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«Las cosas que están hechas solo para niños
generalmente son un desastre. Las cosas hechas para niños tienen que tener
un montón de valores, ya sean plásticos, narrativos, artísticos que también
tienen que significar algo para los adultos porque si no es como que uno las
recorta para hacerlas fáciles. Lo que sí creo es que uno tiene que pensar
con quién está dialogando, sí hay que pensar en cierto manejo del lenguaje
de tal manera que la comprensión sea lo más amplia posible.»
Alfredo Soderguit, uruguayo,
director de «Anina»
De niño fui mucho al cine, una afición de mis padres
que me trasmitieron. Vi cine, me metí en los entresijos del cine siempre que
pude, como curioso, como extra, me colé en rodajes ayudando a llevar los
cables, aguanté horas viendo repetir en Logroño, Toledo, París… o dónde me
encontrara, cómo se repetía decenas de veces una escena. Filmé con 16 mm,
monté películas, hice películas con niños, con mis hijos, ya con super-8 y
video, y con alumnos… Al igual que en el lenguaje oral y escrito se comienza
oyendo y hablando, el lenguaje cinematográfico debiéramos aprenderlo y
utilizarlo de la misma forma, viendo, y haciendo.
La motivación hacia el cine se genera fundamentalmente
viendo cine. Algunos puristas, los he conocido, intentan hacer entrar a
niños y adolescentes por lo que ellos llaman «buen cine» y he oído a alguno
de estos expertos decir públicamente que para ver cine hay que saber
gramática audiovisual. Para mí, y también he rebatido públicamente las
anteriores afirmaciones, es un craso error. Si aplicamos al aprendizaje del
cine los principios fundamentales de la didáctica, debiéramos tener en
cuenta que:
Todo se aprende desde el principio. Desde que el niño
nace, ya en la familia, es conveniente que esté cerca del cine, ya sea en la
tele o asistiendo a salas cinematográficas con sus padres. De la misma forma
es importante que los niños estén cerca de los libros, del lenguaje, del
comic, de la música…
Hay que comenzar viendo películas entretenidas, en
cada edad las correspondientes. Lo lúdico y festivo es diferente en cada
edad, cultura y condición. Los más pequeños encajan mejor los dibujos
animados. Hay cine animado, largometrajes y cortometrajes que poseen los
ingredientes necesarios en dinamismo, color, música, cambio de acción y de
estímulos suficientes para atraer también a los más pequeños.
De lo fácil a lo difícil
Como en todo proceso de aprendizaje, se accede mejor
al conocimiento yendo de lo conocido a lo desconocido. Las aventuras y la
fantasía están más cerca del niño.
Si queremos que a una persona le guste el cine, o la
lectura, no le pongamos a ver a Antonioni ni a leer a Dostoievski de
entrada. Ir de lo fácil a lo difícil. Acordémonos de lo que nos gustaba
cuando éramos pequeños y lo que nos aburría lo que les gustaba a nuestros
mayores. No es conveniente comenzar por películas plúmbeas antiguas para
enseñar los inicios del cine. Hay películas muy entrañables y divertidas por
las que los niños y los adolescentes entran muy bien. Chaplin, por ejemplo.
La primera película que recuerdo haber visto en mi vida, fue en Sevilla, yo
tenía unos tres años, «Garbancito de la Mancha», una película animada
realizada por el franquismo para ensalzar sus valores heroicos. Pero a mí me
hizo mella, un héroe, una cabra, un ogro malvado… Muchos años después la
conseguí e investigué sobre ella, y descubrí que a pesar de estar dirigida
por un falangista, quienes dibujaron y colorearon eran personas (un
matrimonio) represaliadas por el franquismo y en la cárcel en aquellos
momentos por sus ideas republicanas… y cuando lo publiqué en mi Web, sus
hijos se pusieron en contacto conmigo, y les pude proporcionar la películas
que ellos no tenían… El cine hace esos milagros… si queremos entrar en él y
en sus entresijos.
En estos últimos tiempos he puesto a mis nietos, de 3
y 7 años, películas de Chaplin, se han emocionado con «El Chico», de 1921 y
han hecho muchas preguntas y comentarios, y se han identificado, en «El
globo rojo», 1956, de Albert Lamorisse, con el globo y con algunas
situaciones de la película. Les he puesto en situación también con películas
realizadas por niños, en los talleres de La Matatena, SC., con plastilina...
y me los han hecho poner varias veces, y también hemos comentado sus
argumentos y las técnicas utilizadas.
