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El cine, que desde su
nacimiento lo ha filmado casi todo, documento o ficción, muestra con
frecuencia dramas humanos e invita a la reflexión y al conocimiento. En
infinidad de ocasiones se ha introducido en el mundo de la educación, ha
sugerido ideas y denunciado carencias, sobre todo aquellas que tienen que
ver con los derechos fundamentales de las personas. En este artículo se
presenta una panoplia significativa y variada de filmes de diferentes países
y culturas que reflejan problemas y situaciones que tienen que ver con el
derecho a educarse, a la escolarización, a la alfabetización, a la calidad
de la enseñanza o a la necesidad de que no se excluya del sistema educativo
a nadie ni para nada. Generalmente son los países más pobres los que tratan
como prioritario el tema del derecho a la enseñanza primaria, a la
alfabetización y a la escolarización de la mujer. En el cine occidental, sin
embargo, se hace más fuerza en el tratamiento a una enseñanza de calidad,
orientada hacia el pleno desarrollo de la personalidad humana y del sentido
de su dignidad, que favorece la creación de una sociedad libre, la
comprensión y la tolerancia entre grupos étnicos o religiosos.
Profesora:
Todas las alumnas deberían llevar uniforme negro y pañuelo blanco. Noqreh,
¿Por qué llevas un vestido de color?
Noqreh:
Señorita, si llevara uniforme mi padre no me dejaría venir.
Profesora:
¿Por qué?
Noqreh:
Piensa que las chicas no deberían estudiar.
(De la película A
las cinco de la tarde, Panj é asr,
realizada en 2003 por la directora iraní Samira Makhmalbaf) |
Daniel Lefevre, el
director de la escuela irrumpe en el Ayuntamiento para hablar con el Alcalde
y explicarle los graves problemas de atención social en el barrio:
Alcalde:
Que los padres sean responsables
Daniel Lefevre:
¿Y qué hacemos con los niños?
(De la película
Hoy empieza todo, Ca commence aujourd'hui, realizada en Francia
en 1999 por Bertrand Tavernier)
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«Si hoy no es
culpable, lo habría sido mañana. Esa gente no tiene remedio» (Rachin, el
director del internado de la película Los chicos del coro, Les
Choristes, realizada en 2004 por Christophe Barratier, al reconocer su
error tras castigar a un inocente)
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El cine ha sido
siempre eminentemente temático, ha diversificado sus contenidos hasta el
límite, ha tratado todos los temas y se ha filmado casi todo. Es difícil
encontrar aspectos generales, o cotidianos, o legales, o científicos, o
filosóficos, que el cine no haya enfocado de alguna forma. A partir del cine
debe buscarse la realidad que existe tras la ficción o la ficción que se da
tras la realidad. El interés que entraña el cine, su magia y su belleza, la
versatilidad de sus técnicas y la infinita gama de contenidos es, en muchas
ocasiones, la clave de la investigación sobre otras épocas, historias,
relatos o documentos, o sobre el mismo cine, su lenguaje y su tecnología.
Desde sus comienzos, el cine ha introducido entre sus contenidos la profunda
temática del Derecho, en ocasiones en películas de ficción, argumentales, en
otras como documental de una situación o época determinada. En la actualidad
es muy común lo que se ha dado en llamar docu-ficción, una mezcla en lo que
lo real predomina con el sustento de un argumento ficticio, filmado en
lugares reales y, en ocasiones, con actores no profesionales, que expone a
la luz pública algunos de los graves problemas que aquejan a la Humanidad a
partir de la carencia de los Derechos fundamentales. El derecho a la
educación, en todas sus formas, no podía ser menos.
El cine es, además,
lenguaje, lenguaje vivo, que avanza en la misma medida que la sociedad, con
la que es interactivo y la enriquece, de la que sus cambios sociales y
tecnológicos le aportan argumentos y técnicas, y que el cine devuelve con
otros argumentos imaginativos, críticos, que hacen posibles nuevas
reflexiones e ideas. El cine, por ello, se hace imprescindible en el debate
social que se crea en torno a la educación y sus derechos y se convierte en
inexcusable vehículo para mostrar los principales problemas y situaciones
concretas que se dan en todo el mundo, pues no solamente cuenta dramas
humanos cercanos sino que trae a nuestros cines y nuestros domicilios, a
través del DVD o la televisión lo que ocurre a los niños en los lugares más
alejados del planeta.
El derecho de que la
educación primaria debe ser gratuita para todos está contenido
principalmente en el
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las
Naciones Unidas, ratificado por una mayoría de los países del mundo, que
en su artículo 13 reconoce el derecho de toda persona a la educación, y no
solamente hace referencia al derecho a la escolarización, a la
obligatoriedad y gratuidad de la enseñanza primaria, sino que expresamente
afirma que debe orientarse hacia el pleno desarrollo de la personalidad
humana y del sentido de su dignidad, debe fortalecer el respeto por los
derechos humanos y las libertades fundamentales, capacitar a todas las
personas para participar efectivamente en una sociedad libre, favorecer la
comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y entre
todos los grupos raciales, étnicos o religiosos, y promover las actividades
de las Naciones Unidas en pro del mantenimiento de la paz. Para la enseñanza
secundaria y la superior, en sus diferentes formas, incluso la enseñanza
secundaria técnica y profesional, debe ser generalizada y hacerse accesible
a todos, e implantar progresivamente la gratuidad. Pero además se aboga por
un sistema adecuado de becas, la mejora de las condiciones materiales del
cuerpo docente y el respeto a la libertad de los padres para que sus hijos o
pupilos reciban la educación religiosa o moral que esté de acuerdo con sus
propias convicciones.
El cine puede
acercarnos a imaginar, conocer y reflexionar sobre todo ello.
«Aunque no podemos adivinar el tiempo
que será, sí que tenemos, al menos, el derecho de imaginar el que queremos
que sea. En 1948 y en 1976, las Naciones Unidas proclamaron extensas listas
de derechos humanos; pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más
que el derecho de ver, oír y callar. ¿Qué tal si empezamos a ejercer el
jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si deliramos, por un ratito?
Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo
posible». (Galeano. 1998).
En este artículo
presento, propongo y analizo con brevedad diversas películas de interés y
calidad que de una u otra forma tratan el tema del Derecho a la Educación en
sus múltiples facetas.
El derecho a la
escolarización. Padre Padrone. Italia
Padre Padrone
es una película italiana filmada en 1977 por los hermanos Paolo y Vittorio
Taviani, que se basa en el relato autobiográfico, real, de Gavino Ledda, un
joven pastor que se liberó de la tiranía de su padre, desde que lo arrancó
violentamente de la escuela, comenzó tras hacer el servicio militar sus
estudios y actualmente es uno de los más renombrados lingüistas italianos.
Presenta al hijo como objeto, posesión del padre y la relación
padre-maestro/hijo-esclavo. «Tu no eres el patrón de nadie», le dice rabioso
Gavino al padre. Hay en la película una terrible secuencia en que se muestra
al padre que entra furioso en el aula de su hijo y se lo lleva a la fuerza a
la montaña para convertirlo en pastor. En los primeros momentos del film,
Gavino Ledda (el real, que actúa en el film como presentador de la
historia), avanza hacia el decorado donde el actor que interpreta al padre
(Omero Antonutti) está a punto de hacer su entrada y, dándole una rama
pelada, le dice: «Toma, mi padre también tenía esto». El actor que
interpreta al padre de Gavino atraviesa la puerta del decorado que conduce
al aula de clase (en ese momento la realidad se convierte en film) y exige a
la maestra que le dé a su hijo porque tiene que cuidar a las ovejas. Entra
en el aula como un padre brutal que aterroriza a los otros niños de la clase
y al profesor. Gavino, de miedo, se orina en el suelo y los demás niños se
ríen. El padre, vuelve y les dice a los otros niños: «Hoy le ha tocado a
Gavino, mañana os tocará a vosotros».
