Educación familiar y socialización con los medios de comunicación
Significar, promover, remover y renovar la cultura
«Ni los padres, al fin de siglo, disponen de tiempo o de sistema eficaz
para formar, ni los profesores recuperan su condición de guías morales.
Los niños se hacen la moral por su cuenta o, mejor, se la hacen a medias
con la televisión, ese sujeto con el que comparten más tiempo, del que
reciben mayores fascinaciones y poder de persuasión.».
Vicente Verdú en El País.
«Tan antigua como la fascinación humana por las escenas provocativas de
violencia o de erotismo es la sincera preocupación de que contemplar
estas imágenes puede ser perjudicial para la mente, sobre todo de los
menores de edad, por ser muy impresionables. Ya nos lo advirtió san
Agustín hace 1.600 años en su relato de Alipio. Según la historia, un
día, este inocente y afable joven romano se dejó arrastrar por sus
insistentes amigos y acudió a regañadientes al anfiteatro a presenciar
un espectáculo de gladiadores. Aprensivo de lo que se disponía a ver,
Alipio cerró los ojos. Pero, al poco rato, movido por los intensos
gritos de excitación del público, no pudo resistir su curiosidad y los
abrió. Las macabras escenas le embriagaron de placer. En ese instante,
escribe san Agustín, Alipio enloqueció y nunca más fue el mismo: «La
herida que recibió en su alma fue más grave que la que había recibido el
Gladiador en el cuerpo».
Luis Rojas Marcos en “Nuestro circo romano”.
Los autores, haciéndose eco de la problemática que los medios de
comunicación provoca en la educación familiar plantean algunas vías de
reflexión y solución desde una perspectiva antropológica. En este texto
se presenta la preocupación inicial de los grupos humanos por la
influencia muchas veces nefasta de la cultura mediática, un análisis de
las formas de socialización y la incidencia de los medios de
comunicación, los bienes y los males que a la cultura aportan los medios
de comunicación y los cambios culturales que pueden promoverse desde la
familia. El desafío que enfrenta la familia está en asimilar otras
culturas enriqueciendo la propia y sin que estas la destruyan,
adelantándose los padres en su formación y logrando una educación que
permita la actitud crítica ante los medios.
1.
Prólogo: La preocupación familiar por la cultura mediática
«Los analfabetos del futuro serán las personas que no sepan leer
fotografías».
László Moholy-Nagy.
Los padres, en general los adultos, estamos a caballo entre dos
culturas, la cultura mecanicista en la que hemos nacido y con la cual
convivimos todavía y la cultura cibernética, propiciada por los biólogos
desde las primeras décadas de este siglo y continuada fundamentalmente
por todos aquellos que han entrado en el mundo de los sistemas, de la
informática y de los medios de comunicación. Nuestros hijos viven la era
de la cultura cibernética, han nacido con ella, y sus cerebros se
adecuan desde sus primeros balbuceos a un mundo plagado de iconos, de
imágenes y de signos, en el que prima la velocidad que traen consigo las
nuevas tecnologías.
Los adultos de la familia están, en general, confundidos y preocupados
por no poder atender las demandas de los más jóvenes en cuanto a
posibilidades tecnológicas por una parte y por razón de la posible
dependencia, adicción de estos hacia los aparatos, ordenadores,
televisión, etc.. Por cuestiones económicas en muchos casos y de
ignorancia en otros, los mayores de la casa, quedamos atrasados y
desvinculados de sus apetencias y necesidades.
Esto provoca en el sistema educativo familiar profundas inquietudes,
desequilibrios y problemas ya que al no conocer los padres las
verdaderas necesidades de sus hijos difícilmente les van a poder ayudar
ni apoyar en su aprendizaje, y lo que tal vez es más grave no
comprenderán su afición por determinados modos de estudiar o de
divertirse.
Si, además de lo que hemos dicho, añadimos que los adultos en la mayoría
de los casos no estamos preparados para leer, entender, comprender,
utilizar y cuestionar el lenguaje icónico, difícilmente enseñaremos a
nuestros niños y adolescentes a encarar el mundo de las nuevas
tecnologías de la educación.
2.