Experiencias, afectos,
motivaciones
Como todo aprendizaje, necesita de experiencias, de
afectos, de motivaciones, de reiteración de hechos, de personas que
contagien el entusiasmo... de productos de calidad, entretenidos, lúdicos.
Al cine se entra, como en todo lo que es cultural, de manera
fundamentalmente inconsciente. El aprendizaje del cine, como todo proceso de
enseñanza, necesita de esquemas de comportamiento en los que prime lo que
para el que aprende contenga sentido, diversión y serenidad para aprenderlo.
Cuando iniciábamos el Grupo Comunicar dábamos
fundamental importancia a la prensa y poco después a la televisión. Nos
costó integrar el cine, fundamentalmente por la dificultad de hacerlo entrar
en las aulas y la imposibilidad, en ocasiones, de llevar a los alumnos al
cine. Pero entró el cine, con fuerza, con logros, más aún cuando fuimos
incorporando tecnologías que nos permitían hablar de cine viendo cine y de
hacer filmaciones, con super-8 primero, más tarde con video. Ahora es tan
fácil filmar, con los móviles/celulares, con cámaras digitales accesibles y
de muy buena definición técnica.
Espectáculo y diversión
El cine, que nació como espectáculo y diversión, debe
seguir siendo espectáculo y diversión. Su nacimiento supuso la utilización
de diversos descubrimientos tecnológicos de la época. Hoy, con otras
tecnologías, podemos seguir haciendo cine y es muy fácil acercarlo a la
familia o a la escuela. El cine es, al mismo tiempo, un verdadero arte desde
sus comienzos, más aún ahora debemos utilizarlo como vehículo de expresión
artística. El cine, también desde su inicio es documento de la vida de la
época. Estas tres características, la documental, la artística y la festiva
las ha conservado el cine en el tiempo y en la ilusión de todos los que se
implican en su mundo, los que lo fabrican y los espectadores.
Para quienes comienzan a hacer cine, sean niños,
adolescentes o adultos, la tecnología y el arte cinematográfico les subyuga
desde el comienzo, pues la magia del cine no está solamente en verlo en las
pantallas, sino en producirlo, crearlo, expresarse mediante sus mensajes,
trucos e imágenes.
La entrada en el mundo del
cine
Es muy importante iniciar a los niños en el mundo del
cine. Entrar en ese mundo abre a las personas un universo apasionante,
entretiene, hace pensar, nos trae reflexiones y problemas sobre los cuales
sería muy complicado introducirse. La mayoría de las personas tiene un
contacto con el cine, limitado a la asistencia esporádica a salas
comerciales, a ver la película de actualidad en compañía de sus grupos de
amistades. Los niños pequeños lo ven fundamentalmente en televisión, y ya
adolescentes, en grupo, preparados para consumir durante la función un
soberano paquete de palomitas de maíz.
Ver una película, sin embargo, aunque inicia en la
persona un procedimiento, un proceso de implicación, no debe quedar en la
simple visión de la película.
Y es que el mundo del cine es al mismo tiempo
industria y arte, espectáculo y pensamiento. El cine será un punto de
partida, como el de ‘Alicia en el País de las Maravillas’, el ingreso en el
fascinante mundo que se le abre.
El cine y las nuevas
tecnologías
Las nuevas tecnologías permiten nuevas formas, modos y
lugares para ver cine. No nos cerremos nunca a nada. Antes decíamos: una
película hay que verla en el cine. En un lugar preparado para ello. Qué
mejor que el ambiente, la sala oscura, la necesidad de salir de casa
especialmente para la ocasión, dejar la televisión... El hecho positivo de
decidir ir al cine ya es importante en sí, la calidad de la imagen, la
pantalla grande, el magnetismo de la pared blanca, el sentirse inmerso en
los acontecimientos que se suceden en la película... La magia de la sala
comercial, la oscuridad el adentrarse en los ambientes y los nuevos sonidos
que te sumergen en el ambiente.
