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El autor
propone en este artículo el análisis de los vínculos, a veces enfermizos,
que se advierten en los medios de comunicación en las relaciones entre
profesores y alumnos;
realiza
un
recorrido por las principales etiquetas que los medios hacen de los
profesores, de los alumnos y de las relaciones entre ellos. Ha elegido
prioritariamente el cine, pues es donde mejor se aprecian los estereotipos
sociales en este asunto concreto. La prensa, la televisión y otros medios,
cuando intervienen en el mundo de la educación, lo hacen desde un punto de
vista institucional, normativo, legal, político o programático. Las
noticias, sí que pueden en ocasiones servir para entrar en el análisis de
las relaciones. No obstante, lo personal, si no es morbosa noticia, no suele
significar mucho, salvo excepciones. Se dan aquí por ello, a partir
fundamentalmente del cine, pautas para la reflexión, pistas para la
investigación, y una gran cantidad de datos para quienes deseen entrar en el
problema. Unos esquemas de estereotipos en el cine, realizados en clave de
humor, orientarán para buscar nuevos clichés y apreciar la irrealidad o
realidad de las etiquetas referidas. Al finalizar, el lector se encontrará
con una larga lista de películas que le pueden ayudar a seguir profundizando
en este apasionante tema.
«Nadie perdona a un hombre que sea distinto a los demás».
Curzio Malaparte.
«Discúlpeme, no le había reconocido; he cambiado mucho».
Oscar Wilde.
«A
las personas les interesa nuestro destino exterior; el interior, solo a
nuestro amigo».
Von Kleist, poeta alemán.
El vendedor de lanzas y escudos
«En
el reino de Chu vivía un hombre que vendía lanzas y escudos. ‘Mis escudos
son tan sólidos, se jactaba, que nada puede traspasarlos. Mis lanzas son tan
agudas que nada hay que no puedan penetrar’. ‘¿Qué pasa si una de sus lanzas
choca con uno de sus escudos?’, preguntó alguien. El hombre no replicó».
Jan Fei Tsé.
El estereotipo surge del inconsciente, a veces del
inconsciente colectivo, producido en las culturas por asociaciones de ideas
comunes. El producto, la etiqueta, puede ser única para un determinado grupo
humano: todos los profesores son vagos, o duros, o buenos; los alumnos
también son todos vagos, o traviesos, o empollones. El cliché puede también
corresponder a un solo individuo. Ese profesor es un hueso; ese alumno es un
empollón. Pero ¿qué sucede cuando hay que referirse literaria, icónica o
mediáticamente al encuentro entre dos estereotipos?. El vínculo que se crea,
para solucionar el problema de transmisión a los receptores del mensaje,
suele convertirse en otro estereotipo. Cuando existe confrontación, uno de
los dos gana y otro pierde, o los dos pierden. Nunca es posible encontrar la
solución de que ganen el uno y el otro. De la misma forma que las lanzas y
escudos del reino de Chu no podían juntarse, hubieran perdido los dos,
porque no existe profesor y alumno en diálogo sino solamente en
confrontación. O lo que es lo mismo: uno debe acabar dependiendo del otro.
Si se dieran relaciones entre alumnos y profesores
complementarias, o solidarias, ‘todos buscan el saber’, el vínculo entre
ambos grupos humanos cambiaría, aunque se manifestara en los medios de
comunicación de forma estereotipada.
Usted explique que para eso le pagan
«Solo
se reconoce el error cuando todo el mundo lo comparte».
Jean Giraudoux.
Hace
años daba yo clase en un instituto de la capital de España. Ingenuo de mí,
intentaba ya en aquellos tiempos una enseñanza participativa, para alumnos
responsables, integrando las diversas áreas a partir de una base
metodológica de investigación. Ahí es nada. En el primer trimestre un alumno
de tercero de BUP me colocó en mi lugar. Aproximadamente me dijo algo así
como: «Aquí estamos acostumbrados a que sea el profesor el que explique, que
trabaje, que para eso cobra. Nuestra misión es venir, aguantar o escuchar,
tomar apuntes si nos viene en gana, y al final de trimestre, usted nos
examina, y nos aprueba o nos suspende, pero no nos jorobe con trabajos,
proyectos, investigaciones ni esas historias…».