Con 18 años Gavino
dejó a su familia y el campo y se enroló en el ejército. Allí estudió y se
licenció como sargento experto en electrónica. En 1961 consiguió terminar la
enseñanza media, y entró en la universidad de Roma. Hoy día es uno de las
grandes lingüistas italianos, autor de numerosos textos. La grandeza de esta
película pasa porque el personaje del padre, padre déspota (Ledda, 1977),
está absolutamente consciente de que no es lo óptimo privar a su hijo de la
educación para enviarlo a cuidar ovejas «quieren que entreguemos a nuestros
hijos a la escuela obligatoria cuando la pobreza es la obligatoria».
La película narra una
situación dura y real, pero deja una puerta a la reflexión. Los hechos, a la
hora de verlos, son universales, se dan en todos los lugares, con mayor o
menor fuerza. El conflicto entre Gavino y su padre es el pretexto para
entrar en otros elementos: el silencio, la falta de educación, la
dependencia, no son temas que se circunscriban a un personaje, y ni siquiera
a un lugar determinado del mundo, esa Cerdeña donde transcurre la acción de
esta película. Da lugar a que se piense, como estimula a hacer la Comisión
Europea, sobre el derecho a la educación, la importancia de la escuela y del
conocimiento, la igualdad de oportunidades, la necesidad de la formación de
cara a la socialización y a la búsqueda de un trabajo, el maltrato de padres
a hijos, la dependencia de muchos niños de padres y maestros y la
posibilidad de salvar las barreras mediante segundas oportunidades (Delors,
1998).
El derecho a la
alfabetización. La pizarra. Irán.
La Pizarra
(Takhté siah/Blackboards), es una película iraní realizada en 2000,
premio del Jurado en el Festival de Cine de Cannes 2000, que se desarrolla
en el Kurdistan iraní, cerca de la frontera con Irak. Para la directora de
la película Samira Makhmalbaf, «las pizarras son lo único que tras la
guerra, un objeto concreto, casi un símbolo gráfico de lo que se consiguió
salvar, sinónimos de ese nuevo comienzo en una región vapuleada por la
guerra y la revolución, un nuevo comienzo que ha de pasar infaliblemente por
la pizarra de una escuela». En esta película, se observa una situación desde
dos puntos de vista diferentes. Por un lado, la alfabetización, por la que
los profesores caminan por las montañas enseñando a quien quiera aprender y
por otra la vida de los maestros que se buscan la vida, que utilizan las
pizarras, tanto para escribir en ellas como para resguardarse de la lluvia
de balas.
La película se
convierte en la metáfora de una situación límite en un país asolado, sin
escuelas, en la que una de las pocas esperanzas es que las cosas cambien por
medio de la educación, mientras la impiden la guerra y la violencia, en un
entramado en el que se mueven multitud de personas, entre ellas infinidad de
niños, cultural y económicamente desheredadas, víctimas de la ignominia
representada por dictadores que exterminan cualquier vestigio de humanidad y
manipulan conciencias y creencias.
Los profesores buscan
a los alumnos, ocultos de la guerra entre las agrestes montañas, con la
pizarra a la espalda. A la pregunta a gritos de un profesor: « ¿quién quiere
aprender?», contesta el silencio, pues los niños están buscando comida en
otro lugar, ya que antes que la alfabetización están el hambre y la soledad.
Cuando el profesor se encuentra a unos niños que hacen contrabando, cargando
a sus espaldas como mulas el sustento de sus familias, les repite el
abecedario para que algo aprendan.
La Declaración
Universal de Derechos Humanos desarrolla en el artículo 26, de forma
inapelable, que toda persona tiene derecho a la educación. Todo niño o niña
que nace en cualquier lugar del mundo tiene derecho a recibir una educación
que le permita vivir con dignidad. Existen miles de zonas del Planeta donde
este derecho no llega nunca a ejercerse, en donde no existen escuelas o
cuando existen carecen de los medios más precarios. Hay niños que deben
desplazarse muchos kilómetros para asistir a la escuela y los sueldos y las
condiciones de vida de los maestros son todavía miserables. En esta película
los maestros suplen con heroicidad (siempre bajo la amenaza de las balas),
estas carencias, aunque ellos sean los primeros necesitados.
El Informe de
Seguimiento de la Educación para todos en el Mundo (UNESCO, 2000) evalúa
cada año los progresos realizados hacia la consecución de los seis objetivos
que se fijaron los 164 países participantes en el «Foro Mundial sobre la
Educación», celebrado el año 2000 en Dakar. En el Objetivo 4 del Marco de
Acción de Dakar se hace un llamamiento a los países para «aumentar de aquí
al año 2015 los niveles de alfabetización de los adultos en un 50%, en
particular tratándose de mujeres, y facilitar a todos los adultos un acceso
equitativo a la educación básica y la educación permanente». Junto al
derecho universal a la educación ha de situarse la gratuidad y la
obligatoriedad. El artículo 26.1 expone que la educación debe ser gratuita y
obligatoria, al menos en la instrucción elemental y que los adolescentes
tengan acceso a estudios superiores en función de su capacidad y de sus
méritos en lugar de, como sigue sucediendo, en función de pertenecer a una
minoría privilegiada, a la etnia dominante o al sexo masculino. Una
curiosidad de esta película es que las niñas no aparecen por parte alguna.
El derecho a una
educación digna y de calidad: Los diarios de la calle. EE.UU.
Diarios de la
calle (Los
escritores de la libertad/Freedom writers) es una película dirigida por
Richard LaGravenese en 2007. Está inspirada en una historia real, la de una
profesora de instituto, Erin Gruwell y en los diarios de un grupo de
adolescentes «Los escritores de la libertad», de Long Beach, California,
Estados Unidos, tras los disturbios de 1992 por conflictos interraciales.
Presenta la fuerza creativa y didáctica de una mujer, que deja sus
prejuicios y técnicas tradicionales para ejercer con métodos creativos su
tarea con un grupo de adolescentes marginales.
En la película se ve
cómo, a sus 23 años, todavía con aspecto de estudiante, la idealista Erin
Gruwell (Hilary Swank) hija de un activista de los Derechos Humanos que de
pequeña quiso ser abogada para defender a los pobres y excluidos, parece
dispuesta a comerse el mundo el día que entra en el instituto Wilson para
estrenarse como profesora. Pero su clase es un grupo multiétnico de
adolescentes de los más variados orígenes. Lo único que tienen en común es
el odio que se profesan entre sí y la intuición de que el sistema educativo
se está limitando a almacenarlos en cualquier lugar antes de que tengan edad
para morir en las calles de una cuchillada. Erin se empeña día tras día en
ganarse a sus estudiantes pese a su obstinado rechazo a toda forma de
participación en las clases.