Sin embargo, con fines educativos y didácticos es
conveniente sacar las películas de su contexto, el de las salas de cine, y
entroncarlas en un nuevo contexto de análisis. Eso no quiere decir que se
vean con baja calidad. Hoy, los proyectores digitales, están a nuestro
alcance, y una gran pared blanca es una buena pantalla, cuidemos el sonido y
estaremos como en una sala de cine.
Hay mucho cine en oferta que se puede ver, o grabar de
la televisión, lo que permite ver películas antiguas, que están fuera de los
circuitos comerciales, descatalogadas, en sistemas digitales que permiten
volver a ver una secuencia cuantas veces se quiera… volver atrás, analizar,
aprender, congelar imágenes con toda perfección, ampliar, guardar en el
ordenador fácilmente, elegir idioma...
Antes veíamos una película y guardábamos la magia del
recuerdo durante años, una escena, una batalla, un beso... fuera de contexto
quedaba en nuestro subconsciente mezclado con millones de experiencias
placenteras, afectivas, duraderas, agradables o terribles...
Muchos de los cinéfilos guardamos esos recuerdos,
leemos sobre cine pero muchas veces no tenemos la imagen, no la conocemos...
Estuve años hablando de una película inefable, mítica, histórica,
documental, grandiosa, «Nanuk el esquimal» que logré verla en vídeo muchos
años después. Hoy la puedo poner mil veces, entresacar secuencias, analizar
la fotografía, realizar estudios sobre cómo pudo filmarse. Lo que hay
escrito sobre ese film ayuda además a conocer lo que hay detrás y permite
focalizar el análisis en algunos aspectos que, si no fuera por verse en
sistema digital, difícil sería descubrir.
La vida humana, el cine, y
el principio de la investigación en las aulas
La imagen en movimiento, sus mensajes, sus ideas
técnicas y sus contenidos son elementos de indiscutible valor y de
indispensable estudio en las aulas. Es una de las estrategias
interdisciplinares por excelencia, vía para lograr la transversalidad, y al
mismo tiempo base y fundamento de análisis y estudio de cualquiera de las
áreas de un programa de trabajo. El cine refleja la totalidad, pues su
fundamento es contar dramas humanos con tecnologías y lenguajes diversos a
los tradicionales. El cine, como comenta MacLuhan en «El aula sin muros»,
complementa conocimientos, integra ideas y lenguajes. El cine puede hacer
comprender mejor una obra de teatro, un drama escrito, y al mismo tiempo
puede incitar a leer la obra literaria que ha servido de base al film.
En el cine lo poseemos todo: el espectáculo, la
aventura, el arte y el razonamiento. Tenemos dónde elegir, pero hay que
entrar en él con seriedad, con investigación y con esfuerzo, ya que aporta a
la cultura unas formas de comunicación y de lenguaje que de otra manera y
por otros caminos sería imposible conocer y aplicar en las aulas. El cine
nos introduce tanto en la pequeñez de los elementos, convirtiéndolos en
importantes como en los inconmensurables espacios transformándolos en
accesibles y entrañables. El cine permite conocer filosofías, pensamientos,
historias, lugares, modos de vida y costumbres.
Hacer cine
Esta actividad puede estimarse como la más
gratificante, ya que se aprende haciendo. Elaborar una película de cine
lleva consigo un complejo proceso de investigación por parte de niños y
adultos, que se inicia con la búsqueda de ideas, elaboraciones de guiones,
primero literarios –originales o adaptados– y después técnicos, con las
anotaciones correspondientes, para sincronizar los textos con las imágenes.
Planificar secuencias, ensayar diálogos y representaciones con los actores,
rodar con las cámaras, montar los planos y sonorizar con textos y músicas el
montaje, son otras de las fases que constituyen la puesta en marcha del cine
creativo en el aula. Trabajar en equipo, una característica imprescindible
de aprender desde chicos, pues es la clave de la socialización y de la
futura vida laboral.
Es posible hacerlo con fotogramas dibujados por los
alumnos a través de tiras de papel o películas cinematográficas. En este
caso, la imagen se crea, se toca, se manipula y realiza el montaje
artesanalmente, y lo que es más importante, descubriendo la magia del cine y
sus mecanismos de información y manipulación.
