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Soluciones para nuevos problemas de la sociedad de la
información
La
actualidad presenta a la especie humana, en perpetuo cambio, algunos
desafíos que pueden transformar determinadas visiones, concepciones
ideológicas y culturales. Un mundo vertiginoso en su aplicación tecnológica
causa impactos medioambientales, de los que uno de los más importantes es el
que tiene que ver con los medios de comunicación y la sociedad
informatizada. La adaptación de la especie humana al medio ambiente digital
será más positiva si se sustenta en un sistema de valores desde el que las
instituciones básicas de la sociedad promuevan la aceptación participativa y
crítica de los medios de comunicación y de información.
«Nuestros órganos sensitivos nos proporcionan datos sobre lo que nos rodea y
sobre nosotros mismos. Pero necesitamos, además, reconocer lo conveniente y
lo perjudicial, lo bueno y lo malo –lo que, resumiendo, llamamos valores–,
porque estamos forzados a actuar. No podemos no hacer nada. El dinamismo
vital nos condena a la acción» (J. A. Marina, 1997).
1. El
efecto 2000 en la socialización
Una de las
psicosis que se produjeron al finalizar el año 1999, fue la producida por el
«efecto 2000». Tal situación se refería exclusivamente al cambio de fecha en
los ordenadores y a los desastres que se produjeran. Sin embargo, el «efecto
2000» lo sufrimos todavía en nuestras neuronas, producto de una
socialización colectiva; lo arrastramos desde hace muchos años, en realidad
desde que se produjo la gran revolución digital. Como dice S. Jay Gould,
«¿qué es un milenio? Para un geólogo, el instante de un pestañeo, pero para
la experiencia humana es un lapso gigantesco, casi inconcebible». El chiste
de «El Roto», que ilustra este artículo lo explica icónicamente desde otro
punto de vista: «Durante cinco mil años se usó un arado, hoy cada cuatro
hemos de cambiar de coche». Podríamos añadir: «… y cada día debemos
actualizar el ordenador y cada segundo nuestras neuronas…».
Uno de los
grandes problemas que se le plantean hoy a la antropología, y cómo no a la
educación y a la sociología, es que los viejos trabajos de campo son ya
obsoletos, que las antiguas formas de investigar la cultura y la sociedad
hacen agua por todas partes, insistiendo en practicar el estudio de lo
menos, de lo más restringido, cuando hoy las culturas y las sociedades «ya
no están en los mismos lugares, debido a los desplazamientos físicos a lomos
de la tecnología o del mercado» (Clifford, 1999).
A los
educadores, cuando nos encontramos en acción de educar se nos presenta el
falso y ambiguo dilema: ¿investigamos y/o educamos? Ya se han dado casos, y
no pocos por cierto, en los que por llevar adelante una investigación, hemos
olvidado que los sujetos de la misma pueden salir perjudicados. Los estudios
del Dr. Itard, a principios del siglo XIX, con Víctor, el niño salvaje de
l’Aveyron, un pueblo francés, sirvieron para crear precedentes, afectaron a
la opinión pública y dejaron para la posteridad interesantes conclusiones.
El niño, ya adulto, murió sin socializar en el Hospital de Idiotas de París,
en el que se le internó al cesar las subvenciones… La parte positiva la
reflejó Truffaut en su preciosa e interesante película «L’enfant sauvage»
(1972).
Los
aspectos negativos se aprecian en otra investigación, comenzada en Estados
Unidos en 1972, justamente el año en que se estrenaba la película citada,
sobre una niña salvaje; infinidad de medios, un equipo multiprofesional de
calidad y gran entusiasmo, acabó también al mismo tiempo que las
subvenciones, con la niña, hoy adulta, en un centro de acogida.
«Parafraseando un viejo chiste soviético, podríamos decir que estas
situaciones son demostración viva de que la pedagogía no es una ciencia,
porque si lo fuera, no se experimentaría con jóvenes sino con primates, como
hacen las ciencias serias» (Bayón, 1995).
Científicos
actuales Clifford, Gould, Bilbeny, aportan datos para cuestionar las formas
actuales de la investigación. Clifford afirma que no hemos entendido que la
investigación en ciencias sociales cambia de sentido en el momento en que el
mundo se globaliza, se actualiza, se hace más veloz el cambio cultural y se
alteran la mayoría de los patrones que los sociólogos y antropólogos
habíamos utilizado desde el siglo XIX.
