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El presente artículo tiene como finalidad
presentar cómo Shakespeare no solamente es de vital importancia en la
literatura mundial sino que además ha sido relevante en el cine, desde sus
inicios. Shakespeare aporta cantidad y calidad en su tratamiento
cinematográfico, sus argumentos han sido llevados al cine, más que los de
cualquier otro literato, con la suficiente calidad como para dar grandes
posibilidades de trabajo y conocimiento en el mundo de la cultura y de la
educación.
Desde los comienzos del
cine
Ya en la era del cine mudo se realizaron
alrededor de cuatrocientas adaptaciones de obras de Shakespeare. Algunas de
ellas, han pasado a la historia como documento valioso al reproducir los
estilos de interpretación, los escenarios, iluminación, gestos, vestuario y
atrezzo que se utilizaba a finales del siglo XIX. Esto, para un historiador
no tiene precio. Sin embargo, al no poder oírse ni una sola palabra la mayor
parte de esas adaptaciones eran de diez minutos de duración, a los que había
que incluir los rótulos con los textos para que los espectadores siguieran
la representación.
Las obras de Shakespeare, comedias y
tragedias, con argumentos que no dejan de ser actuales, llenos de acción,
romanticismo y violencia, han estado siempre a disposición de los
productores de cine, que, además, no tienen que pagar derechos de autor para
llevarlas a la pantalla.
William Shakespeare es el autor clásico más
adaptado al cine. Lo han puesto en cine Griffith, Kurosawa, Olivier,
Polanski, Welles, Branagh y muchos otros cineastas. Se han llevado sus
argumentos a todas las épocas y ambientes, se han hecho parodias y se han
trasformado en dibujos animados.
La primera película rodada sobre un texto de
Shakespeare de la que se tiene noticia es King John, filmada por Sir Herbert
Beerbohm Tree en 1899.
Shakespeare guionista
Shakespeare figura como el autor más veces
adaptado a la pantalla con 310 versiones más o menos fieles, 41 modernizadas
e innumerables parodias. En la lista de historias que han sido filmada más
veces figuran Hamlet (7 versiones), Romeo y Julieta (5 versiones) y Macbeth
(33 versiones). De las primeras pantomimas mudas hasta los más recientes
experimentos de Kermeth Braghan, se ha recorrido un largo camino.
Mi relación con el cine
shakespeariano
Leí una buena parte de las tragedias de
Shakespeare cuando tenía entre catorce y dieciséis años. Y fue a propósito
de ver en el cine la película Otelo, de 1952, que dirigió Orson Welles, en
una sesión de Cine Club, en Logroño, en la que un experto desmenuzó la
película, analizamos los personajes, el lenguaje, y todo lo que se pudo en
aquel momento.
Con el tiempo he ido entrando en todo el cine
basado en obras de Shakespeare, y me llamaron especialmente la atención
varias, entre ellas Enrique V, de 1944, de Laurence Olivier y Reginald Beck,
Macbeth de Orson Wells y Trono de sangre de Kurosawa, Otelo de Sergei
Yutkevich), Otelo de Lawrence Oliver, de 1965, y Otelo de Oliver Parker, de
1955, con Kenneth Branagh en el papel de Yago.
He vivido momentos cinematográficos
inolvidables con Orson Welles, he analizado algunas de sus películas y lo he
disfrutado siempre. Welles consideraba Campanadas a media noche su mejor
película, la más personal, junto con El cuarto mandamiento. Muchos críticos,
incluyendo a Peter Bogdanovich y Jonathan Rosenbaum, también consideran
Campanadas a medianoche como el mejor trabajo de Welles. El crítico de cine
Vicente Canby, de The New York Times, escribió que Campanadas a medianoche
«quizá sea ser la mejor película de Shakespeare jamás hecha, sin excepción».