Introducción: Cómo nos socializamos y la incidencia de los medios de
comunicación
2.1. La información en el proceso de socialización
«El niño se alimenta de leche, papillas e información»
José Antonio Marina en El Laberinto sentimental.
El ritmo de la información se hace cada día más vertiginoso. La dualidad
de los procesos de modernización y tecnificación se manifiesta en que
conduce tanto al descubrimiento y la creación de pautas culturales como
a su cambio y destrucción. De ahí la preocupación de familias,
sociedades y en definitiva de todo grupo humano.
La cultura es un fenómeno esencialmente humano; el ambiente en el cual
viven los seres humanos está constituido principalmente por la
acumulación de actividades de generaciones anteriores. La especie humana
por otra parte, acumula experiencia por medio de la palabra; los
estímulos eficaces que despiertan los comportamientos son en gran parte
productos de las vidas de gentes que existieron antes. Hasta nuestra
época, esta acumulación de experiencias se mantenía de generación en
generación con pocos y muy relativos cambios, en un avance muy lento.
Hoy los patrones culturales cambian con una celeridad nunca dada en la
historia de la humanidad, casi a la misma velocidad que lo hacen las
nuevas tecnologías. En la familia, en pocos años, se ha notado esta gran
transformación que desestabiliza en muchos momentos el estatus
establecido, la cultura tradicional, y la lleva a una situación de
crisis, de conflicto y en muchos casos de confrontación. La crisis
generacional, aunque siempre ha existido, se convierte hoy en una grieta
que amenaza con la ruptura entre los comportamientos culturales
acumulados durante siglos, y los que provienen de afuera, de un mundo en
el que van desapareciendo las fronteras.
«El proceso de integración de un individuo a su sociedad se llama
socialización. Comprende la adaptación del individuo a los
compañeros; la obtención de una posición en relación con ellos establece
su condición y el papel que ha de desempeñar en la vida de la comunidad»
(Herskovitzs). Todos los individuos de la especie humana pasamos a
través de varias etapas según nuestro grado de madurez, distinguiéndose
cada etapa por ciertas formas de conducta permitidas y prohibidas, tales
como el retozar en los pequeños o ejercer el poder entre los mayores.
Cuando se llega a la madurez sexual y entra en juego el instinto
procreador, se participa de nuevo en una agrupación familiar, pero ahora
como padres, protectores e instructores.
El proceso de socialización constituye una parte del proceso por el cual
los hombres se adaptan a sus compañeros a través de todo el acervo de
tradiciones económicas, sociales, tecnológicas, religiosas, estéticas y
lingüísticas que han heredado.
En la actualidad, los medios de comunicación sustituyen en muchos casos
a los mayores en la socialización de niños, adolescentes y jóvenes. Lo
que antes el niño o el adolescente recibía exclusivamente por vía de sus
mayores en la familia o en la institución escolar, lo recibe ahora a
través de los medios de comunicación, fundamentalmente la televisión.
2.2. Es en la infancia donde se crea la afirmación cultural del
individuo
«Para pensar es necesario vivir».
(Fernando Alonso Barahona en «Antropología del cine»
Para que un individuo posea las pautas culturales por la que su grupo lo
acepta socialmente, convirtiéndose en persona «culta», se pasa por un
proceso que se llama endoculturación. Puede ser aprendizaje
consciente o inconsciente, tiene lugar dentro de unos límites culturales
aceptados por determinado colectivo y aunque forman parte de la
experiencia social, derivan de la expresión individual más bien que de
la asociación con otros en el grupo.
El proceso de endoculturación es sumamente complejo. En los primeros
años de la vida de un individuo es en gran parte, cuestión de
condicionamientos fundamentales: hábitos de comer, dormir, de hablar, de
limpieza personal cuya inculcación se ha visto que reviste significación
especial en la formación de la personalidad y en los futuros hábitos del
adulto. Sin embargo, la endoculturación no termina con la infancia. A
medida que un individuo continúa a través de la niñez y de la
adolescencia hasta llegar al estado de adulto, está continuamente
expuesto a ese proceso de aprender, el cual puede decirse que no acaba
sino con la muerte.