Esta
reflexión parte de toda una situación estereotipada de las relaciones entre
profesores alumnos. Los profesores están para intentar que los alumnos
aprueben; los alumnos para defenderse de los profesores aprobando con el
menor esfuerzo posible.
Una
secuencia de la película, «La piel dura», de Truffaut, señala
magistralmente lo que
deseo
referir
en este artículo. La maestra, mademoiselle Petit, intenta sin ningún éxito
que los alumnos reciten un texto de
«El
Avaro»,
de Moliére, en el que Harpagnon dice: «¡Al ladrón, al ladrón, al asesino,
al criminal…!». Los alumnos, y sobre todo uno de ellos, Bruno, lo recita
de memorieta, dando la sensación de que no lo comprende en absoluto. La
maestra insiste varias veces, pero todo es inútil, el alumno, recita sin
ningún tono, sin inflexiones de voz, sin gestos… La misma maestra lo
interpreta con el fin de hacerle comprender cómo se debe hacer, pero ni por
esas. Bruno vuelve a comenzar sin entusiasmo, en tono rutinario e
inexpresivo; por suerte para él, es interrumpido por un profesor que entra y
sale con la maestra de la clase. En ese momento todo cambia. Cuando la
maestra hace su salida y Bruno se cerciora de que va hacia el patio,
radicalmente se transforma y dice: ‘Os voy a demostrar cómo lo haría
Harpagnon’. Bruno da en ese momento una lección de interpretación
deslumbrante, magistral, moviéndose por toda la clase, vibrando en su
interpretación; un verdadero actor, que no quiso sorprender a su maestra,
pues hubiera caído en ridículo ante los demás. En este caso Bruno es el
ganador en la escaramuza.
El
vocablo estereotipo nace de la imprenta. Es aquello que puede imprimir
indefinidamente una imagen. El término, tal y como lo utilizo en este
artículo, aunque actualizado, fue introducido en las ciencias sociales por
Walter Lippman en 1922, para explicar los conceptos simplificados,
etiquetas, que se aplican a determinadas categorías de personas,
instituciones o acontecimientos. Son resistentes al cambio. Pueden ser
adquiridos sin experiencia directa, simplemente porque «me lo han dicho», o
fruto de incalculables operaciones del inconsciente, que en un momento dado
aplican innumerables experiencias adquiridas a una sola persona o situación.
Lo que es el ‘salto intuitivo’ para Bruner. Aunque el estereotipo puede
nacer de raíces individuales es la sociedad la que los generaliza
convirtiéndolos en productos sociales. De ahí la importancia de los medios
de comunicación en el tratamiento de esta materia.
Los
medios de comunicación, contribuyen a la creación y mantenimiento de
ideologías de grupo, justificando acciones sociales, ayudando a defender el
sistema de valores y por lo tanto a crear, desmontar o preservar
estereotipos. Reflejan una realidad social, y la devuelven reforzada a la
sociedad, aumentando su tiempo y grado de permanencia en la cultura de la
especie humana o de alguno de sus grupos.
A sus órdenes mi general, a sus ordenes mi capitán
«La
película es realidad a veinticuatro fotogramas por segundo».
Jean-Luc Godard.
En la
película «Mi general», de Jaime de Armiñán, se reflejan sin
contemplaciones todos los estereotipos de una comunidad educativa. Un grupo
de generales deben recibir en un internado un curso de adiestramiento en
nuevas estrategias y tecnología militar. Un problema: los profesores son
mucho más jóvenes y de inferior graduación. El sentido de grupo, los roles
de cada uno de ellos, la relación con los profesores, con el director, con
el internado, convierte los comportamientos de un grupo de adultos en un
reflejo estereotipado de la academia. Nos podemos encontrar con el chivato,
el travieso, las bromas de buen o mal gusto y la desobediencia a la
autoridad; el aprendizaje, que comienza a ritmo de comedia finaliza en
drama. Es una interesante película para analizar las relaciones de la
comunidad educativa a través de la regresión a la adolescencia de un grupo
de adultos. El guionista, además ha estereotipado hasta el límite las
conductas, con lo que permite un análisis más simple de las mismas.
El vínculo de dependencia entre alumnos y profesores
«Forjé un eslabón un día, otro día forjé otro y otro. De pronto se juntaron
-era la cadena- todos».
