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En todo planteamiento que se realice
desde el presente para mejorar la vida del planeta, está la solidaridad
como punto de inicio y como valor de referencia. Las nuevas tecnologías,
tan denostadas a veces como provocadoras de todos los males, incluido el
de la globalización económica opresora, pueden ser al mismo tiempo, si
duda, vehículos de globalización solidaria y responsable, red
aglutinadora de pensamientos y soluciones e indiscutible vía de
transmisión de la creatividad.
Los comienzos del siglo XXI vienen
marcados por una trasformación social intensa, con gran incidencia en
los sistemas educativos. Por una parte se ha aumentado la longevidad que
causa la evolución demográfica, lo que requiere una disponibilidad
permanente de las personas hacia su formación, y exige una educación
durante toda la vida. Por otra parte, las innovaciones tecnológicas dan
lugar a nuevas series de conocimientos, a la exigencia de estar al día,
al mismo tiempo que cambian los hábitos de consumo y los estilos de
vida, las relaciones con el medioambiente y las actividades
industriales, que haciendo desaparecer los trabajos rutinarios y
repetitivos, convierten el trabajo en algo mucho más cargado de tareas
inteligentes que requieren iniciativa y adaptación.
Ante la inseguridad que proporcionan
los cambios tecnológicos, la vertiginosidad de la sociedad de la
información, la exigencia de estar al día y el desasosiego que surge de
la incapacidad de dar y tener todas las respuestas, en infinidad de
ocasiones nos cerramos en el círculo del no hacer nada, de pensar que
nada es posible, de culpar a la sociedad, a los medios tecnológicos, a
los jóvenes, a las multinacionales o a la globalización del planeta, de
todos los males que nos aquejan. Sin embargo, la especie humana, y por
lo tanto cada uno de sus individuos, tiene la responsabilidad de su
propio futuro, necesitando un esfuerzo creativo y diversificado por
parte de la sociedad y de los individuos.
En el Libro blanco sobre la
educación y la formación, de la Comisión de las Comunidades Europeas
(Bruselas, 1995), se explica el reto que se plantea a la sociedad de la
información, preguntándose si, más allá de las nuevas técnicas de
conocimientos que ofrece, el contenido educativo que promueve será para
el individuo un factor de enriquecimiento o, por el contrario, de
empobrecimiento cultural, con el riesgo de lograr una cultura «de poca
calidad» en la que el individuo pierda todos sus referentes históricos,
geográficos, culturales.
1.
Tecnología o mente humana solidaria
Desvalorizamos el alcance integral
de la creatividad, la verdadera relación entre la especie humana y la
globalidad, cuando aplicamos exclusivamente su actuación al mundo de la
empresa, al de la publicidad, a la búsqueda de nuevos mercados o a la
competitividad económica y mercantil. Uno de los mecanismos de defensa
más comunes, para salvar el desconocimiento y nuestra falta de
implicación hacia el desarrollo de la facultad de tomar decisiones
creativas es el de adjudicar la experiencia creativa solamente a los
artesanos de las llamadas «bellas artes», la poesía o la pintura
(Martínez-Salanova, 2001), mientras el resto de los técnicos y
profesionales evitan otorgarse la responsabilidad personal
correspondiente, ya que crear exige dedicación y esfuerzo. La
creatividad no es patrimonio de los «artistas» sino que imbuye a todas
las personas y a todos los elementos cognoscitivos de los individuos.
2.
Reflexiones y temores
Hay una conciencia generalizada
entre padres y educadores de que los nuevos medios informáticos y
cibernéticos no facilitan la creatividad, incluso que la impiden o
deterioran. ¿Son los niños ahora menos creativos porque ven más la
televisión?, ¿somos menos creativos los adultos porque leemos menos?
Recientes estudios demuestran que muchas personas se van pasando
gradualmente del televisor a Internet, ya que mientras la primera no
exige mayor atención, pudiéndose hacer varias cosas a la vez o
mantenerla como ruido de fondo, a Internet hay que dedicarle la atención
y el tiempo individualmente.
