homo Sapiens Ferus, una subespecie de la humanidad
creada por él, en su trabajo Systema Naturae, publicado en 1758). En el
siglo XX, el caso de otra niña, Genie, siguió poco más o menos los
mismos pasos, a pesar de los conocimientos y la tecnología desarrollada
hasta el momento.
Los métodos que Itard utilizó, tuvieron la base en los
principios de imitación, condicionamiento y modificación del
comportamiento, que lo posicionaron a la vanguardia de su época y lo
llevaron a inventar muchos mecanismos de enseñanza que aún se utilizan.
De hecho, Itard depuró las técnicas que había usado con Víctor,
convirtiéndose en un pionero de la educación especial.
Sin embargo, Itard se hizo muchas preguntas a sí mismo,
de las que dejó constancia en sus escritos. Existe tensión en el mismo
corazón de la pedagogía, entre los «instrumentos didácticos» que se
convierten en medios de éxito, y «la investigación ética»
De mi web
François Truffaut
Los cuatrocientos golpes
La piel dura
El pequeño salvaje |
La película "El
pequeño salvaje" y yo
Hace años, hacia 1959, cuando finalizaba
el rodaje de "Los 400 golpes". conocí a Truffaut, en París, de la mano
de un profesor buen amigo suyo. Tuvimos encuentros, alguna comida rápida
y algunos paseos por lugares de rodaje. Más tarde,
en 1962, François
Truffaut, a un amigo mío, Pedro Castro, y a mí, nos presentó a Agnès
Varda, que acababa de filmar "Cleo de 5 a 7", y la vimos filmando
un cortometraje en plena calle de París, cerca de Montmartre, no sé su
título, pero sí el impacto que nos causó. Unos estudiantes
privilegiados, bastante arriesgados, muy entrometidos y aparentemente
con escasa vergüenza. Su película "Cleo de 5 a 7" había
sido seleccionada ese año para el festival de Cannes.
Estas visitas (en
vacaciones y en autostop) me permitieron conocer desde afuera el cine
francés de la Nouvelle vague, y entusiasmarme con su cine, que
posteriormente he visto todo lo que he podido y he estudiado y trabajado
y difundido.
Más tarde, ya en el
mundo de la pedagogía y el cine,
vi, analicé, estudié y difundí su
película "El Pequeño salvaje". Película que me impactó para siempre y
que he utilizado infinidad de veces. Una alumna mía de post grado, la
vio y la trabajó conmigo, y de ahí tambien el mudo de los cambios
pedagógicos. Años después me contó que la película, y el trabajo
posterior, habían cambiado su vida profesional. se decidió por la
pedagogía de la infancia marginada.
En un Congreso sobre minoridad y
adopción, en Córdoba, en el que yo estaba en el Comité Organizador,
propuse "El pequeño salvaje" como película inicial, en vez de la
Conferencia magistral. Tras alguna reticencias se me aceptó, y en buena
hora. La proyección fue un comienzo, en el que hubo sentimientos y
lágrimas. No hubo quien en el congreso no hizo referencia a la película
a su problemática. marcó el congreso. |
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Los niños marginales
Uno de los mayores desafíos de la educación en todos los tiempos es la
educación de niños en situación de total o parcial marginalidad. Hoy día, en
nuestros países civilizados, siguen apareciendo niños que por su abandono,
malos tratos, encarcelamiento o aislamiento, tienen todas las
características de los niños salvajes, ya estudiados y clasificados por
Linneo.
El interés de expertos, pedagogos, médicos y psicólogos de socializar a
estos niños es un fenómeno común en todo el mundo. Siempre atormentó esta
duda a los filósofos y otros profesionales interesados, despertando el
interés desde el siglo XIX. Para que el hombre salvaje ya no provocara miedo
y se convirtiera en un ser aceptable, fue necesaria la intervención de la
ficción, la creación de un héroe como Tarzán, capaz de conservar su
humanidad mientras desarrollaba al mismo tiempo un cuerpo atlético y
adquiría sentidos aguzados de los animales.
A partir de la película
El niño salvaje de Truffaut, como hizo también con La piel
dura y Los 400 golpes, vamos a entrar
en la problemática educativa de los
menores abandonados, de la mano del cine,
animando a investigar a partir del film sobre
los fundamentos históricos de la película, sus protagonistas, y sobre
otras situaciones similares.