Sin embargo, la
actitud optimista de la maestra es una bofetada para los endurecidos
alumnos, quizá peor que el cinismo o la indiferencia de los otros
profesores. Un día la profesora intercepta un dibujo donde se insulta a un
joven negro mediante la exageración de rasgos físicos. En un momento de
inspiración, compara el dibujo con las caricaturas que los nazis hacían de
los judíos y les menciona el Holocausto. Para su sorpresa, la gran mayoría
de sus alumnos desconoce la historia de la «solución final» nazi. A partir
de ese momento, la maestra modifica el plan de estudio, y cambia «La Odisea»
por «El Diario de Anna Frank».
Cuando los directivos
de la escuela se niegan a pagar los nuevos libros y otras actividades que
Gruwell planea, la profesora toma dos empleos adicionales para financiar su
proyecto, lucha contra superiores y parientes, para quienes su nivel de
compromiso resulta exagerado e inapropiado. Los jóvenes, en cambio,
reaccionan positivamente al desprendimiento de la mujer, y se integran por
completo.
Sabiendo que cada uno
de sus estudiantes tiene una historia que contar, Erin les anima a que
escriban un diario con sus pensamientos y experiencias. Los diarios de los
chicos pronto dejan de ser deberes de clase y se convierten en un
instrumento de afirmación vital. Cuando Gruwell les regala cuadernos para
que hagan anotaciones diarias sobre su vida y pensamientos, los cuadernos se
convierten en un remedio y pronto se llenan con el dolor y la angustia de
los jóvenes.
La verdadera Erin
Gruwell (Gruwell, 2007)
hizo llegar a los
estudiantes periódicos, para que los tomaran como ejemplo y escribieran
sobre noticias pasadas, presentes o futuras, sobre buenos tiempos, o malos.
Cuando leía lo que los alumnos habían escrito se quedaba maravillada, por la
calidad y el fondo de los artículos. Les dio unos cuadernos para que se
expresaran como quisieran, por medio de dibujos, poemas o un diario escrito.
Los resultados fueron asombrosos: por primera vez aquellos chicos y chicas
comprendieron el lugar que ocupaban en el mundo y vieron que había alguien
dispuesto a escuchar lo que tenían que decir, se sintieron unidos por algo
y, si antes no se soportaban entre sí, comenzaron a considerarse como una
gran familia que les proporcionaba identidad y orgullo, y empezaron a
llamarse a sí mismos «Los Escritores de la Libertad».
Lo que Erin Gruwell
hizo en las aulas es lo que la antropología social se ha ocupado de indagar
a la educación, tanto a la llamada Educación formal, la escuela, como a los
procesos de enseñanza o a los resultados de dichos procesos en el marco de
la socialización educativa, pues garantizar el derecho a la educación, va
mas allá de conseguir la inscripción a una institución educativa, sea esta
de la calidad que sea. Los centros educativos deben no sólo abogar porque
los alumnos tengan acceso al estudio, sino por que lo hagan con la mejor
calidad (Jomtiem, 1990), en igualdad y solidaridad, al alcance de sus
posibilidades y contribuir para elevar dicha calidad tanto en su trabajo de
los profesores con sus alumnos como en la interacción con las entidades de
educación y formación.
El derecho a una
educación en valores. La lengua de las mariposas. España
La lengua de las
mariposas,
1999, es una película de José Luis Cuerda, realizada a partir de un guión de
Rafael Azcona sobre un cuento de Manuel Rivas. La tarea del maestro es
distinta en los diferentes contextos sociales y geográficos de un país. No
es lo mismo trabajar en el centro de una ciudad que en la periferia, no es
lo mismo trabajar en contextos sociales relativamente estables que en
lugares en donde se viven las tensiones propias de la violencia; no es lo
mismo trabajar con alumnos que cuentan con todos los recursos que hacerlo en
condiciones de enorme pobreza.
El maestro
republicano de un pequeño pueblo español en los últimos meses anteriores a
la Guerra Civil, recuerda al poeta Antonio Machado y a sus explicaciones
sobre el lenguaje de las mariposas. La película plantea, como muchas otras,
esa especial relación que une a un adulto y a un menor. Don Gregorio
-Fernando Fernán Gómez- maestro ya viejo, y su alumno, Moncho -Manuel
Lozano- el niño que gusta de aprender y descubrir. El maestro, con sus
buenas artes, se esfuerza por entrar en un mundo en el que aporta sus
experiencias como maestro y sus ideas como republicano. Su trabajo se ve en
la última secuencia, en esa cara de frustración del maestro al ver a su
alumno que le lanza piedras cuando va, camino del fusilamiento, detenido por
los falangistas en los comienzos de la rebelión franquista contra el
Gobierno republicano en 1936.
La película trata de
muchos temas: de la amistad, la escuela, la infancia, la iniciación a la
vida, pero también del miedo, del terror, de las miserias de la condición
humana, de la historia de un momento concreto y de sus acontecimientos, que
determinan claramente la vida de los personajes, tal y como queda claro al
final. Durante toda la cinta se observa un aire de nostalgia por la
libertad, la esperanza y el cambio social que supuso la Segunda República
española, («Gracias a la República podemos votar las mujeres», dice la madre
de Moncho) y una denuncia de la bestialidad irracional de los que la
derrocaron.
La tarea del maestro
debe partir de un diálogo abierto y permanente entre los mismos maestros y
entre ellos y su entorno social. La escuela de hoy tiene que abrirse más a
sus contextos, que inevitablemente entran a ella, y ello exige replantearse
el oficio del maestro tanto en el aula como en la comunidad. El apartado 2
del artículo 26 de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, 1948, afirma
que el objeto de la
educación es el pleno desarrollo de la personalidad humana, principio en el
que las escuelas pedagógicas progresistas, desde finales del siglo XIX,
conocidos por el maestro republicano de la película, han venido insistiendo
incansablemente. Pero junto al pleno desarrollo de la personalidad humana el
apartado 2 incluye el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a
las libertades fundamentales. Esto incluye poner en marcha experiencias de
educar para la paz, la tolerancia, la solidaridad y la cooperación y sobre
todo tomar conciencia de la necesidad de que se incluyan de forma destacada
en los proyectos curriculares de ciclo y de etapa la situación de los
Derechos Humanos y los Derechos Humanos como valores fundamentales para la
convivencia y para el desarrollo de una personalidad comprometida con los
principios democráticos.
El derecho a una
educación solidaria e integral. Hoy empieza todo. Francia
La película Hoy
empieza todo (Ca commence aujourd'hui), fue realizada en Francia
en 1999 por Bertrand Tavernier a partir de un guión de Dominique Sampierom,
maestro durante más de veinte años en Hernaing, una localidad del norte de
Francia y cuyas experiencias transmite en el film.
El mensaje central es
que la escuela tiene responsabilidades sociales. No solamente aquellas que
la ley le asigna o las que antropológicamente le corresponden como uno de
los pilares de la cultura de los pueblos.
La administración educativa, por ello,
debe proponer en serio la adaptación, competente y honesta del profesorado,
basada en su eficacia didáctica y pedagógica, que implique a toda la
comunidad educativa (Mz-Salanova, 2008).
La escuela asume ante
la sociedad el compromiso de educar, por supuesto, pero también tiene un
compromiso con la comunidad y con la Humanidad, pues es parte de un proyecto
que va más allá de las normas administrativas, de las necesidades de
aprendizaje de unas edades concretas. La escuela debe asumir la
responsabilidad de ayudar a modificar actitudes básicas y mejorar la vida en
la comunidad en la cual está ubicada, preocuparse por el bienestar social de
los alumnos sin olvidar el de sus familias, acoger a niños de diferentes
culturas y características, aceptar la integración y las diferencias en lo
étnico y en lo médico, procurar la eliminación de barreras físicas y
culturales para padres y alumnos, promover buenas prácticas ambientales,
ayudar y educar a las familias a que tomen sus propias responsabilidades
educativas y exigir (y educar) a las administraciones públicas que asuman
sus propias responsabilidades sociales. Aunque la Escuela no es responsable
de todo ello hasta sus últimas consecuencias, sí es el centro de la
Comunidad Educativa y debe convertirse en su motor de cambio.
