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El cine en las aulas
El cine nació como espectáculo y
diversión en el que se aplicaban los descubrimientos de la época. El cine
es, al mismo tiempo, un verdadero arte desde sus comienzos. El cine, también
desde su inicio es documento de la vida de la época. Estas tres
características, la documental, la artística y la festiva las ha conservado
en el tiempo y en la ilusión de todos los que se implican en su mundo, los
que lo fabrican y los espectadores.
En los primeros tiempos del cine,
en España hasta muy avanzados los años treinta, el cine era cosa de
feriantes. Las barracas de las ferias acogían al público que pretendía ver
lo imprevisto, el más difícil todavía. Pasen y vean: al lado de la mujer
barbuda y de otros espectáculos de la época se proyectaban en salas oscuras
y misteriosas escenas de la vida cotidiana, de ejercicios circenses, de la
gente de la calle, o algo más picantes, los primeros besos cinematográficos,
el pintor y su modelo... Una ingenuidad que respondía por una parte a la
necesidad de ver la realidad en un ambiente fantástico, desconocido hasta el
momento por el gran público y por otra al afán de divertimento oculto, de
capricho clandestino, que las sociedades poseen cuando quieren olvidar su
realidad cotidiana.
Los pioneros
del espectáculo
Siglos antes, en algunos casos
desde la antigüedad, ya los filósofos, científicos e inventores habían
puesto en práctica sus descubrimientos al servicio de la imagen. La cámara
oscura se conocía desde siempre, aunque en su variante de proyección de
exteriores iluminados por el sol su desarrollo crece en el siglo XVI y las
primeras imágenes fotográficas, aún sin fijar, se realizaron en 1803. Los
espectáculos en la oscuridad con el maravilloso invento de la linterna
mágica son utilizados para proyectar cuadros ya en el siglo XVI. Desde la
antigüedad se conocía también la persistencia de la visión en la retina,
clave para entender la imagen en movimiento.
El siglo XIX lleva los inventos
al mundo del espectáculo, reuniendo los ingredientes anteriores, cámara
oscura, fotografía, lentes, proyección y las ilusiones visuales en ruedas
que dan vueltas para delicia de los salones de la aristocracia, y más tarde
para un público ávido de sensaciones en las sesiones de magia y
prestidigitación. Se utilizaron así artilugios que hoy conocemos y que,
perfeccionados, seguimos utilizando como medios audiovisuales. Los
ilusionistas utilizaron los inventos en salas oscuras y llenas de emoción en
proyecciones sobre humo, utilizando espejos, engañando con sus trucos
ópticos al crédulo público del momento.
Fue la herencia que el cine, ‘es
el único arte (Cabrera Infante 1997) que nació de la tecnología’, recibió en
sus comienzos, cuando se asombraban los habitantes de París por primera vez,
y más tarde los de todo el mundo sobre las maravillas que se podían ver,
proyectadas sobre una sábana en una sala oscura.
La entrada en
el mundo del cine
Entrar en el mundo del cine abre
a las personas un universo apasionante. La mayoría tiene un contacto con el
cine, limitado a la asistencia esporádica a salas comerciales, a ver la
película de actualidad en compañía de sus grupos de amistades. En muchos
casos, preparados para consumir durante la función un soberano paquete de
palomitas de maíz, prevaleciendo la cultura americana sobre la española, a
la que sustituye eliminando el consumo de pipas de girasol.
Esa es solamente la puerta de
acceso al fascinante mundo del cine. Al comprar la entrada, ya se inicia en
la persona un procedimiento, un proceso de implicación que no debe quedar en
la simple visión de la película.
El mundo del cine es al mismo
tiempo industria y arte, espectáculo y pensamiento. En este texto
intentaremos adentrarnos en ese mundo apasionante desde un punto de vista
muy particular. El del desafío que desde el mundo de la educación en todas
sus variantes puede aportar a que quienes van al cine, pequeños,
adolescentes o mayores... Para que todos se interesen por lo que hay detrás
de la sala cinematográfica y de la pantalla, para que quienes no van al
cine, acepten esta entrada, aun cuando fuera a través de la televisión. Para
que esta invitación de introducirse en una sala oscura, sea el punto de
partida, como el de ‘Alicia en el País de las Maravillas’, el ingreso en el
fascinante mundo que se le abre.
