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Los medios de comunicación y el encuentro de culturas. Una propuesta para la convivencia

The media and a meeting of cultures, in pro of cultural coexistence

(Publicado en Comunicar 32. Marzo de 2009. Políticas de educación en medios)

© Enrique Martínez-Salanova Sánchez


El puntero de don Honorato/Bibliografía

 

 El artículo parte de una reflexión sobre la sociedad del conocimiento, necesaria para mejorar las estrategias de convivencia en el mundo mediante la riqueza y la fuerza impulsora que aportan la diversidad de civilizaciones y culturas. Los medios de comunicación y las nuevas tecnologías incrementan la posibilidad de la interrelación humana mediante la conexión en redes. El cine, en concreto, presenta nuevas pautas de conducta, acerca conocimientos y culturas y se hace imprescindible para mostrar diferentes formas de resolución de conflictos, aspectos desconocidos del dialogo intercultural y examina la alianza en la solución de problemas comunes y la búsqueda de respuestas creativas a los principales problemas de la humanidad, principalmente los que tienen que ver con la paz y la solidaridad. Se debe ayudar a los sistemas educativos a promover la formación, instrucción y educación en el uso de las nuevas tecnologías, clave del futuro social, con el fin de preparar a las generaciones venideras en el uso crítico de los medios como instrumento y camino de interrelación humana, búsqueda de información e instrumento de investigación y de aprendizaje.

 

The article begins with a reflection on the knowledge society as foundational for improving strategies to live together on the planet, through the enrichment and driving force that spring from a diversity of civilizations and cultures. The media and new technologies increase possibilities for human inter-relationship through connecting us in networks. The cinema, in particular, presents new guidelines for behavior, brings new knowledge and cultures within reach, and becomes indispensable for illustrating new ways to resolve conflict and previously unknown aspects of intercultural dialog. It explores alliance-forming in solving common problems, and the search for creative answers to humanity’s major problems, principally those having to do with peace and solidarity. Educational systems should receive help to promote training, instruction and education in the use of new technologies, a key to the future of society, so that future generations will be prepared to make critical use of the media, as an instrument and channel for human interrelationship, for information searching, and as a tool for research and for learning.

  

Alianza, civilización, cine, educación, comunicación, solidaridad, cultura, diálogo

Alliance, civilization, cinema, education, communication, solidarity, culture, dialog


Curro: «Es que nunca he entendido bien qué tipo de árabe eres, Bembi».

Adbembi: «Te he dicho mil veces que no somos árabes. Nuestro pueblo [bereber] tiene cinco mil años de historia, y se extiende por toda África. Tenemos nuestra identidad, nuestra cultura, nuestra propia lengua».

Curro: «Tienes suerte de tener raíces».

Adbembi: «Tus raíces son mis raíces. Nuestros ancestros fueron los mismos. España fue un país bereber durante muchos siglos».

Del diálogo entre Adbembi (Farid Fatmi) con Curro (José Coronado) en el filme Poniente (2002), España, de Chus Gutiérrez


«Te diré otra cosa más: no hay nacimiento para ninguna de las cosas mortales; y no hay fin para la muerte funesta; hay solamente mezcla y separación de los componentes del conjunto. Nacimiento, no es más que el nombre que le dan los hombres a ese hecho». Empédocles de Agrigento (-495 a -435) 

«La diversidad de civilizaciones y culturas es un rasgo básico de la sociedad humana y una fuerza impulsora del progreso del hombre. Las civilizaciones y las culturas reflejan la gran riqueza y legado de la humanidad; por su propia naturaleza, se solapan, interactúan y evolucionan en relación unas con otras. No existe una jerarquía de las culturas, pues todas han contribuido a la evolución de la humanidad. La historia de la humanidad es de hecho una historia de préstamos y de constante fertilización mutua». Del informe del Grupo de Alto Nivel de la Alianza de Civilizaciones. Foro Mundial 15 y 16 de enero de 2008.

