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Los medios de
comunicación se convierten en el objeto, que nos seduce, como dice
Baudrillard, por su indiferencia, mientras que el sujeto es, o debiera ser,
libre, autónomo, responsable, diferente. El objeto es el cristal, la ventana
por la que entramos en la sociedad de consumo, cerrados a apreciar la
realidad manipulada, cayendo en la indiferencia, en la irresponsabilidad y
en el sentido de falta de capacidad reflexiva.
En el espejo-pantalla,
nos vemos a nosotros mismos, interpretando con criterios propios la
‘realidad’ que se nos presenta. Las imágenes, ya sean en directo o diferido,
para el espectador siempre son en tiempo directo, en ese momento, con la
circunstancia agravante de que nuestra interpretación es la de ese instante,
la de nuestro estado de ánimo actual; no comparamos, ni cotejamos las
propias reflexiones, ni con las nuestras en otro momento, ni mucho menos con
las de otros.
El calidoscopio
mediático, la parcelación de la información y la visión global
Marshall McLuhan afirma
que los medios de comunicación actuales tienen estructura de mosaico, más
que lineal como los anteriores, sobre todo comparados con el libro impreso.
Los periódicos poseen un sinfín de información, de opciones, de publicidad,
de fotografías y gráficos, de entretenimientos, que se presentan en espacios
y tiempos muy reducidos, todo a la vista, como en un escaparate, en una sola
página. La velocidad a la que trabaja Internet o el mando a distancia de la
televisión hacen el mismo efecto calidoscópico. Estas suertes de mirar han
estimulado formas de pensar-mosaico (Murray 1999). Nadie las ha cuestionado
y casi nadie las ha investigado. Son dadas por hechas, sin más, ya que
asimilamos información múltiple de una sola mirada. Aunque Murray lo trabaja
el tema en relación con la narrativa, no podemos olvidar que el cine o el
cómic, narrativas visuales, intercalan infinidad de procesos en uno, en
mosaico, volviendo atrás (flash-back), ralentizando, mezclando situaciones e
imágenes, diversificando los fundidos y saltos de acción, etc.
El pasar de un lado a
otro, la facilidad de entrar en escenarios, tiempos, épocas, lugares
diferentes en poco tiempo nos obliga a percibir y pensar de forma diferente.
También puede dar lugar a trastocar o confundir los hechos, pues la
información de lo que sucede, el contraste de opiniones, se aprecia de forma
muy rápida. Hace poco tiempo, en televisión veíamos las noticias en las que
un pueblo, El Ejido, o parte de él, se revolvía de manera violenta contra
los magrebíes, en razón de varios hechos sangrientos que personas nativas de
esos lugares habían perpetrado. Vimos las noticias en todos los telediarios
que pudimos, apreciando las grandes diferencias al dar la noticia, las
imágenes recogidas, el modo y tiempo de tratamiento de la información. Un
grupo neonazi había, incluso, creado una página Web para que sus huestes
acudieran a ‘matar moros’. Por las noches, en programas debate de la tele,
en los que prima el morbo y la exaltación de las intervenciones, los
contertulios pudieron expresarse sin que nadie oyera a nadie. En los mismos
días, nativos celtíberos habían perpetrado hechos tan sangrientos o más, y
no se levantaron las masas. El calidoscopio. Con sus más y sus menos, sus
pros y sus contras. El mosaico de iconos y opiniones que se perciben da
información, pero hay que cribarla, analizarla, unir a otras fuentes de
información y de opinión, y al final, personal y colectivamente tomar
partido, optar, asegurar la propia reflexión y actuar en consecuencia.
Uno de los grandes
problemas de la visión-mosaico es que nos fijamos predominantemente en
elementos minúsculos, cuando nuestra mente está preparada para apreciar
globalmente; vemos partes, cuando podemos acceder a la totalidad. Ninguna
situación se da por que sí, ni queda sin relacionar con su entorno. Hay
quien culpa de todos los problemas sociales a la globalización. Puede ser
que ahí esté la raíz, pero no necesariamente es la causa. Los que cuestionan
la globalización, lo hacen siempre desde el punto de vista del dominio
económico, pero es innegable que el mundo ya era un pañuelo antes de la
mundialización de la economía. La ‘aldea global’ de McLuhan lo explica
relativamente. Los nuevos movimientos ‘antisistema’ son necesarios para el
debate mundial, pero la solución de los problemas de hambre, guerra,
violencia o discriminación radica en el mismo sistema.
