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En el cine se han tratado todos los temas y se ha
filmado lo que la especie humana ha realizado en las últimas décadas. Es
difícil encontrar aspectos generales, o cotidianos, o científicos, o
filosóficos, que el cine no haya tratado de alguna forma. Las nuevas
tecnologías facilitan el acceso a lugares en los que el ojo humano nunca
soñó, lo que ha acrecentado el conocimiento de la naturaleza y el
deterioro que sufre por la acción humana. El cine, no solamente el
documental, es también documento sobre la vida en la Tierra. A partir
del cine debe buscarse la realidad que existe tras la ficción o la
ficción que se da tras la realidad, con el fin de crear conciencia hacia
el respeto a la naturaleza y el entorno necesario para la supervivencia
de la vida.
La presencia del medio
ambiente en el cine
El cine no solamente ha puesto en contacto al
hombre con la naturaleza, los paisajes exóticos y el documental de
naturaleza, sino que además ha sido, y sigue siendo en ocasiones,
militante activo en la lucha por la defensa del medio ambiente. La
sensibilidad que la Especie Humana ha ido adquiriendo en los últimos
tiempos, sobre todo en el siglo XX, sobre la defensa de la naturaleza y
el medio en el que se desarrolla, el cine la ha ido exponiendo y
presentando. Además, el cine ha sido desde su nacimiento, el más
poderoso vehículo de transmisión de conocimientos y de culturas,
aportando a sus espectadores infinitas posibilidades de encuentro con
paisajes, naturaleza, lugares y costumbres. Con frecuencia se ha dado
por supuesto que el entorno era bello, y que se podía transformar al
antojo del ser humano. El cine de las últimas épocas, expone ya con
claridad que se encuentra en juego el futuro del mundo, de nuestros
descendientes y de la vida en la Tierra.
La tecnología que hace posible muchos de los
avances de la Especie Humana, permite también acceder a lugares de la
naturaleza insospechados, se puede entrar en el interior de los seres
vivientes más pequeños y explorar el espacio. Los documentales y el cine
de ficción utilizan los recursos tecnológicos a su alcance, para mostrar
al mundo, tanto la belleza como la degradación de la naturaleza. Las
nuevas tecnologías y las redes sociales, YouTube entre otras, disemina
por el mundo mensajes de salvación de la Tierra que llegan los confines
del mundo y conciencian a los ciudadanos.
Para nuestros antepasados el cine fue una ventana
al mundo. Vivieron las películas de una forma mágica: veían y admiraban
París, la Costa Azul, el Cañón del Colorado, los maravillosos templos de
Egipto, se internaban en otras civilizaciones y se
adentraban en los misterios de la vida y de la aventura... Pasado más de
un siglo, el cine ha ido evolucionando, ampliando las ventanas y los
horizontes. No hay lugar que no se haya visitado, desde las simas más
profundas del mar hasta las cordilleras más elevadas, el espacio o los
inconmensurables mundos de la vida microscópica y el interior del cuerpo
humano. Las cámaras se introducen en mundos inverosímiles, más aun
cuando por medio de la realidad virtual se pueden rememorar, construir o
inventar cualquier situación, persona, paraje o edificio, haciendo
posible cualquier punto de vista o perspectiva por difícil o arriesgada
que sea o parezca.
Hoy, el cine se ha hecho más
consciente, es utilizado como denuncia, se han realizado en los últimos
años infinidad de películas que abogan por la defensa directa del medio
ambiente, que denuncian violaciones flagrantes con la destrucción de
diferentes hábitat, contra la eliminación de etnias marginales o la
desaparición de lenguajes y costumbres. Hay también cine de lucha
comprometida contra las agresiones al medioambiente, cine que presenta
mundos destruidos por el uso de la energía nuclear, y cine de
catástrofes producidas por la acción de la civilización en la
naturaleza..
Un
poco de historia: Robert Flaherty
Desde que en 1922, en Nanuk el esquimal,
Robert Flaherty, expuso la difícil relación entre el hombre y su entorno
natural, abriendo así el campo de la cinematografía al cine etnográfico,
el mundo se llenó de películas defensoras de costumbres exóticas y más
tarde entró en el mundo de la defensa de los pueblo, de los valores
culturales y de la defensa del mundo.