 

Para acceder a la sociedad del conocimiento, la Especie Humana se basa en la capacidad de utilización de los recursos humanos, las riquezas culturales y de la interrelación que se da entre personas, países y culturas, con el fin de atender las necesidades del desarrollo social, utilizar la transferencia de los saberes como herramienta beneficiosa para construir el futuro y utilizarlos como factor crítico para el aprendizaje y el cambio social. Una de las claves en la que los expertos coinciden para conseguir el acceso a una plena sociedad del conocimiento es la comunicación intercultural, necesariamente interpersonal, en la que intervienen gentes e instituciones con referentes culturales diferentes, percibidos con la simetría necesaria para superar algunas barreras que facilitarían la comunicación y la solución de algunos de los graves problemas del mundo de forma eficaz. Por otra parte, todo proceso de transición genera crisis, y los procesos globalizadores repercuten día a día en las poblaciones más vulnerables del globo, profundizando en las brechas de desigualdad y exclusión (Paseta, 2001). Es en este entorno donde se hace necesario plantear el encuentro de las culturas. Las redes telemáticas y los medios de comunicación de masas, necesarias hoy para el acercamiento interciudadano, serán más positivas si se apoyan en sistemas de valores desde los que las instituciones básicas de la sociedad promuevan la aceptación participativa y crítica de los medios de comunicación y de información y hagan posible que las personas de culturas, etnias y civilizaciones diferentes unan sus esfuerzos y realicen proyectos comunes (Martínez-Salanova, 2007).

 

La brecha entre las culturas del mundo viene de antiguo

Las grandes civilizaciones, no así las gentes y las culturas, desde el inicio de los tiempos han estado en conflicto. El totalitarismo es un tema vivo y ancestral. Las diferencias entre Oriente y Occidente se pueden documentar desde hace dos mil quinientos años, en los albores de la historia. Los héroes y dioses de Oriente y Occidente se batieron en una guerra de diez años en Troya. Herodoto, nacido en Halicarnaso, en la frontera con Asia, se preguntaba por qué a los pueblos de Asia y a los de Europa les costaba tanto vivir en paz. Lo intentaba explicar a base de leyendas y mitos de la tradición oral y de testimonios directos de sus coetáneos que resistieron cuatro décadas atrás las invasiones de Grecia por Jerjes y su ejército y que recogió y relató el historiador a la manera de un actual reportero. El hecho es que la confrontación ya existía en su tiempo, al igual que la manipulación de la información y que el mundo occidental se defendía de las intromisiones del invasor persa, Rey de Reyes, que intentó dominar el mundo desde Oriente, al mismo tiempo que mantenía a raya a los pueblos del norte de Asia y dominaba una considerable porción de los pueblos africanos. Herodoto relató la batalla defensiva que del paso de las Termópilas hizo el rey Leónidas con sus trescientos espartanos (además de miles de hoplitas y otras ayudas), que permaneció como un mito a seguir, inspiró a escritores, historiadores y poetas, y mitificó para la posteridad occidental a un pueblo puro y valeroso, el espartano, cantado y recreado por escritores y políticos de todos los tiempos y admirado por dictadores, Hitler y Franco entre otros. Alejandro, el Magno, desde Occidente, devolvió la mano a los orientales años más tarde y dominó al mundo persa, aunque no completamente su cultura. Se repitieron las invasiones con la civilización romana, con los hunos de Atila sobre Europa, las tribus de Gengis Kan desde China hasta las puertas de Occidente, y el mundo musulmán, que al mismo tiempo que se extendía como una mancha de aceite impregnaba con sus ideas y las de los griegos el pensamiento y la ciencia europea. España, Portugal e Inglaterra construyeron sus imperios y llevaron su lengua y su religión por toda la Tierra y, aunque impusieron sus idiomas y creencias, destruyeron civilizaciones y avasallaron a las gentes, muchas culturas se mantuvieron en la clandestinidad y afloran aún hoy por todas partes. Se sabe que quién realizó el primer intento de dominar el mundo fue Sargón, acadio, hacia el 2200 a J.C. muchos otros lo intentaron a lo largo de los siglos, en Europa Napoleón y Hitler (a una de sus escuadrillas aéreas la denominó «Leónidas»), por la fuerza o por el comercio, o ambas, como el dominio norteamericano de tierra y mares. Las ideas, a partir de las revoluciones francesa y rusa, se exportaron a los cinco continentes. Con todos estos avatares se destruyeron gobiernos y se desmoronaron civilizaciones, aunque las pautas culturales emergieron siempre de diferentes formas, en muchas ocasiones de forma cruenta, y sus residuos irrumpieron con fuerza desde las cenizas y las ruinas, manteniéndose hoy día con mayor o menor estabilidad y coexistiendo con las culturas dominantes. «La diferencia entre Oriente y Occidente es arbitraria y varía alrededor del globo» Edgard Gibbon (1737-1794), citado por Kurht (1995).