Por otra parte, mientras que el uso
de otros aparatos depende de economías familiares, todo lo referente al
mundo digital se considera de primera necesidad. Existen ordenadores en
red por todas partes y, si bien el poder adquisitivo impide en algunos
países el acceso familiar y personal al ordenador, no es menos cierto
que la habilidad de los negociantes y las necesidades de sectores
carenciales han hecho proliferar en los países menos favorecidos los
lugares de encuentro en los que el ordenador, Internet, está al alcance
de todos, con tecnologías más actualizadas y de mejor calidad que las
que individualmente se pueden tener masivamente en países desarrollados.
Por otra parte, está el clamor
contrario al uso de la tecnología, como si fuera la raíz de todos los
males, o la búsqueda o encuentro de filosofías que intentan explicar el
inmenso impacto conectivo de las redes.
Otro de los temores es que Internet
se ha convertido en un fenómeno absorbente que transforma a parte de sus
usuarios en seres aislados de la familia y de los amigos, que prefieren
la realidad virtual a la calle, reduciendo la participación en la
sociedad más de lo que antes hizo la televisión. La familia no considera
el ordenador, ni el acceso a las redes como un instrumento de trabajo o
de relaciones, sino solamente como esparcimiento y diversión. En el
ámbito escolar, en nuestro país, es muy escasa la utilización que se
hace de los ordenadores, limitando su usanza a algunos programas, que en
muchas ocasiones solamente sirven para facilitar la burocracia de los
profesores. Es lamentable que no se haya iniciado una reflexión pública
sobre los beneficios o perjuicios que el ordenador puede aportar u
ocasionar.
3. Un hecho
incuestionable: las nuevas tecnologías están aquí
Hay, sin embargo, un hecho
incuestionable: el ordenador ha venido para quedarse y forma ya parte de
nuestro hábitat, de nuestra cultura, de nuestro hogar y de nuestra
familia. Las posibilidades tecnológicas aumentan infinitamente los
espacios de almacenamiento de la memoria individual y colectiva de la
Humanidad, facilitan la organización de las ideas y memoria, hacen
vertiginosa la búsqueda de la información, relacionan los datos y
documentos en tiempos cada vez más cortos y operan con millones de
informaciones en tiempos vertiginosos. ¡Qué no hubieran inventado Newton
o Einstein en la edad de la cibernética!
4. El reto
de la mente global
Las teorías cognitivas aportan a la
Humanidad conceptos y reflexiones que obligan a desarrollar
profundamente comportamientos nuevos de cara a la resolución de
problemas humanos. Uno, importante, definitivo, es el concepto de
proceso integrador de la mente humana, su relación con el entorno y el
estudio de los códigos que permiten a cada individuo aprender, almacenar
información, recuperarla, transferirla a situaciones complejas y crear
nuevas situaciones del pensamiento. La cantidad de información y su
almacenamiento significativo provocan la recuperación más fácil de la
información y permiten realizar procesos completos que integran la misma
mente humana y el entorno, haciendo posible la creatividad.
A la conexión total de experiencias
e ideas, Levy (1994) las denomina «inteligencia colectiva» y Kerckhove
(1997) «inteligencias en conexión», porque establecen, facilitado por
las comunicaciones en red, un proceso doble, que suma o acumula las
experiencias y memorias de la gente en una especie de cerebro mundial,
global, al que por otra parte cada cerebro individual se acomoda, se
integra en sí mismo (Martínez-Salanova 2001) se reacondiciona y
reorganiza tomando las pautas de este nuevo sistema.
La memoria digital, por llamar de
alguna forma a la que nos procura la informatización de los
conocimientos proporciona mayores posibilidades creativas, ya que
existen mayores medios para establecer sinapsis, conexiones no solamente
entre las neuronas de un mismo individuo, sino con las incalculables
informaciones que cada individuo puede almacenar en su memoria propia,
en la memoria de su ordenador o las que puede buscar por la red. Si a
esto se añaden las posibilidades interpersonales de relación –la
creatividad organizada de que hablaremos más tarde– de transferencia de
información entre otros individuos que piensan y crean, que a su vez
están utilizando incontables memorias y relaciones por toda la Red,
aumentamos las relaciones creativas hasta límites insospechados. Si a la
memoria de nuestro cerebro, la liberamos mediante sistemas informáticos,
es decir, confiamos al ordenador el almacenamiento de la incalculable
memoria, la rapidez de acceso a la información, la velocidad con las que
realiza las conexiones, hace operaciones y trasmite los resultados,
podremos aumentar nuestras capacidades personales convirtiendo al
ordenador en un instrumento más de nuestro cerebro y aumentando por
tanto nuestras posibilidades creativas. Internet consigue para el género
humano una mayor independencia mental (Kerckhove, 1999), al convertirse
en una extensión de sus capacidades físicas y proyectar más allá de la
mente las rutinas y hábitos mentales que se han desarrollado aprendiendo
a leer y escribir y delegando parcelas de trabajo a las máquinas.