Uno de los principales desafíos con los
que se encuentra la sociedad de la información es el deterioro de la
participación ciudadana. La sociedad del bienestar, la absoluta dependencia
del estado para conseguir cualquier beneficio, la delegación total de
responsabilices en los representantes populares, que piensan y deciden en
nombre de todos, el gran cambio producido en el mercado de trabajo y la
rapidez con la que se suceden los movimientos culturales y sociales, ha
logrado en pocas décadas que los individuos nos consideremos a la espera, en
actitud distante y despreocupada ante el futuro inmediato que vendrá, sin
duda, aportando beneficios, y ante un futuro lejano, que se pinta oscuro,
contra el que no se puede luchar y que otros tendrán que encarar. Con estas
perspectivas, a pesar de las facilidades de comunicación, el ciudadano se
enclaustra en su pequeño entorno familiar y social, dando la espalda a los
problemas del mundo y volviéndose cada día más solitario. (Mz-Salanova 2008)
Hoy empieza todo
es una película de cine social, rodado con técnica documental, con algunos
actores profesionales y otros tomados directamente del medio educativo. Es
una crítica de la indiferencia y burocratización del sistema de asistencia
social, de las autoridades que miran a otra parte, de los ciudadanos que
piden que todo se les de hecho, de un sistema pasivo, despreocupado de la
realidad y más interesado en informes y tecnicismos que en los problemas
diarios. Por otra parte, es una película optimista, que llama a la
responsabilidad de todos los integrantes de la comunidad, que muestra la
posibilidad de mejorar el sistema desde dentro.
Voy a hacer una breve
sinopsis de la película: En un pequeño pueblo del norte de Francia, el 30%
de los 7.000 habitantes está en paro a causa de la crisis de la minería;
Daniel, de 40 años, director y profesor de la escuela infantil, sin eludir
sus propios problemas personales, asume su pertenencia a una larga cadena de
hombres y mujeres que han luchado durante siglos por sobrevivir en esa
lejana y dura región minera. Y decide que no puede hacer otra cosa que
seguir esa lucha. Un día, la madre de una de las alumnas llega borracha a la
escuela, sufre un colapso y deja allí a su bebé y a su hija de cinco años.
El profesor decide tomar cartas en el asunto, y solicita la ayuda de la
comunidad y de los padres de sus alumnos. Su trabajo como docente será
cuestionado. Refleja toda la problemática de una pequeña comunidad
industrial: paro, alcoholismo, desestructuración familiar, abusos... y sobre
todo la falta de esperanza en el futuro que aflora de cada uno de estos
problemas. Los agentes sociales
se lanzan la responsabilidad educativa de unos a otros y algunos de los
maestros afirman que no tienen por qué suplir el trabajo de la familia.
El director de la
escuela no duda en ponerse firme para defender sus convicciones. La ingente
cantidad de problemas que se ciernen sobre él le harán flaquear en su
contienda cotidiana para sacar adelante a sus pupilos y su vida personal,
que también atraviesa por diversas dificultades. Cansado de cargar con
semejante peso, Daniel llega a plantearse la posibilidad de dejarlo todo y
claudicar, algo a lo que finalmente renunciará gracias al apoyo de la
familia y de los amigos.
El compromiso de la
escuela de hoy no puede ser solamente con el alumnado, sus familias y el
entorno que la rodea, y va más allá de lo puramente académico, pues está
inserta en una problemática global que lucha contra cualquier forma de
manifestación violenta (racismo, sexismo...) dentro y fuera de sus aulas.
Una Escuela comprometida con los valores democráticos fomenta la
participación de las familias implicándolas en el objetivo de hacer una
Escuela para todos y aspira a trasmitir modelos de vida, valores, desde un
punto de vista sociológico.
El profesorado tiene
que buscar los medios que permitan la participación consensuada de los
miembros de la comunidad escolar, y la creación de un clima de bienestar y
seguridad en el centro. Dicha comunidad escolar, en colaboración con otros
agentes sociales deben crear una conciencia colectiva en favor de una
cultura de Paz, entendida como el proceso de realización de justicia en los
distintos niveles de relación humana: afrontar y resolver los conflictos de
forma no violenta, de manera armónica. Un nuevo estilo de vida y una nueva
estrategia para transformar la sociedad de hoy, la sociedad del
conocimiento.
La escuela es uno de
los instrumentos de transmisión de los valores democráticos y la educación,
en conjunto con el resto de la sociedad, el agente más importante para el
cambio cultural y el progreso social, ya que permite el desarrollo integral
de la persona, la conciencia sobre los problemas sociales y la búsqueda y
puesta en práctica de soluciones adecuadas.
Si se sitúa esta
reflexión en el terreno de lo que debe ser una escuela en su entorno, la
escuela, la comunidad educativa, se convierten en un actor más en la
sociedad, en la que la responsabilidad es de todos, familias,
administración, medios de comunicación, servicios sociales y sanitarios,
agentes sociales, gestores de medio ambiente, empresas, etc. Aún así, de la
misma manera que la familia no puede excusar su responsabilidad, tampoco la
Escuela, pues en torno a ella se mueven las familias y la comunidad, ni los
profesores la suya, pues son profesionales no solamente para la instrucción
de sus alumnos sino también para su educación.
En gran medida el
futuro de los Derechos Humanos va a depender del impulso y de la orientación
que asuma la educación. La educación ayuda a que los niños y niñas se
entiendan a si mismos, comprendan el mundo en que viven y sus dificultades y
se sientan capaces de emprender acciones para modificarlo en pro de la
justicia y de la solidaridad. La educación dota a los alumnos de un sentido
crítico y debe actuar para que la formación de la personalidad se fundamente
en unos valores éticos y cívicos y en un sentido humanista de la existencia.
La educación forma para la libertad y favorece el nacimiento y desarrollo de
los lazos que unen a otras personas y a otros pueblos. Todavía se está lejos
de lograr que la educación consiga esos deseables efectos. Por eso, es
necesario trabajar cada uno desde sus responsabilidades para convertir lo
posible y deseable en práctica cotidiana, y evitar en primer lugar que el
sistema educativo siga fabricando un porcentaje, nada desdeñable, de
analfabetos funcionales o que una visión unilateral olvide la importancia de
los valores.
La institución
escolar, tal y como se concibe actualmente, debe proponerse como objetivo
esencial combatir la crisis del vínculo social y fomentar la
corresponsabilidad colectiva y la participación en la toma de decisiones.
Jaques Delors (1998) ha formulado con precisión los cuatro principios
fundamentales que deben conformar un proyecto educativo liberador. Estos
cuatro principios no son otros que: aprender a conocer; aprender a hacer,
entendiendo por aprender a hacer adquirir capacidades y destrezas para hacer
frente a situaciones nuevas; aprender a vivir juntos; y aprender a ser, es
decir, a desarrollar al máximo las capacidades y potencialidades y a
adquirir gradualmente autonomía y responsabilidad personal. Una comunidad
educativa que asuma estos principios y articule los mecanismos para
desarrollarlos no solamente estará apostando por un modelo de formación
integral sino sentando las bases para que el compromiso con los derechos
humanos y la solidaridad y cooperación internacional sea un compromiso
individual y colectivo que tenga la oportunidad de manifestarse cotidiana y
responsablemente en nuestra convivencia como miembros de una comunidad y en
la planificación y orientación de nuestro ocio y tiempo libre.