Hoy, a través de la globalización, se hace más patente la existencia de grandes brechas al mismo tiempo que los conflictos emergen con peligrosa fiereza. Sin embargo, es tesis controvertida por los historiadores que las civilizaciones estén abocadas al choque cruento, en algunos casos existe un rechazo rotundo de la opinión errónea de que las culturas están llamadas inevitablemente a enfrentarse. Las voces que claman por el entendimiento, la alianza y el diálogo son cada vez de mayor calidad, más aún en un mundo tecnificado, globalizado (Mayor Zaragoza 2006), en el que los cauces para el diálogo y la comunicación debieran ser más fluidos y eficaces, en el que la imposición puede dar paso a la cooperación y al abandono de la idea de que la única solución a la amenaza que las diversas culturas tienen de sus valores es la confrontación, la guerra, la victoria total y la destrucción final de las civilizaciones que son consideradas como amenaza para unos u otros. En plena sociedad de la información y la comunicación, también entreverada por la del espectáculo, tienen gran fuerza y poder los medios de comunicación, la información y las nuevas tecnologías telemáticas, que llevan y traen por el mundo conceptos e ideas, que relacionan a las personas, que aportan alternativas informativas e ideológicas a las de los poderes dominantes y que permiten el trasvase de pautas de cultura, mitos, descubrimientos, datos, realidades y creencias entre unos y otros pueblos.

 

Cine, conflictos culturales, violencia y alternativas de alianza

El mundo está intercomunicado debido a la revolución tecnológica y, de hecho, se convierte en un mundo en crecimiento intercultural (Martínez-Salanova, 2008). Aunque la cultura dominante posee todos los medios para difundirse e imponer su voz, la red de redes permite que se generen productos culturales alternativos, y logra que los países más pobres, cuyas culturas son desconocidas en occidente, se visibilicen en el panorama icónico internacional. La cinematografía es un ejemplo: el cine hindú, el iraní, el bosnio, el chino, el de la mayoría de los países latinoamericanos, compiten en las salas de cine con el europeo o el norteamericano, exponen visiones diferentes y presentan a Occidente una gran diversidad de culturas, etnias, ideas, filosofías, comportamientos y religiones.

El cine occidental ha realizado conocidas películas en las que los conflictos, base del progreso y de la civilización, se resuelven por la fuerza de las armas y la derrota de otras civilizaciones. Son películas en las que se valora positivamente que las culturas indígenas desaparezcan bajo el impulso de la «civilización». Hay centenares de ejemplos, sobre todo el que supone la conquista de los pueblos indios y las guerras en Asia y Oriente próximo. También se ha filmado con frecuencia, en algunos casos con dura crítica hacia la imposición cultural y la violencia, la invasión que una civilización hace de otra: 1492: La conquista del paraíso (The Conquest of Paradise, 1991) de Ridley Scott, narra de forma épica el descubrimiento y conquista de las tribus americanas; en La Misión (The Mission, 1986), de Roland Joffé, se aprecian los conflictos culturales y la violencia con la que en ocasiones se han solucionado; El piano (The Piano, 1993), de Jane Campion, tiene como trasfondo las grandes diferencias sociales y culturales entre la colonización anglosajona y los aborígenes neozelandeses; Apocalypse Now, 1979, de Francis Ford Coppola, exhibe la violencia, locura y destrucción de la guerra; La batalla de Argel (La battaglia di Algeri, 1966) de Gillo Pontecorvo, es una despiadada y dura crítica sobre la actuación colonial francesa en Argelia; La hora de los Hornos, 1968, del argentino Fernando Solanas, es un canto a la rebelión contra el colonialismo; Apocalypto (2006), de Mel Gibson, narra el final de la gran civilización maya, cuando su idílica existencia es brutalmente interrumpida por el ataque de una violenta fuerza invasora.