Pedro Salinas, Presagios, Obra Poética.
La sociedad ya ha dispuesto, y los medios de
comunicación así nos lo transmiten, cuáles son las relaciones o vínculos que
deben tener los alumnos con los profesores. Difícilmente encontraremos en
los medios de comunicación relaciones de cooperación, de cordialidad, de
orientación, de aprendizaje mutuo, de apoyo o de responsabilidad.
La sociedad, alumnos, padres y profesores aceptan como
prioritario en la relación entre profesores y alumnos el vínculo de
dependencia. Los medios de comunicación de masas, televisión, cine y
publicidad ante todo, lo suponen como «natural»; está presente generalmente
en el acto de enseñanza y se expresa mediante supuestos tales como que el
profesor sabe más que el alumno, que el profesor debe proteger al alumno de
cometer errores, que el profesor debe y puede juzgar al alumno, que el
profesor puede determinar la legitimidad de los intereses del alumno y que
el profesor es quien define la comunicación posible con el alumno. En
contrapartida, el alumno generalmente se comporta intentando divertirse,
jugándosela al profesor o pasando olímpicamente de él. Siempre desde el
vínculo de dependencia.
En el fondo, transmiten los criterios, rasgos y clichés
que la sociedad asigna tanto al profesor como al alumno. Se establecen en
general vínculos alienantes y no socializantes. El profesor, en todos los
casos tiene la sartén por el mango.
No se da casi nunca la reflexión crítica
«Duda
siempre de ti mismo, hasta que los datos no dejen lugar a dudas».
Louis Pasteur.
En
síntesis, me refiero a todo lo que se dice por el hecho de no decirlo. Los
metamensajes que nos proporciona la publicidad, el cómic, la novela o el
cine, están llenos de palabras nunca dichas o acciones nunca practicadas.
Todo se da por supuesto. El alumno es rebelde pero no se sabe por qué. El
profesor es duro, conservador, cascarrabias o malvado sin que se aprecien
las causas. Por que sí. El profesor puede pensar que sus intenciones son
«buenas» y pretender a un nivel consciente que el alumno consiga la
reflexión crítica, el aprendizaje creador, la enseñanza activa, la promoción
de la individualidad. Los medios de comunicación nos presentan alumnos
sometidos, o absolutamente rebeldes; profesores que deben aguantar todo o
los que dominan de forma carcelaria a sus alumnos. Es difícil en los medios
encontrar pistas, ideas para una reflexión o propuestas para un cambio.
La maestra es una madre
«Lo
nuevo es viejísimo. Hasta puede decirse que siempre es lo más viejo.»
Delacroix.
En el
caso específico de la enseñanza primaria, alusiones tales como «la maestra
es la segunda madre» tornan explícita la continuidad entre la enseñanza y
sus vínculos arcaicos aprendidos en el seno de la familia. No hay
aprendizaje activo. Se revelan contradicciones entre lo que se dice y lo que
se hace; por ejemplo se predica cada vez más en la enseñanza contemporánea
los méritos de un aprendizaje activo. Pero en virtud de los supuestos de una
natural dependencia del alumno respecto de su maestro, parece mantenerse que
cuanto más pasivo sea el alumno más se cumplen los objetivos. Si el alumno
en una película la comienza rebelde, lo más propio es que al final se haya
sometido a las leyes de una sociedad que no desea capacidad crítica.
Se
valora ante todo la sobreprotección de los educadores, y se rechaza el mal
trato. No existe, salvo en contadas ocasiones la búsqueda de soluciones en
común. En «Secretos del corazón», de Montxo Armendáriz, el niño
protagonista vive solo, busca solo. Los adultos cuidan de él o le vigilan, o
le engañan, o le protegen; él es quien, en solitario, descubre los secretos
de la vida. En El club de los poetas muertos, plagada igualmente de
conductas cliché, el profesor ayuda a los alumnos a descubrir sus propios
caminos, rompiendo con algunas pautas de la escuela tradicional. Es una de
las pocas películas en las que la relación entre profesores y alumnos se
convierte en una búsqueda común. Paradójicamente, cuanto más acepte el
alumno que el profesor sabe más que él,
más considera que el profesor
debe protegerlo de cometer errores
La relación competitiva
«Muchos habrían podido llegar a la sabiduría si no se hubieran creído ya
suficientemente sabios».