5. El reto
de la tecnificación
La sociedad debe alejar los temores
que le acosan sobre una posible injerencia y dominio de la tecnificación
y apoyarse en situaciones de cambio, creativas. Internet, y las redes
que de ellas dependen, democratizan la información; abren mundos a los
que antes era imposible acceder.
La solución de los grandes problemas
del mundo necesita no solamente de la intención de los que dominan los
recursos sino de grandes dosis de creatividad –romper infinidad de
círculos viciosos– para equilibrar la efervescencia económica y social,
suprimir las grandes bolsas de pobreza, repartir solidariamente los
recursos, defender el planeta de las agresiones medioambientales, luchar
por ampliar el espacio de los derechos humanos, ganar la batalla contra
muchas enfermedades y conseguir la solución de otros muchos problemas
que desafían la estabilidad de las relaciones y abocan a la especie
humana a un futuro desesperanzador y lleno de negativos augurios. En un
sistema familiar o educativo es necesario romper círculos viciosos
mejorando los vínculos entre profesores y alumnos, eliminando los
estereotipos de las sociedades localistas, evitando las actitudes y
relaciones xenófobas, optimizando en fin las conexiones entre personas
tanto cercanas como lejanas, adquiriendo conciencia global de que la
toma de decisiones vitales y creativas puede estar más cerca gracias a
las conexiones múltiples entre los miembros del planeta.
6. El
dilema de la cultura tecnológica: creatividad y tecnología. Riqueza
cultural
La especie humana avanza gracias a
los adelantos tecnológicos (Carbonell, 2002), que integran a toda la
especie en el mismo contexto, en un proceso que sigue en marcha y que
nos humaniza (nos convierte cada día más en especie humana).
Con Internet (Castells, 1998) se
rompe la idea de una educación basada en la «transmisión de paquetes de
conocimientos acumulados», ya que la información aumenta de forma
exponencial, para convertirse en cómo ser capaz de acceder a la Red,
cómo obtener de ella el máximo provecho y, sobre todo, cómo utilizar el
volumen ingente de datos accesibles.
La era de la globalización, el
desafío en la educación está en enseñar a aprender y aprender durante
toda la vida y no solamente en las edades tradicionalmente asignadas
para ello. Estar al día es una de las claves en las que se fundamenta el
aprendizaje en una sociedad tecnificada, en la que las personas tendrán
que cambiar y adaptarse para vivir no en un mundo diferente, sino en
varios que se irán creando sucesivamente. La idea, antigua idea de la
UNESCO, de promover a escala planetaria la formación continua y la
educación permanente, se refuerza con la nueva situación tecnificada del
mundo y su avance imparable y vertiginoso.
La llamada tecnológica provoca en el
individuo humano la entrada en un mundo diferente, pleno de
alternativas, inacabable, apasionante e impredecible. Es el primero de
los motivos internos del aprendizaje, la curiosidad, que tal y cómo
afirmaba Bruner promueve la exploración de alternativas y sirve de base
al espíritu científico. La incertidumbre que generan las nuevas
tecnologías, que para muchos es causa de ansiedad, se puede convertir en
el motor del aprendizaje, de la búsqueda de soluciones nuevas, y por
ende en la principal fuerza motivadora del aprendizaje.
Entre el individuo y el medio (tras
el cual hay infinidad de otros individuos y otros medios), se genera una
competencia o comprensión afectiva, en una acción recíproca que lleva a
la identificación con el medio, con los valores que representa. Se sacia
así la profunda necesidad humana de responder a los otros y de obrar
conjuntamente con ellos en pos de un objetivo.