En la película 300 (2006), de Zack Zinder, basado el cómic de Frank Miller, se describe con originalidad y maestría, cómo en la batalla de las Termópilas el choque de Oriente y Occidente se materializó en una guerra sangrienta y feroz. El director se inspiró en otra película estadounidense dirigida por Rudolph Maté titulada El león de Esparta (The 300 Spartans, 1962), que vio cuando era niño. Hoy, infinidad de películas de todos los países, incluido el mismo cine norteamericano, cuestionan esta actitud guerrera, y cada día son más los films críticos hacia los dominios imperialistas, presentando una actitud favorable al dialogo y a la convivencia como forma eficaz e ineludible de resolver los conflictos. Un film como Tierra, de Deepa Mehta (India, 1998), provoca en el espectador la pregunta: ¿por qué las personas que conviven en paz se vuelven unas contra otras?, al narrar cómo en 1947 estallaron las revueltas entre pakistaníes e hindúes y el cambio que sufrieron varios amigos pertenecientes a diferentes culturas.

Son los países pobres los que mejor reproducen la necesidad de la convivencia cultural. Una película como Petirrojo (Red Robin, 2006), iraní, de Parviz Sheikhtadi, es un canto a la coexistencia entre religiones y etnias, una metáfora de las normales relaciones entre grupos de diferentes creencias que conviven en un remoto paraje de Irán, con sus desavenencias, tragedias, conflictos grandes y pequeños. Mereció el Premio Especial del Jurado en 2007, en Madrid, en el Festival internacional de cine para la infancia y la juventud.

 

Guerra santa o diálogo intercultural

Darío de Persia asentó el germen más peligroso en la lucha de las civilizaciones al afirmar que al aplastar al enemigo infiel sus soldados ganarían gloria en la Tierra y felicidad en el Cielo. Instaló así la simiente de la primera guerra santa en el mundo, que más tarde repetirían otros creyentes, entre ellos cristianos, musulmanes y judíos. Dos mil quinientos años más tarde, en 2001, el mundo recibió la Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural, que valora la comunicación entre las culturas, que adquiere un sentido nuevo en el marco de la mundialización y del contexto político internacional actual, convirtiéndose así en un instrumento indispensable para garantizar el mantenimiento de la paz y la cohesión del mundo. La declaración es un instrumento normativo imprescindible que fundamenta la necesidad del respeto de la diversidad de las culturas y del diálogo intercultural como las mejores garantías de desarrollo y de paz (UNESCO, 2001). Estas dos formas de ver la relación entre culturas y pueblos las han plasmado los medios de información y de comunicación, así como la novela y el teatro.

El cine ha filmado la guerra santa, en ocasiones para ensalzarla y mitificarla. Existen al menos seis versiones sobre la confrontación entre Cristianismo e Islam, desde la visión cristiana. Una de ellas es Las cruzadas, de Cecil B. DeMille (1935). Por la parte oriental, Saladino (Youssef Chahine, 1963), es una superproducción egipcia que muestra a un árabe egipcio, Saladino (realmente no era árabe, sino de origen kurdo, algo que se silencia en el film), que es capaz de unir a todos los pueblos árabes frente a los invasores cruzados cristianos. Otro tipo de cine pone en entredicho la guerra santa, como El reino de los cielos (Kingdom of Heaven, 2005), de Ridley Scott, sobre las Cruzadas, en el que se muestra la violencia en la defensa de la fe de algunos fanáticos en contraposición con otras posturas, tanto de cristianos como de algunos musulmanes, entre ellos Saladino y cuyo mensaje más claro es salvaguardar la paz y trabajar por la armonía entre las diferentes religiones y culturas.

