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Lo que presento en este trabajo es
la punta del iceberg de una colección, recopilación, de objetos,
fotografías, datos, textos, recuerdos y anécdotas de casi cincuenta años
de interés, entusiasmos y búsquedas. En algunos retazos y momentos se ha
convertido en algo más intenso, pasando a formar parte de una
investigación rigurosa de la que han sido publicadas en otros lugares
algunas conclusiones e interrogantes.
El tema siempre me pareció
importante, más aún al integrar en mi haber profesional la docencia, la
pedagogía, la antropología, la fotografía y la imagen. Desde cualquiera
de estos puntos de vista me he planteado siempre qué hacer y cómo
presentar y enseñar a mirar las imágenes. Tanto para ilustrar,
ejemplificar en las clases como para ser objeto de estudio, ellas, en el
mundo de la fotografía y la imagen, o lo que representan, o sea sus
trasfondos etnológicos, antropológicos, religiosos, o en su relación
íntima con la enseñanza.
Más que un trabajo de investigación,
aunque en algunos aspectos y temas lo ha sido, este trabajo comenzó como
una colección de imágenes y datos, escasos en los primeros tiempos y muy
abundantes en la actualidad, tanto en publicaciones, textos y revistas,
como en Internet. En los últimos años he dedicado tiempo a buscar
personalmente, a rastrear lugares en los que podía documentarme, a
recabar imágenes realizadas por amigos y conocidos y a hacer
personalmente las fotos necesarias. En algunos aspectos he podido
investigar personalmente los hechos. Lo importante es la cantidad de
datos que puedo proporcionar, las referencias que aporto y la emoción
que puedo trasmitir para seguir en el estudio e investigación sobre este
aspecto del arte y de la antropología.
Ha sido muy complicado el trabajo
por las dificultades que a la investigación de estos materiales han
puesto instituciones civiles, iglesias, incluso museos. En los años en
que me introduje en este asunto fueron muchas las trabas, dificultades y
prohibiciones. Hoy, las imágenes, muchas de ellas están ya colgadas en
Internet y en algunos lugares, sobre todo museos, se ha liberalizado la
entrada y, aunque desde hace años se permitía el acceso a investigadores
solamente, hoy la posibilidad de observación y estudio está muy
generalizada.
Comienzos y
dificultades
Mi relación con el arte erótico
comenzó con mi interés por el arte y su historia en general, y algunos
atisbos de que había colecciones y Museos de todo el mundo que guardaban
fondos secretos. Los monarcas españoles, poseían fondos de cuadros
ocultos, entre ellos algunas tan conocidos hoy como La Maja desnuda de
Goya, y otros muchos, a salvo de miradas indiscretas y para uso y
disfrute exclusivo de aquellos gobernantes de sexualidad exacerbada para
su tiempo. Intenté en vano entrar en alguno de esos Museos, Nápoles,
Lima, pero mi edad primero y la época de represión que se vivía en
aquellos tiempos de mi juventud no me lo hicieron posible.
El detonante fue cuando en cierta
ocasión llegué a Lima, Perú, intenté ver lo que creo que llamaban Museo
secreto, o Museo erótico, en realidad el Museo Larco, que tiene una
espléndida colección de vasijas eróticas. El taxista al que le indiqué
el Museo y dirección no me quiso llevar, enfadado además de que le
pidiera semejante y prohibida dirección. Tuve que tomar otro taxi y, por
fin, pude admirar el prohibido y maravilloso museo. Ahí comenzó mi
afición a coleccionar fotos, láminas, textos, documentos sobre la
relación entre arte y erotismo y a investigar en la medida de mis
posibilidades sobre el mismo.