Juan Luis Vives.
Son
actualmente muy comunes las películas norteamericanas de alumnos navajeros,
delincuentes que se encuentran en el instituto como en una cárcel. Siempre
acaban convirtiéndose en mansos corderitos, ya sea por medios bondadosos y
angelicales o por otros más eficaces y expeditivos, de profesores expertos
en karate y didácticas más ligadas a la violencia que a la solidaridad.
La
televisión, el cine, y el cómic, promueven y potencian en mayor medida las
vías competitivas en las relaciones profesor-alumno; los alumnos entre sí
también suelen estar enfrentados, los profesores entre sí suelen estar
divididos. Profesores y alumnos son y deben seguir siendo enemigos
irreconciliables. En caso contrario, no hay argumento para un guión. En la
escuela se reproducen los mecanismos de un cuartel. Alguien tiene que salir
ganando, porque el que manda, manda. Lo más normal es que sea el profesor.
Casi siempre. En ocasiones, el grupo de alumnos promueve un cambio forzoso,
en el que el profesor pierde. Podemos recordar el anuncio de la televisión
en el que un profesor encuentra un preservativo en el gimnasio; todos los
alumnos, uno a uno van levantándose para culparse. O la secuencia en la que
casi todos alumnos van subiéndose sobre las mesas en solidaridad con un
profesor y unos principios y en contra de las normas, en la película El
club de los poetas muertos. Cuando alguien gana, siempre otro es
derrotado.
La resistencia al cambio
«El
que quiera reconocer el carácter efímero del mundo, debería leer periódicos
antiguos para ver lo insignificante que resulta luego lo que en su día fue
tan importante».
Somerset Maugham.
Otro
elemento constante en los medios comunicación es la dualidad entre lo nuevo
y lo viejo. Un profesor joven se enfrenta con las tradiciones ancestrales de
claustrales viejos, autoritarios e hipócritas o malvados. El maniqueísmo más
radical es el estereotipo. También se da en las películas de policías. La
resistencia al cambio se presenta en mayor grado en los profesores, al
contrario que en la realidad, que se da con tanta o mayor frecuencia en los
alumnos. No en vano, han transcurrido muchos años estableciendo una relación
dual e hipócrita en la que la idealización del que enseña como fuente
inagotable de sabiduría era contrapuesta con el rechazo que fomenta la forma
autoritaria en que se lleva a acabo la enseñanza.
Tal
vínculo fomenta la idea de que quien más radicalmente se opone a un sistema
autoritario en otras esferas de la vida social, perpetúa en detalle el
verticalismo y se resiste a sustituirlo por un vínculo de cooperación y
donde la competencia por el poder que representa sea sustituido por una
verdadera competencia en cuanto al conocimiento como algo a crear «entre»
profesores y alumnos.
La simbología vuelve a los centros educativos
«El
verdadero significado de las cosas se encuentra al decir las mismas cosas
con otras palabras».
Charles Chaplin
Bandas,
ritos, campos deportivos, sombreros al aire, becas de fin de curso, orlas,
actos académicos formales estilo norteamericano, van entrado en una sociedad
escolar o universitaria como la nuestra, en la que habíamos eliminado los
ritos de la escuela franquista. La ritualización en que se mueve el mundo de
la educación reproduce una continuidad entre una generación y otra.
Constituye uno de los canales mediante el cual se realiza la transmisión
cultural; puede ser enriquecedor en la medida en que cada acto ritual
introduzca características novedosas, de lo contrario los rituales son
formas estereotipadas, mecánicas, desvitalizadas y empobrecedores con
relación a los miembros que participan de dicho ritual.
Estamos
plagados de estereotipos rituales. El ritual de la ‘primera clase’, el
ritual de la ‘clase ‘magistral, el ritual del ‘trabajo práctico’, ‘el viaje
de estudios’, ‘el programa’ en cuanto a qué debe aprenderse primero y qué
debe aprenderse después, ‘los exámenes’, ‘el ritual de los trabajos
monográficos’, ‘las tesis de doctorado’, son algunos ejemplos de las
múltiples formas que asume la enseñanza ritual. Podríamos hacer la crítica
responsable en sus dos fases: socialización humanizante y socialización
alienante. Lamentablemente, por lo general se instituyen como formas vacías
de relación entre profesores y alumnos, de allí el carácter estereotipado
que tiene la enseñanza.