Un solo director, Clint Eastwood, en 2006 ha realizado dos películas, Cartas desde Iwo Jima (Letters From Iwo Jima) y Banderas de nuestros padres (Flags of Our Fathers), exponentes de un cine que busca en cada uno de los films una mirada diferente, los sufrimientos y sentimientos de los contendientes, japoneses o estadounidenses, en una misma batalla, la de Iwo Jima, en la II Guerra Mundial, cuando ambos bandos están imbuidos con la creencia de que mediante la guerra defienden su propia civilización.

 

El cine de encuentros y desencuentros culturales

El cine documental, desde sus orígenes, desde Flaherty, que encontró en el celuloide una herramienta complementaria para presentar los vínculos y relaciones culturales del pueblo esquimal, Nanook, el esquimal (Nanook of the North 1922), ha mostrado y apoyado la idea de que nada es puro, del mestizaje, como los documentos visuales de Margaret Mead y Gregory Bateson, que hacia 1930 analizaron las pautas de conducta de los habitantes de Bali y Nueva Guinea.

La película 300, antes mencionada, produjo hondo malestar en el mundo musulmán, pues presenta a los invasores persas de forma anacrónica, con fisonomías, características y adornos propios del mundo árabe actual. Aunque sea cierto que Oriente era un complejo de culturas, la civilización persa que dominaba Jerjes, lejos estaba de parecerse a la iconografía con la que se la ha representado dos milenios y medio más tarde. El cine ha mostrado en infinidad de ocasiones el intercambio cultural como violento, desprestigiando al adversario, a pesar de que el conflicto cultural, en la historia de la humanidad, no siempre ha sido solucionado, dirimido o finalizado mediante sangre u opresión, pues es una interacción constante, fluida y viva, que circula desde los albores de la humanidad y que ha dado lugar a la gran riqueza de las civilizaciones.

La idea de la solución armada de los conflictos, ha resucitado bajo el signo de la política imperialista de los Estados Unidos y de quienes la apoyan. Quienes abogan por el choque de las civilizaciones están patrocinando una lucha de necios, que a corto plazo puede subvertir las ansias de regeneración de la convivencia en el planeta. (Martínez-Salanova, 2008)

El cine, no siempre puede presentar los encuentros entre culturas en sus aspectos totales. Lo hace constantemente de forma muy concreta, mostrando mínimos contactos, respetando creencias e ideologías, manifestando los valores comunes que unen a los pueblos, presentando las relaciones afables entre gentes de diferentes grupos humanos. Para que las relaciones interculturales empiecen a tener distinto perfil, es necesario luchar contra prejuicios y estereotipos, y el cine es un medio eficaz que contribuye a ello, pues una película va más allá de su propia historia y del lenguaje cinematográfico y técnicas con la que está realizada (Castiello, 2001)

La búsqueda de las diferencias no es el camino adecuado. Cuando se desea educar es necesario empezar desde el principio, como la película animada Al-Andalus, de Ángel Izquierdo, en proceso de realización, que intenta ser un instrumento eficaz para acercar el sentimiento de concordia a los más jóvenes, mediante el modelo de convivencia de Córdoba en el siglo XI. Cuenta la historia de tres personajes, un niño musulmán de familia persa, una niña judía y un cristiano, ex guardia del Califato, que ejemplifican la armonía y la convivencia de las tres grandes religiones occidentales durante trescientos años, en contraposición al fanatismo religioso de los almorávides y de los cristianos que invadieron Tierra Santa.

Otra interesante película, Cruzando el polvo (Crossing The Dust, 2006), del director kurdo Shawkat Amin Korki, cuenta que durante la invasión norteamericana de Irak en 2003, un niño árabe, Saddam, de cinco años, se pierde en el fragor de la guerra. Dos soldados kurdos enfrentados a las tropas de Saddam Hussein le encuentran entre el caos de la contienda. Uno de ellos, alegre y optimista, quiere devolverlo a su familia, el otro, prefiere abandonarlo. Narra los conflictos internos que generan los combates y se aproxima a la cultura desde la sencillez de las historias personales. El director dice de su película que anima a todas las personas a «dejar de lado todo el odio que sienten, fruto de su propio sufrimiento y de las guerras que han vivido, y a que siempre vean la parte noble de los seres humanos, a que digan no a la guerra, a los prejuicios raciales y sociales, a que tengan una mirada nueva, optimista y pura hacia los demás».