El cine de animación, contempla posibilidades
riquísimas cuando se hace filmando fotograma a fotograma recortes, dibujos o
figuras de plastilina, que al verse recrean el movimiento. Este tipo de
películas son muy poco costosas de hacer, se adaptan a todos los temas, y no
es necesario tener idea de dibujo para su realización. La base está en las
dosis de creatividad de quienes participan, niños y adultos, y quienes
dirigen y coordinan la actividad.
Actualmente, este tipo de cine se utiliza en gran
medida para realizar cine didáctico, por la gran cantidad de posibilidades
que aporta a la animación de textos, dibujos, objetos inanimados,
herramientas, etc.
En primer lugar hay que pensar el cuento, secuencia o
imagen que se quiere animar y después es conveniente hacer el story board
(esquema de la historia dibujado). Se puede hacer en una sola hoja,
dibujando en varios cuadrados, los cuadros principales de la película de
dibujos animados con el fin de tener una idea que ayude al dibujo final, o
en un cuadro mural, en papel, corcho o pizarra.
Trucos y efectos
especiales del cine
Los efectos especiales pueden hacerse de muchas
formas. En el cine antiguo se las ingeniaban con creatividad y muy pocos
medios para trucarlo todo. Es clásica aquella escena en que Charles Chaplin
hacía una pared con ladrillos que le tiraban desde el piso de abajo y que él
recogía. La escena estaba filmada al revés, es decir, él era el que tiraba
los ladrillos. Esto se puede realizar con imaginación, por ejemplo el que
sale de una piscina dando un salto y totalmente seco. Filmar al revés y
volver a copiar.
Apariciones y desapariciones de personas u objetos,
aparatos que se mueven solos, etc., se puede lograr con toda facilidad
mediante montaje, o simplemente con cortes en la misma filmación.
Sin embargo la nueva tecnología digital permite ya
emplear otros trucos o efectos propios de la digitalización. Stop-motion,
pixilación, superposiciones, efectos digitales… están ya al alcance. Hay
programas especiales para que en el ordenador se puedan realizar ya todas
las operaciones necesarias, fundidos, encadenados, cortinillas, cambiar toda
la gama de colores, mezclado de imágenes, etc. Recomendamos no obstante
utilizar la propia creatividad para generar trucos y todo tipo de efectos.
Trabajar con una película
La utilización de una película debe plantearse en
cualquiera de los niveles de edad o situación, desde los conocimientos
previos de quien la analiza, considerando una serie de objetivos,
delimitando y seleccionando los contenidos, partiendo de alguno de los
centros de interés programados y teniendo en cuenta las líneas trasversales.
Quien se responsabiliza del análisis debe considerar antes de decidir qué
película utilizar:
El argumento, que es el hilo conductor de la filmación
y se apoya en un guión. Es decir, debe comprobar que éste tiene que ver con
el drama humano o el contenido que se quiere trasmitir.
La ficha técnica, ya que ésta incluye la información
técnica y los recursos humanos, equipo técnico e intérpretes, que han
participado en la realización, y ello es fundamental para poder iniciar el
propio conocimiento del medio que se va a utilizar.
La imagen, que ha de estar siempre relacionada con el
tema y presenta riqueza de formas, lenguajes, estilos, movimientos,
animación, creando tiempos remotos, presentes y futuros, situaciones y
lugares. Su conocimiento permitirá que el trabajo se guíe de manera más
competente.
El contenido, que es el desarrollo del argumento
incidiendo en lo más significativo, a lo que se da sentido mediante el
lenguaje, la imagen, el color, la música, etc. El conocimiento de los
contenidos de la película facilitará el trabajo con la misma y su
optimización.
Música y sonidos, que muestran la armonía de un
conjunto de estímulos sensoriales y auditivos, explica o acompaña a la
imagen y al contenido de las secuencias. La banda sonora nos permite
sintonizar los diferentes elementos y armonizar los aprendizajes.
Perspectiva curricular
Algunas reflexiones que deben hacerse cuando se
elabora un material para trabajar con cine desde una perspectiva curricular
pueden ser:
Al proyectar una película, es importante que los niños
sean conscientes de su carácter ficticio. La televisión y el cine, así como
otros medios audiovisuales, encarnan una doble realidad, ambigua, imaginaria
y real al mismo tiempo. El niño debe ser capaz de descubrir e interpretar
los datos visuales.