En los primeros años de la vida, el niño adquiere las pautas culturales
que en la etapa adulta van a conformar su personalidad. El equilibrio
emocional, la aceptación, la violencia, la intolerancia, la paz, el
consumo, el respeto a personas y ambientes, y todas las normas de
comportamiento que se afianzan en la madurez y que le van a distinguir
no solamente como individuo sino también su rol y estatus en la sociedad
en que vive.
2.3. Es en la edad adulta cuando los individuos pueden apoyar el cambio
social
«La lectura de la imagen es cosa de tres: de su productor, del texto
icónico y de su lector»
Roman Gubern.
Cuando un hombre o una mujer han alcanzado la madurez, ha sido tan
condicionado que ya se mueve cómodamente dentro de los límites de la
conducta aceptada establecida por su grupo. En adelante, las nuevas
formas de conducta que se le presenten serán principalmente las
supuestas en los cambios de cultura, nuevas invenciones o
descubrimientos, nuevas ideas difundidas desde fuera de su sociedad
acerca de las cuales, como individuo, tiene que «decidirse» y desempeñar
así su papel en la reorientación de su cultura.
La mayor parte de este aprendizaje recibido por la especie humana
endoculturalmente, está por debajo del pensamiento consciente. Se recibe
de manera subliminal y raramente, si no se está muy pendiente, puede ser
valorado y enfrentado conscientemente con el fin de que pueda provocar
cambios reflexivos en la sociedad.
3.
Nudo. Los bienes y los males que a la cultura aportan los medios de
comunicación
3.1. La colonización cultural.
La incógnita que hoy se plantea a la familia y por lo tanto a la
sociedad es qué grupo humano educa actualmente a nuestros niños y
adolescentes y por ende, a qué grupo humano y con qué costumbres se
integran; nuestro grupo humano, que ha sido mantenido con muy pocos
cambios en su estructura social, se ve en estos momentos vapuleado por
otras forma de vivir, de pensar, de divertirse. Nuestros jóvenes son
«educados» de manera diferente a la tradicional por grupos humanos con
más poder económico, y por lo tanto mediático, que el nuestro. La
mundialización, la homogeneización de las pautas culturales, o la aldea
global en la que se ha convertido el planeta en gran medida debido a los
medios de comunicación provoca por un lado la afinidad cultural y
favorece la igualdad de oportunidades socializadoras; por otra parte
esta homogeneización dificulta la génesis de nuevas estructuras
socioculturales y empobrece costumbres, civilizaciones y lenguajes.
Hace no mucho tiempo, vimos en el norte de Argentina, en la
precordillera andina, cerca de la frontera boliviana a jóvenes
indígenas, de puras facciones quechuas, que se visten y peinan
exactamente igual, y con las mismas marcas, que nuestros adolescentes de
pueblos o de ciudades españolas. La fuente de pautas es la misma, ya que
los nuestros igualmente lo hacen como los jóvenes norteamericanos o
ingleses.
El comportamiento homogéneo de nuestro entorno hace pensar en verdaderas
colonizaciones de unos países sobre otros, de unas costumbres que llevan
al consumo no crítico de los medios de comunicación y de las nuevas
tecnologías.
Las consecuencias psicológicas de la extensión de la cultura occidental
en primer lugar y especialmente de la anglosajona no guardan proporción
alguna con sus consecuencias materiales. Esta difusión cultural de
amplitud mundial ha impedido, como nunca le ha ocurrido antes a la
especie humana, tener civilizaciones de otros pueblos al alcance de la
mano, lo que ha dado a nuestra cultura una universalidad compacta y por
otra parte la preocupación social de sentirse colonizado de forma que
hace largo tiempo hemos dejado de considerar como histórica, y a la que
miramos con pasividad acrítica, más bien como necesaria e inevitable.
3.2. Los modelos humanos
3.2.1. La familia americana en casa
«A
los niños se les enseña a escribir, no a ver la televisión».
Leo Masterman.
Uno de los maestros de nuestro tiempo es la televisión. Nuestros niños y
jóvenes pasan semanalmente casi tanto tiempo ante ella que en los
centros educativos. La comunicación que nuestros niños y adolescentes
mantienen con la televisión es mayor que la que tienen con sus padres.