Como expone
Dean Rusk, «es tan rápido el ritmo de los acontecimientos que, a menos que
encontremos algún medio de mantener la vista fija en el mañana, no podemos
esperar mantenernos en contacto con el hoy». Es necesario estar al día, y
para ello es necesario investigar. No olvidemos, sin embargo, que mientras
investigamos los niños crecen, obligando a familias y profesores a
adelantarse a los acontecimientos, a crear situaciones educativas
arriesgadas. Sin embargo, para ello debemos reforzar y ajustar nuestro
sistema de valores, ya que la inseguridad se hace carne con nuestra propia
responsabilidad como educadores. «Toda heurística, es decir, todo sistema de
búsquedas o de resoluciones de problemas que no puede probar todas las
soluciones, sino que tiene que elegir atajos, dejar de lado caminos
posibles, arriesgarse perdiendo seguridad para conseguir rapidez, ha de
contener forzosamente un sistema de valores» (Marina, 1997).
2. La
negación de la tecnología puede ser un mecanismo de defensa
Muchas
veces he oído, e intentado rebatir, la idea de que los nuevos medios
informáticos y cibernéticos no facilitan la creatividad, incluso que la
impiden o deterioran. Ya lo afirmaba el poeta y dramaturgo inglés T.S.
Elliot «La Humanidad no puede soportar mucha realidad ». ¿Son los niños
ahora menos creativos porque ven más la televisión?, ¿somos menos creativos
los adultos porque leemos menos? El problema no es de los medios, sino tal
vez de cómo se enfrentan. «Temo a la obscuridad pero desconfío de la luz»,
dice Woody Allen. Cuando el libro se hizo masivo, también se consideró un
peligro para la educación y la creatividad.
«Este niño
lee demasiado, y no estudia», se podía oír en los años sesenta. Tampoco
debemos confundir creatividad con poesía o pintura, ya que las llamadas
«bellas artes», no son más que una parte de la creación que a lo largo de la
vida posee un individuo. No olvidemos que Einstein (físico), Poincaré
(matemático), o Newton y otros muchos científicos son hoy día paradigmas y
prototipos de personas creativas; gracias a sus «intuiciones», hicieron
posible el avance científico.
«Hay un
pasado que se fue para siempre, pero hay un futuro que todavía es nuestro»
(F. Robertson).
La
responsabilidad de mantener la dinámica evolutiva de la especie humana, está
en nuestras manos. Mirando al futuro, previendo situaciones, adelantando
nuestra preparación a los acontecimientos. Ibsen, el dramaturgo decía: «Yo
sostengo que está en lo justo la persona que más estrechamente está unida
con su futuro». Parece una perogrullada decir que el futuro se crea en el
presente afianzándose en el pasado, pero normalmente no nos comportamos ni
como ciudadanos ni como educadores conforme a aseveración tan obvia. Casi
siempre esperamos los acontecimientos para actuar a partir de ellos, y muy
pocas veces nos adelantamos a los hechos. Una de las cualidades o
características de la creatividad –está en todos los manuales– es la
previsión, la intuición, el adelantamiento de los sucesos. La capacidad de
predicción del futuro basándonos en las experiencias personales y colectivas
es uno de los distintivos más importantes de la especie humana, y sobre todo
de los individuos creativos. La previsión y la predicción, conductas
fundamentales ligadas a la actividad intelectual, las confundimos o
equiparamos a las adivinaciones astrológicas. La capacidad de crear es la
que va a defender a la sociedad de los poderes fácticos, del poder de una
sociedad consumista y del dominio de los mass media, educando a los
individuos en el espíritu crítico. Tenemos en nuestras manos un futuro del
mundo lo suficientemente incierto como para tomarnos en serio la frase de
Peter de Vries «la mano que mece la cuna rige al mundo», que dio lugar al
nombre de una película.
3. El
toro por los cuernos
«Llega un
momento en los asuntos de los hombres en que hay que coger el toro por los
cuernos y enfrentarse a la situación» (W. Fields). Los científicos de
mediados del siglo pasado (siglo XX), ya atisbaron, aún sin tener todavía
los elementos técnicos de juicio que poseemos actualmente, que los próximos
cambios evolutivos de la humanidad, tendrían que darse por la vía de la
solidaridad creativa. Tanto Theilard de Chardin, antropólogo y jesuita, como
John Lewis, filósofo y antropólogo marxista, coincidían desde sus estudios e
investigaciones en que el próximo paso evolutivo de la especie humana podría
ser, o la búsqueda conjunta de soluciones o el autoexterminio. Hoy
científicos de todo el planeta avalan este pensamiento, fundamentándolo
empíricamente con datos posibles gracias a la nueva tecnología.