Empleando técnicas procedentes de campos de la más
variada índole como la voz en off del documental o los cierres de iris del
cine mudo, Truffaut planteó con esta película la sustitución del Hombre
Natural que defendían las tesis rousseaunianas por el Hombre Moral, forjado
a partir de un largo proceso integrador y dotado de un sentido de la
justicia incuestionable. Esta propuesta, plagada de signos y elaboradas
claves, deja entrever algunos retazos de la biografía de su autor, marcada
por una infancia difícil y su superación a través del cine.
El médico-pedagogo Jean Itard
luchó para insertar a Víctor de Aveyron en la sociedad francesa de comienzos
del siglo XIX, consiguió ser su mentor y
acreditar ante el reconocido psiquiatra Pinel, que Víctor podría llegar a
ser civilizado e independiente. Los escritos de
Itard sobre el caso fueron utilizados por Truffaut para hacer el film
L'enfant sauvage. La figura de Víctor, en el filme de Truffaut, refleja
exactamente la fascinación que los «salvajes» ejercen sobre los
«civilizados» y plantea el debate sobre cómo educarlos.
Ver en este sitio:
El salvaje de Aveyron: el caso Víctor
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La verdadera historia del niño salvaje de L’Aveyron (Tomado de Network-Press.org y de otros)
El 18 de Enero de
1800, un niño desnudo, con la cara y las manos llenas de cicatrices,
apareció en las afueras de Saint-Sernin en la escasamente poblada
provincia de Aveyron en la parte sur central de Francia. El chico,
que sólo medía 4 pies y medio de estatura (1.35 mts. aprox.) pero
aparentaba tener 12 años, había sido visto varias veces durante los
dos años y medio anteriores, trepando los árboles, corriendo en
cuatro pies, bebiendo en los arroyos y buscando afanosamente
bellotas y raíces. Había sido capturado dos veces, pero había
escapado. Entonces, en el inusualmente frío invierno de 1799-1800,
comenzó a aparecer en las granjas en busca de alimento.
Cuando el muchacho de
ojos oscuros llegó a Saint-Sernin, no habló ni respondió para
hacerse entender, pero reaccionaba de inmediato ante el sonido de
las ramas al quebrarse o ante el ladrido de los perros. Rechazaba
los alimentos cocidos, prefería las patatas crudas que lanzaba al
fuego y recuperaba rápidamente con sus manos desnudas, devorándolas
cuando todavía quemaban. Como un animal acostumbrado a vivir en la
selva, el chico parecía insensible al frío y al calor extremos, y
rasgaba la ropa que la gente trataba de ponerle. Parecía evidente
que había perdido a sus padres desde muy pequeño o lo habían
abandonado, pero de esto hacía tanto tiempo que era imposible
saberlo. Durante un tiempo, el muchacho apareció como un fenómeno
intelectual y social, cuando una nueva perspectiva científica estaba
comenzando a remplazar la especulación mística.
Los filósofos
debatían sobre cuestiones como la naturaleza esencial de los seres
humanos, preguntas que durante los dos siglos siguientes se
convirtieron en fundamento del estudio del desarrollo del niño. ¿Son
innatas o adquiridas las cualidades, el comportamiento y las ideas
que definen a los seres humanos? ¿Cuál es el efecto del contacto
social durante los años de formación, y se puede superar su
carencia? Un estudio cuidadosamente documentado de un niño que había
crecido en aislamiento podría proporcionar evidencia del impacto
relativo de la «naturaleza» (las características innatas de un niño)
y la «crianza» (educación familiar, escolar y otros factores de
influencia social).
Después de la
observación inicial, el muchacho, a quien se le llamo Víctor, fue
enviado a una escuela para niños sordomudos en París. Allí, quedó a
cargo de Jean-Marc-Gaspard Itard, un médico de 26 años, interesado
en la naciente ciencia de la «medicina mental» o psiquiatría. El
muchacho era, escribió Itard, «un niño desagradablemente sucio...
que mordía y rasguñaba a quienes se le acercaban, que no demostraba
ningún afecto por quienes lo cuidaban, y quien era, en síntesis,
indiferente a todo lo atento a nada» (Lane, 1976, p. 4)
Algunos observadores
concluyeron que era un «idiota», incapaz de aprender. Empero, Itard
creyó que el desarrollo de Víctor se había limitado por el
aislamiento y que tan sólo necesitaba que se le enseñaran las
destrezas que los niños en la sociedad civilizada normalmente
adquirían a través de la vida diaria. Itard llevó a Víctor a su casa
y durante los siguientes cinco años, gradualmente lo «domesticó».