Las pautas culturales norteamericanas se introducen día a día
directamente en nuestras casas, ya sea por medio de series, telefilms,
publicidad etc., o por productos, objetos, costumbres o comidas de uso
común que han asimilado el estilo norteamericano.
No somos capaces de dominar esta situación de colonización que nos
aqueja. La podemos paliar sin excesivos traumas logrando un sistema
educativo que realmente comience en la familia, y que tenga muy claro lo
que es la propia cultura al mismo tiempo que respete y asimile con
creatividad aquellos productos culturales que otras civilizaciones nos
aportan mediáticamente.
Por otra parte el rechazo sistemático a otras realidades culturales
genera respuestas predominantes que desgraciadamente se convierten en
actitudes radicales, integrismo, racismo y violencia. «Nunca hubo una
época en que la civilización estuviera más necesitada de individuos con
genuina conciencia cultural, que puedan ver objetivamente la conducta
socialmente condicionada de otros pueblos, sin temor y sin
recriminación». (Herkovits).
3.2.2. Los modelos familiares
Lo que en primer
lugar se asimila culturalmente en la vida son los patrones culturales
familiares. El aprendizaje es un proceso imitativo; el comportamiento
nuevo implica alguna clase de modelo como estímulo y el acercamiento a
ese modelo puede ser completo o aproximado. El copiar llega a ser una
necesidad que se ve recompensada aun con la copia inexacta, que puede
implicar nuevas formas de recompensa. Se imita o copia durante toda la
etapa vital del individuo, sin disminuir en la madurez. No obstante las
pautas perdurables son las de la infancia, generalmente provenientes del
entorno familiar y en la mayoría de los casos, inconscientes.
«Es de sentido común que los niños y las niñas aprenden de lo que ven.
Nacemos con una gran capacidad de imitar la conducta de las personas que
nos rodean. Incluso criaturas de 14 meses ya copian gestos y
movimientos que ven en el televisor. No es de extrañar, pues, que entre
los cientos de experimentos que en los últimos 30 años han buscado una
prueba objetiva de la influencia maligna de la televisión en los
menores, algunos demuestren que programas que contienen altos niveles de
violencia pueden causar agresividad a corto plazo
en
ciertos jóvenes impulsivos ya predispuestos a ella».
Luis Rojas Marcos.
3.3.
La
violencia
Se han llenado páginas de periódico y se han elaborado multitud de
informes y de trabajos en relación con la violencia en televisión. Una
organizaciones de consumidores andaluza logró que cierta serie de
dibujos animados japonesa fuera cambiada de hora en la programación de
Canal Sur para que no afectara a los menores. En relación a la violencia
hay que destacar que sexo y violencia van unidos en la mayoría de
ocasiones en cine y televisión. Si lo decimos de otra forma, en el mundo
de la imagen en movimiento el sexo es violento, o se representa de
manera brusca, agresiva, apasionadamente rabiosa. Nuestros niños y
jóvenes, que desde su nacimiento ven escenas sexuales o eróticas en
televisión consciente o inconscientemente equiparan el acto sexual a un
acto violento, lleno de furia y falto de inteligencia y respeto. Los
niños, sobre todo los más pequeños,
«se abruman al no poder explicar sus propias reacciones ante estímulos
tan desconcertantes»
(Rojas Marcos).
El desafío para la institución familiar es grande, ya que ella es la
depositaria de la mayor cuota de responsabilidad inmediata en la
educación. Sin embargo, no es conveniente sobrevalorar la importancia de
los medios de comunicación en el deterioro de los valores y de otras
pautas culturales, pues la televisión no puede por sí sola malograr lo
que se ha logrado colectivamente durante muchas generaciones, ni lo que
la naturaleza humana recibe genéticamente. Una formación de los padres
en relación a los medios de comunicación y el uso que los jóvenes y
adolescentes pueden hacer de ellos es la clave para eliminar, o por lo
menos aminorar el problema; siempre, con personas ya adiestradas, es más
fácil conseguir que los medios se pongan a favor de una construcción
cultural.
En muchas ocasiones, y está suficientemente estudiado, hay más violencia
en la familia que la que se vive desde el televisor. Los comportamientos
violentos, racistas o sexistas, la televisión los refuerza, pero no los
crea. Es la familia la que debe poner los «medios» para que la educación
sea conforme a unos valores; es la familia la que debe convertirse en
«medio» transmisor de cultura.