Irónicamente lo expresa Will Rogers: «no puede decirse que la civilización
no progrese, pues en cada guerra le matan a uno de una nueva forma». Tal vez
la carrera armamentística, las nuevas tecnologías que provienen de la
competitividad entre pueblos y poderes económicos, puedan algún día
dedicarse a mejorar los procesos sociales.
La
responsabilidad del género humano ya no es la misma, pues hoy, gracias a la
democratización
de la
información, a las infinitas posibilidades comunicativas y a los progresos
técnicos, la sociedad es –o debiera ser– consciente de responsabilidades
hacia el mantenimiento y salvación del planeta, tanto en lo biológico,
físico, sociológico o ideológico.
4.
Situaciones nuevas, soluciones creativas
Según
Aristóteles, «No hay respuestas sencillas para los problemas complejos». Un
desafío más para políticos, educadores y ciudadanos. El problema es
complicado, pero no podemos, como el avestruz, esconder la cabeza, dejar las
responsabilidades en manos de otros, o echar balones fuera. «Condenar la
tecnología ‘in toto’ es el olvidar los vergeles que la desalinización del
agua del mar ha hecho posibles mientras que idealizar la tecnología es
olvidarse de Hiroshima», dice Stuart Chase.
La memoria
del género humano es colectiva, los individuos se socializan –aprenden– por
mecanismos inconscientes en su gran parte. Sin embargo, el aprendizaje es
individual, o lo que es lo mismo, cada persona aprende lo suyo. Las
relaciones interpersonales logran una mayor capacidad de aprendizaje
individual y colectivo. La historia acumula cada día más productos en su
haber, aunque muchos de ellos no queden reflejados en los libros.
«Marguerite Duras decía que el saber era lo que hemos aprendido en la
escuela y el conocimiento lo que aprendimos por nuestra cuenta», afirma
Carrière.
En primer
lugar, hay que tener en cuenta que, a más memoria, hay más posibilidades de
creatividad, ya que existen mayores medios para establecer sinapsis,
conexiones entre las neuronas, y por lo tanto, relaciones creativas en el
mismo cerebro, los saltos intuitivos que explica Bruner, o lo que los
creativos publicitarios llaman el fenómeno ¡ajá!. Si a la memoria de nuestro
cerebro, la liberamos mediante sistemas informáticos, lo que cabe en un
ordenador de información y la rapidez de acceso al mismo, aumentamos
nuestras propias capacidades; el ordenador se convierte en un instrumento
más de nuestro cerebro, y por lo tanto, aumentamos nuestra creatividad.
5.
Creatividad e informática
«Sabemos
que existe, según Thomas J. Watson, una generación silenciosa, más
interesada en la seguridad que en la integridad, en la conformidad que en la
actividad, en la imitación que en la creación». Es necesario que pedagogos,
psicólogos, biólogos, neurólogos y sociólogos, informáticos y otros
expertos, realicen experiencias para relacionar las nuevas tecnologías
informáticas y mediáticas con la creatividad. La gran cantidad de
información, textos, iconos, gráficos y modelos, proporcionan mayores y
mejores posibilidades de asociación de ideas. Esta realidad, unida a la
facilidad en los recursos, dibujos, etc., y a la rapidez de recuperación,
imposible para el cerebro humano, hace factible una mayor aptitud creativa,
nuevas conexiones entre ideas, iconos y situaciones, que van a facilitar el
recorrido informativo entre las neuronas. No se crea de la nada.
6.
Vertiginosidad en la percepción
Por otra
parte, los que han nacido ya con la informática en sus casas, y desde
pequeños se han iniciado en los juegos por ordenador, en los teclados y en
la velocidad de la información, no solamente no tienen miedo a entrar
creativamente en el mundo de la nueva tecnología sino que, además, han
generado unas habilidades, en la mayoría de los casos a nivel neuronal, que
les permiten lograr aprendizajes que no podemos conseguir los que nos hemos
formado en la era del libro y la imagen fija. Quien ha entrado en los
vertiginosos juegos por ordenador, se ha acostumbrado a tomar decisiones en
fracciones de segundo (o aterrizo o me estrello), que les permiten congelar
mentalmente imágenes imposibles para otras generaciones. En las películas
con imágenes analógicas, más reposadas y tranquilas, el cine tradicional,
nuestros adolescentes aprecian más los detalles que los mayores, son capaces
de leer con más fidelidad las imágenes y comprenderlas en el contexto de la
historia y mensaje. El cine actual, generalmente realizado con vistas a
pasar pronto al vídeo, utiliza técnicas de guión y montaje infinitamente más
veloces. Los primeros planos, el ritmo de vídeo-clip, los efectos especiales
digitales, la rapidez de los planteamientos y desenlaces, se asemejan cada
vez más al mundo de los videojuegos. Son películas para entretener, para
mantener al espectador en vilo en sus asientos, acompañadas de sonidos y
vibraciones, a las que les falta en muchas ocasiones el reposo del relato. A
los nuevos espectadores tal vez les falte madurez y capacidad crítica, pero
nunca podremos decir que estén incapacitados para tomar decisiones con
rapidez y para apreciar informaciones que el ojo, y el cerebro, de los
mayores no percibe.