Las conexiones han existido desde
los albores de la Humanidad, con el trasvase de experiencias que los
grupos humanos han realizado durante sus migraciones y conquistas,
convirtiendo la cultura en un rico y mestizo entreverado de pensamientos
y formas de vida. El mayor contacto cultural, sin embargo, desde la
invención del alfabeto en Occidente se produjo, según Kerckhove, (1999)
cuando el lenguaje se encontró con la electricidad en el telégrafo. El
desarrollo de las conexiones llega hasta Internet y continuará sin duda
en el futuro proporcionando una revolución lingüística relevante en el
ámbito global, que incidirá en la cultura y en la filosofía y
estructurará nuevas formas de conocimiento. Una nueva dimensión en la
experiencia global hace necesarios nuevos caminos en la consecución de
las habilidades cognoscitivas de los ciudadanos, en la experimentación y
el análisis, en la invención de infinidad de síntesis creativas que
permitan cambios e innovaciones en la relación entre las personas, los
objetos y el mundo.
7. El reto
de la creatividad organizada
La innovación constituye en
principio la creación o adaptación de nuevos conocimientos y su
aplicación para la resolución de problemas.
Durante mucho tiempo se pensó que
bastaba con una buena base científica para poner en marcha el proceso
innovador, que era suficiente formar y preparar investigadores
científicos para conseguir la inyección de conocimiento de interés en el
ámbito social, científico o económico. Sin embargo, esto no es del todo
cierto, ya que las simples capacidades y la formación individual no
solucionan los problemas comunes. Es necesario integrar los
conocimientos, trasvasar las informaciones, trabajar en equipos
multiprofesionales y conectarse con pensadores e investigadores de todo
el mundo para recorrer el gran mar de la comunicación. La navegación por
la gran cantidad de opiniones, de nuevas ideas y experiencias surgidas a
partir de la puesta en común de descubrimientos, de las sugerencias e
iniciativas de personas normales –no de elite científica o política–
aportará la voz de los que no están en la cúpula del poder, de los
medios de comunicación o de la ciencia.
8. La
resolución horizontal de problemas
La horizontalidad en las relaciones
humanas da lugar a la participación creativa, recurso necesario para la
resolución de problemas. El cambio se inició a partir de los años
cincuenta del siglo XX, la creatividad se consideraba un hecho
individual y espontáneo. Hoy es un hecho global que necesita de la
colaboración y de la multiplicación de las informaciones. La facilidad
creciente de la comunicación mediática convierte la creatividad en un
fenómeno humano de tipo colectivo, llamada ya genéricamente «creatividad
organizada», que permite integrar y canalizar los esfuerzos individuales
y aumentar el impacto de los resultados que de ella se desprenden. Este
proceso, el paso de la invención individual a la compartida y solidaria
se debe a que los problemas que se le plantean al mundo y a la ciencia
son más complejos, están cada vez más interconectados y exigen
respuestas también más integradas.
Lamentablemente, aún hoy es habitual
encontrar una educación tecnológica individualista y que descuida el
aspecto creativo de los individuos, evitando el esfuerzo común y
poniendo el énfasis del proceso de aprendizaje en la asimilación
memorística.
9. El mundo necesita creadores
El mundo necesita hoy más que nunca
de creadores. La vertiginosidad de los cambios exige respuestas rápidas
y adecuadas, producidas sin duda por mentes totales, equilibradas en sí
mismas y conectadas con multitud de otras mentes totales: es el cerebro
global, el que pasa a través de las redes, el que teje y desteje en la
medida de las necesidades: el que está atento a las necesidades del
mundo, en un perpetuo feed-back que nada tiene que ver con el
pensamiento único. Necesitamos trasvase de información y equipos
interdisciplinares, en los que cada uno trabaja, piensa y crea en su
ámbito pero que trasvasa, piensa y crea en común con el resto.
10.
Capacidad para redefinir
Cuando la revolución tecnológica
entra en nuestras casas, en nuestras aulas, en nuestras empresas,
aplicamos con el fin de defendernos, todos los mecanismos de defensa
posibles para no dejarnos apabullar.