El suspenso de los sabios. Mal de muchos consuelo de
tontos.
«Cada
uno es ortodoxo con respecto a sí mismo».
John Locke.
A los
sabios siempre los suspenden, o por lo menos así se rumorea. A Einstein en
física, a Dalí en pintura, a Amenábar en Ciencias de la Información, sección
imagen. Y sin embargo ahí queda eso. Otro estereotipo. En Educando a Rita,
el profesor anárquico y borrachín, que se salta todos los esquemas y
convenciones universitarias, vuelve a ellas debido a las enseñanzas de una
joven semianalfabeta. La película entera es un canto a la libertad en la
educación. La última secuencia da un giro hacia el estereotipo con el fin de
que todo acabe bien. El profesor ‘Michel Caine’ ha dejado de beber, va a
continuar haciendo poesía porque se ha enamorado.
Agresión y dependencia
«En
el bastón de Balzac se lee esta inscripción: ‘Rompo todos los obstáculos’.
En el mío: ‘Todos los obstáculos me rompen’. Lo que hay de común en ambos
casos es: Todo.»
(Kafka).
En la medida en que la represión es tanto más peligrosa
cuando es oculta y velada para represores y reprimidos creo que debiéramos
reflexionar acerca de las relaciones existentes entre el aprendizaje y la
agresión.
La
agresión asume formas directas e indirectas. Bajo la forma directa basta
observar el modo en que se comporta un profesor en las situaciones de
examen, en la comunicación dentro del aula, en la comunicación informal con
sus alumnos para reconocer una mezcla difusa de deseos y dificultad de
acercamiento a los alumnos.
Sería
ocioso mostrar la agresión bajo la forma de castigos, sanciones, suspensos o
limitaciones por parte de los profesores; más interesante en cambio es
reflexionar acerca de las formas indirectas de agresión o formas latentes de
dependencia.
Los
alumnos tienen también sus particulares formas de agresión a los profesores,
enfrentándose colectivamente, rebelándose, obviando sus enseñanzas o pasando
directamente a la acción ofensiva contra ellos mediante jugarretas, bromas y
desautorizaciones.
La búsqueda en común del pensamiento
«Para
ver claro basta con cambiar la dirección de la mirada».
Saint-Exupery.
Enseñar
a los alumnos a pensar y a ejercer la reflexión crítica es una meta que
frecuentemente mencionamos como inherente a la función docente. Sin embargo
muchas veces esto no pasa de ser una enunciación de buenos propósitos.
Repetidores en lugar de seres pensantes, receptores en lugar de evaluadores
es el producto lógico de las formas en las que enseñamos, que reflejan
aquellas según las cuales hemos aprendido. Por lo tanto cuando se habla de
la necesidad de esclarecer y tomar conciencia del modo en que nos insertamos
en ese trama represiva de relaciones estoy pensando en la posibilidad de
ejercer la creatividad como único antídoto contra la repetición.
Es muy
difícil encontrar en el cine y la televisión formas de comunicación no
patológicas entre profesores y alumnos. No obstante hay películas en las que
la relación que se crea entre los integrantes de la comunidad educativa
puede ser por lo menos digna de análisis y en ciertos casos propuesta como
modelo. En cada caso es fundamental la reflexión y la investigación.
Los modelos de profesores y
su correspondencia en alumnos
Modelo «Genio en las nubes»
Sabe
cantidad, hace el ridículo con sus genialidades, pero no le luce hasta el
final de le película. Corresponde a modelos de alumnos que al final acaban
aprendiendo de todo, en final feliz.
Modelo «Mary Poppins»
Hace magia, da volteretas si hace falta, canta… Contra
todo pronóstico convierte a alumnos, claustro y familiares en seres
divertidos, amables, solidarios y creativos. No se sabe muy bien qué
metodología didáctica utiliza. ¿Magia, creatividad, afecto,
paciencia...?