El cine sigue
vivo
Durante años, cerca de dos
décadas, disminuyó la entrada de espectadores en las salas comerciales. Se
habló de la caída en picado, de la muerte, del cine. Atribuido a muchas
causas, entre ellas al auge de la televisión, lo cierto es que el cine se
encontraba en baja forma. Se hundieron las grandes productoras, se dejaron
de realizar superproducciones y los estudios se dedicaron casi
exclusivamente al telefilme. Han transcurrido cerca de tres décadas para que
los cines se vuelvan a llenar. Sin entrar en razones ni pretender explicar
ninguna posibilidad, sí se habla de la vuelta al cine espectáculo, a la
utilización de nuevas tecnologías aplicadas a los efectos especiales. No
olvidemos tampoco los nuevos estilos de promoción y marketing ni el
establecimiento de nuevas formas de construir las salas, los minicines y las
grandes superficies dedicadas a proyección, los multicines, con multitud de
ofertas en el mismo lugar. Las productoras invierten cantidades ingentes de
dinero en campañas publicitarias y marketing, llevando al espectador hacia
las salas comerciales. La sala cinematográfica está más cerca del
consumidor. Es posible que nuevas formas de narrar historias, líneas
argumentales más acordes con las sensaciones y sentimientos actuales,
montajes de ritmo trepidante, la tecnología aplicada al sonido, tanto en su
composición como en su emisión en las salas cinematográficas, efectos
especiales de sonorización, hayan atraído otra vez al público, a una mayoría
de personas jóvenes, a un cine diferente. Al mismo tiempo, la connivencia
entre cine y televisión se hace cada día más palpable. Un ejemplo, la
‘Disney’ se negó durante años, o lo hizo con reticencia, a pasar sus
películas a vídeo. Hoy las promociona y vende a los pocos meses del estreno,
siendo una de sus mayores fuentes de ingreso.
Aunque muy dignos de respeto,
algunos puristas no valoran, rechazan más bien, la nueva forma de hacer y
presentar el cine. Sin embargo, es incuestionable pensar que el cine se basa
en una gran industria, que necesita incentivos económicos, o lo que es lo
mismo, que los cines se llenen. Muchos directores e intérpretes que en la
actualidad son libres para producir, hacer o interpretar lo que desean, han
sido durante muchos años colaboradores o autores de películas exclusivamente
alimenticias y comerciales o se han dedicado a hacer spot publicitarios.
El desafío es volver al producto
de calidad. Al lado de un cine comercial, promocional, lleno de efectismo,
se mantienen otros tipos de cine, como el de autor, el independiente, el que
trabaja con escasos medios, el que no depende de las grandes productoras, el
que se fija normas estrictas para no utilizar nuevas tecnologías, etc.
Surgen movimientos independientes, paralelos o contrarios a la industria
oficial, los países más pobres siguen haciendo intentos de expresar mediante
películas sus problemáticas, se continúa luchando contra el poder político y
el de la censura y se encuentran productos de cine fresco, joven, que rezuma
interés aunque no alcance en algunas ocasiones la técnica de moda ni se
exhiba en salas comerciales.
El cine sigue vivo. Es osado
predecir que ya no se harán películas de calidad. Los tiempos cambian pero
aportan nuevos aires, nuevos medios, ideas frescas, problemas diferentes,
que azuzan al elemento creativo que tiene el cine a buscar caminos
diferentes. Los años decantarán los productos que merezcan pasar a la
historia del cine. Si vuelve la alegría a los productores, se arriesgará el
dinero con mejor fortuna, y habrá menos miedo a crear obrar de arte aunque
el beneficio comercial sea menor. De momento, disfrutemos, critiquemos y
aprendamos con lo que tenemos.