En Cantabria, en la colegiata de Santillana del Mar, llegamos un día
hace más de treinta años cuando recientemente se habían extraído, de una
excavación en la esquina del claustro, unos restos, entre ellos unos
capiteles románicos. Mi sorpresa fue que al limpiarlos con una manguera
descubrí tallas de erotismo explícito. Varios años después pregunté por
aquellos capiteles y primero me dijeron que no existían, reivindiqué mi
lucidez mental y mi falta de obsesiones libidinosas, y di muestras
fehacientes de que había visto aquellos capiteles. Y en confianza me
señalaron dónde se encontraban algunos, aunque me prohibieron hacer
fotos. Actualmente están colocados en lo más alto de lo más alto, a los
lados del altar mayor de la Colegiata, allá arriba, y tal vez con
prismáticos se puede atisbar algo. También en la catedral de Ávila un
tiempo después, a partir de documentos que encontré, fui a buscar las
evidencias de unas tallas eróticas en la sillería del coro. Allí me fui
con una linterna, me descubrieron y expulsaron, los sitiales estaban
clavados. Años después los encontré, al igual que las que no pude
fotografiar en Santillana del Mar, en Internet.
Tampoco me permitieron en 1964 ver,
en el Museo Arqueológico de Nápoles, el llamado gabinetto segreto, hoy
abierto al público, aunque todavía prohiben la entrada a menores de
catorce años, pero que en aquellos años solo era visitable por personas
«de edad madura y de moral reconocida» a las que se expendía un permiso
especial. Allí se exponen una serie de frescos, esculturas y mosaicos
eróticos, provenientes de las excavaciones que se realizaron hace 200
años en las ciudades de Pompeya y Herculano.
En Londres, en el Museo Británico,
existía el Secretum, desde 1865, aunqe algunas obras de arte han
recuperado su libertad, persiste un armario, el número 55, donde se
custodian lejos de miradas indiscretas algunos objetos cuya exhibición
todavía se considera impropia.
Hacia 1838 se desarticuló en España
la Sala Reservada en la que se exponían las llamadas poesías, desnudos
mitológicos y bíblicos que algunos artistas pintaban para saloncitos y
gabinetes privados adonde solían retirarse los monarcas después de
comer. Ciertos Tiziano, Guido Reni y Annibale Carracci serían
considerados indecentes, por lo que no resulta extraño que en el año
1957 aún se conservara bajo llave la colección de cerámica de corte
sexual y erótico del Museo Nacional de Antropología y Arqueología de
Lima, Perú. El conjunto reunía piezas provenientes de varias culturas,
resaltando «La mochica», por la cantidad de obras como por la variedad
de posturas y acciones sexuales representadas.
Las imágenes, documento para el estudio.
Las imágenes en el aula no son
solamente un elemento ilustrador, didáctico, pueden convertirse con
frecuencia en verdadero documento, en Historia del Arte, por ejemplo, en
Arqueología o en Antropología, un documento en el que se puede basar el
estudio, y no una simple ejemplificación o visualización de la
explicación. Las imágenes tienen un valor en sí mismo, documental,
cuando el objeto de estudio no puede llevarse al aula.
En la apreciación objetiva, o
subjetiva, de las imágenes y reproducciones, no se trata de ver por ver,
o sólo usar la imagen como producto didáctico, estético o decorativo,
sino de utilizar las ilustraciones como fuente de documentación,
investigar sobre ellas como estrategia pedagógica, no solamente como
recurso para mejorar y facilitar el proceso de enseñanza y aprendizaje
en el sistema educativo, sino ofrecer mecanismos de búsqueda,
interpretación, cotejo de datos y ánimo hacia nuevas búsquedas y
contextos interpretativos.
No podemos negar el valor histórico
que tienen los productos arqueológicos, o reproducciones del arte o de
la realidad, o las fotografías de aquello a lo que no podemos acceder
directamente, pues realizar una foto es crear un documento que puede
ayudar a ilustrar hechos, productos o memorias. Cuando se hace una
fotografía se congela un instante o un hecho, o una situación, o un
objeto, que se puede transportar a cualquier lugar del mundo y servir de
soporte documental y testimonio visual de una situación, objeto o época.