Derecho a un trato
digno en las aulas. La piel dura. Francia
Los niños que en sus
familias son olvidados, relegados o maltratados, por lo menos debieran
encontrar en el sistema educativo una respuesta a sus necesidades, ser
tratados con dignidad, detectar sus problemas y, si fuera necesario,
procurar la solución de sus problemas recurriendo a la administración y a la
Justicia. En La piel dura, L'argent de poche, realizada por el
director francés François Truffaut en 1976, se denuncia la actitud de los
adultos que no son capaces de percibir a los niños como personas: o son
autoritarios o les ignoran; les inculcan el miedo y también la culpabilidad.
En la versión literaria del film, Truffaut escribe: «La piel dura quisiera
plantear esta pregunta: ¿Por qué se olvida tan frecuentemente a los niños en
las luchas que emprenden los hombres?».
El mundo de los niños
ha sido fuente de inspiración para Truffaut, en numerosas ocasiones. Su
ingenio, imaginación, vulnerabilidad y fuerza, vuelven a quedar reflejados
en esta deliciosa historia que aúna drama, comedia y fantasía. Las
experiencias de un grupo de niños, de diferentes edades y situaciones
familiares, todos ellos de la pequeña ciudad de Thiers, Francia. Patrick
vive con su padre inválido, tan sólo quiere encontrar el amor y pronto
recibirá su primer beso. Julien vive en un hogar desbaratado, su madre,
alcohólica, lo maltrata, el director del colegio lo califica de «caso
especial» y termina convertido en ladrón, mentiroso y delincuente. Es en
definitiva, un superviviente. Alrededor de estos dos personajes gira la vida
de otros tantos niños, de los que se irán conociendo sus historias.
Es conveniente
recordar una secuencia, central en el film. El profesor se dirige a los
alumnos después de que Julien es llevado por la asistencia pública: «Profesor:
Sé que todos estamos pensando en Julien Leclou. Lo leyeron en los
periódicos, oyeron a sus padres hablar de eso entre ellos o con ustedes.
Antes de que nos vayamos de vacaciones quiero hablarles de Julien. Para
empezar no sé mucho más que ustedes ignoren pero les diré lo que pienso.
Cómo me siento. Primero, la beneficencia pública cuidará de Julien. Lo
colocarán con alguna familia. Y les aseguró que a donde vaya, estará mejor
que con su familia que lo maltrataba tanto, donde en sus propias palabras:
lo golpeaban. Su madre perderá sus derechos maternales. Para Julien, pasarán
muchos años antes de que esté en libertad de ir y venir a donde quiera». El
director de la película lo comenta: «El caso de Julien es tan terrible que
no podemos evitar el comparar nuestras vidas con la suya. Mi infancia no fue
tan trágica pero créanme estaba ansioso por crecer. Me daba cuenta que los
adultos tenían todos los derechos. Son dueños de si mismos, pueden vivir sus
vidas como quieran. Un adulto que no es feliz puede comenzar su vida en otra
parte, desde cero. Pero un niño que no es feliz esta condenado a la
impotencia. Sabe que es infeliz pero no puede expresar esa infelicidad con
palabras y lo que es peor algo dentro de él le impide poder dudar de sus
padres o de los que lo hacen sufrir. Si un niño no es amado y sufre, él cree
que es culpable y ¡Eso es lo terrible! De todas las injusticias de la
humanidad, la injusticia hacia los niños es la peor, la más despreciable. La
vida no siempre es justa y nunca lo será».
Cuando ocurre el
accidente de otro niño, Gregory, un niño de dos años que cae desde el noveno
piso de un edificio, y que sale totalmente ileso, la conversación entre el
profesor Richet y su esposa es sorprendente: «Es pavoroso pensar en cómo los
niños están en peligro constantemente, dice Richet. Eso no es verdad del
todo, contesta su esposa, un adulto hubiera muerto por el impacto, pero un
niño no; los niños son como una roca. Tropiezan por la vida sin quedar
lastimados. Ellos se encuentran en estado de gracia y eso les permite tener
la piel dura. Son mucho más resistentes que nosotros». Es necesario
reflexionar sobre estas actitudes de los adultos hacia los niños: ¿Tienen
los niños la piel tan dura?
El derecho de las
niñas (de la mujer) a la educación. Buda explotó por vergüenza. Irán
La educación de las
niñas es uno de los Derechos Humanos fundamentales y está vinculado a todos
los demás derechos. Todos los niños y las niñas tienen derecho a recibir una
educación, ya que este servicio les proporciona el conocimiento y las
aptitudes que necesitan para alcanzar su potencial y protegerse contra el
peligro. Y la mejor calidad de vida que brinda la educación se traduce en
enormes beneficios para toda la sociedad. Por ello, la educación es esencial
en el desarrollo de todos los países. Sin embargo, a las niñas se les
excluye con mucha frecuencia de este proceso. Si esto sigue así, nunca se
lograrán estos progresos.
En Buda explotó
por vergüenza, Buda az sharm foru rikht/Buddha collapsed out of shame,
de 2007, película dirigida por la iraní Hana Makhmalbaf, se trata con
realismo y dureza la marginación de las niñas en algunas culturas.
Bajo la estatua del
Buda que destruyeron los talibanes en Afganistan aún viven miles de
familias. Baktay, una niña afgana de seis años, es incitada a ir a la
escuela por el hijo de sus vecinos, que lee los alfabetos y cuenta
interesantes historias frente a su cueva, por lo que ella le admira y desea
hacer como él. El problema inicial es que Baktay no tiene cuaderno ni lápiz.
Para el cuaderno debe buscarse la vida vendiendo huevos en el mercado. Como
lápiz, lleva el pintalabios de su madre, lo que provoca que unos niños, que
juegan a ser talibanes, decidan apedrearla. Para sus juegos utilizan palos
que simulan fusiles y cometas que representan cazas de combate. Pero no todo
es de mentira. En este juego, las piedras son de verdad. Cuando atrapan a
Baktay, ya tienen a otras tres niñas encerradas en una cueva. Los motivos
para retenerlas varían entre los que opinan que una niña no debería ir a la
escuela o que las pequeñas tienen los ojos demasiado bonitos. Reflejan la
sociedad violenta en que viven sus mayores.
Es una película muy
dura, que refleja la violencia de una cultura que discrimina a los débiles,
sobre todo a las mujeres. Es una reflexión sobre la necesidad de la
educación para todos. El cine de los países más pobres, donde la mujer
todavía no accede con regularidad a la educación, trata con frecuencia este
tipo de situaciones.
Cuando una niña
carece de los conocimientos y la destreza para enfrentar la vida que pueden
aprender en la escuela hay efectos a inmediato y largo plazo, afirman
expertos de la UNICEF, una niña de un país con carencias importantes se
expone a muchos más riesgos que sus homólogas educadas y las consecuencias
son transferidas a la generación posterior. Cuando una niña recibe una
educación de calidad, el resultado casi siempre es el de toda una familia
con educación y formación. Por eso, numerosos estudios inciden en que no
existe instrumento más efectivo para el desarrollo que la educación de las
niñas. Si no se actúa con urgencia, (UNICEF, 2007) para incrementar la
cantidad de niñas que tienen acceso a la educación básica, los objetivos
globales para reducir la pobreza y el mejoramiento de las condiciones de
vida humanas no se podrán cumplir.