Nuevas formas de
narrar crean nuevas formas de percibir y nuevas formas de pensar
La narración mosaico,
producto de la era digital, engendra un acercamiento ficticio entre lo que
se percibe y la realidad. Vemos, oímos, sentimos, realidades que no están
cercanas ni en el tiempo ni en el espacio. Este fenómeno, presente ya en los
medios electrónicos, se agudiza en la era digital. Podemos percibir imágenes
sin distancia de tiempo, en directo, pero a miles de kilómetros –o años luz-
de distancia en el espacio. Esta situación nos crea ambivalencia,
esquizofrenia, desorientación, y en la mayoría de las ocasiones,
indiferencia. Podemos compatibilizar la congelación de imágenes, producto de
nuestras experiencias ante los medios, que el cerebro produce
inconscientemente y la percepción-mosaico, multi-icónica. Ambas percepciones
pueden considerarse como complementarias siempre que nos permitan ser al
mismo tiempo perceptores de detalles e integrarlos globalmente al acervo
cultural. La solidaridad, el respeto, sentir lo que sienten los otros,
decidir posiciones ideológicas, son productos elaborados del pensamiento y
de la voluntad, que dependen cada día más de la percepción-mosaico que
provocan los medios de comunicación. Dicho de otra manera: las nuevas
tecnologías de la información y de la comunicación tienen una gran
responsabilidad en la educación selectiva de los valores. ¿Seremos capaces
de educar para convertir la percepción múltiple en un pensamiento
integrado?.
La diversidad
cultural, la cocacola y el cine norteamericano
Ciertos axiomas, ya
repetidos, pero que es conveniente recordar: No hay culturas idénticas; no
hay una cultura mejor que otra; no significa democratizar la cultura el que
esté Internet al acceso de todos; la globalización es un hecho, aunque
existen detractores y defensores de su aplicación real.
Luchar por una igualdad
de derechos o de oportunidades no puede ser sinónimo de destrucción de
culturas. La cocacolonización, (Sequeiros 1997), la vivimos en nuestra
infancia por defecto, es decir, ansiando aquello que veíamos en las
películas. Llegó la cocacola al mismo tiempo que la colonización
norteamericana, el tabaco rubio, los vaqueros, etc... No hay que demonizar
productos, sino tal vez detenerse a pensar en la situación del colonizado.
Lo que gana y lo que pierde, lo que pierde y lo que gana. O el pago que debe
hacerse por acceder a determinados bienes. La igualdad de acceso a los
productos no significa igualdad de oportunidades. Muchas veces los productos
son virtuales, construidos a imagen de los que detentan el poder, económico
y mediático. Son productos que no se tocan, ni se comen, pero que se
integran inconscientemente en una ideología cada vez más homogénea.
La ciencia, la
conciencia, el puzzle de los medios y la defensa del planeta
Hace unos veinte años,
estábamos convencidos, y así lo avalaban investigaciones de grupos de
profesionales, que en el año 2.000, prácticamente, el papel desaparecería de
las oficinas, de la comunicación, del correo. Es cierto que muchas de
nuestras cartas son digitales, que gran parte de la información se traslada
por las redes telemáticas... pero ¿y nuestros buzones? ¿Y la administración,
que exige cada vez más papeleo?. En contra de las previsiones científicas,
que auguraban un beneficio para la especie humana y para alegría de bosques,
naturalistas y ecologistas, cada día se cortan más árboles, se fabrica más
papel. La informática ha beneficiado en ello a los inconscientes e
irresponsables, a los que facilitan el acceso a bases de datos, lo que
permite personalizar mejor las cartas, los mailings, las cuentas y extractos
bancarios... Mientras podemos acceder a nuestros datos simplemente estando
conectados a la red, al mismo tiempo toda la información se envía por
correo, en el que se incluye reiterada publicidad, y lo que podía ser una
línea de texto en una pantalla, se convierte en un sobre con varias hojas de
papel. ¿Vamos a peor? Estamos siempre rondando la idea del ‘pecho rico,
pecho pobre’. La conciencia que provoca en la humanidad el desarrollo
tecnológico pide a gritos la génesis de una nueva ética, el consenso en la
utilización equilibrada de los medios, entre ellos los de comunicación, para
desarrollar de verdad un mundo en armonía, equilibrado y solidario. Como ya
citamos en otra ocasión, «es preciso impulsar el diálogo entre las culturas,
resistirse a que la homogeneización (Cebrián 1998) sea el resultado de la
victoria de unas civilizaciones sobre otras».
De nuevo las piezas
del puzzle, el subconsciente y una nueva ética de cooperación
Las imágenes, como las
opiniones y las modas, penetran directamente en el subconsciente, sin
intermediarios, profesor, padres ni animadores. Un lenguaje, para que
redunde eficaz y libremente en beneficio de una cultura, debe tener vuelta
atrás, evitar ser lineal, promover el feedback. La nueva tecnología permite
la retroacción de los sistemas, aunque en la mayoría de los casos no se
valora y se utiliza escasamente. Los realizadores de radio, televisión, cine
o juegos informáticos, analizan el gancho que va a permitir que el usuario
se conecte mentalmente, inconsciente y afectivamente, a su producto.