Cualquier
tiempo pasado no siempre fue mejor
Recordemos un poco el pasado para
apreciar que no siempre las modas estuvieron de acuerdo con lo que los
entendidos proclamaban. “El tercer hombre” de Carol Reed, hoy película de
culto, fue rechazada radicalmente por la crítica especializada de su tiempo
obligando a su director a dedicarse a hacer cine comercial. Hace años,
cuando nos dedicábamos al cine-club, estaban proscritas películas que hoy
consideramos de culto, ya sea por ser musicales, o de aventuras, o
infantiles, o sin contenido filosófico o social... Se podrían poner
infinidad de ejemplos de cine mal considerado en su momento que ha pasado a
la historia con mucha dignidad o como verdadera obra de arte. También los
cineastas del cine mudo temblaron cuando llegó el sonoro, incluido Charles
Chaplin. Cayeron muchos y se tambalearon todos pero el cine se rehizo, y ni
el sonido ni el color han dejado de permitir joyas del cine. Las mismas
ideologías dominantes han aceptado o rechazado filmes de categoría
cinematográfica indiscutible por su determinado planteamiento filosófico o
político.
El
cine y el vídeo, o el DVD, o...
No nos cerremos nunca a nada. No
olvidemos que hay muchos, y cada vez habrá más y mejor, modos de ver
películas.
Decíamos: una película hay que
verla en el cine. En un lugar preparado para ello. Qué mejor que el
ambiente, la sala oscura, la necesidad de salir de casa especialmente para
la ocasión, dejar la televisión... El hecho positivo de decidir ir al cine
ya es importante en sí, la calidad de la imagen, la pantalla grande, el
magnetismo de la pared blanca, el sentirse inmerso en los acontecimientos
que se suceden en la película... La magia de la sala comercial, la oscuridad
el adentrarse en los ambientes y los nuevos sonidos que te sumergen en el
ambiente.
En casa en la televisión, aún en
vídeo, sin cortes publicitarios, es difícil establecer la misma relación con
el argumento, con la técnica que en el cine.
Sin embargo, la tecnología mejora
a tal velocidad que nuestros esquemas sobre el cine pueden llegar a caer en
gran medida.
Todo
está filmado o se puede filmar
Es difícil descubrir un solo tema
o núcleo de contenidos que no esté tratado de alguna forma en el cine.
Siempre es posible encontrar películas o documentales, que permitan su
utilización como punto de partida en un debate, o como rasgo, dato o
documento en una investigación o estudio.
Sin embargo, el cine como tal, es
decir el cine cuyo soporte material se basa en el celuloide es cada vez más
difícil de utilizar, dada la dificultad y coste económico que entraña la
búsqueda de proyectores, operadores y películas. Al mismo tiempo cada vez se
hace más fácil y eficaz la tecnología que nos permite ver el cine a través
del vídeo o la televisión. Por esta razón en esta comunicación, siempre que
se hable de cine, se entenderá que indistintamente podemos estar
relacionándolo con su sucedáneo el vídeo, y en un futuro inmediato con
cualquier otro soporte adecuado, como el DVD, que está sustituyendo al vídeo
y que cuando los lectores de este libro lo tengan en sus manos casi habrá
acabado con él.
En vídeo se ha publicado casi
todo lo que en el cine hay de importante. Podemos analizar la infancia
marginada con “El Chico”, de Charles Chaplin, la educación con “El pequeño
Salvaje” de Truffaut, los valores por los que se mueve determinado tipo de
juventud por “Historias del Kronen”, de Armendariz, o la dureza de la
familia, la educación y la superación personal en “Padre Padrone”, de los
hermanos Taviani. Podríamos citar cientos de films de todas las épocas,
algunos que se están estrenando actualmente, en los que la historia que se
cuenta y las imágenes que la sustentan se confunden en un maremagnum de
estética, ideas, arte y contenidos. |
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La vida humana, el cine, y el principio de la investigación en las aulas
La imagen en movimiento, sus
mensajes, sus ideas técnicas y sus contenidos son elementos de indiscutible
valor y de indispensable estudio en las aulas. Es una de las estrategias
interdisciplinares por excelencia, vía para lograr la transversalidad, y al
mismo tiempo base y fundamento de análisis y estudio de cualquiera de las
áreas de un programa de trabajo. El cine refleja la totalidad, pues su
fundamento es contar dramas humanos con tecnologías y lenguajes diversos a
los tradicionales. El cine, como comenta MacLuhan en “El aula sin muros”,
complementa conocimientos, integra ideas y lenguajes. El cine puede hacer
comprender mejor una obra de teatro, un drama escrito, y al mismo tiempo
puede incitar a leer la obra literaria que ha servido de base al film.