Itard despertó primero la habilidad de su propio pupilo para
discriminar la experiencia a través de un entrenamiento esmerado y
paulatino a las respuestas emocionales así como a la instrucción en
moral, comportamiento social, lenguaje y pensamiento.
Los métodos que Itard
utilizó, con base a los principios de imitación, condicionamiento y
modificación del comportamiento, los cuales lo posicionaron a la
vanguardia de su época y lo llevaron a inventar muchos mecanismos de
enseñanza que aún se utilizan. De hecho, Itard depuró las técnicas
que había usado con Víctor, convirtiéndose en un pionero de la
educación especial. El chico logró un progreso notorio: aprendió los
nombres de muchos objetos y pudo leer y escribir frases simples,
expresar deseos, seguir órdenes e intercambiar ideas. Demostró
afecto, especialmente hacia el ama de casa de Itard, la señora
Guérin, al igual que emociones de orgullo, vergüenza, remordimiento
y deseo de complacer
Sin embargo, aparte
de algunos sonidos vocálicos y consonánticos, nunca aprendió a
hablar, Además, se mantenía totalmente centrado en sus necesidades y
deseos y, como lo admitió Itard en su informe final, nunca pareció
perder su vivo anhelo “por la libertad del campo abierto y su
indiferencia a la mayoría de los placeres de la vida social” (Lane,
1976, p.160). Las atenciones y
cuidados que se le dispensaron a partir de entonces mejoraron su
estado físico y su sociabilidad, pero los progresos fueron muy
escasos, una vez superada la fase inicial. Por esta época se
presentó la pubertad sexual del muchacho, lo que creó problemas
adicionales a su educador. Las esperanzas de Itard de enseñarle a
hablar y a comportarse de manera civilizada resultaron frustradas y
en el segundo informe Itard se daba por vencido y manifestaba su
preocupación por el futuro del desgraciado joven.
Cuando el estudio concluyó, Víctor - que ya no fue
capaz de valerse por sí mismo, como lo había hecho en la selva – se
fue a vivir con la señora Guérin que, además de otros profesores
asignados para continuar su educación, recibía una remuneración del
Ministerio del Interior por cuidarlo, cerca de veinte años más, hasta su muerte en 1828 cuando tenía
alrededor de 40 años. Un informe elaborado por alguien que
vio a Víctor hacia 1815 no reseñaba ninguna mejora de su situación. |
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La película:
El Pequeño Salvaje. L’enfant
sauvage
Francia. 1960. 85 min. B/N.
Director: François Truffaut.
Fotografía: Néstor Almendros
Intérpretes:Jean-Pierre
Cargol (Víctor), François Truffaut (Jean Itard), Françoise Seigner (señota
Guerin), Paul Villé (Remy), Jean Dasté (Professor Pinel)
Sinopsis: Basada en un hecho real
relata la historia de un niño salvaje capturado en los bosques franceses y
recluido en un instituto de investigación. De vivir como un animal libre
pasa a convertirse en un ser rechazado, maltratado y visto como un fenómeno
inhumano. Sólo el doctor Itard hará todo lo posible para hacer de él un ser
civilizado llevándolo a su propia casa. Transcurrido un tiempo, el niño se
encontrará perdido entre su deseo por recuperar su vida salvaje y su nueva
etapa junto a su protector. |
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La noche americana
Los 400 golpes
La piel dura
Farenheit 451
Besos robados |
El director: François Truffaut
Nació en París en 1932 y murió en
1984. Fue lector temprano, ávido cinéfilo, delincuente juvenil, crítico
cinematográfico, actor y director de cine. A comienzos de la década del
cincuenta fue adoptado por el crítico André Bazin y Janine, su esposa.
Truffaut, que ya había sido involuntario huésped de instituciones
correccionales y desertor del ejército francés; recibió en el seno de la
familia Bazin el afecto y cariño que le había faltado en su familia, y
protección ante el sistema legal que lo perseguía.