Arte erótico
Término aplicado al arte de
contenido sexual y, especialmente, al arte que celebra la sexualidad
humana. Se deriva de Eros, la palabra griega para el amor físico por
otra persona (en oposición a ágape , el amor espiritual y desinteresado
por un dios. La imaginería del arte erótico puede ser tanto de
sexualidad explícita como implícita, siendo los ejemplos de esta última
más comunes en muchas culturas, debido tanto a los códigos de conducta
como a la mogigatería y la censura. La mayoría de las obras de arte de
sexualidad explícita en el mundo occidental han sido producidas como
parte de un deseo general de expresar la totalidad de la experiencia
humana y muy pocos artistas han hecho del erotismo su única motivación.
En muchas otras sociedades y culturas, no obstante, el sexo ha
proporcionado una más que evidente fuente de inspiración. Todas las
antiguas culturas buscaron humanizar y sexualizar el universo
proyectando sus emociones y actividades sobre los poderes espirituales
que se pensaba controlaban la naturaleza. Un tema básico en muchas
religiones antiguas fue la promoción ritual de la fertilidad en la
humanidad y el aprovisionamiento de alimentos. La magia sexual fue
también ampliamente utilizada como defensa contra las fuerzas malignas,
y la sexualidad impregnó las creencias y los ritos que marcan los ciclos
de la vida humana.
Arte y erotismo en
las culturas primitivas
Las culturas primitivas asociaban
con frecuencia el acto sexual con fuerzas sobrenaturales y por ello sus
religiones están entrelazas con estas representaciones. En tiempos
primitivos, las representaciones eróticas eran a menudo un subconjunto
del arte indígena o religioso de cada cultura, y como tales no eran
apartadas ni tratadas de forma diferente al resto. Las representaciones
eróticas incluyen pinturas, esculturas, fotografías, obras dramáticas,
composiciones musicales y literarias que muestran escenas de naturaleza
sexual. Han sido creadas por casi todas las civilizaciones, antiguas y
modernas. En países asiáticos como India, Nepal, Sri Lanka, Japón y
China las representaciones de sexo y arte erótico tienen significados
espirituales específicos dentro de las religiones nativas del hinduismo,
budismo, shinto y taoísmo. Los antiguos griegos y romanos produjeron
mucho arte y decoración de naturaleza erótica, gran parte del mismo
integrado con sus creencias religiosas y prácticas culturales. En
América Latina son de suma importancia las correspondientes a los
pueblos Mochica, Chimú, Chancay, y Tolitas, que entre otros, formaron
parte del Imperio Incaico.
Los mitos, los rituales y las artes
de antiguas culturas, y de muchas tradiciones continuadas enraizadas en
ellas, expresan una amplia variedad de temas sexuales. las estatuillas
de Venus paleolíticas encontradas en Alemania, Francia y Austria, que
subrayan enormes pechos, estómagos hinchados y vulvas son probablemente
emblemas de la veneración por la sexualidad femenina y por la
maternidad. Por lo general, se acepta que este arte refleja creencias
relacionadas con la magia de la caza y la pesca y con el totemismo.
Relieves esculpidos y relieves en cuevas en sitios del sur de Francia,
que incluye figuras con pronunciadas vulvas y falos, con frecuencia
yuxtapuestos a imágenes de caza. Figuritas groseramente esculpidas y
falos de caliza han sido encontrados en varios yacimientos neolíticos en
Inglaterra, lo que se considera como evidencia de un ritual de
fertilidad. Las grandes civilizaciones de la Edad del bronce de Egipto y
Mesopotamia habían evolucionado desde la cultura de los poblados
neolíticos. Mientras que las interpretaciones del arte primitivo pueden
ser solamente materia de conjetura, los textos escritos de estas
antiguas civilizaciones iluminan el simbolismo religioso y sexual de su
arte.
Arte y pornografía
El concepto moderno de pornografía
no apareció hasta la época victoriana. Su definición actual fue añadida
en los años 1860, reemplazando la anterior que aludía a escritos sobre
prostitutas, fue recogida por vez primera en un diccionario médico
inglés de 1857, que la definía como «una descripción de las prostitutas
o la prostitución, como cuestión de higiene pública». En 1864, la
primera versión de la definición moderna había aparecido en el Webster's
Dictionary: «ilustración licenciosa usada para decorar las paredes de
las habitaciones consagradas a las orgías bacanales, ejemplos de las
cuales se hallan en Pompeya». Esto fue el principio de los que hoy alude
a imágenes explícitas en general. Aunque algunos actos sexuales
específicos estaban regulados o prohibidos por leyes anteriores, la
simple contemplación de objetos o imágenes representándolos no estuvo
prohibida en ningún país hasta 1857. En algunos casos, la posesión de
ciertos libros, grabados o colecciones de imágenes fue prohibida, pero
la tendencia a dictar leyes que realmente restringían la visión de
objetos sexualmente explícitos en general fue un concepto victoriano.