En Buda explotó
por vergüenza, una metáfora político-social en la que los niños
reproducen en sus vidas las actitudes aprendidas de los mayores se advierte
una dosis de denuncia a la intransigencia, al machismo o a la violencia de
un régimen dictatorial. Pero también se critica el dominio americano
posterior que les impide mantener su propia idiosincrasia y tradición. Es el
fracaso talibán y también americano, dos maneras de imponerse y sojuzgar la
inocencia de unos niños que sólo quieren ir a la escuela y que les cuenten
historias sencillas.
Todo el film es una
alegoría sobre la vida de las mujeres en esas comunidades, la guerra y la
ausencia de libertad. Cada una de las frases que pronuncian los dos niños
protagonistas es una crítica a la actitud belicosa e irresponsable: «No me
han enseñado nada, he aprendido sola». «Baktay, muérete, si no te mueres, no
serás libre». «No quiero jugar a apedrear». «No me gusta jugar a la guerra».
Durante la
Conferencia Mundial para la Educación para todos (Jontiem, 1990), cien
gobiernos señalaron el acceso a una educación de calidad para las niñas y
las mujeres como «la más urgente prioridad». En los «Objetivos de desarrollo
del milenio 2015, la enseñanza primaria para las niñas se establece también
como un objetivo básico: Velar por que, para el año 2015, los niños y niñas
de todo el mundo puedan terminar un ciclo completo de enseñanza primaria. En
el caso de las niñas, especialmente en algunos países, existen todavía
grandes barreras socioculturales que llevan a la discriminación por motivos
de género, que permiten una repercusión negativa sobre la educación, en
especial sobre la educación de las niñas, del concepto persistente de que la
educación es un servicio y no un derecho humano. Se insiste por ello en el
acceso, en toda circunstancia, de las niñas a todos los niveles de la
educación. Algunos obstáculos que aun quedan son los matrimonios y los
embarazos precoces, el trabajo infantil (en especial el trabajo en el hogar)
y los conflictos armados.
Un grupo de niñas
afganas fueron atacadas el 12 de noviembre de 2008 por un grupo de talibanes
que les lanzó ácido de batería cuando se dirigían a la escuela, dejando
ciegas a dos de ellas y provocándoles graves cicatrices a otras, en la
ciudad de Kandahar. Los ataques fueron llevados a cabo porque las niñas iban
a la escuela, algo que estuvo prohibido en el país varios años. En
Afganistán, un país sacudido por la guerra, se ha trabajado duramente para
superar la violencia y otros obstáculos que puedan impedir a los niños, y
especialmente a las niñas, acudir a la escuela. A pesar del dificultoso
entorno, la matriculación de alumnos ha seguido aumentando. Más de 6
millones de niños y niñas del Afganistán acuden ahora a la escuela, en
comparación con 3 millones en 2002. UNICEF mantiene que las escuelas deben
proporcionar un espacio seguro para la infancia y que es preciso que se
ponga fin a los ataques a escuelas, maestros y alumnos.
La película que
estamos comentando de Hana Makhmalbaf no está basada en una exageración ni
en una ficción desmesurada. La educación es una pieza clave para que la
mujer salga de estas situaciones. A pesar de las metas marcadas por los
Objetivos de la Declaración del Milenio, todavía la población femenina
representa dos tercios de la población analfabeta. Por otra parte, de las
evaluaciones realizadas sobre el cumplimiento de los compromisos con las
mujeres suscritos en Beijing en 1995, se concluye que «en todas las regiones
del mundo hay muchas mujeres que están realmente peor ahora de lo que
estaban diez años atrás» (WEDO, 2004).
Derecho a la
normalización educativa de las personas con discapacidades. Gaby, una
historia verdadera. México, EE.UU.
Este film, Gaby,
una historia verdadera. Gaby, a True Store, de 1987, del director
mexicano Luis Mandoki, es de suma importancia para quienes quieren saber
cómo el cine trata la educación de los discapacitados y el papel de la mujer
en el mundo. Presenta un drama humano real, la vida de la poetisa mejicana
Gabriela Brimmer. Está realizado con objetividad informativa y es respetuoso
con la biografía de la poetisa Gabriela Brimmer, nacida con una parálisis
cerebral tetrapléjica grave de origen perinatal que le impedía cualquier
movimiento o expresión menos su pie izquierdo. Ella misma fue asesora de la
película, colaboró en el guión, y ha sido capaz de hablar con voz propia al
hacer llegar a la sociedad un mensaje normalizador sobre la discapacidad,
presentando a la protagonista con sus dificultades, las barreras sociales y
arquitectónicas que padeció, sus amores frustrados por circunstancias
diferentes pero sin silenciar el problema suyo ni el del resto de personas
discapacitadas que se mueven a su alrededor. La película narra la historia
de ella y la de Florencia, una indígena mejicana que descubrió las
posibilidades comunicativas de Gabriela y le sirvió de apoyo, de voz y de
cuerpo.
Gabriela luchó por la
libertad, por estudiar en centros de estudios normalizados y por acceder a
un nivel máximo en los estudio, pues ingresó a las carreras de sociología y
periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Se sale esta película
de la tónica general, visibilizando a una mujer como persona de interés
social, luchadora por los derechos de los discapacitados, al mismo tiempo
que la presenta como mujer libre. A pesar de su severa discapacidad se hizo
visible en su sociedad, se convirtió a partir de los años ochenta en un
ejemplo de lucha para el movimiento por los derechos de las personas con
discapacidad, publicó libros e hizo guiones para el cine, y el mismo cine
reprodujo su existencia.
Gaby era hija de una
acaudalada familia de europeos judíos, refugiada en México tras la
persecución nazi. Gracias a la ayuda de Florencia, Gabriela accedió a toda
su educación, incluida la universitaria. Su comunicación con los demás la
realizaba con el dedo gordo del pie sobre una máquina de escribir. La
película, rodada en gran medida junto a discapacitados -los actores
principales no lo son- de Cuernavaca (México), es un canto reivindicativo a
la normalización educativa, sexual y social de los discapacitados. A pesar
de la parálisis cerebral que sufre desde su nacimiento, Gabriela Brimmer
revela tener una inteligencia sobresaliente que le permitió normalizar sus
estudios, acceder a la universidad y convertirse en una aclamada poetisa.
«Tenemos derecho a
los programas regulares de educación en todos sus niveles, y sin embargo es
común que se rechace nuestra incorporación a ellos, creyendo equivocadamente
que todos somos sujetos de los programas de Educación Especial, que son
buenos, sí, pero para un determinado tipo de población con discapacidad».
(Brimmer, 2001)
Derecho a no ser
excluido del sistema educativo. El color del paraíso. Irán.
El camino que marcan
las Naciones Unidas y la UNESCO para la educación en el futuro, pasa por la
construcción de la paz, la ciudadanía, el cuidado del medio ambiente, la
lucha contra la pobreza y el hambre, el respeto de los Derechos Humanos, la
diversidad, la no discriminación y la potenciación de los valores que
sustentan la solidaridad. Y todo ello, sin excluir a nadie.