Macbeth es la primera adaptación
cinematográfica de un texto de Shakespeare por parte de Orson Welles tras
haber realizado varios montajes teatrales de sus obras, una película que no
gustó mucho a Kurosava, que hizo su propia versión con Trono de sangre.
Con el tiempo he ido entrando en todo el cine
basado en obras de Shakespeare, y me llamaron especialmente la atención la
de Sergei Yutkevich), de 1955, versión rusa de la tragedia Otelo, la de
Lawrence Oliver, de 1965, y la de Oliver Parker, de 1955, con Kenneth
Branagh en el papel de Yago. La he visto en teatro, la he leído con
dedicación, y puedo afirmar que la película es un reflejo muy fiel, y como
decía McLuhan, el cine de Shakespeare ayuda a comprender el teatro de
Shakespeare e incita a su lectura.
He seguido y hablado en conferencias y clases
sobre Shakespeare y su obra, y también de las adaptaciones cinematográficas,
algunas de ellas muy significativas. Quiero reseñar especialmente la de
1964, Hamlet (Gamlet), de Grigori Kozintsev, el mismo director ruso que hizo
«El Rey Lear», probablemente la mejor adaptación de «Hamlet» y de
Shakespeare de la historia del cine, que no he vuelto a ver pero que quedó
en mi retina.
La primera película que vi sobre el Enrique V
de Shakespeare fue la de 1944, de Laurence Olivier y Reginald Beck, para mí
la primera y mejor adaptación de Shakespeare por Olivier al mismo tiempo que
la primera versión en color de una obra de Shakespeare. Me llamó la atención
la reconstrucción del teatro The Globus y toda la representación que se hace
entre bambalinas. Ello me permitió después interesarme por cómo se planteaba
el teatro y sus entresijos ya en las épocas de oro de las letras, y cómo
vivían los ciudadanos el hecho teatral.
Estuve en casi todos los lugares en los que
se rodó Campanadas a Medianoche. Su rodaje en tiempo coincidió con el de
Doctor Zivago, de David Lean, por lo que uní mis viajes y visité lo que pude
de las localizaciones. No he encontrado fotos de aquellos viajes pero sí
algunas de momentos posteriores en los mismos lugares.
Macbeth
Macbeth ha sido llevada a la gran pantalla en
múltiples ocasiones: para mi gusto las de mayor interés son, Macbeth de
1948, dirigida y protagonizada por Orson Welles; Trono de Sangre (Kumonosu-Jo,
Kurosawa). en 1957, dirigida por Akira Kurosawa y protagonizada por Toshiro
Mifune; Macbeth, en 1971, dirigida por Roman Polanski y protagonizada por
Jon Finch y Macbeth, de Justin Kurzel es, 2015, que al lado de las
anteriores pierde con la inevitable comparación.
Welles nos proporcionó energía. Su versión es
corta, dinámica y estilizada, todo un alarde de síntesis que, con muy pocos
recursos, recrea una tierra pagana perdida en los abismos del tiempo.
Kurosawa está interesado en el destino y la fatalidad, y huye de la
dicotomía «bien-mal» para mostrarnos un Japón feudal en el cual todo el
mundo comete los más terribles actos de crueldad. Polanski, por su parte,
proporciona una sensibilidad verdaderamente cinematográfica al conjunto
consiguiendo la que es, a mi parecer, la versión más redonda de la obra. Su
adaptación es violenta, realista, dolorosa por momentos y profundamente
humana.
Esta claro que Justin Kurzel no trata de
hacer un largometraje al uso. Lo que ocurre es que tampoco sustituye esto
por la filosofía o la fuerza de las versiones previas. Es, sencillamente,
una traslación correcta del escenario a la pantalla.
Macbeth, de Orson Welles,
1948
Es la primera adaptación de una obra de
Shakespeare por parte de Orson Welles, tras haber realizado varios montajes
teatrales. La rodó en menos de un mes, con reducido presupuesto, decorados
de cartón piedra y fue en su día un fracaso de crítica y público que le
obligó a abandonar EEUU -y Hollywood-, una 'huida' que le condujo a Europa
durante 10 años, donde rodaría varias películas y trabajaría como actor en
numerosas producciones.