Son muy conocidas ya las
ilustraciones pornográficas de «Los Borbones en pelota», prohibida su
edición durante siglo y medio, una de «las más terrible sátiras nunca
hecha contra el poder», un álbum de láminas satíricas del siglo XIX. Se
recogen 89 escenas, pintadas a la acuarela, muchas procaces y otros
directamente grotescas, donde se caricaturiza a personajes públicos de
finales del reinado de Isabel II, sobre todo de la casa real. Estas
ilustraciones vienen acompañadas de agudos textos alusivos, a veces de
carácter poético. Los autores, escondidos bajo seudónimo fueron, es la
hipótesis más probable, nada menos que Gustavo Adolfo Bécquer, el poeta,
y su hermano, el pintor Valeriano Domínguez Bécquer.
Prohibiciones,
tecnologías y propaganda
Fue a partir de la religión Judeo
Cristiana, cuando todo lo vinculado al sexo será visto como pecaminoso,
vergonzante, algo contrario a una vida virtuosa. Tanto es así, que al
menos en el mundo occidental y cristiano, todas las imágenes con sexo
expuesto suelen ser censuradas y su exhibición prohibida al público
salvo excepciones como en el caso de épocas románicas o en el
renacimiento.
En épocas más recientes, las
representaciones eróticas han pasado de ser un artículo de lujo para
unos pocos a una herramienta de propaganda y más tarde un producto
cotidiano, e incluso un sustento para otros. A medida que las
tecnologías de comunicación han evolucionado, cada nueva técnica, como
la imprenta, la fotografía, el cine y la informática, ha sido adaptada
para mostrar y distribuir estas representaciones.
Arte erótico en la
prehistoria
Desde la Prehistoria, la Especie
Humana siempre ha realizado objetos e imágenes vinculadas al sexo. La
obra no tenía como finalidad la belleza sino su potencia mágica, su
influencia en el mundo y en la vida.
Algunas de las imágenes más comunes
son de animales, escenas de caza y representaciones de genitales
humanos, símbolos de fertilidad. Los seres humanos desnudos con
características sexuales exageradas aparecen en algunas pinturas y
objetos paleolíticos, es probable que se trate de objetos usados en
rituales religiosos.
La figura masculina: A veces
aparecen hombres de rasgos grotescos y órganos sexuales muy detallados
que, en cambio, tienen la cara desdibujada. En algunas ocasiones, se les
añaden rasgos de animales (cuernos, crines, colas, pieles), antepasados
mágicos de naturaleza híbrida (el tótem de la tribu), o magos
disfrazados y enmascarados para las ceremonias (el chamán o hechicero).
La figura femenina es mucho más
abundante, las llamadas venus paleolíticas, que simbolizaban la fuerza
de la naturaleza y el poder de la fertilidad, mujeres desnudas, con
atributos sexuales muy marcados, con caras desdibujadas. Las primitivas,
mujer gruesa, de gruesas nalgas, cuya silueta puede inscribirse en un
rombo (Venus losángicas), propias del Auriñaciense y del Gravetiense. El
segundo tipo es el de mujeres estilizadas, de la última fase del
Paleolítico europeo, el Magdaleniense, posiblemente representaciones de
la fertilidad o ideales de belleza de aquella época.
En 2005 científicos alemanes
descubrieron en la cueva Hohle Fels (Alemania) lo que puede considerarse
el consolador más antiguo de la historia. Se trata de un falo de piedra
perfectamente pulido de unos veinte centímetros de largo, de unos 28.000
años de antigüedad.