Si hay un hecho evidente en la
filmografía de François Truffaut es que su vida está presente en sus
películas. De Los cuatrocientos golpes a Vivamente el domingo, su ópera
prima y su último filme respectivamente, todas y cada una de sus 21 cintas
son un espejo transparente de su biografía, sus sentimientos, su pensamiento
y su inmenso talento.
Desde pequeño, Truffaut había
buscado refugio en los libros y en el cine. Su amor por la literatura cuenta
con un homenaje directo en Fahrenheit 451, donde sus textos preferidos arden
bajo el fuego de la dictadura imaginaria que creó Ray Bradbury, y la
literatura apenas sobrevive en la memoria de unos vagabundos que repiten a
Maquiavelo, Poe, Bronte, Austen, Dafoe y tantos otros.
La transición de la adolescencia a
la madurez están presentes de una manera viva en sus películas. En el caso
de Antoine Doinel, el héroe de sus primeras películas, retratado en una
tetralogía de filmes en la que el personaje y su actor protagonista crecen
al unísono. Los cuatrocientos golpes, Besos robados, Domicilio conyugal y
L'amour en fuite son las cuatro películas consagradas a Doinel y, en ellas,
Truffaut lleva a la pantalla sus propias obsesiones, desde las de un niño
maravillado por el séptimo arte, hasta las aventuras amorosas.
Se entregó por entero al mundo del
cine, no sólo como director, sino como protagonista de películas como El
pequeño salvaje, particular homenaje a Rousseau, y La noche americana, por
la que recibió el Oscar a la Mejor película extranjera.
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Dr. Itard
Dr. Pinel
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Jean Itard, el primer educador de
niños inadaptados
Jean Marc Gaspard Itard nació el
24 de Abril de 1774 en Oraison, en el valle de la Durance. Fue médico,
cirujano y cirujano de la marina, llegó a París en 1796. Habiendo trabado
conocimiento con el padre Sicard, director del Instituto imperial de
sordomudos, Itard tuvo muy pronto consulta en el instituto, del que pasó a
ser jefe médico en 1800. Fue éste el primer contacto de Itard con niños cuya
educación requiere medidas especiales. Itard descubrió que estos niños
sordomudos eran confinados en una especie de vida vegetativa y se interesó
particularmente por el tema. Como discípulo del filosofo Helvétius, a partir
de libro «De l'homme», Itard pensaba que la educación lo podía todo.
No sólo se consagró el estudio del
lado fisiológico de la sordomudez (Itard es universalmente considerado como
el fundador de la otorrinolaringología), sino que se apasionó por el
problema pedagógico que plantea la educación y la enseñanza de sordomudos.
Un acontecimiento imprevisto iba a hacer de él el primer educador de niños
inadaptados, en la acepción más amplia de la palabra. Fue la llegada a París
del niño salvaje de L’Aveyron, de once años de edad. Varias veces avistado,
varias veces capturado, penetró un día de invierno en una casa habitada, en
donde fue detenido para ser luego transportado al hospicio de Rodez. Pero
Víctor siguió siendo un salvaje, cerrado a toda solicitación, y muy pronto
la curiosidad pública dejó de fijarse en él. La ciencia le abandonó a su vez
cuando Pinel, el maestro de Jean Itard afirmó que el niño salvaje debía ser
internado en el hospicio de Bicêtre, junto a los aquejados de idiotismo.
Itard no compartió esta opinión
desfavorable, afirmando que no era posible determinar el grado de
inteligencia y la naturaleza de las ideas de un adolescente que, privado
desde su infancia de toda educación, había vivido completamente separado de
los individuos de su especie.
Víctor no ingresó en Vicêtre.
Convencidos por Itard, quien decidió espontáneamente consagrarse a su
educación, admitieron a Víctor en el Instituto de sordomudos de París.
Víctor pasó varios años de su vida cuidado y educado por Itard.