El cine es el gran desconocido
por demasiado cercano. En los primeros años de su historia se proyectaban
las películas en barracas de feria; por ello era rechazado por la gente
"culta". Más tarde se hicieron cargo de él los intelectuales, descubriendo
las posibilidades artísticas y culturales, y desarrollando el pensamiento
cinematográfico. En el cine lo poseemos todo: el espectáculo, la aventura,
el arte y el razonamiento. tenemos dónde elegir, pero hay que entrar en él
con seriedad, con investigación y con esfuerzo, ya que aporta a la cultura
unas formas de comunicación y de lenguaje que de otra manera y por otros
caminos sería imposible conocer y aplicar en las aulas.
Aún así, los primeros tiempos del
cine sirven para analizar toda aquella vida que se apreciaba desde diversas
ópticas tras el ojo de la cámara, esa cámara que presenta las cosas con otra
visión. En “El sexto sentido”, de Sobrevila, la cámara ve la realidad de
modo diverso al del ojo humano, que hay detalles o situaciones que no puede
apreciar. El cine nos introduce tanto en la pequeñez de los elementos,
convirtiéndolos en importantes como en los inconmensurables espacios
transformándolos en accesibles y entrañables.
La tecnología puesta al servicio
del mensaje, ha metamorfoseado al cine, lo ha hecho ineludible para conocer
filosofías, pensamientos, historias, lugares, modos de vida y costumbres. |
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Algunas
ventajas que nos aportan el vídeo y el DVD
El video te permite ver películas
descatalogadas, no comerciales, antiguas, te permite volver atrás, analizar,
aprender. El DVD permite además congelar la imagen con toda perfección,
ampliar, guardar en el ordenador fácilmente, elegir idioma...
Antes veamos una película y
guardábamos la magia del recuerdo durante años, una escena, una batalla, un
beso... fuera de contesto quedaba en nuestro subconsciente mezclado con
millones de experiencias placenteras, afectivas, duraderas, agradables o
terribles...
Muchos de los cinéfilos guardamos
esos recuerdos, leemos sobre cine pero muchas veces no tenemos la imagen, no
la conocemos... Estuve años hablando de una película inefable, mítica,
histórica, documental, grandiosa, ‘Nanuk el esquimal’ que nombraré alguna
vez más en este libro, y logré verla en vídeo hace pocos años. Mi
conocimiento era de libro. En antiguos debates cinematográficos había
logrado conseguir otras películas de su director, pionero en el documental,
Robert Flaherty, “Hombres de Arán”, por ejemplo, pero no la que he nombrado.
Sucede con mucha frecuencia. Gracias a la televisión y al vídeo logramos ver
joyas del cine imposibles de ver, o de volver a ver. Vi en mi infancia
películas de las que guardaba recuerdos imborrables y que no he vuelto a
encontrar. En otros casos he accedido a ellas gracias a la televisión, que
me ha permitido grabarlas, volverlas a ver, disfrutarlas cuantas veces se
desee y analizarlas; en otros, espero con impaciencia que la televisión las
reponga.
Además, no desestimemos la
tecnología, el DVD. Pronto veremos el cine en casa como en el cine, aunque
siempre le falte el ambiente, el sentir de otras personas en silencio, o con
el ruido de las palomitas que comparten contigo. Los sistemas de
reproducción digitales han perfeccionado la visión, el sonido es tan bueno o
mejor que en el cine, podemos tener ya en nuestras casas pantallas de tamaño
considerable. También la industria cinematográfica da pasos de gigante. El
celuloide se está acabando, hay cineastas que filman ya en vídeo o
digitalmente y lo pasan más tarde al celuloide. Ya hay bandas sonoras en el
celuloide que sustituye la tradicional señal luminosa por impresiones
magnéticas. No hace falta esperar mucho para que la tecnología
cinematográfica sea exclusivamente digital y que las viejas cámaras de
proyección pasen a la historia, de adorno en cines o museos o para capricho
de coleccionistas. Pero no nos asustemos que también han pasado a los museos
los códices miniados, los incunables, la linterna mágica y el tranvía. |
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Enseñando a ver cine
La motivación hacia el cine se
genera fundamentalmente viendo cine. Algunos puristas, los he conocido,
intentan hacer entrar a niños y adolescentes por lo que ello llaman ‘buen
cine’. Si aplicamos al aprendizaje del cine los principios fundamentales de
la didáctica, debiéramos tener en cuenta que:
Todo se aprende desde el
principio. Desde que el niño nace, ya en la familia, es conveniente que esté
cerca del cine, ya sea en la tele, asistiendo a salas cinematográficas con
sus padres.