Nanuk el esquimal
es el primer documental, largometraje, que se
distribuyó comercialmente. No había un guión previo a fin de no
condicionar los hechos y la disposición de anécdotas merced a un
elemento exterior. Además, Flaherty portaba consigo un laboratorio móvil
a fin de comprobar la calidad del material de cada día, que proyectaba a
los esquimales (que nunca antes habían contemplado las imágenes del
cinematógrafo) obteniendo de éstos una implicación cada vez mayor en el
proyecto. Uno de los valores de Flaherty, que no era cineasta sino
ingeniero de minas, es que aprovechó su trabajo, enviado por la
Fundación Mackenzie hizo cuatro expediciones a la bahía de Hudson, en
Canadá, en busca de yacimientos mineros, como explorador, cartógrafo y
geólogo, por lo que conoció de primera mano la explotación que se hacía
de las tierra árticas y su conocimiento de la zona le encaminó a hacer
amistades con los habitantes autóctonos y su entorno.
La única forma de comprender
a los esquimales era vivir entre ellos, y el resultado de esa
convivencia habría de dar lugar a su obra más importante como
explorador-director. Para ello, Flaherty se pasó en total unos diez años
en el Ártico.
El éxito de la película en
Europa hizo que la Paramount financiara a Flaherty para pasar dos años
en las islas Samoa, en los mares del Sur, y rodar Moana (1925).
El equipo de Flaherty se desplazó a una remota isla de la Polinesia, en
la que permanecieron dos años, observando y filmando.
Los intereses de Flaherty
eran demasiado especializados; amaba a los pueblos que, de una forma u
otra, habían logrado no verse contaminados por la industrialización y la
sociedad moderna. Se mantuvo alejado de la principal corriente del cine
documental, que por lo general se ocupa de los complejos problemas de
las sociedades «civilizadas» y artificiales y se enfrentó a críticas que
le acusaban de exceso de romanticismo al mostrar la relación de la
especie humana con la Naturaleza. En 1931 filmó Hombres de Aran (Men
of Aran, 1934), uno de sus mejores documentales, sobre la vida de
los habitantes de la minúscula isla irlandesa de Inishmore.
En 1948 la compañía Standard
Oil produjo su película Louisiana Story, que le permitió rodar en
total libertad, sobre la incidencia de la explotación del petróleo en
las tierras del sur. Fue un magnífico trabajo de acercamiento a los
problemas de los grupos humanos por medio de la relación entre un niño,
un mapache, y una torre petrolífera.
Colonización, violencia contra
los nativos y deterioro de la naturaleza
Muchos cineastas han combatido desde el séptimo
arte la idea de la colonización sangrienta de otros pueblos, que lleva
al mismo tiempo al deterioro de la vida natural, la explotación
indiscriminada de las riquezas y el deterioro del medio. Algunas, que
recordamos por su significación son Aguirre, la cólera de Dios (Aguirre,
der zorn gottes), realizada en 1973. Werner Herzog, que narra la
conquista de la selva en la aventura equinoccial de Lope de Aguirre.
Bailando con lobos (Dances with wolves), rodada en 1990 por
Kevin Costner, en la que un militar cuya orden era eliminar a los indios
y defender territorio norteamericano, se integra en una familia
indígena, mostrando el respeto por las culturas autóctonas.
Muchas son las películas que los mismos
norteamericanos han hecho contra su propia visión cinematográfica de
destrucción de los territorios indios, matanzas indiscriminadas y sacar
violentamente a los mismos hacia reducciones sin medio, hábitat y
posibilidades de vida.
Las aventuras de Jeremías Jonhson (Jeremiah
Johnson), 1972, de Sydney Pollack, es una película ya clásica sobre
la vida en las Montañas Rocosas de un trampero, en plena naturaleza
entre las tribus autóctonas, una dura crítica a la colonización y la
destrucción del medio. Una película francesa, con un tema muy similiar
aunque de realización completamente diferente es El último cazador
(Le Dernier Trappeur), 2004, de Nicolas Vanier, sobre el último
cazador que sigue viviendo según la antigua filosofía de los tramperos,
conviviendo en armonía con la naturaleza.
El respeto, defensa y denuncia del trato a los
pueblos indígenas y a la extracción violenta del medio natural en que
siempre vivieron es un tema varias veces llevado al cine. Caminante
sobre el viento, por ejemplo, hablada en cheyennne, una de las
etnias que más ha respetado el medio en el que vive. El gran combate
(Cheyenne Autumn) realizada en 1964 por John Ford, cuenta cómo el
pueblo cheyenne busca territorios para asentarse, impedido por el
ejército, que rompe todos los pactos con los antiguos dueños de las
mejores tierras; una película más cercana y muy conocida por la gente
más joven, es El último Mohicano (The Last of the Mohicans),
hecha en 1992 por Michael Mann, sobre la preponderancia de la naturaleza
salvaje y el respeto a las etnias durante la expansión y conquista de
Norteamérica por parte de ingleses y franceses.