En El color del
paraíso, Rang-e khoda/The color of paradise, una película iraní
realizada en 1999 por Majid Majidi, se narra la vida de Mohammad, un chico
ciego de ocho años de edad que ha aprendido a ver con el tacto y el oído y
que estudia braille en un instituto especial en Teherán. Cuando llegan las
vacaciones de verano regresa a su pueblo natal con su padre, sus dos
hermanas y su abuela. Es un muchacho muy sensible y gran amante de la
naturaleza. A pesar de ser una persona increíblemente adorable, se siente
solo y rechazado, pues su generosidad, su amor sincero y su afán por
aprender contrastan con la vida temerosa y egoísta de su padre, un carbonero
enviudado cuya obsesión por casarse de nuevo y asegurarse a alguien que le
cuide en su ancianidad le llevan a buscar cómo desprenderse de su hijo, al
que considera un estorbo y una maldición de Dios.
El alejamiento de su
padre marca las vacaciones de Mohammad en la preciosa aldea perdida en las
tierras altas del norte de Irán. El niño intenta ganarse a su padre,
mientras disfruta de los parajes naturales y del cariño de sus dos hermanas
y de su abuela, una mujer trabajadora, vitalista y religiosa.
La pedagogía de la
exclusión debe quedar en la historia de la educación como una etapa del
pasado. Hoy no se discute que es necesaria una atención educativa de calidad
para todos, sin excluir niños más difíciles y conflictivos, que no permita
que la marginación mantenga disgregados a personas discapacitadas o de
integración complicada, de etnias o grupos minoritarios o de características
diferentes sea cual sea su situación. Se propone una actitud ética y
política, sin ningún tipo de exclusión, ni por pobreza, ni por familia no
estructurada, ni por religión ni pensamiento, ni por su lengua ni
procedencia, ni por las dificultades de aprendizaje.
Excluir a un ser
humano, no garantizar el derecho a la educación, es negarle su derecho a
desarrollarse plenamente como ser individual y social, aunque este
desarrollo pleno no depende exclusivamente de la educación sino que a ella
deben sumarse un conjunto de políticas públicas y de experiencias de
interacción en los ámbitos familiar, comunitario y social.
El protagonista del
film, Mohammad, dice: «Nadie me quiere ¿sabe? Ni siquiera mi abuela. Todo el
mundo se aleja de mí porque soy ciego. Si pudiera ver podría ir a la escuela
del pueblo con los otros niños. Pero como no puedo ver tengo que ir a la
escuela para niños ciegos en el otro extremo del mundo. Nuestro profesor
dijo que Dios ama a los ciegos porque no pueden ver y yo le dije que si
fuera así no nos habría hecho ciegos, para que pudiéramos verlo a Él. Él me
contestó, Dios no es visible está en todas partes, puedes sentirlo cerca, lo
ves a través de la punta de los dedos. Ahora tiendo las manos por todas
partes buscando a Dios hasta que pueda tocarlo y pueda contarle todos los
secretos de mi corazón». Su condición de ciego le permite una habilidad
especial para escuchar y leer la naturaleza. Así oye hablar a al pájaro
carpintero con su pico, lee con las puntas de su dedos en las piedras del
río y en las espigas.
Unos 40 millones de
los 115 millones de niños que no asisten a la escuela son niños con
discapacidad. La gran mayoría tiene impedimentos moderados que no suelen ser
evidentes a simple vista ni de fácil diagnóstico, e incluyen aquellos con
dificultades de aprendizaje, problemas de dicción, físicos, cognitivos,
sensoriales y emocionales. Es muy común que los niños discapacitados no
hayan asistido nunca a la escuela. Al menos una de cada 10 personas en la
mayoría de los países vive con una limitante física, cognitiva o sensorial
(sordera o ceguera). (ENABLE 1991) y se cree que menos del 5 por ciento
cumple con la meta de la iniciativa «Educación para Todos» en cuanto a
completar la educación primaria. Acercarnos al cumplimiento total de esta
meta requerirá nuevas estrategias para llegar a estos niños. (Peters, 2006)
Derecho a una vida
en sociedad. El enigma de Gaspar Hauser. Alemania.
El hombre es un ser naturalmente social.
El estado social es el estado natural del hombre. En todas las épocas, en
todos los lugares, el hombre aparece siempre viviendo en sociedad. De esta
vida en sociedad resulta la solidaridad o dependencia mutua entre los
miembros que constituyen el grupo social. La solidaridad social determina
las relaciones de los hombres entre sí, es decir, las influencias que
ejercen unos sobre otros. Por el solo hecho de vivir en sociedad, el hombre
goza de las ventajas de la vida social: seguridad, protección, desarrollo
físico, intelectual, moral, etc.; el hombre adquiere derechos, pero también
debe participar en las cargas comunes: él contrae deberes. En sociedad
adquiere las normas de convivencia y las perfecciona (Leyens, 1991).
Gaspar Hauser, fue la
sensación de los medios a principios del siglo XIX. Criado en una cueva
oscura, y sabiendo decir sólo una frase, llegó un día de 1824 a un pequeño
pueblo alemán, convirtiéndose en una curiosidad científica: un humano casi
adulto, unos 16 ó 17 años, sin lenguaje, sin influencias externas, una hoja
de papel en blanco para que la sociedad escribiera con impunidad. Sus
circunstancias y su leyenda se extendieron por toda Europa. Aseguraba que
estuvo encerrado en una pequeña celda oscura la mayor parte de su vida. Su
ropa con restos de seda, había sido buena en alguna ocasión. Sus piernas
estaban casi paralizadas por la falta de movimiento. Los doctores que lo
examinaron informaron que el joven ni era loco ni imbécil, pero que la
separación por la fuerza y con crueldad del contacto con los seres humanos
desde su más tierna infancia le habían influido en su desarrollo.
El muchacho se
transformó en una atracción pública. A las seis semanas hablaba con fluidez
y podía leer y escribir, y al cabo de un tiempo pudo realizar una completa
declaración acerca de sus primeros años de vida. Se supo por él mismo que
siempre estuvo prisionero en un calabozo, desde que tenía tres años,
durmiendo sobre un colchón de paja, sin sonidos y con alimento que alguien
le llevaba mientras dormía. Tiempo antes de su partida, un hombre se
introducía en la celda y le enseñaba a escribir su nombre y las frases que
debía decir cuando lo encontraran.
Hauser siguió
educándose y adquirió conocimientos de filosofía, latín y ciencias. La
creencia popular sostenía que Kaspar era hijo ilegítimo de la casa real de
Baden, apartado y mantenido encerrado a favor de otro heredero. Tampoco se
ha llegado a saber sobre su evolución en sociedad a más largo plazo, pues
falleció cinco años después de ser encontrado, el 17 de diciembre de 1833,
víctima de un asesinato. Al contrario que el niño salvaje Víctor de
l’Aveyron, Gaspar no llegó a estar enteramente aislado. Aunque nunca acertó
a ver la cara de su cuidador sí oyó su voz y recibió una mínima comunicación
y enseñanza.
Se han cumplido 175
años de la muerte de Kaspar Hauser y aún no se ha resuelto en Alemania el
enigma de quien, según creen muchos, fue, desde su mismo nacimiento, víctima
de conspiraciones políticas que lo mantuvieron en mazmorras durante casi
tres lustros y culminaron con aquel asesinato. Los príncipes de Baden se
niegan a abrir el panteón donde descansan los despojos del supuesto heredero
sin nombre con el fin de hacer las pruebas de ADN que solucionarían algunos
enigmas. (El País, 21/12/2008)
El caso de Gaspar
Hauser fue llevado al cine como El enigma de Kaspar Hauser, Jeder
Für Sich Und Gott Gegen Alle, en 1975, por Werner Herzog, que intentó
darle la mayor veracidad al personaje a partir de los datos que constaban
en las actuaciones judiciales a las que dio lugar su caso.