Itard creía profundamente que
Víctor se iba a convertir en un ser humano como otro cualquiera. Creía
profundamente en la posibilidad de educar a Víctor, poseía una actitud total
de confianza de la educación de otras personas a pesar de cualquier cosa. A
los que dicen que un niño salvaje es un ser débil, les digo:
«es
posible hacer cualquier cosa», es el camino de
una actitud esencial en cualquier educador, no resignarse a aceptar la
fatalidad y decir que siempre hay algo por hacer por alguien. |
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De los escritos de Itard
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El aprendizaje de lo moral. Itard
lo describe según el siguiente proceso: «Dado que muy pocos alimentos eran de
su gusto, conseguirlos en grandes cantidades era para Víctor lo más
importante. Si se le sorprendía cogiéndolos, se le reprendía. por lo cual
comenzó a robarlos con artimañas. A esta conducta se le respondió «con el
derecho de represalia», de forma que su hurto era sancionado arrebatándole
algo suyo y muy deseado. Esto pareció tener éxito, pues Víctor dejó de
robar. Pero ¿había adquirido el sentido moral de lo bueno y lo malo, o sólo
había reprimido una forma de actuar por miedo al castigo?. Jean Itard decide
comprobarlo sometiéndolo a un ejercicio muy sencillo y que Víctor, sin duda
alguna, realizaría correctamente, pero por el que no se le premiará, sino
que recibirá un castigo. Es decir, le someterá a una injusticia. La reacción
de Víctor, frente a su habitual obediencia, fue violenta, su indignación le
llevó, incluso, a morder la mano de su maestro. «Era la prueba incontestable
de que el sentimiento de lo justo y de lo injusto, cimiento perdurable de
todo orden social, no era ya extraño al corazón de mi educando; provocando
en él su desarrollo acababa de elevarse a la altura del hombre moral, por el
más privativo de sus caracteres y el más honroso de sus atributos». |
Produciendo el principio de la
imitación, Itard descubre su valor pedagógico. «Considerando
mis experiencias como un verdadero curso de imitación, incluí también
varios procedimientos que no tenían relación alguna con la escritura, pero
cuyo efecto era mucho más propio para ejercitar la inteligencia, como el
que, entre otros muchos, paso ahora a detallar. Yo dibujaba sobre una
lámina dos círculos iguales, uno frente a mí, y el otro a Víctor. Luego
disponía, sobre seis u ocho puntos de la circunferencia, seis u ocho letras
del alfabeto, las mismas en ambos círculos, pero diversamente situadas.
Trazaba después en uno de los círculos varias líneas que desembocaban en las
letras colocadas en torno a su circunferencia. Víctor hacía otro tanto en el
otro círculo . Pero, en razón de la diferente posición de las letras, se
daba el caso de que la imitación más exacta concluía sin embargo en una
figura totalmente diferente.... De ahí la idea de una imitación muy peculiar
en la que se tratase no sólo de copiar servilmente una forma dada, sino de
reproducir el espíritu y la manera sin que para ello fuera óbice la
diferencia de resultado.»
Algunos textos del Doctor Itard
Des premiers
développements du jeune Sauvage de l'Aveyron (1802)
Rapport sur
les nouveaux développements et l'état actuel du Sauvage de l'Aveyron (impreso
por orden del gobierno en París, Imprimerie impériale, 1806)
Rapports et
mémories sur le Sauvage de l'Aveyron, l'idiotie et la surdimutité,
ed.Alcan 1894 |
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Otros niños salvajes
Los casos de niños salvajes han
cautivado siempre a la opinión pública. El primer caso documentado es el del
«niño lobo de Hesse», hallado en 1344, cuando la documentación permite,
quizá por primera vez, sobrepasar el dominio meramente mitológico. En 1731,
en Francia, se encontró a una niña de unos 10 años de edad cerca de Chalons-sur-Mame,
descalza y vestida con pieles de animales. La llamaron «la niña esquimal»
por sus rasgos y porque al aprender a hablar contó que había visto unos
grandes animales marinos que comían peces. Durante un tiempo, la niña
permaneció muda, comiendo pequeños animales crudos. Más adelante las
ventajas de la civilización tuvieron efectos negativos sobre la niña, que se
enfermaba con frecuencia. Ingresó en un convento parisino, destino común de
los niños perdidos, y ahí acabó su pista. El gran naturalista sueco Carl Von
Linné la incluye dentro de sus nueve especímenes de Homo Sapiens Ferus, una
subespecie de la humanidad creada por el, en su trabajo Systema Naturae,
publicado en 1758.
Existen dos tipos de niños
salvajes aquellos que deben sobrevivir por si mismos, como la esquimal de
Champaña, o el niño salvaje del Aveyron (1800) y aquellos que realmente
parecen haber sido criados por animales. La posibilidad de esta educación
animal fue rebatida por mucho tiempo por los escépticos, hasta el caso de
los niños lobos de Midnapore (India, 1920), que aporto una prueba
convincente a este expediente.