Castell afirma que muchos docentes
saben menos de Internet que sus alumnos, lo que les origina una gran
inseguridad y un fuerte rechazo al cambio, al mismo tiempo que se ven
superados por un mundo que cambia sus esquemas de valores.
La capacidad para redefinir las
ideas, y conceptos, de encontrar en los objetos o en las personas nuevos
usos o facetas es lo que da pistas para solucionar los problemas que se
presentan. Si se quiere conocer la realidad, como decía Saint-Exupéry:
«Para ver claro basta con cambiar la dirección de la mirada».
Para Lledó (1997), el mayor prodigio
de la revolución tecnológica –más bien ontológica– es haber empapado el
mundo de idealidad, de imágenes, de visiones. No hay que estar presente
en los lugares para acceder a ellos. El cine y la fotografía nos traen
los mundos a nuestra cercanía, el CD-Rom o Internet nos permiten acceder
a documentos originales de bibliotecas, entrar en museos, analizar obras
de arte. Sin embargo la realidad no es la virtual, ni las imágenes. La
realidad hay que buscarla constantemente a partir de los datos que
poseamos, sean imágenes reales o virtuales, documentos escritos o
comentarios orales.
La realidad debe ser «hablada», dice
Lledó, desde el lenguaje del que hace imágenes, pinta cuadros o realiza
películas. Para Cabrera Infante (1997), sin embargo, la visión del cine
está en los ojos de quién mira, del espectador, al contrario que Lledó,
para quien el cineasta nos ofrece las imágenes interpretadas, «imágenes
ya miradas para nuestra mirada, ya habladas para nuestras
palabras».
La cantidad, variedad y calidad de
las imágenes, la abundancia de contenidos y temas, la gran variación en
los estímulos, provoca inmejorables ocasiones de acrecentar la
creatividad provocando la asociación de ideas casi inmediata, las
reflexiones, el recuerdo y la memorización de datos, propicios para
incrementar el bagaje cognoscitivo y por lo tanto para relacionar y
crear nuevas formas de pensamiento.
El ser humano necesita para su
subsistencia de la capacidad creativa. Son necesarios la imaginación y
el arte para hacer posible la integración del pensamiento, no solamente
en las actividades o conocimientos llamados artísticos, sino también en
las ciencias experimentales, en los procedimientos heurísticos y en
todos los métodos y técnicas necesarios para una didáctica eficaz y
actualizada. Se trata de redescubrir la verdad para que el alumno repita
en sí mismo los procesos creadores. Toda realidad es un prisma con
infinitas caras. Todo se puede ver de otra forma, desde otro ángulo, con
otra mirada. Dar vuelta a las cosas supone ponerse en el lugar de otros.
Todo tiene su lado bueno, positivo, humorístico.
Inventamos todos los días, ya que
inventar es descubrir lo oculto, aunque ya esté inventado por otros hace
muchos años. El proceso de descubrir algo nuevo es para el alumno un
aprendizaje de condición indispensable para lograr sus capacidades de
investigación. El futuro hay que «realizarlo» día a día, pues el pasado,
en el que nos basamos, ya se ha ido. La responsabilidad de mantener la
dinámica evolutiva de la especie humana está en nuestras manos. Es
necesario mirar al futuro previendo situaciones, adelantando nuestra
preparación a los acontecimientos. La capacidad de predicción del futuro
basándonos en las experiencias personales y colectivas es uno de los
distintivos más importantes de la especie humana (Martínez-Salanova,
2000) y sobre todo de los individuos creativos. La capacidad de crear es
la que va a defender a la sociedad de los poderes fácticos, del poder de
una sociedad consumista y del dominio de los mass-media, educando
a los individuos en el espíritu crítico.
11. El reto
de la sensibilización
La persona creativa es receptiva al
mundo de los objetos, ante los problemas y ante los demás. La
observación de imperfecciones es lo que mantiene al individuo en
actividad creativa, lo que le obliga a estar en constante disposición de
buscar nuevos caminos o diversas respuestas. «¿Por qué nos alegramos en
los casamientos y lloramos en los funerales? Porque no somos la persona
involucrada», decía Mark Twain.