7. De
la guerra de las galaxias a la moda «retro». La confusión del tiempo
Es
necesario destacar, no obstante, que al mismo tiempo que nacen fenómenos
icónicos de culto, naves espaciales, ciencia-ficción, que crean una nueva
mitología cinematográfica y narrativa –Star Trek y La Guerra de
las Galaxias crean escuela, adicción e ideología popular–, se generan
productos ligados a la estética de principios de siglo o ambientados en
épocas pasadas. Indiana Jones o The Mummy, en aventuras y
otras muchas películas de gánsters, románticas, vuelven a estéticas o
ambientaciones de los años treinta o cuarenta. En música, igualmente, se
vuelve a la primera mitad del siglo XX. La misma publicidad utiliza los
recursos estéticos, icónicos y sonoros, de espots de los primeros años de la
televisión. A este fenómeno, Jameson lo llama «retrospección estilística»,
que todos los pueblos necesitan para aunar su historia cultural en el
pasado, el presente y el futuro. La «mode retro», según Jameson, desprecia
la ficción futurista y tiende a evocar el tono sentimental que sitúa
acciones y narraciones en unos parámetros concretos en cuanto a tiempo y
espacio se refiere. No olvidemos en el cómic a Hugo Pratt y a su personaje
Corto Maltés. Clifford afirma que la función de tales productos icónicos más
que a denigrar el presente o a desvalorizar la ficción futurista, tiende a
recrear de manera idealizada el pasado, a fin de confundir las fronteras de
tales conceptos (pasado, presente y futuro), y los distintos períodos en la
misma ficción cinematográfica. Representamos así nuestra propia visión
actual de otras épocas. «... La significación que pierde su significado
queda transformada en imagen».
El
anacronismo cinematográfico al que he hecho referencia en artículos
anteriores, se pone de manifiesto constantemente en las representaciones
actuales, en las que a pesar de que se cuidan con mimo las puestas en escena
y las ambientaciones históricas, se entreveran conscientemente los recuerdos
y relatos del pasado con las ambientaciones del futuro. Matrix o
Abre los ojos, son buenos ejemplos de confusión de tiempos, de ruptura
de lo cronológico, de negación de la diacronía y sincronía, y de mezcla de
formas de hacer tradicionales con las últimas posibilidades de la nueva
tecnología.
8.
Nueva tecnología y desafíos para la educación
El desafío
que las nuevas tecnologías de la imagen y de la comunicación, presenta a la
sociedad en general y al sistema educativo en particular, debe
responsabilizar en la utilización de los medios, proponiendo en la familia y
en las aulas formas de presentación diferentes a las tradicionales,
incitando al uso de las nuevas tecnologías en la presentación de trabajos,
en la creatividad, en la iniciación a la investigación, en la producción de
nuevos materiales, transparencias, presentaciones, dinamización mediante el
dibujo y el movimiento. La dificultad que hace años teníamos para lograr
fotografías y diapositivas, se nos reduce actualmente con la utilización del
escáner a partir de fotografías, revistas, documentos y de la misma memoria
del ordenador. La transparencia y las presentaciones de trabajos se hacen
cada vez con mayor facilidad, proporcionando más tiempo para aprendizajes de
mayor nivel cognoscitivo, incitando a la síntesis creativa, a las
estrategias intelectuales, a la motivación y afecto hacia el trabajo y a la
producción y utilización de todos los sentidos corporales en el intento
psicomotor de la creatividad.