3.4. Inhibición, despersonalización, falta de compromiso
En muchas ocasiones, los más jóvenes del grupo familiar, reproducen la
misma falta de compromiso que ven en sus progenitores. La televisión,
por ejemplo, es el refugio de muchos padres a la vuelta de su trabajo.
El padre se protege de los problemas familiares, estudios de los hijos,
producción de alimentos o cuidado del hogar introduciéndose en el mundo
fácil y engañoso de la televisión. El modelo que los jóvenes observan e
imitan, es lo más lejano a lo que posiblemente los padres y la sociedad
desean y necesitan. Somos los mismos padres los que posteriormente
pondremos el grito en el cielo culpando a los medios de comunicación, a
la sociedad o a quién sabe qué, de que nuestros hijos viven en un clima
de violencia, despreocupación e intolerancia. Conviene analizar no
obstante las actitudes indiferentes que se aprecian en algunos
adolescentes que son testigos de actos de agresión y no se inmutan, pues
puede responder en parte a la dieta regular de crueldad que durante años
han recibido de la televisión.
4.
Desenlace: Los cambios culturales que pueden promoverse desde la familia
4.1. El aprendizaje en familia
Es en la familia donde el aprender cobra una significación especial que
hay que entender muy bien si queremos darnos cuenta del importante papel
que desempeña en la configuración del modo de vida de un pueblo.
No podemos ni debemos perder nuestras raíces, nuestro lenguaje y
nuestros modos de comportamiento. La cultura es antes y por encima de
todo, un sistema de aprendizaje, de transmisión de conocimientos,
algunos de los cuales ni siquiera sabemos que los poseemos; nuestro
sistema familiar ha cambiado en los últimos años. Actualmente los niños
y adolescentes pasan más tiempo con sus educadores y con los medios de
comunicación y el ordenador que con su familia; puede asegurarse que
estamos asistiendo a un importante cambio cultural cuyos resultados no
serán apreciados de inmediato. Es posible que haya que esperar a la
mitad del siglo venidero para saber donde acaba lo que está comenzando.
Al mismo tiempo nos proponemos evolucionar social y técnicamente,
realizando cambios que supongan un avance en los modos de vida de
nuestra sociedad. Antropólogos, en los últimos tiempos, afirman que el
próximo paso evolutivo de la especie humana no se puede basar en las
leyes deterministas de la lucha por la supervivencia de la especie, pues
el mundo se destruiría en pedazos. El próximo paso debe ser el de la
solidaridad de los grupos, etnias y naciones con el fin de salvar el
planeta y por lo tanto la especie humana.
4.2. Educación desde el principio
«Mientras buenos padres dedican acaso treinta minutos diarios a hablar
con sus hijos, la televisión les consagra tres y cuatro horas y,
ciertamente, con más atracción ante sus ojos que los consejos de papá o
mamá. No aceptar la participación de los miles de crímenes que se
lanzan desde la televisión sobre los centenares de crímenes de que son
protagonistas los chicos sería creerlos inanes. Si ese bombardeo de
conocimientos no les enseñara nada, ninguna otra cosa podría enseñarles
la mitad.»
Vicente Verdú.
El diálogo familiar debe comenzar desde el principio, desde el
nacimiento. Un anuncio publicitario, un llamamiento contra las drogas
dirigido más bien a los padres, propuesto por el Ministerio del
Interior, Plan nacional sobre Drogas, hace la referencia familiar «Tener
un hijo te cambia la vida…perderlo aún más» Evita las drogas. Dialoga
con él. Y en letra pequeña: Desde el principio, desde casa. La mejor
prevención contra la droga es el diálogo. Todo lo que pudiéramos
extrapolar a cualquier situación de aprendizaje debe comenzar desde el
principio, antes de la cuna, en la formación de los padres.
«Es una evidencia que la presencia de un televisor en un hogar tiene un
efecto masivo de censurar la conversación familiar. Ya no se habla, y si
se habla, las palabras son tenidas como un fenómeno parasitario. De esta
manera desaparece, por la presencia de la televisión toda una trama de
enunciados, gestos, conductas que garantizaban la circulación de ideas
dentro de la familia y que definían el lugar de cada uno en su seno».