Modelo «Monipodio»
En «Rinconete
y Cortadillo» nos lo presenta Cervantes. Es el ciego de «El lazarillo de
Tormes». El que adiestra a rateros, vagabundos y delincuentes. Es Fagín,
el carterista que enseñó a robar a Oliverio en «Oliver Twist». Ya lo
afirmaba Skinner, «dadme un niño que yo haré de él un criminal o un
santo», en el más puro estilo de los planteamientos conductistas. Sus
alumnos aprenden mucho y bien, pero suelen acabar mal, o encontrando un alma
caritativa que les salva.
Modelo «Malvado director de orfanato»
Es el
que maltrata conscientemente a sus alumnos. Suele verse en algunas películas
de dibujos animados o en las basadas en novelas inglesas de la época
victoriana como «Oliver Twist», En Annie, por ejemplo, los
malvados que rigen el orfanato. En «¡Arriba Hazaña!» son todos los
profesores del colegio religioso. Los alumnos suelen responder a este
modelo, tanto con el de tipo sumiso o el de rebeldía absoluta.
Modelo «Maestro del Missisipi»
El
profesor que soporta con resignación y tal vez por ser él mismo esclavo del
sistema todo aquello que sus alumnos tengan a bien o a mal hacerle;
corresponde al alumno modelo jauría. Tolera miles de diabluras, bromas y
perrerías. Siempre le ganan los alumnos. Lo podemos ver con detalle en
películas y cómics de Tom Sawyer. Le quitan la peluca, le ponen ranas bajo
el sombrero, se le escapan de clase. Todo vale para salvar la idea de que el
oficio del alumno está en divertirse y hacer penar al profesor. La
literatura nos ha inmerso en este estereotipo, posiblemente el más común en
la conciencia popular. Tiene también relación con el modelo de alumno «Pasa
la tuna…», de nivel universitario pero simpático, cínico y sin estudiar.
Modelo «Sonrisas y lágrimas»
Acuñado
por Julie Andrews, institutriz, monjita en excedencia, que cantando y sin
perder ni la sonrisa ni las lágrimas, organiza, educa y forma un coro
familiar con sus maleducados e irresponsables pupilos. Su actitud es de
ganadora, ya que el coro incluye al, en principio antipático padre, con el
que se casa. Corresponde al modelo de alumnos rebeldes al principio y
dispuestos a que el mentor se vaya por donde ha venido. Mas tarde,
milagrosamente, se convierten, y en un plis-plas aprenden todo.
Modelo
«Sydney Poitiers».
El
maestro es paciente y caritativo; supera el escarnio, incluso el racista,
utiliza los métodos más protectores y maternales. Como en «To sir, with
love» (1967). El modelo podría llamarse también «Mi madre es una santa»,
pues maestras y maestros son verdaderos padres o madres. Se prodiga mucho en
el cine de los años cuarenta y cincuenta: En películas muy similares a
«El maestro». Cierto es que existían en aquellos años maestros así. No
es raro ver el arquetipo en películas hagiográficas, de vidas de santos
profesores, que al mismo tiempo que la magia y el milagro utilizan su
temperamento paternal o maternal para educar a alumnos más con el esfuerzo
divino que con el didáctico. Los alumnos suelen corresponder al modelo
obediente en plan bueno y sumiso, entremezclados con el modelo Zipi & Zape.
Modelo «Guerrero del Antifaz»
Es el
héroe tenaz que lucha por un lado contra una estructura académica arcaica y
conservadora, cuando no despiadada, y contra alumnos ya sean rebeldes,
sumisos, navajeros o cualquier otra especie de las señaladas. Con su
tenacidad, paciencia, serenidad, y algún que otro mandoble, saca todo hacia
delante y convierte a los alumnos en mansos corderos y al claustro, por muy
adverso que fuera al cambio, en ferviente aplaudidor de sus éxitos. Eso sí,
todo esto le puede llevar una vida, como en «Adiós Mr. Chipss».
Modelo «Cascarrabias»
Es un
modelo muy común y totalmente aceptado en los medios de comunicación. En
general no suele ser malo, simplemente cumple su papel. Lo vemos en Los
cuatrocientos golpes, Amarcord… y en la mayoría de las películas
españolas en las que sale un aula. En algunos casos es el antagónico del
modelo «rompemoldes». Se le ve normalmente en las series españolas de
televisión, como contrario al protagonista.