Normalmente la conexión afectiva es subconsciente (Babin). Los medios de
comunicación tienen una gran responsabilidad en la emisión de sus mensajes a
la hora de crear cultura. Una cultura racista, o antirracista, no se crea
solamente dando mensajes directos. La forma de encarar los temas, las
imágenes elegidas, la profusión o carencia de mensajes, pueden servir en el
marco de la cultura-mosaico, para engendrar unas u otras actitudes. El
término raza, por ejemplo, tan utilizado por los medios, no se sustenta
científicamente, aunque no lo podemos evitar en el lenguaje popular. Los
medios podrían utilizar otra terminología, especie humana, etnia diferente,
y sobre todo otros puntos de vista.
Las masas exacerbadas de
El Ejido se lanzaban igualmente contra los magrebíes que contra los
periodistas, como todo fanático. Sin embargo la comunicación no siempre es
científica, el lenguaje de los medios de comunicación es pobre, limitado, y
a veces sesgado y parcial, los mensajes son, con frecuencia, limitados y
sensacionalistas. La cultura mosaico, puede entresacar uno a uno los
elementos del puzzle, tanto para analizarlos como para perder la visión
global y todas las relaciones con los demás elementos. Una imagen de la
pobreza, de la inadaptación, de la guerra, no es nada si no se relaciona con
el resto del puzzle: relaciones internacionales, colonización, barbarie,
genocidio, racismo, tolerancia, educación, etc. Acceder a la síntesis
creativas es aglutinar los elementos del rompecabezas. Es la opción personal
y social la que afectivamente los aglutina, la actividad de las acciones la
que los hace eficaces, y la intervención de la sociedad la que puede
solucionar los problemas.
El mosaico digital,
el mosaico cultural, el mosaico étnico, el mestizaje y la solidaridad
En la antigüedad era el
rumor el vehículo más rápido de comunicación. Los rumores no confirmados,
interesados, creados con maldad, han sido causantes de desmanes,
linchamientos y matanzas de inocentes, porque los rumores corren que vuelan.
Hoy, los medios informativos, son más rápidos aún, pero pueden ser
igualmente peligrosos, sin confirmar, e interesados.
Una pregunta y una
reflexión que nos hacemos: ¿Por qué los radioaficionados, en general,
utilizan sus equipos y conocimientos para ayuda de personas en situación de
necesidad, y gracias a ellos se han salvado muchas vidas? Además, hacen gala
de ello. ¿Por qué los navegantes de Internet, salvo excepciones, viven su
vida, chatean disimulando edad, sexo y condición, se convierten en seres
individuales, cuando tienen en su poder la mayor fuerza comunicativa que ha
existido desde el comienzo de los tiempos?. Es cierto que hemos participado
en cadenas de solidaridad a través de las redes; en ellas hemos manifestado
nuestro pensamiento, contrario a la tortura, al maltrato a la mujer, a la
pena de muerte... Es un desafío para el futuro, el que la televisión, los
medios de comunicación en general, y las redes telemáticas en particular,
pongan su capacidad de acceso vertiginoso a millones de usuarios, su fuerza
publicitaria y su estructura sináptica, al servicio de la salvación del
planeta, de la igualdad entre los pueblos, de la defensa de la libertad, de
la ideología solidaria...
La cultura digital,
decíamos más arriba, es producto del pensamiento provocado por una
percepción-mosaico. Los antropólogos, los educadores, los pensadores,
reivindicamos igualmente una cultura mosaico interétnica. Valoramos y
defendemos el mestizaje, tanto biológico como cultural. Además y en clave de
humor, ¿quién, a pesar de poder acreditar biológicamente su ‘raza pura’,
(¡ya es difícil, ya!), puede demostrar que no ha tenido un antepasado truhán
o pirata, o explotador, o emigrante, o pobre, o esclavo?.
«El mero hecho de ver la
televisión se desprecia como inferior por necesidad a la actividad de la
lectura, independientemente de los contenidos. Pero la belleza narrativa no
depende del medio. La narrativa oral, las historias ilustradas, los teatros,
las novelas, las películas y los programas de televisión pueden oscilar
todos entre lo pobre y sensacionalista y lo maravilloso y revelador.
Necesitamos todas las formas de expresión disponibles y todas las que
podamos aprender para entender quiénes somos y qué estamos haciendo aquí.»
Janet H. Murray.
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