Pierre Baudry.
4.3. Adelantarse a los acontecimientos
Los adultos debemos adelantarnos a los acontecimientos educativos. Somos
nosotros los que debemos prepararnos para ello. En el hogar,
generalmente los hijos superan a sus padres en el uso de las nuevas
tecnologías. En la mayoría de las familias los padres quedan atrasados y
sus conocimientos obsoletos, dando lugar a un círculo vicioso que
dificulta la reflexión educativa en familia. Los padres que no saben de
informática, o que no son capaces de leer imágenes pues desconocen los
mínimos elementales no pueden apoyar a sus hijos, ni es posible que los
orienten y motiven hacia un racional uso de los medios.
«Los educadores y psicólogos ponen el énfasis de este problema en la
desintegración de la familia y, en segundo lugar, en la desorientación
de las escuelas. En pocas ocasiones, sin embargo, aparece la televisión
como la fuente capital. Soñar con que la familia recupere su papel de
control y su intensidad educativa es ilusión. Pensar en que la escuela
sea lo que fue, con educadores integrales es, igualmente, fantasía. Lo
único que no es ficción es justamente la ficción televisiva».
V.
Verdú
A pesar de tener su dosis de razón, la visión catastrofista que presenta
la anterior afirmación no puede eliminar el esfuerzo que la familia debe
realizar para recuperar en su seno el control de los medios de
comunicación.
4.4. Los medios de comunicación pueden promover la participación
«Pocas veces he visto un programa serio que no trivializara el tema
sometido a discusión. Todo se orienta a la imagen: la política, la
psicología, la historia, la ciencia, cualquier asunto que se les
ocurra.»
T. Sharpe.
Los medios de comunicación nos muestran un mundo que se enfrenta a
problemas variados y de diferente profundidad, desde el hambre masiva e
indiscriminada y los desastres ecológicos hasta los últimos devaneos
amorosos del famoso de turno que nos cuentan los programas y revistas
del corazón. El espectador consigue generalmente hacerse con ideas
superficiales del mundo que le rodea, sintiendo muchas veces impotente
para conocer rigurosamente y en profundidad la realidad de los hechos o
el sentido verdadero de los pensamientos u opiniones.
La
familia, al ser el primer hito en la carrera de la formación permanente,
es responsable en primer lugar de la aceptación de los medios y
posteriormente de la utilización que se hace de ellos con fines
socializadores o más aún como soporte y plataforma para un cambio
social. La familia debe tomar la responsabilidad de hacer reaccionar a
sus miembros ante los horrores y las tragedias humanas al mismo tiempo
que se adquiere el espíritu crítico ante noticias sensacionales o
sensacionalistas.
La
familia educa para la participación, siendo los medios de comunicación
apoyos necesarios para lograrlo. La cooperación necesita información
veraz, amplia y sopesada de los hechos; la reciprocidad requiere
variedad de opiniones, situaciones, tendencias, creencias y costumbres.
Los medios de comunicación, si son verdaderos transmisores, van a
proporcionar a los individuos la posibilidad de conocer problemas de su
entorno y crear la sensibilidad necesaria par potenciar la
participación.
4.5.
El
consumo familiar de imágenes, ideas y medios
La nueva tecnología
consigue que las imágenes den la vuelta al mundo en fracciones de
segundo. Hemos visto en directo imágenes terroríficas, matanzas,
fusilamientos, hambre, guerra; bodas reales, actitudes y comportamientos
de famosos , convirtiendo la información en un culto a la imagen
icónica. Las leyes feroces del mercado y la tecnología han convertido
cierto periodismo en algo inevitable. Se opina que la libertad depende
de una comunicación sin límites, pasamos por las noticias más graves por
encima y nos quedamos en las más sensacionalistas.
El mundo del consumismo se combate mediante una educación adecuada.
Niños y adolescentes necesitan una guía inicial en la familia que les
permita aumentar su capacidad crítica. El debate familiar es importante
para romper el maleficio de una televisión que ocupa más tiempo que la
conversación y vida en familia.
5.