Arte, erotismo y
representaciones en el arte románico
El volumen de imaginería románica
explícita o implícitamente erótica es muy considerable. Y lo sería aún
más, de no haber desaparecido en gran parte a causa de las sucesivas
cribas y censuras que se han realizado a lo largo de los siglos. El
descubrimiento del románico erótico, en el entorno del maravilloso
románico en general, nos permite ver la historia, el arte, las creencias
y las costumbres desde otro punto de vista.
He visitado una gran cantidad de los
lugares de los que cito y trabajo, y no siempre he podido hacer la foto
mejor, por el lugar en el que están colocadas, precisamente para que no
se vean bien, o simplemente porque están ocultas, escondidas, o
clavadas, como en el caso de las sillerías de coro. Ya los siglos se
encargaron de destruirlas, el viento, el agua o el clima, y los
lugareños, a veces guiados por los párrocos, que en algunas festividades
señaladas se dedicaban a tirar piedras contra ellas.
El románico es un estilo
constructivo y artístico nacido en el feudalismo temprano; pero además,
manifestación de la potente espiritualidad de una sociedad que proyectó
en los capiteles, los frescos y las portadas de sus templos sus anhelos,
esperanzas y creencias. Dragones, gorgonas, grifos y quimeras pueblan el
bestiario medieval; son el perfecto testimonio de la extraordinaria
libertad de expresión alcanzada por aquellos artesanos de la piedra,
aquellos masones operativos que hicieron de la tolerancia y el
cosmopolitismo su seña de identidad por antonomasia. Aquellos antiguos
masones eran hombres libres en un mar de siervos. Libres para ejecutar
sus obras con un grado de autonomía expresiva que no tiene mucho que
envidiar al presente. De hecho, mientras que la simbología gótica es
plenamente cristiana, el románico introduce significados paganos.
En las escenas sexuales del arte
románico hay una serie de representaciones que se repiten con
frecuencia, hombres itifálicos, onanistas o no, animales (por ejemplo,
monos) en esta misma actitud, mujeres mostrando su sexo (se interpreta
que cuando llevan su cabeza cubierta por toca se trata de mujeres
casadas), coitos entre humanos, y coitos entre animales.
Es complicado explicar cómo en un
mundo oscuro dominado por la religión, que perseguía todo tipo de
expresiones sexuales, se den tantos ejemplos de iconografía erótica, que
hoy tal vez denominaríamos pornográfica, tan explícitos en lugares muy
visibles de las iglesias de toda Europa. Se han dado toda suerte de
explicaciones, juego de humildes canteros (complicado explicar por qué
algunas de las escenas más llamativas se encuentran en importantes
iglesias monásticas), o que estas imágenes son una incitación a
procrear, por la necesidad permanente de repoblación o, una de las
teorías más divulgadas y aceptadas es que tales imágenes eran una
abierta condena de prácticas pecaminosas y que por tal motivo se hallan
en el exterior de los templos, trasunto de la vida terrena, estando
ausentes en el interior, donde habita lo divino. Pero esto tampoco es
tan exacto, pues por ejemplo, en la iglesia cántabra de Villanueva de la
Nía, una mujer exhibicionista mira a los feligreses desde el arco
triunfal y otra al sacerdote, mientras que en Santillana del Mar,
también dentro del templo, hay una clara escena en que la mujer acaricia
el pene de descomunales proporciones de su amante. Otros autores ven en
estas representaciones una forma de plasmar la vida cotidiana de mundo
feudal, alejado por completo de nuestros esquemas tradicionales. Hablan
así de una continuidad de las culturas de la Antigüedad (Egipto, Grecia
o Roma) en donde el sexo y su representación no planteaba ningún
escrúpulo moral. El hombre medieval mezclaba fácilmente lujuria y fe,
sobre todo en una sociedad bastante paganizada, en donde el cristianismo
tenía más de imposición que de convicción.
Estas representaciones se hallan
sobre todo en el exterior de las iglesias, muy frecuentemente en
canecillos y menos en metopas. También hay casos en que se encuentran en
los capiteles de ventanales. Es mucho más excepcional hallarlas en el
interior.
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