Modelo «Abuelito dime tu…»
Una vida
dedicada a la docencia, contra viento y marea, da como resultado la
transformación total de una sociedad, hasta el punto culminante, en el
homenaje final, con banda de música y muchos lloros. No se suele apreciar
cómo lo logra didácticamente; tal vez el paso de los años, que todo lo cura.
Ejemplo tenemos en El profesor Holland, del que parecía que nunca
podría enseñar y acabó moldeando el oído, las capacidades musicales y los
valores cívicos de buena parte de un pueblo norteamericano. Si le hubieran
dado tiempo, cambia al país entero.
Modelo «Pigmalión»
Se ve
con abundancia en el cine. El profesor que pretende hacer a su alumno a
imagen y semejanza. Con calidad cinematográfica en El pequeño salvaje,
My fair Lady y muchas otras. El alumno, debido a la dureza y ambición
de poder del profesor, suele salir rana y dar lecciones al mentor.
Modelo «Rompemoldes»
Suele
ser el más satisfactorio para la opinión pública. Lo vimos en la película
El club de los poetas muertos. Un profesor que ante la incredulidad de
los alumnos se arriesga a enfrentar toda la simbología tradicional de un
colegio norteamericano. Los alumnos, reaccionan ante este modelo de varias
formas, en su mayoría positivas. Sin embargo la experiencia revolucionaria
que entraña engendra desastres, dramas familiares, incluso el suicidio. A
pesar de que los ciudadanos ven favorablemente a este tipo de profesor,
tienen cuidado con él. Es precisamente el que deshace más estereotipos,
aunque es arquetipo en sí mismo. Los vínculos que crea con los alumnos son
muy positivos, pero la ambivalencia que genera entre los mismos jóvenes
provoca rupturas y dramas. Algunos prefieren mantenerse como esclavos que
aplicar la libertad con los riesgos que les propone el profesor.
Modelo «Cachas»
Utiliza
la didáctica del deporte o de las artes marciales. El profesor ‘cachas’ que
se enfrenta por primera vez en su vida a un grupo de alumnos delincuentes.
Soluciona los problemas no precisamente con el afecto ni la cooperación sino
por medios un pelín coercitivos, incluso mamporreros. Su arquetipo es el del
vencedor competitivo, que desde la primera secuencia, y sin necesidad de
formación docente alguna, soluciona los problemas con la elemental y
consabida máxima de que el fin justifica cualquier medio y que la letra con
sangre entra. Arnold Schwarzenegger es un buen modelo de este tipo de
profesor, que también se da en profesora.
Modelo «Profesor rico»
No
existe, y si se ha dado en alguna película, será irrelevante, supongo.
Algunas películas que pueden
ayudar a analizar las relaciones entre profesores y alumnos
Ver también:
Temas de educación en el
cine
«El
chico» (1921), de Charles Chaplin. Educación, adopción y afecto
«Adiós
Mister Chipss» (1939), de Sam Wood. Vida dedicada a la educación.
«Oliver
Twist», (1948), de David Lean. Orfanatos, delincuencia y educación.
«Marcelino Pan y Vino» (1954), de Ladislao Vadja. Lo bien que educan los
frailes.
«Mi tío
Jacinto», (1956), de Ladislao Vadja. Marginación, picaresca y supervivencia.
«El
globo rojo», (1956), de Lamorisse. Cortometraje sobre relaciones entre un
niño y un globo.
«El
maestro» (1957), De Eduardo Fajardo. Un maestro ‘como debe ser’.
«Los
cuatrocientos golpes», (1958), de Truffaut, Infancia, educación y
marginación.
«Pasa la
tuna» (1960), de José Mª. Elorrieta. Juventud desenfadada.
«El
señor de La Salle» (1964), De Luis Cesar Amadori. Educación y santidad.
«My fair
Lady», (1964), de George Cukor. Instruir a imagen y semejanza.
«Mary
Poppins», (1964), de Walt Disney. La educación mágica.
«Querido
profesor» (1966), de Javier Setó. Bromas de alumnos a profesor despistado.
«Los
chicos del Preu» (1967), de Pedro Lazaga. Lo bien que se lo pasaba la
juventud estudiantil.
«El niño
salvaje» (1970), de Truffaut, investigación y educación.
«Amarcord»
(1973), de Fellini. Adolescentes en crecimiento.