Medios en los que debe tomar posiciones la familia
5.1. Videojuegos, droga infantil y juvenil
Los videojuegos son el entretenimiento más común que aportan las nuevas
tecnologías al juego infantil. Proporciona a los niños nuevos mundos en
los que entrar, vivencias que nunca hubiera soñado tener y la
responsabilidad relativa en la toma de decisiones que no le admite ni la
familia ni la escuela. Mediante el CD-ROM y otros avances tecnológicos,
niños y adolescentes tienen garantizado para siempre no solamente un
pasatiempo de su agrado sino que además pueden introducirse en su propio
mundo virtual evitando todo aquello que del mundo real les molesta.
La velocidad a la que nuestros hijos toman decisiones en el ordenador,
desarrolla su capacidad de detectar problemas y solucionarlos,
agilizando y aumentando las posibilidades de las células nerviosas y sus
relaciones comunicativas.
No olvidemos sin embargo que la tecnología revoluciona, y engendra
cultura al mismo tiempo y velocidad que la destruye. Los videojuegos
generan adicción porque construyen un mundo completo, son un fin en sí
mismos; surten de entretenimiento, de técnica y de creación al mismo
tiempo que alienan al que juega, que llega al convencimiento que el
mundo virtual es auténtico.
5.2. Internet, Ciberespacio y cultura familiar
Más de cien colegios españoles tiene ya página propia en Internet. Las
ventajas que aporta Internet a la educación son innumerables. Las redes
informáticas favorecen la democratización del uso de la información; el
acceso a las nuevas tecnologías proporciona la posibilidad de cambiar
experiencias con cualquier parte del mundo; por primera vez se ha
encontrado un medio de comunicación de masas bidireccional. La familia,
por el momento, no ha entrado en Internet. Internet va entrando en las
casas pero no en las familias, y menos como unidad educativa básica.
Sucedió de la misma forma con el cine, con la fotografía y tal vez con
la literatura. El que el mundo sea reacio a Internet proviene en muchos
casos de mecanismos de defensa que los padres, profesores, responsables
sociales y autoridades aplican a sí mismos al desconocer lo que Internet
significa, promueve y remueve. El acceso a la investigación, que
Internet hace realidad y que será uno de los logros en el futuro,
intimida a padres y maestros porque no han atisbado por el momento las
grandes posibilidades del medio.
En el momento en que Internet sea realidad educativa en las familias,
los padres tendrán la ocasión de ampliar el mundo de los conocimientos,
los accesos a la información y se podrá valorar la importancia e
incidencia del medio en los sistemas socializadores.
5.3. Jugar en casa con el cine a través de INTERNET
Las grandes productoras de cine compiten en un nuevo consumo: el de la
película en el ordenador. Con una película de fama se puede jugar,
acercarse a los actores, biografías, escenas importantes, en definitiva,
al producto película como elemento a consumir. Sin olvidar que a través
de Internet se puede entrar, navegar y perderse, en el mundo del cine,
nos podemos entretener jugando con el cine: buscaremos cachorros de
«ciento un dálmatas», jugaremos al balón cesto con Michael Jordan en
«Space jam», o a matar marcianos en «Mars Attacks», salvaremos ocho
supervivientes junto a Stallone en «Pánico en el túnel», etc. Nos
preguntaremos si vale la pena acercarse al cine a ver la película o es
mejor jugar en casa con ella.
Para no restringir la capacidad y potencia del cine como elemento
cultural no podemos quedarnos en la navegación por el ciberespacio. Hay
que seguir yendo al cine. Las redes informáticas, al igual que los
libros, facilitan y complementan los conocimientos, motivan hacia la
utilización y reproducen reflexivamente aquello que otros piensan o han
investigado.
5.4. Manga (comic) y anime (dibujo animado) japoneses
Se ha criticado la violencia de los comics japoneses. También se ha
generado una opinión sobre la calidad intrínseca y formal de dichos
dibujos. Igualmente se ha mitificado la influencia que tienen en la
adquisición de ciertos comportamientos negativos en la niñez. El comic
japonés, manga, y los dibujos animados japoneses, anime, han entrado con
fuerza en la cultura occidental, pasando de ser meros complementos de
programación televisiva, a sustentar entre niños, jóvenes y adolescentes
toda una cultura icónica diferente y muy llamativa.