Al eminente jurista
Anselm von Feuerbach, que estudió el caso de Gaspar Hauser y defendió la
teoría del heredero suplantado, confirma que el «hijo adoptivo de Nuremberg»
se convirtió en tema de discusión y debate tanto desde el ángulo filosófico
y psicológico como político y moral. El punto de vista importante, desde un
punto de vista filosófico es el que destaca el «delito contra el alma», que
Feuerbach subraya en su escrito y que constituye una figura delictiva
ausente, y al tiempo nueva, cuyas consecuencias psicopatológicas no pueden
pasarse por alto. El autor echa pronto de menos la mención de un delito
hasta entonces nunca registrado: el que atenta a fondo contra el alma de un
hombre. En el estudio de Feuerbach se constatan dos delitos perpetrados en
la persona de Gaspar, el de detención ilegal y el de abandono. El «delito
contra el alma – según Feuerbach- es separar a un hombre de los otros seres
racionales y de la naturaleza, dificultar su acceso a un destino humano y
privarle de alimentos espirituales. Es el más criminal de los atentados
puesto que va dirigido contra el patrimonio más auténtico del hombre, su
libertad y su vocación espiritual».
En el caso de Gaspar,
Feuerbach defiende que fue la privación de la lenta forja educativa, a causa
de la soledad, el motivo de su retraso evolutivo. Convencido de que el
hombre no nace sino que se hace, se esfuerza en restituir a su pupilo los
bienes espirituales sustraídos durante la infancia, para devolverle íntegro
y desarrollado a la ciudad.
El derecho a la
reinserción. Los chicos del coro. Francia.
En Los chicos del
coro, Les Choristes, realizada en 2004 por Christophe Barratier sobre
hechos reales, se aprecian tres claros temas: La infancia marginada en un
internado, la música y los métodos de enseñanza. La acción trascurre en un
internado/correccional, en 1949, tras la guerra mundial, en una Francia
llena de conflictos sociales y de pobreza, en que muchos niños eran
huérfanos de guerra, y otros de familias de precaria economía. Se presentan
dos antagónicos modos de ver la realidad, y por lo tanto dos visiones de la
enseñanza, que permiten comprobar las ventajas del diálogo educativo sobre
la imposición del castigo. El educador, Mathieu, es un paradigma del
educador que intenta llegar a las personas y desde ahí sacar lo mejor de
ellas mismas. La música se convierte en un medio privilegiado para cambiar a
las personas y transformar el mundo.
«Esto es lo que más
me gusta del cine, y lo que tienen en común mis películas preferidas: ¿cómo
puede contribuir un individuo a mejorar el mundo? Sé que el cine no puede
cambiar las cosas, pero puede despertar las ganas de intentarlo. Me gusta
salir de ver una película con ganas de identificarme con el personaje
principal». Barratier
En 1949, Clément
Mathieu, profesor de música en paro, empieza a trabajar como vigilante en un
internado de reeducación de menores. Especialmente represivo, el sistema de
educación del director Rachin apenas logra mantener la autoridad sobre los
alumnos difíciles. El mismo Mathieu siente una íntima rebeldía ante los
métodos de Rachin y una mezcla de desconcierto y compasión por los chicos.
En sus esfuerzos por acercarse a ellos, descubre que la música atrae
poderosamente el interés de los alumnos y se entrega a la tarea de
familiarizarlos con la magia del canto, al tiempo que va transformando sus
vidas para siempre.
Dice Barratier: «...
el tema de la infancia es el más universal. Proyectarse en el pasado permite
escapar de las contingencias de la actualidad para concentrarse en lo más
universal: el sentimiento de injusticia y de abandono en un niño cuyos
padres están ausentes o han desaparecido, y la rebelión o la inhibición que
genera. Con independencia del origen social de los niños que he elegido para
la película, desde el momento en que se vistieron con la ropa de la época ya
no fueron nada más que niños con los mismos miedos, los mismos deseos y las
mismas penas»
«Situar la película
en esa fecha no es casual. Después de la guerra se constituyeron los famosos
centros de reinserción llamados comúnmente correccionales. En esa misma
época se creó en Francia la Protección Judicial de la Juventud (PJJ), que
confirió a los niños de un estatuto jurídico distinto del de los adultos.
Eran los comienzos de una especie de psiquiatría infantil oficial, con todos
los errores que eso lleva consigo. Por ejemplo, se definían perfiles
psicológicos con una preocupación, que se pretendía loable, de observación;
métodos que evoco en la película y que ahora nos parecen lamentables. El
final de los años cuarenta es una época traumatizada: se acababa de salir de
la guerra y, como en todos los períodos de crisis, los padres tenían otras
prioridades que la educación de los hijos. En ningún momento se nos ocurrió
adaptar la historia a nuestra época: en primer lugar habría que abordar el
universo de las ciudades, de la reinserción, de la integración, de la
delincuencia, y además, hoy Clément Mathieu sería un educador con otras
prioridades: no tendría nada en común con un profesor de música de los años
cincuenta». Barratier
Otros films que
tratan el Derecho a la educación
Son muchos los films que
podrían servir para continuar un análisis sobre el derecho universal a la
educación: En
La espalda
del mundo
(2000), un documental de Javier Corcuera, un grupo de niños se levantan a
las cuatro de la mañana
para trabajar en las canteras cercanas a la capital limeña y así aportar
algo más, poco, a la economía familiar. Niños que no van a la escuela pero
que piensan como adultos. En la película
En el mundo a cada
rato, realizada
por la productora «Tus ojos» en colaboración con UNICEF, como una
contribución del cine a la protección de los derechos de la infancia en el
mundo se cuentan cinco historias de niños que abordan las cinco prioridades
de UNICEF, la educación de las niñas, el desarrollo integrado en la primera
infancia, la inmunización, la lucha contra el VIH/SIDA y la protección
contra la violencia, la explotación, y la discriminación: El secreto
mejor guardado, dirigido por Patricia Ferreira y rodado en la India.
La vida efímera, dirigido por Pere Joan Ventura y rodado en Guinea
Ecuatorial, Las siete alcantarillas, dirigido por Chus Gutiérrez y
rodado en Argentina, Hijas de Belén, dirigido por Javier Corcuera y
rodado en Perú y Binta y la gran idea, nominado al oscar al mejor
documental, dirigido por Javier Fesser y rodado en Senegal, en el que se
aborda el derecho de las niñas a la educación.
En
Ni uno
menos (Yi ge dou bun eng shou/Not one less), realizada en China en
1999 por Zhang Yimou, se narra
la historia de una
niña de trece años que se ve obligada a sustituir durante un mes a su
maestro, por orden del alcalde, en un pequeño y aislado pueblo de las
montañas. El profesor le deja un trozo de tiza para cada día y la promesa de
que le dará 10 yuan si ningún estudiante ha abandonado la escuela a su
regreso. Sin embargo el revoltoso Zhang Huike abandona la clase para ir a la
ciudad en busca de trabajo y la abnegada Minzhi se conjurará para traerlo de
vuelta.
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