Hay que comenzar viendo películas
entretenidas, en cada edad las correspondientes. Lo lúdico y festivo es
diferente en cada edad, cultura y condición. Los más pequeños encajan mejor
los dibujos animados. Disney es un buen iniciador. Sus largometrajes, y los
cortos, tienen los ingredientes necesarios en dinamismo, color, música,
cambio de acción y de estímulos suficientes para atraer también a los más
pequeños.
Como en todo proceso de
aprendizaje, se accede mejor al conocimiento yendo de lo conocido a lo
desconocido. Las aventuras y la fantasía están más cerca del niño.
Si queremos que a una persona le
guste el cine, o la lectura, no le pongamos a ver a Antonioni ni a leer a
Dostoievski de entrada. Ir de lo fácil a lo difícil. Acordémonos de los que
nos gustaba cuando éramos pequeños y lo que nos aburría lo que les gustaba a
nuestros mayores. No es conveniente comenzar por películas plúmbeas antiguas
para enseñar los inicios del cine. Hay películas muy entrañables y
divertidas por las que los niños y los adolescentes entran muy bien. Chaplin,
por ejemplo.
Como todo aprendizaje, necesita
de experiencias, de afectos, de motivaciones, de reiteración de hechos, de
personas que contagien el entusiasmo... de productos de calidad,
entretenidos, lúdicos. Al cine se entra, como en todo lo que es cultural, de
manera fundamentalmente inconsciente. El aprendizaje del cine, como todo
proceso de enseñanza, necesita de esquemas de comportamiento en los que
prime lo que para el que aprenda contenga sentido, diversión y serenidad
para aprenderlo. |
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Sobre los títulos o rótulos
Observad en un cine. Cuando acaba
a película, inmediatamente la gente se pone en pie y se va. Nadie se queda a
disfrutar de los rótulos y títulos finales. Si es en la última sesión,
pueden incluso apagarnos las luces para que a nadie se le ocurra quedarse.
En las cadenas de televisión, lo normal es que se corten los títulos, por
ganar tiempo, eliminando así una gran cantidad de información de mucho
interés. El telespectador tampoco los echa de menos lo que crea un círculo
vicioso que provoca que a menor información menos se hace necesaria.
Recomiendo leer las letras. A
veces nos encontramos con sorpresas agradables, bromas, escenas de descarte.
La música suele ser atractiva, hay informaciones de interés, sobre el equipo
técnico y artístico, sobre los lugares de rodaje, patrocinadores... Hay
mucho que aprender con las letras, títulos y rótulos en el cine.
Algunos directores han
acrecentado la creatividad con los mismos, sorprendiendo agradablemente al
espectador. Antiguamente se colocaban siempre al principio, y se dejaba para
el final solamente el ‘Fin’. Actualmente, lo normal es que se separen en dos
secciones, en la primera, al comienzo, se exponen los datos más importantes
y significativos. Al final, se repiten otra vez, es importante por si
alguien desea refrescar nombres de actores o de técnicos, y porque las
diversas legislaciones y algunos sindicatos, exigen determinadas normas de
publicación de autores y de textos.
Sin embargo, aparte de lo formal,
se prodiga la creatividad colocándolos de mil formas distintas,
retrasándolos a veces bastante avanzada la película, dejándolos para el
final totalmente, entreverándolos con escenas complementarias o de descarte
de la película, haciendo alguna broma o guiño al espectador, acompañándolos
con música distinta, dibujos animados o de una gran diversidad de efectos
especiales.
Hay verdaderos especialistas en
diseño y producción de las presentaciones de las películas. Se hicieron
famosas en su tiempo, continúan el estilo, las de James Bond; por poner
algún ejemplo se pueden recordar los graffiti finales de
West Syde Story, los dibujos animados
originales de la película La pantera Rosa,
la cítara y la música de Antón Karas como fondo de los títulos
en El tercer hombre,
etc. |