Para el niño, la historia creada se asimila con la
historia real y la coexistencia del pasado y de la actualidad refuerza la
confusión entre la ficción y la realidad y repercute sobre la percepción del
pasado. Para evitar estas confusiones hay que situar al niño en el tiempo
con respecto al tema y al audiovisual. Una reconstrucción de un hecho por
fiel que sea no deja de ser un sustituto elaborado posteriormente.
En el cine todo es ficción, por muy realista que sea.
Todo en el cine hay que construirlo: se inventa, planifica y prepara. Para
rodarlo se fingen multitud de situaciones, se utilizan infinidad de recursos
económicos, artísticos, humanos y técnicos. Finalmente se monta, se le
aplica la música y los sonidos y se distribuye. Aunque lo escrito sea una
simple y resumida narración de cómo se fabrica una película, es para señalar
que como toda obra de arte necesita de signos de transmisión especiales de
lenguaje. Al igual que cuando se escribe una novela o se pinta un cuadro,
cuando se monta una obra de teatro o una ópera... Se parte de una idea, de
un libreto, de partituras... y se lleva a la práctica mediante técnicas muy
complejas, diferentes y, al mismo tiempo, similares, en cada expresión
artística.
El cine como lenguaje
Es imprescindible trabajar con el lenguaje específico
del cine. Es conveniente utilizar estrategias que se centran en el uso del
cine como lenguaje, es decir, en el análisis de su técnica, de su código,
para conseguir una adecuada interpretación de sus mensajes.
En el lenguaje cinematográfico también ha prevalecido
el ojo humano, y la vista como sentido imprescindible, aportando al mundo la
sensación de la sola imagen, aunque en movimiento, cuando en el cine hay
música y sonidos, ambiente, sentimientos, historia... Un elemento gramatical
imprescindible en el lenguaje cinematográfico es el plano detalle (invento
comunicativo por excelencia), un primerísimo plano que en el rostro se
centra en los ojos, más bien en la mirada, de la que capta sus matices,
presentando al ojo humano en pantalla grande, tan grande como los velámenes
de las naves griegas.
Un ojo que se me quedó clavado de por vida es el ojo
sin vida de Janet Leigh en la película «Psicosis», Hitchcock, 1960. Un plano
detalle que se mantiene durante bastantes segundos para, en un alarde de
perfección lingüística fundirse con el agua que sale por el desagüe de la
bañera fundida a la sangre de ella. La vida se retira de los ojos de la
protagonista al mismo tiempo que la sangre corre hacia la oscuridad del
agujero.
El montaje, fundamental en el lenguaje cinematográfico
es el que organiza lo que se ha filmado y lo hace didáctico, dinámico o
lento, interesante o aburrido. Es conveniente realizarlo entre todos,
dividiendo el trabajo. La confección de letreros, sonorización, trucos y
efectos especiales relacionados con el tiempo: paso a paso, congelación de
imagen, velocidad rápida, ralentización, etc., se hacen en la fase de
montaje.
Dificultades y virtualidades del
aprendizaje
Para algunos alumnos y profesores, conocedores del
trabajo de filmación y montaje, y por lo tanto familiarizados con la
manipulación de imágenes el trabajo suele ser fácil. En el caso de alumnos
con pocos conocimientos de imagen filmada, se generan los problemas
previstos por su falta de sentido del tiempo fílmico. El novato suele tener
prisa por obtener resultados, agilizando la filmación sin tener en cuenta
que todos los planos deben ser filmados con la misma importancia y
dedicación para no encontrarse con problemas en el momento del montaje.
Algunas secuencias hay que rodarlas desde diferentes ángulos, con el fin de
entremezclarlas posteriormente y descartar las que no se consideran válidas.
Las primeras filmaciones, evaluadas inmediatamente,
sirven para comparar la relación entre tiempo de filmación y el mismo tiempo
en el resultado final obtenido (tiempo fílmico). Posteriormente, deben
analizarse los resultados, sugiriendo cambios en la forma de filmar, de
estructurar las secuencias, de organizar mejor el trabajo de filmación en
relación con el guión, etc.
La motivación inicial favorece en general el
aprendizaje. Las dificultades relativas a la inexperiencia se superan con
las primeras acciones. Una filmación es siempre un desafío interesante en el
que confluyen multitud de personas, técnicas y elementos de toda índole que
deben dar un único resultado unitario.