En el tebeo japonés, como en el europeo, hay sexo y violencia, y también
aventuras y romanticismo; hay mangas para pequeños y para mayores; hay
mangas eróticos y pornográficos; en cuanto contenidos no es ni mejor ni
peor que lo que conocíamos hasta ahora.
La clave de una introducción tan profunda de imágenes japonesas en
occidente está en el sentido del ritmo, el dominio del movimiento, aún
en el comic, y el lenguaje cinematográfico con el que trabajan
guionistas y dibujantes, y que han acercado lenguajes y transformado la
forma de hacer comics en occidente.
El manga es un lenguaje gráfico muy ligado a las formas narrativas de la
televisión y el cine; un manga es un story board al que se añaden
algunas palabras alrededor de los dibujos, mientras que el tebeo europeo
está más ligado a las formas narrativas propias de la literatura.
Si ha ello se añade
la diversidad de secuencias, la técnica del dibujo, la resolución de
formas, tramas y colores, deberemos reconsiderar nuestra opinión y
analizar si del comic japonés solamente hay que rechazar lo violento, o
intentar utilizarlo y aprender de su dinámica.
5.5.
El
CD-ROM, multimedia e investigación en casa.
En formato CD-ROM
encontramos ya casi todo lo que se puede descubrir en enciclopedias,
mapas, informaciones, etc. Desde el diccionario de la Real Academia,
pasando por el mapa de carreteras, libros de arte, viajes y aprendizaje
de idiomas hasta la Liga de fútbol de este año.
El modo y forma de leer y de investigar va cambiando. La ventaja es que
en este caso la información se convierte en interactiva, y aunque la
interactividad también se daba con el libro, aquí existe una gran
posibilidad de utilizar todos los sentidos. El sonido, la palabra, la
música, lo imaginativo e icónico, la vista y el tacto y textos,
ilustraciones y dibujos, y en un tiempo no muy lejano la identificación
por calor, formas corporales o voz.
Las carencias que todavía tiene el sistema, y la escasez en algunos
casos de material puede hacer que deba complementarse la información con
lo que proporcionan libros y enciclopedias tradicionales.
Es la familia la que prioritariamente debe asumir, si es posible, la
utilización de recursos multimedia. Por el momento, salvo excepciones,
la escuela no tiene a disposición del alumno lo necesario para cubrir
las necesidades. El CD-ROM informativo puede sustituir y a los
videojuegos, ya que proporciona diversión, manipulación de elementos
informáticos y variedad de estímulos al mismo tiempo que incita al
conocimiento y la investigación. Cada día se hace más accesible el mundo
del CD-ROM y es de desear que la familia dedique algún dinero a la
adquisición de material distinto al juego, al mismo tiempo que dedique
algún tiempo a apoyar a los hijos en el uso de las tecnologías
multimedia.
Algunos datos:
Se estima que un joven a los 16 años de vida ha dedicado:
46.000 horas a dormir
22.000 horas ver la televisión, más de la sexta parte del tiempo.
13.000 horas al colegio
El 96 % de los niños de 4 a 10 años ve diariamente la TV
El 93% la ve más de 3 horas diaria en promedio
Para el 56% representa la única forma de pasar el tiempo libre.
(Estudio General de Medios)
El 31 % de los niños ven siempre solos la televisión
El 35 % la ve en ocasiones con sus padres
EGM
El 16 % de los niños españoles tiene la televisión en su cuarto
Más de cuatrocientos mil niños españoles menores de 14 años ven por
la noche programas que terminan de una y media a dos de la
madrugada.
(Noticias de periódicos nacionales)
Antes de cumplir 18 años un niño español puede llegar a presenciar
más de 200.000 actos violentos a través de la televisión. (IV
Congreso estatal sobre la Infancia Maltratada)
La televisión engancha como una droga e influye en decisiones tan
importantes como la profesión que les gustaría elegir. (Encuesta de
la Cátedra de Educación Sanitaria de la Universidad Complutense
sobre 31.257 niños de la Comunidad de Madrid).
Referencias
BALLÖ J. y PÉREZ, X. (1997): «La semilla inmortal (Los argumentos
universales del cine)». Anagrama, Barcelona.
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