«Los
viajes escolares» (1974), de Jaime Chávarri. Relaciones profesor-alumno.
«La piel
dura», (1976), de Truffaut, Escuela y marginación.
«Padre
Padrone» (1977), de los Hermanos Taviani. La negación de la escuela por
parte de la familia.
«Tom
Sawyer» (1977), de Don Taylor. Comportamiento de niños.
«Camada
negra» (1977), de Manuel Gutiérrez Aragón. La educación de los cachorros del
fascismo.
«¡Arriba
Hazaña!» (1978), de José María Gutiérrez. Colegio religioso, represión y
rebeldía.
«El
tambor de hojalata», (1979), de Volker Schlöndorff. El niño que no quiere
entrar en el mundo de los mayores
«Annie»
(1981), de John Huston. Del orfanato a la riqueza.
«Educando a Rita», (1983), de Lewis Gilbert. Profesor anárquico y alumna
adulta interesada en aprender.
«El Sur»
(1983), de Víctor Érice. Relación niña, padre y visión del mundo.
«Tasio»
(1984), de Montxo Armendáriz. Niño trabajador en la montaña, sin estudios.
«Las
bicicletas son para el verano» (1984), de Jaime Chávarri. Adolescentes en la
guerra civil.
«El
color púrpura» (1985), de Spielberg. Educación y liberación de la mujer.
«El año
de las luces» (1986), de Fernando Trueba. Iniciación en un orfanato.
«Mi
general» (1987), de Jaime de Armiñán. El estereotipo de alumnos que reviven
viejos tiempos
«Caminos
de tiza» (1988), de José Luis Tristán. Reflexión sobre la crisis del que
enseña.
«El club
de los poetas muertos» (1989), de Peter Weir. Profesor que presenta nuevos
horizontes.
«El
hombre sin rostro» (1993), de Mel Gibson. Relación alumno profesor.
«Canción
de cuna» (1994), de José Luis Garci. Lo bien que educan las monjas.
«El
profesor Holland», (1995), de Stephen Herek. Una vida dedicada a la
educación en circunstancias adversas.
«La
buena vida» (1996), de David Trueba. Adolescencia y relación alumno
profesora.
«Lejos
de África (Black Island)» (1996), de Cecilia M. Bartolomé. Educación en otra
cultura y contactos interétnicos.
«Niño
nadie» (1996), de José Luis Borau. Relación de profesores con niño
discapacitado.
«Secretos del corazón» (1997), de Montxo Armendáriz. Visión de un niño de la
vida de los mayores.
Estereotipos
Modelos
de profesor
Expeditivos
Modelo
«Monipodio». Enseña malas artes.
Modelo
«Malvado». Directores de orfanato.
Modelo «Pigmalión».
A mi imagen y semejanza.
Enérgicos
Modelo
«Guerrero del Antifaz». Héroe tenaz.
Modelo
«Cachas». Didáctica de las artes marciales.
Creativos
Modelo «Mary
Poppins». Magia potagia.
Modelo «Rompemoldes».
Antitradición.
Modelo
«Sonrisas y lágrimas». Soluciona cantando.
Sufridores
Modelo «Missisipi».
Aguanta todo.
Modelo
«Cascarrabias». Normal dentro de un orden.
Renovador
Modelo
«Genio en las nubes». Sabe mucho, a su manera.
Modelo
«Abuelito dime tu…». El tiempo lo cura todo.
Modelo
«Sydney Poitiers». El santo.
Modelos
de alumno
Modelo
«Gafitas». Empollón.
Modelo «Zipi
& Zape». Lo que sea por no estudiar
(Niños).
Modelo
jauría. Todos contra el profe.
Modelo
«Navajero». Todos contra todos.
Modelo
«Pasa la tuna…». Lo que sea por no estudiar (Adolescentes)
Modelo
«Líder Pandillero». El futuro aliado del profe.
Modelo
«Líder Solidario». Ayuda a sus compañeros.
Modelos
de vínculos profesor-alumno
Poderoso
juez perseguidor
Bondadoso mágico
Investigador orientador creativo
Modelos
de vínculo
Obediencia militar
Guerra
abierta
Obediencia sumisa
Cooperación
Colaboración en el aprendizaje
Modelos de alumnos
Sometidos
Rebeldes
Pasivos
Activos
Creativos Críticos
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