Otras etnias y otros mundos también han tenido en
el cine su importancia. Los dientes del diablo (The Savage
Innocents), realizada en 1960 por Nicholas Ray, en la que Anthony
Quinn es un esquimal; rodada en un estilo que hoy llamaríamos
docuficción, que enaltece la dura vida en el medio hostil del ártico y
el respeto a las condiciones de vida naturales y la supervivencia humana
sin destruir la vida animal.
La defensa de las selvas tropicales es otro tema
que podemos encontrar con cierta frecuencia, en películas de calidad e
interés. En La misión (The Misión), 1986, de Roland Joffé,
una bella narración sobre la vida de los jesuitas en Paraguay y
Argentina, su relación con los guaraníes y la naturaleza, y la lucha
contra el poder colonial y de los poderosos para quedarse con las
tierras. La selva Esmeralda (The Emerald Forest), 1985, de
John Boorman narra la intromisión de occidente en la Amazonía, la
destrucción de la selva y cómo reaccionan las tribus nativas en defensa
de su hábitat. En Los últimos días del Edén (1992), John
McTiernan, expone la gran cantidad de posibilidades que aporta la selva
amazónica en sus aspectos medicinales y de reserva ambiental y
ecológica, y la destrucción irreversible de esa riqueza por parte del
mundo occidental .
Mel Gibson contribuyó con Apocalypto, 2006,
a explicar cómo era Guatemala, antes de la llegada de los primeros
colonizadores españoles. Avatar, en 3D, realizada en 2009 por
James Cameron, con un mensaje ecológico algo pueril, aborda el choque de
dos civilizaciones, y la importancia que el entorno y la tierra tienen
en el comportamiento y la cultura.
El medio natural y la
preservación de la naturaleza
Robert Redford, dirigió Un lugar llamado
Milagro (1987), su segunda película como realizador, que desarrolla
la lucha por la conservación de la naturaleza basándose en una novela de
John Nichols. Posteriormente, a partir de una historia de Nicholas
Evans, el mismo director dirigió en 1998 El hombre que susurraba a
los caballos (The Horse Whisperer), sobre el trato a los
animales y los beneficios que aporta a las persona. Jean Jacques Anaud
rodó El oso (1988), una hermosa película semidocumental sobre la
vida de los animales.
En el cine español de los últimos años, algunos
directores se han aproximado al tema: Tasio (1984), de Montxo
Armendáriz, Lo más natural (1990), de Josefina Molina, La nave
de los locos (1996), de Ricardo Wullicher, Las ratas, de
Antonio Jiménez-Rico, basada en la novela del mismo nombre de Miguel
Delibes, obra que explora en la relación entre los animales y los
humanos y La lengua de las mariposas (1999), de José Luis Cuerda
cuyo guión lo realizó Manuel Rivas, experto en medio ambiente, una
educación hacia la naturaleza en el marco político de la preguerra civil
española o El bosque animado, 1987, de José Luis Cuerda, sobre la
Galicia umbrosa y mágica a partir de la obra de Wenceslao Fernández
Flórez
En Dersu Uzala (Dersou Ouzala),
coproducida por Japón/URSS en 1975, Akira Kurosawa enseña al espectador
la necesidad del hombre de convivir con la naturaleza y la
destructividad que tiene la «civilización». Una película norteamericana
de interés es Gigante (Giant) realizada en 1956 por George
Stevens, sobre la desaparición de los cultivos por causa de las
explotaciones petrolíferas.
La importancia del documental
para crear conciencia
Antes del comandante
Cousteau, solamente se conocía la superficie del océano y sus
profundidades constituían un mundo desconocido y amenazador. Es uno de
los franceses más conocidos del mundo. Gracias a sus inventos, su pasión
por el mar, los viajes y el cine, su dominio del mundo de los medios de
comunicación y un agudo sentido de los negocios, Jacques-Yves Costeau ha
hecho que centenas de millones de personas descubrieran el mundo del
silencio a través de numerosas películas y libros. En su haber está
también lograr que muchos países del globo se preocupen por la ecología,
la protección de la Tierra, de los océanos y de las especies vivas. La
aportación de Custeau a la defensa de la naturaleza es inmensa, sus
inventos, los primeros quipos de buceo autónomos, o su pequeño
submarino, el Calypso, fueron claves para las exploraciones submarinas y
por lo tanto para conocer el daño que en las profundidades del mar
estaba haciendo la especie humana. Autor de decenas de libros y
películas -entre ellas El Mundo del Silencio, Palma de Oro de
Cannes en 1956-, era además un defensor acérrimo del planeta y de la
ecología
Es interesante también el mundo documental, en
España con un mito como el de Félix Rodríguez de la Fuente, con una
vida estuvo dedicada al estudio de los animales y
la naturaleza. Fue autor de numerosos artículos de prensa y colaboró en
televisión con diversas series sobre la fauna y la vida animal. Sus
programas como Fauna, Vida salvaje, Planeta azul y El hombre y
la tierra consiguieron los mayores índices de audiencia. Pero su
labor fundamental fue haber ayudado a crear conciencia ecológica y
sembrar la idea en miles de seguidores, muchos de ellos cineastas que
han continuado su trabajo, de que la defensa de la especie humana
depende de la defensa del medio ambiente.