Con esta adaptación, Welles comenzó una
trilogía sobre la obra de Shakespeare, Otello y Campanadas a media noche
fueron las otras dos.
Esta personalísima versión de Macbeth goza de
esa mirada incisiva de Welles, que incluso sugirió a los actores que
hablaran en un cerrado escocés para ser más fiel a la historia. Entre los
momentos más intensos está la secuencia que comienza con la decisión de
Macbeth de matar al rey, que incluye el asesinato y acaba con el
descubrimiento del crimen por Macduff, uno de los conspiradores. Esta
secuencia fue realizada en una toma única de diez minutos.
Trono de Sangre (Kumonosu-Jo,
Kurosawa), 1957, Akira Kurosawa
La decisión del director nipón fue la de
ambientar a Macbeth en el Japón feudal, convirtiéndola en una historia de
samuráis, lo que implica una intertextualidad entre géneros. A Kurosawa no
le gustó mucho la adaptación realizada nueve años antes por Orson Welles, a
la que acusaba de pretenciosa en cuanto a lo estético (llegando a
calificarla como «pura bisutería») y realizó su propia transposición. Vio en
la obra de Shakespeare un espíritu que sobrepasaba el mero hecho de estar
ambientada en una Escocia monárquica y la llevó a su conocido terreno del
mundo samurái. Así pues, las pesadas espadas de los cuentos clásicos
británicos se convirtieron en catanas, los envenenamientos en asesinatos a
sangre fría, los reyes en Señores y el bosque y el Castillo de las Telarañas
en infernales y alegóricos laberintos. En línea con el tema final de
Shakespeare, Kurosawa señala, a través de este paralelo, cómo la historia de
la humanidad se repite una y otra vez, casi nunca para bien.
Fue la película favorita del poeta y
dramaturgo T.S. Elliot y del cineasta Wim Wenders
Macbeth, 1971, de Roman
Polanski
Tanto el diseño de producción, decorados
magníficos y vestuario cuidado hasta el mínimo detalle, soberbia fotografía,
un estudio del color espectacular destinado a producir mayor tensión
psicológica en el espectador, todo se une a la dirección de actores de
Polanski y a la fuerza del propio texto para alcanzar el rango de
experiencia sensorial y psicológica inolvidable, a la altura de la película
de Kurosawa y a la de Welles.
Para muchos el prólogo con las brujas en la
playa es la mejor secuencia de la película, que impresiona por su
planificación visual, su extrema imaginación y su gusto por lo macabro. Hay
otras secuencias igualmente poderosísimas, como las ensoñaciones de Macbeth,
o cualquiera de los espantosos crímenes que lleva a cabo Macbeth, o la huída
de su esposa.
Macbeth, de Justin Kurzel,
2015
El Macbeth de Justin Kurzel es un gran
espectáculo visual, con un respeto total a la obra original de Shakespeare.
Demuestra una gran atención al detalle en
todos los apartados estéticos, desde el uso de los colores hasta la
excelente utilización de la cámara lenta para dar una fuerza inusitada y
casi pictórica a multitud de planos.
Una de las novedades de este vigoroso Macbeth
es la humanización de sus personajes, incluso el de Lady Macbeth. La
película es corta, fiel al original y brutal en más de un sentido. Hay
cierto aire operístico en el conjunto que lo hace disfrutable.