Sensibilidad significa conocer desde
dentro los problemas, responsabilidad, adentrase en los acontecimientos,
curiosidad e investigación. Cuantas más puertas y ventanas se abren
mayores posibilidades hay de buscar nuevos caminos y mundos diferentes.
Para Kerckhove (1999), el futuro
puede y debe ser más una cuestión de elección que de destino, ya que
también la sensibilidad se conecta, conformando una nueva estructura
psicológica. Mediante los satélites, las mentes de los humanos se
relacionan a través del tiempo y del espacio.
La opción debemos realizarla entre
todos, abarcando la información sin olvidar salir a la calle a conocer o
que pasa en nuestro entorno, complementando la información que proviene
de las redes, de la televisión o de la prensa con la que proporciona la
visión directa y comunicativa con el entorno más cercano.
12. El reto
de educar para la participación
Educar en la tecnología no es
solamente educar para utilizar máquinas. La tecnología, presente desde
el primer instrumento que realizó la especie humana, se caracteriza por
su creatividad. Las necesidades exigen objetivos, que para lograrlos
demandan planificación y técnicas.
Los resultados deben finalmente ser
verificados, y vuelta a empezar (feed-back) solucionando
problemas. La tecnología tiene que ver con ordenar lo que posee la mente
humana (Ong, 1997). El acto de ordenar y caracterizar el pensamiento es
un acto tecnológico que se manifiesta al exterior a través de hechos
tangibles: libros, máquinas, diagramas, programas, organigramas,
sistemas, etc., o lo que es lo mismo, lo que hasta ahora se ha dado en
llamar tecnología. No hay máquina sin pensamiento humano. De esta forma
aceptamos y comprendemos la idea de que el pensamiento humano es la
verdadera materia prima de la tecnología (Martínez-Salanova, 1981), sin
la cual se haría imposible la manipulación de los medios. Cuando
confundimos tecnología con máquinas negamos la capacidad cognitiva de
los seres humanos. La participación, como vamos apuntando a lo largo de
todo este trabajo, es la clave para tecnificar la sociedad. Las máquinas
ayudan a ello.
«Hemos pasado bruscamente de la edad
de la piedra a la del circuito.
Mientras que la rueda transporta
simplemente los apoyos y los datos, el circuito establece relaciones
entre los datos, y es el factor de la retroacción. De una época de
transmisión pasamos a una era de retroacción, que es así mismo
participación» (McLuhan, 1974).
Para educar en la participación es
necesario favorecer los cambios en los contenidos y en los métodos. En
primer lugar, la participación y la innovación deben ser llevadas al
aula. En la medida en que quienes se educan tomen parte en la decisión
sobre objetivos y métodos para conseguirlos, se estimulará el sentido
crítico y el alumno irá adquiriendo una educación tecnológica que le
capacitará como técnico y como ciudadano. La innovación está en cambiar
una educación basada exclusivamente en los contenidos por otra que
abarque también las relaciones humanas, las actitudes y la
participación. Un buen ingeniero debiera ser además buen creativo, con
el fin de que pueda responder a los problemas técnicos de la sociedad,
debiera ser capaz de trabajar en equipo, con el fin de buscar más
eficazmente las soluciones reales y deberá tener la disposición de
seguir aprendiendo solidariamente con el fin de dar respuesta
participativa a los problemas profesionales y sociales.
La participación solidaria exige
interactividad. Hoy, la nueva tecnología aporta los mecanismos y
condiciones necesarias para ejercerla y lograrla. No hay excusas. Según
Kerckhove (1999), interactividad es la relación entre la persona y el
entorno digital definido por el hardware que conecta a emisores y
receptores mediante la metáfora tecnológica de los sentidos.
El motor más potente para la
creatividad es la interacción entre las
personas. Las innovaciones
tecnológicas permiten la total conexión entre personas, alumnos,
técnicos, investigadores y profesionales y valorar qué relaciones deben
ser hechas cara a cara y cuáles pueden lograrse por correo electrónico,
chat, videoconferencia o por medio del uso de otras herramientas
colaboradoras. Las herramientas, sin embargo, no reemplazan la
interacción humana, que debe estar presente, cuando sea posible, en todo
hecho tecnológico.
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