Una interesante película documental es Baraka.
(1993), de Ron Fricke, en la que sin necesidad de locución, presenta un
mundo pleno de paisajes y de estilos de vida natural en dura
contraposición con la atosigante vida de la gran ciudad.
La acción militante contra las
agresiones al medio ambiente
Hay películas en las que sus protagonistas son
defensores del medioambiente, luchan contra especuladores, cazadores
furtivos, magnates sin escrúpulos que explotan indiscriminadamente a
tierras y personas o grandes compañías que se deshacen sin control de
sus basuras sin pensar en los daños que pueden ocasionar a la población
y a la naturaleza. Erin Brockovich, por ejemplo, realizada en el
año 2000 por Steven Soderberg cuenta la historia real de una mujer
luchadora que desde un bufete de abogados investiga la contaminación de
una empresa para aportar evidencias que los lleva a juicio. Un tipo
genial (Local Hero), 1983, de Bill Forsyt, narra el enfrentamiento
del anciano propietario de una pequeña playa de un idílico pueblo
costero se enfrenta al enviado de una compañía petrolífera que pretendía
comprar todas las propiedades de la zona para construir una refinería.
Sobre la vida libre de los
animales y su peligro de extinción
Hay también infinidad de películas, algunas de
ellas entre el documental y la ficción, que abogan por la vida libre de
los animales, como la citada El oso (L’ours), 1988, de
Jean-Jacques Annaud, Gorilas en la niebla (Gorillas in the
Mist), 1988, de Michael Apted, que reconstruye los años que la
Doctora Fossey vivió en África estudiando y defendiendo de los cazadores
furtivos a los gorilas. Nacida libre (Born Free), 1966, de
James Hill, en al que una leona vive con quienes la rescataron en la
matanza de su familia, Dos hermanos (Two Brothers), 2004,
de Annaud, el reencuentro de dos cachorros de tigre que llegan a mayores
separados por el hombre.
Naturaleza y cine de animación
El cine de animación ha sido muy pródigo en
presentar la naturaleza a los niños, y es necesario recordar a Disney y
su factoría con Bambi (1942), en la que el hombre provoca el
incendio que puede terminar con la vida del bosque, El libro de la
selva (1967), sobre el niño criado por los lobos vive en la selva de
la india. En Buscando a Nemo, 2003, de Disney-Pixar, un pez
payaso en busca a su hijo, raptado por unos buceadores para servir de
adorno en una pecera, recorre todo el mundo submarino lleno de especies
extravagantes.
El cine japonés también ha presentado productos
interesantes en esta línea. Destaco La princesa Mononoke, 1997,
de Hayao Miyazaki, en la los dioses ayudan a preservar la naturaleza de
la ruindad humana.
España, en animación también tiene su mérito,
El bosque animado, 2001, de Manolo Gómez y Ángel de la Cruz, y El
lince perdido, 2008, de Manuel Sicilia y Raúl García, conjugan el
humor y la aventura en historias con trasfondo ecológico.
El cine
sobre la naturaleza y la educación
El cine da la posibilidad de
ser utilizado en educación, por padres, profesores y agentes educativos
de dos maneras fundamentales: como instrumento técnico de trabajo, en
primer lugar y como sustento conceptual, ideológico y cultural, por
otro. Como instrumento técnico de trabajo, sirve de punto de partida
para conocer diversos modos de acceder a la sociedad y descubrir la
realidad. Las técnicas propias del lenguaje cinematográfico son un
soporte ideal para iniciarse en la investigación de la naturaleza,
conocer mundos y formas de comportamiento social. Como sustento
conceptual, ideológico y cultural, lo que presenta el cine es
normalmente un reflejo de la misma vida, de lo que se hace y lo que se
deshace. Las actitudes de respeto a la naturaleza merecen ser tenidas en
cuenta para profundizarlas más, valorarlas e incluirlas como acciones de
aprendizaje. El análisis de las imágenes y argumentos debe servir para
cuestionar la misma realidad que presentan el cine y otros medios de
comunicación, y plantearlo con la finalidad que tiene todo proceso
educativo, la creación de conciencia y el cambio de comportamiento.
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