 

Educación, medios de comunicación y diálogo entre las culturas

Existe el debate de si los conflictos –y las alianzas- son entre civilizaciones, incluso hay quien afirma que en la actualidad solamente existe una civilización. Se denominen de una u otra forma, es indudable que existen grandes corrientes ideológicas basadas en siglos de cultura y religión, de crecimiento y de lucha, y que entre los grupos humanos existen profundas relaciones y abismales desencuentros. Los grandes movimientos, a estas alturas de la vida de la Especie Humana son entremezclados, mestizos, y gradualmente devienen en civilizaciones, o por lo menos así los ha ido denominando la historia desde la antigüedad. Pero dejemos las palabras y no las convirtamos en fetiches. Sea conflicto entre civilizaciones o entre culturas, lo cierto es que son las personas las que poseen ideas y razones, las que sufren los problemas y las que deben convivir, aliarse entre ellas para mejorar los usos de la civilización que comparten (Fernando Savater, 2005).

Cuando hablamos de diálogo intercultural, no estamos planteando conseguir terceras culturas. Es un peligro hablar irresponsablemente de integración, cuando la cultura receptora exige que el recién llegado acepte todas y cada una de las pautas culturales y se comporte como uno más en el grupo humano que lo recibe. No es conveniente ni posible la simbiosis de culturas que se encuentran en permanente conflicto ni destruir parte o la totalidad de los elementos, rasgos o patrones que dificultan las relaciones entre los pueblos. En algunos momentos de la historia, incluida la más reciente, se han hecho intentos por la fuerza de unificación de pueblos, etnias y conocimientos que, pasados los años, han vuelto a salir a flote reivindicando su riqueza cultural. Los resultados han sido casi siempre sangrientos. Es importante por ello facilitar una comunicación intercultural más efectiva, sin imposiciones ni violencias, en un proceso interactivo y mutuamente beneficioso para los participantes, que facilite el desarrollo de maneras nuevas, efectivas y aceptables que aporten bases comunicativas comunes (Shohat y Stam, 2002).

Los medios de comunicación ayudan a reducir la incertidumbre y la ansiedad que provoca el encuentro intercultural. El cine, por ejemplo, puede ayudar a conocer y valorar mejor otras culturas, otras normas de vida y convivencia (Gurpegui 2000). La base es compartir información y expectativas o lo que es lo mismo, valorar sus aspectos cognitivos, acrecentar las habilidades para enfrentarse a los diferentes retos que supone entender, relacionarse con personas de otras culturas en sus aspectos afectivos, y la capacidad para actuar creativamente con vistas a mejorar relaciones entre personas, pueblos y culturas, y favorecer el intercambio comunicativo. (UNESCO, 2001). Es imprescindible que los medios de comunicación y las nuevas tecnologías se impliquen para formar un inmenso clamor popular, que, pacíficamente, reoriente los rumbos actuales guiados por intereses a corto plazo de una minoría. (Mayor Zaragoza, 2006)

Una iniciativa de varios colectivos europeos, entre ellos el Grupo Comunicar, fue la de plasmar en relatos y en comics, para de ser llevados a una reflexión en las aulas, los puntos comunes que existen entre las diferentes culturas y creencias. El proyecto, denominado Valores Comunes tuvo como principal objetivo promover la cultura de la paz a través del encuentro y el diálogo entre diversas religiones y culturas que actualmente viven en Europa, utilizando el cómic como medio de comunicación. El aumento de un pensamiento religioso agresivo e intolerante, está en la base de muchos de los problemas que impiden la solución de conflictos, pero es posible demostrar que las distintas religiones y visiones laicas comparten valores éticos que hacen posible un diálogo intercultural marcado por el respeto mutuo, la no violencia, la igualdad, el perdón o la concordia. El proyecto ha planteado acciones específicas a realizar en el territorio europeo para destacar el valor de los puntos de encuentro e intercambio entre los distintos sistemas de pensamiento. El guión de cada uno de los cinco comics fue elaborado a partir del relato de cinco autores europeos y africanos, y dibujado y coloreado por artistas africanos. La guía didáctica que acompaña a los materiales de trabajo, muy completa, aporta multitud de sugerencias, comentarios, citas y textos que ayudan a la reflexión.