Por lo demás una filmación es una variada y arriesgada
aventura en la que hay que hacer un poco de todo: actuar, salir al campo,
trabajar en interiores, relacionarse con técnicos y tecnologías, buscar
contactos personales, planificar y evaluar consecuencias y comprometerse con
la producción de un resultado que va a juzgar un número elevado de personas.
La gran aventura de hacer cine
La trastienda del cine se aprende haciendo cine. En
ella se reproduce la verdadera técnica cinematográfica y se puede
reconstruir en las aulas. Es necesario aprender lo que hay tras una
secuencia aparentemente fácil. Varias veces he ido con chicos y chicas a
filmar películas. Un saco de disfraces y utensilios -sin olvidar la salsa de
tomate para las sangres-, una idea más o menos guionizada, y echarse al
monte es suficiente para hacer la prueba. Una duna da el pego, tanto como
arena de playa como para desierto del Sahara; un arbusto, según el punto de
mira de la cámara puede parecer un altísimo árbol, un matojillo o una selva
impenetrable; en pequeñas alturas en una rambla se pueden simular
ascensiones por cordilleras inaccesibles. Es la magia del cine.
Lo difícil es hacer captar a los «novatos» la
diferencia entre tiempo de filmación, tiempo real y tiempo fílmico. Para
lograrlo hay que hacer pruebas. Sin miedo. Sugiero hacer esos experimentos.
En cierta ocasión filmábamos una especie de película de aventuras en las que
los malvados traficantes de drogas en una escena final eran acorralados por
las fuerzas del bien y acribillados tras un combate apocalíptico. El guión
estaba claro, las instrucciones aparentemente, también. Cuando sonaron los
primeros disparos, todo el que debía morir, murió. Lo malo fue que todos
murieron a un tiempo: es decir, no se respetó el tiempo de filmación. Se
hizo a tiempo real. Lo que se produjo fue un montón de cadáveres sin ton no
son mientras la cámara filmaba solamente el plano del difunto al que debía
filmar. Hubo que repetir paso a paso cada plano, cada escena, cada detalle,
cada fallecimiento violento, pero ya con instrucciones más claras para
entender qué es un tiempo de filmación. Alguno tuvo que repetir la escena
varias veces hasta que «murió» a gusto del director. Cuentan que la
secuencia de la ducha de «Psicosis» (1960), de Hitchcock, un minuto en
tiempo cinematográfico, se tardó en rodar más de una semana de tiempo de
filmación. Y Anthony Perkins ni siquiera estuvo allí. A Charles Chaplin le
desertaban los técnicos, los actores y hasta los productores por lo
minucioso que era para rodar una secuencia. Una semana le llevó hacer el
encuentro entre el vagabundo y la ciega en «Luces de la ciudad».
Al principio de la era del sonoro se perfilaron tres
formas de abordar la creación cinematográfica. La primera de ellas se basó
en el montaje, método que consiste en rodar y después juntar los fotogramas.
La segunda da prioridad a la puesta en escena, con secuencias narrativas más
largas. La tercera fue el documental, un aproximación más real a la vida
cotidiana, sin actores ni artificios. La historia del cine es el modo en el
que los directores han combinado estas tres vías para expresar su concepción
personal del mundo. Este mundo se puede representar en las aulas.
Rodábamos con profesores un mensaje didáctico sobre los riesgos que produce
fumar. Un cigarro encendido -hasta que se apagó- fue la pauta de rodaje en
tiempo de filmación. Figuras de plastilina que representaban las estaciones
del año eran los actores. Se filmó a ritmo vertiginoso para aprovechar la
ceniza vertical del cigarrillo. La caída de la ceniza coincidió con una
figura de muñeco de nieve, el invierno, que pasaba por segunda vez, como
todas las estaciones, mientras sonaba el tictac del reloj de la vida y un
texto escrito informaba sobre la ventaja de vivir sin fumar. Los entresijos,
la trastienda, la magia del cine en un escenario reducido de cartulina, un
cigarro, unas ingeniosas figuras de plastilina y un guión lleno de
creatividad dieron la magia a un mensaje en ritmo de spot publicitario. La
filmación duró lo que la ceniza del cigarro. El tiempo cinematográfico de la
secuencia, veinte segundos. La representación de tiempo real, varios años:
la cantidad de veces que pasaron las estaciones ante los ojos del
espectador. |