En 1937, se documentó el caso de
una niña, en Turquía, que había pasado ocho años viviendo con una familia de
osos. En 1971 el del niño gacela que se desplazaba a saltos, confirmado por
el antropólogo francés Jean Claude Armen. En 1981, una pequeña portuguesa de
nueve años que fue descubierta viviendo en un gallinero donde su madre la
encerró desde su nacimiento, manifestaba las mismas reacciones que las
gallinas, durmiendo en el suelo y caminando de una manera muy extraña
moviendo sus brazos como si fueran alas.
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El caso de John
El padre de John
asesinó a su esposa en una riña conyugal y huyó. El niño, de cinco
años, desapareció sin dejar rastro. El chico fue admitido como uno
más por una familia de monos vervet, uno de los pocos grupos de
primates que viven entre el suelo y los árboles y cuya dieta, a base
de jugosa fruta, les permite subsistir sin beber apenas agua. Un
años después, Johnny regresó a la civilización en plena infancia y
de la mano de una vecina, que fue a recoger leña y lo vio entre los
monos. «Era un niño y estaba sucio, lleno de heridas y costras y con
el cabello y las uñas muy largas». Más tarde,
el niño
ha
contado su historia. |
Algunos casos
registrados de «niños
salvajes»
Peter, de Hanover.
1724. 13 años
Tomko, de Hungria.
1767. edad desconocida
Victor, de Aveyron,
1799. 11 años
Gaspar Hauser, de Nuremberg. 1828. 17
años
Niño-lobo de
Sekandra. 1872. 6 años
Kamala, de
Midnapur. 1920. 8 años
Niño-gacela de
Siria. 1946. Edad desconocida
Niño-mono de
Teherán. 1961. 14 años
Genie, de Estados
Unidos. 1970. 13 años
Fuente: Crystal, D (1994). Enciclopedia del Lenguaje de la
Universidad de Cambridge. Santillana Eds. La lista completa incluye
47 casos. |
El caso de Kamala
Ya en el siglo XX,
Kamala, una niña que aparentemente se crió entre lobos en la India y
que fue encontrada en 1920 a la edad de ocho años, mostró problemas
similares a los de Víctor. Antes de su muerte, ocurrida nueve años
después de su descubrimiento, solo tenía un vocabulario de alrededor
de 50 palabras, nada comparable al vocabulario de un niño normal de
seis años, el cual se estima comprende alrededor de 14,000 palabras.
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Genie
Para más información Ver
Wikipedia
El caso de Genie, otro
ejemplo de crueldad extrema ampliamente estudiado, analizado y
registrado con metodologías modernas, confirmó los efectos nocivos del
aislamiento y el maltrato en cuanto a la adquisición del lenguaje. Genie,
descubierta en 1970 en los Estados Unidos a la edad de 13 años, no solo
había sido encerrada, atada y muchas veces vendada desde su niñez, sino
que sus padres también la castigaban si emitía cualquier sonido,
lingüístico o no.
Una vez liberada, y
después de grandes esfuerzos por enseñarle a hablar, Genie solo podía
comunicarse con frases rudimentarias, como Me gusta
elefante come maní o Dulce
compra
tienda.
Estos y otros casos,
cual trágicos y crueles «experimentos»,
confirman la importancia de un medio ambiente lingüísticamente propicio
para la adquisición del lenguaje, así como el hecho de que existen
limites a lo que un individuo puede aprender si no crece en un medio que
le proporcione contacto social, psicológico, afectivo y lingüístico.
Para aprender un lenguaje de manera natural, los seres humanos no
requerimos más que ese ambiente propicio durante los años cruciales que
van del nacimiento a la pubertad. Nuestra disposición genética y el
desarrollo de nuestras habilidades cognoscitivas se encargan de lo
demás. Los casos de niños salvajes, ya sea por abandono o maltrato,
constituyen crímenes contra el alma humana, ni más ni menos.