Cada vez son más las iniciativas y productos audiovisuales que procuran un mundo en diálogo, que presentan alternativas y reflexiones para lograr el encuentro intercultural. La productora «Tus ojos», se fundó con el objetivo de crear un marco de referencia en el mundo audiovisual, capaz de conjugar el lenguaje del cine con la sensibilización sobre problemas actuales de la infancia. Ha apostado por la tecnología digital, para la filmación y para la distribución, realizada en centros educativos y culturales, con el fin de que el film y las situaciones que lo hacen posible, se analicen y procuren la reflexión y la concienciación. Toda su filmografía gira, hasta el momento, en torno a la visión de las diferentes culturas y de la riqueza de los encuentros entre las personas. En el mundo a cada rato, 2004, la historia de cinco niños de diferentes lugares del planeta, dan pie a reflexionar sobre las actitudes hacia los demás. En su largometraje Pobladores, 2006, de Manuel García Serrano, observa a varios niños emigrantes y a sus familias en un viaje de ida y vuelta hasta sus países de origen. Cooperantes, 2008, rodado en Guatemala y dirigido por el mismo director, es una expresión del respeto de quienes ayudan a indígenas guatemaltecos a desarrollar sus propias iniciativas sin inmiscuirse en sus planteamientos culturales. De los tres film se han realizado guías didácticas que, en los centros educativos, permiten ayuda, debate y reflexión sobre los contenidos y características de las películas.

 

El cine de los países con mayores necesidades y la integración cultural

En una gran parte de las temáticas elegidas por países pobres para hacer su cine, coexisten pacíficamente culturas diversas, presentando sus propios problemas, sus dificultades de convivencia y su necesidad de emigrar para subsistir. En estos films vemos con frecuencia temas de la emigración, internas, éxodo rural y llegada a la ciudad, o externas, que buscan el sueño del trabajo y del bienestar en países lejanos y las dificultades que tienen para su integración en ellos.

Es un cine cada vez más valorado en Occidente, pues abre la puerta para conocer elementos de las culturas en su origen y permite adentrarse en sentimientos, dramas, opiniones o ideologías. La imagen sirve así, en algunos casos como denuncia, otras veces aporta datos sobre una determinada cultura o sirve como iniciación –o soporte en una investigación etnográfica- de una línea de investigación.

En tierra de nadie (Ničija Zemlja, 2001), del director bosnio Danis Tanović se muestra, en una dura crítica contra el salvajismo de la guerra y de los conflictos interculturales, cómo dos soldados de bandos diferentes, bosnio y serbio, en pleno conflicto de los Balcanes de 1993, se encuentran atrapados en una trinchera entre sus respectivas líneas, en tierra de nadie. Mientras intentan salir de su situación, un sargento de las Naciones Unidas les ayuda en contra de las órdenes de sus superiores, provocando un show mediático de carácter internacional. Entre otros premios ganó ese año el Oscar a la Mejor película habla no inglesa, en Cannes el Premio Mejor Guión y en San Sebastián el Premio del Público.

 

La incidencia de los medios en la educación para un diálogo intercultural

El impulso que la sociedad de la información aporta a la inclusión de los medios audiovisuales y las nuevas tecnologías incide profundamente en el desplazamiento de las tradicionales fuentes y formas de información.

Los sistemas educativos están en ocasiones de espaldas a estos cambios, y en los centros educativos se obvian con frecuencia la importancia de los actuales medios y en especial de sus contenidos, plagados en ocasiones de referentes históricos, geográficos y culturales, en unos procesos que se enmarcan en la lucha por la recuperación de la justicia y la democracia, en la construcción de otro mundo posible, sostenible y respetuoso con las diferencias de sus habitantes, pueblos y culturas. Hay infinidad de documentos que pueden ayudar a la reflexión, tanto en el cine y la televisión como en las alternativas que ofrece Internet.

Cada vez es más común un cine en el que se concede la prioridad al diálogo de las culturas, que obliga al conocimiento y la reflexión activa, que prioriza los casos de interacción y aportación mutua, que sensibiliza a nuevos interlocutores, en especial a los jóvenes, hacia el concepto y las dimensiones del diálogo intercultural.