9. El
mito del miedo a la nueva tecnología
La
sociedad, los padres y el sistema educativo, tienen un gran miedo a que
hijos-alumnos se sumerjan en las nuevas tecnologías. El temor a lo
desconocido, no saber qué hacer cuando los adolescentes pasan mucho tiempo
ante el ordenador, falta de alternativas a los medios, sumergen a la
sociedad en un mar de dudas, guiadas en el mayor número de casos por el
desconocimiento, por no adaptarse a las circunstancias o por carecer de
tiempo para una puesta a punto. Un estudio publicado en septiembre de 1999
por Market Data Retrieval, muestra que el 61% de los profesores
norteamericanos se encuentran mal preparados para
asumir en
sus aulas la tecnología. Según otro estudio publicado por el Higher
Education Research Institute, de la Universidad de California, la dificultad
de mantenerse al día es una de las principales fuentes de estrés para los
profesores. No dispongo de datos parecidos sobre los profesores españoles.
El miedo a
lo desconocido no debe impedir la utilización de la nueva tecnología en las
aulas. En mis clases a profesores he apreciado en bastantes ocasiones que
aquellos que más critican la «frialdad» o «deshumanización » de la
utilización de los ordenadores son quienes más miedo tienen a ellos. Una vez
realizada la experiencia, reducida la ansiedad y eliminado el miedo, se
produce el efecto creativo deseado. No debemos cerrar ninguna entrada al
sistema educativo. Los medios son, además, posibles vías de trabajo futuro.
«Debemos mantener abiertas todas nuestras percepciones hacia lo
desconocido», dice Clifford comentando a Feyerabend. Las nuevas tecnologías
proporcionan mayor democratización en la información y la comunicación y son
sustento de habilidades diferentes que pueden ser la base de aprendizajes
diversificados ligados a la creación de nuevas situaciones y procesos.
Internet, y las redes que de ellas dependen, democratizan la información;
abren mundos antes imposibles de acceder a ellos.
10.
¿Adónde vamos a llegar?
Según
Einstein, la perfección de medios y la confusión de los fines parece ser la
característica de nuestro tiempo. Los medios ocultan o enmascaran a los
fines; las circunstancias, la vertiginosidad de la vida nos impide apreciar
con claridad a qué lugar queremos llegar. Ya le decía el conejo blanco a
Alicia, de Lewis Carroll, en Alicia en el país de las maravillas: «Si
no sabes a dónde vas, acabarás en otra parte». En la base de la creatividad
está el conocimiento, el esfuerzo, la memoria y las aptitudes previas. Todo
ello puede ser más fácil debido a la nueva tecnología. El salto intuitivo (Bruner),
o fenómeno estrictamente creativo, se da hoy día con más celeridad que
antaño, debido a las experiencias más veloces que tiene el cerebro,
provocadas en gran medida por la destreza informática y los apoyos y ayudas
que ésta provee. En la fase final de verificación y de producción de
procesos creativos, el mundo de la nueva tecnología igualmente facilita
habilidades y recursos, dibujo, textos, proporciones, formulaciones, etc., a
personas a las que antes estaban negadas por sus carencias o falta de
experiencia.
11.
¿Una ética diferente?
La sociedad
debe enfrentar estos problemas adelantándose a las generaciones que nos
siguen en el uso de la nueva tecnología y sus posibilidades creativas. Como
asegura Hallman, «todo acto de creación comienza preguntando ». O Roger
Lewin, «con demasiada frecuencia damos a los niños soluciones que recordar
en vez de problemas que resolver». Los valores morales son afectados
igualmente por la sociedad digital, pues como dice Bilbeny, pasamos de una
ética de interrelación personal, de proximidad, a una ética en la que la
interacción es virtual o se desarrolla a distancia, con texto pero sin
gesto; con imágenes pero sin cuerpos. Es la ética, los valores morales que
deseamos imponer a nuestros sucesores, que posiblemente debiera ser
revisado. Los jóvenes no están exactamente contra aquellos valores en los
que la sociedad se reconoce y se identifica. Simplemente están en otra
parte: en un sistema cultural que, progresivamente y de manera peculiar (Babin,
1983) se está constituyendo en una verdadera cultura, distinta de la
anterior. Es preciso impulsar el diálogo entre las culturas, resistirse a
que la homogeneización (Cebrián, 1998) sea el resultado de la victoria de
unas civilizaciones sobre otras. Es necesario utilizar en lo posible todo lo
que tenemos. Una de las cosas más tristes que pueden ocurrir a nuestra
sociedad es que utilicemos solamente una parte pequeña de las posibilidades
que se nos brindan.
Referencias
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Akal.
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(1999): Cine: 100 años de filosofía . Barcelona, Gedisa
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CLIFFORD,
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CLIFFORD,
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(1997): Cinco escritos morales. Barcelona, Lumen.
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Anagrama.
MARINA, J.A.
(1997): El laberinto sentimental. Barcelona, Anagrama. |