La vida de Genie tras su encuentro
por la sociedad, no fue agradable. El equipo que se hizo cargo de ella
no tenía objetivos claros sobre su actuación, se pelearon entre ellos
por adquirir protagonismo, pasó de una familia de adopción a otra, se
dedicaron a investigarla en beneficio propio más que a trabajar por su
incardinación en la sociedad. Genie, como Víctor, acabó en un centro de
internamiento. |
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Sugerencias didácticas:
El tratamiento de personas sin socializar
Esta película, basada en hechos
reales ha servido de pauta a muchos profesionales para iniciarse en el
tratamiento de niños abandonados. Cuando en EE.UU. en 1970 apareció
Genie, la niña
a la que sus padres habían tenido recluida en un sótano, se le denominó “La
niña Salvaje”. El equipo de expertos, médicos, psiquiatras, lingüistas y
psicólogos al completo fue a ver la película de Truffaut que se estrenaba en
esos días y a partir de ella se dedicó plenamente al estudio del caso,
documentado por Itard en el siglo XIX.
Para trabajar a partir de al película
El pequeño salvaje
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Caracterizar a los personajes
principales.
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Analizar las actitudes y
comportamientos de cada cual.
-
Iniciar el debate sobre lo innato
y lo adquirido.
-
Comparar con situaciones actuales.
-
Buscar los escritos del Doctor
Itard.
-
Contar casos parecidos en el
entorno.
-
Buscar noticias sobre casos de
niños excluidos. Se encuentran con mayor frecuencia de la deseable.
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Rochom Pngieng fue
encontrada en Camboya en 2007. Había vivido casi 20 años en la
selva |
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John
Ssabunnya
vivió un año entre monos,
en Uganda. |
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Lectura: Los niños salvajes: ¿Mito o
realidad?
Óscar Valtueña Borque, Académico
Correspondiente de la Real Academia Nacional de Medicina (Resumen de una
conferencia).
Carl von Linne describió, en 1758,
en su Systema Naturae, a los hombres ferales o salvajes, como hirsutus,
tetrapus y mutus, basándose en 9 niños abandonados amamantados por animales
que sobrevivieron en la selva.
Desde entonces se han hecho dos
revisiones de los hombres salvajes: una en 1940 por Zingg, (USA) que
comprende 33 niños y la otra en 1964 por Malson (Francia), que también se
refiere Historia animalium, 1551 exclusivamente a 53 niños.
El hombre salvaje ha sido descrito
a través de la historia desde el siglo V a. C. hasta una noticia aparecida
en un periódico oficial chino en 1990 para anunciar la búsqueda científica
del hombre salvaje en dicho país. Si bien Rousseau y Kant afirmaron la
existencia de los niños salvajes, sin demostración científica alguna,
existen 4 casos indiscutibles de niños salvajes por su estudio
retrospectivo: el niño salvaje d'Aveyron, Gaspar Hauser, y Amala y Kamala de
Midnapore.
Cinco niños salvajes se asociaron
con lobos; 3 con osos; 2 con gacelas; 2 con cerdos; y con leopardos, monos,
vacas y cabras uno por cada tipo de animal.
Los niños salvajes, una vez
capturados, mostraron insensibilidad al frío y al calor y una visión
nocturna total, con un olfato superior al humano. Imitaban sonidos de
animales y aves y preferían la compañía de los animales domésticos a la de
los humanos. Para comer buscaban la carne cruda olfateándola y al beber lo
hacían a cuatro patas. Dormían desde el anochecer al alba, de acuerdo con
las estaciones, excavando cuevas con este objeto, mostrándose sexualmente
indiferentes.
El ser humano, el más prematuro de
toda la tierra, nace con una organización cerebral prácticamente inactiva, y
debe vivir con otros seres humanos para que se active su genoma. El niño sin
socialización no es más que la esperanza de un ser humano.
Los memes, del griego mimeti,
mimetismo, es un término acuñado hace muy pocos años en la Universidad de
Oxford por Dawkins, y son hábitos, conductas, técnicas e inventos que los
humanos adquirimos desde niños por imitación. Se entiende como una vía de
información que esculpe nuestra mente y cultura, incluido el lenguaje.
La especie humana evoluciona bajo
la acción de los genes y de los memes, lo que nos distingue de millones de
especies que pueblan el planeta, cuando el estudio del genoma nos ha
ofrecido hace poco la ínfima diferencia entre el de la mosca del vinagre y
del ser humano. Los memes priman a los genes, que a su vez nos dotan de una
mayor capacidad mimética.
Los memes no son entidades
mágicas, ni ideas platónicas. Si se eliminan los memes humanos, como sucedió
con los niños salvajes, siguen experimentando percepciones y habilidades
meméticas animales. |
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