A las cinco de la tarde (Panj é asr, 2003), dirigida por la iraní Samira Makhmalbaf, presenta Afganistán tras la caída del régimen talibán, al reabrirse las escuelas para mujeres. La directora intenta entender, tanto al padre de la protagonista, partidario de los talibanes y su cultura, como a su hija, una niña que quiere estudiar a toda costa. La película muestra tanto la recesión de la región y la guerra camuflada que existe entre las dos generaciones como las diferencias que existen entre hombres y mujeres.

En la película Agua (Water, 2005), de la directora hindú Deepa Mehta, se muestran los conflictos generacionales en lo cultural e ideológico. Por causas de fanatismo, incomprensión y negación del diálogo, fue de rodaje complicado. Una niña de 8 años es obligada a casarse con un anciano. Viuda ya, encuentra su camino al enamorarse de un activista de Ghandi, de casta superior. Se narra con eficacia el choque de culturas y su superación dentro de un mismo entorno.

La facilidad que aportan actualmente las nuevas tecnologías para la filmación, montaje y sonorización, deben animar a centros educativos y profesores a promover la realización de productos audiovisuales y telemáticos concretos, lo que obligará a crear, investigar, diseñar, redactar, producir, montar y editar en los diversos soportes y formatos que tienen a su disposición. Y será necesario promover, en respuesta a la diversidad cultural de los interlocutores en nuestras sociedades, alianzas y dinámicas que ayuden a conformar redes locales que se opongan a la exclusión de las minorías, en réplica al poder y la fortaleza de los encuadramientos sociales y culturales dominantes.


Profesora: Todas las alumnas deberían llevar uniforme negro y pañuelo blanco. Noqreh, ¿Por qué llevas un vestido de color?

Noqreh: Señorita, si llevara uniforme mi padre no me dejaría venir.

Profesora: ¿Por qué?

Noqreh: Piensa que las chicas no deberían estudiar.

(De la película iraní A las cinco de la tarde (Panj é asr, 2003), de Samira Makhmalbaf)

  

Referencias


Castiello, Ch. (2001). Huevos de serpiente. Racismo y xenofobia en el cine. Madrid: Talasa Ediciones.

Gurpegui, J. (2000). El relato de la desigualdad. Estereotipo racial y discurso cinematográfico. Zaragoza: Ediciones Tierra AC.

Herodoto (1994). Historia. Obra completa: Tomo IV, Libro VII. Madrid: Biblioteca clásica Gredos.

Kurht, A. (1995). The Ancient Near East c. 3000-330 BC, vols 1 y 2. Londres: Routledge.

Martínez-Salanova, E. (2007). Medios de comunicación y nuevas tecnologías para la cultura de la paz, en Aguiar M. V. & Farray J. (coords): Sociedad de la Información, Educación para la Paz y Equidad de Género, 5-13. La Coruña: Netbiblo.

Martínez-Salanova, E (2008). Cine y migraciones en España. Cine y educación. (http://www. uhu.es/cine.educacion)

Martínez-Salanova, E. (2008). Cine e inmigración: Otra ventana abierta para el debate. Cómo expresan los medios de comunicación la emigración, el mestizaje y las relaciones interétnicas, en Francisco Checa (ed.): La emigración sale a la calle, 231-252. Barcelona: Icaria.

Mayor-Zaragoza, F. (2006). Civilizaciones y culturas: del diálogo a la alianza. Actas del Simposio internacional Túnez, 30 enero–1 de febrero 2006.

Paseta, M. (2001): Ni globalizados ni globalizadores: las nuevas tecnologías de la comunicación como herramientas para el desarrollo. Comunicar 16; 13-24

Shohat, E. y Stam, R. (2002). Multiculturalismo, cine y medios de comunicación. Barcelona: Paidós.

UNESCO (2001). Informe Mundial sobre Cultura 2000-2001. Diversidad cultural, conflicto y pluralismo. España: UNESCO/Mundiprensa.

 

© Enrique Martínez-Salanova Sánchez