Otelo, The Tragedy of
Othello, de Orson Welles. 1952
Segunda adaptación realizada por Orson Welles
de un clásico de Shakespeare tras Macbeth, 1948, y a la que le siguió una
tercera, Campanadas a medianoche (1966). Pero sin duda, Otelo es la que más
problemas le dio, y es que el rodaje de esta película se puede considerar
como uno de los más complejos y apasionantes del cine. Welles tuvo grandes
dificultades para financiar el filme, cambió varias veces de productor, lo
que a su vez le obligó a cambiar de localización en repetidas ocasiones e
incluso de actores. El rodaje se alargó más de tres años, pero pese a ello,
el estilo barroco de Welles está presente a lo largo del filme y su maestría
en el montaje disimuló a la perfección todos los obstáculos, consiguiendo
incluso ganar la Palma de Oro del Festival de Cannes.
De las tres adaptaciones de la obra de
Shakespeare que hizo Orson Welles, Otelo es la que ha tenido menor
aceptación, a pesar del premio de Cannes. Hay quien argumenta que es debido
a la falta de cohesión de la película, que se nota que tardó tres años en
rodarla, con graves problemas de presupuesto, que con cada productor tuvo
que usar localizaciones diferentes, directores de fotografía distintos,
incluso cambiar de actores, etc... Lo cierto es que fue uno de los rodajes
más complejos y apasionantes de la historia del cine.
Orson Welles explica en su documental «Filming
Othello» todos los problemas que sufrió la película. Recordando la inclusión
de ésta en el Festival de Cannes, y acerca de la nacionalidad del filme,
declaraba que «Comenzamos por perder la participación francesa, y al final
no había nacionalidad de ningún tipo. Othello era una película de ningún
país. Lo que significaba que no había forma legal de exportar o importar el
largometraje.»
Uno de los proyectos más complicados de Orson
Welles, Otelo fue filmado erráticamente a lo largo de tres años. El rodaje
comenzó en 1949, pero a los pocos días tuvo que interrumpirse: el productor
italiano de la película anunció que estaba en bancarrota. En lugar de
abandonar el rodaje definitivamente, Welles como director comenzó a invertir
su propio dinero en el proyecto. La película encontró algunas soluciones
imaginativas a una serie de problemas logísticos: la escena en la que
Rodrigo es asesinado en un baño turco se ideó así porque los trajes no
estaban acabados. Una de las escenas de lucha se inicia en Marruecos, pero
su final fue rodado en Roma varios meses después. Para ayudar
financieramente a su película, Welles invirtió el dinero que iba ganando en
su trabajo de actor en Europa, como en The Third Man (1949). Pero este
rodaje se paralizó varias veces durante meses, mientras él iba a recaudar
fondos; y estas pausas se complicaron aún más por la disponibilidad
cambiante de los diferentes actores, lo que significa que algunas partes
clave (como Desdémona) tuvieron que ser reformulada, y escenas enteras
debieron rodarse de nuevo.
La participación francesa se frustró y Welles
tuvo que actuar en numerosas producciones para poder autoproducir el
largometraje, cuyo rodaje sufrió muchas interrupciones y se alargó durante 4
años por problemas de financiación. Tres años después de su estreno y
victoria en Cannes, United Artists la distribuyó en Estados Unidos obligando
a Welles a hacer numerosos cambios, incluyendo el redoblaje de varios
personajes.
Hamlet
Hamlet, de Laurence
Olivier, 1948
Es la primera adaptación de una obra de
Shakespeare por parte de Orson Welles, tras haber realizado varios montajes
teatrales. La rodó en menos de un mes, con reducido presupuesto, decorados
de cartón piedra y fue en su día un fracaso de crítica y público que le
obligó a abandonar EEUU -y Hollywood-, una 'huida' que le condujo a Europa
durante 10 años, donde rodaría varias películas y trabajaría como actor en
numerosas producciones.
Con esta adaptación, Welles comenzó una
trilogía sobre la obra de Shakespeare, Otello y Campanadas a media noche
fueron las otras dos.
Esta personalísima versión de Macbeth goza de
esa mirada incisiva de Welles, que incluso sugirió a los actores que
hablaran en un cerrado escocés para ser más fiel a la historia. Entre los
momentos más intensos está la secuencia que comienza con la decisión de
Macbeth de matar al rey, que incluye el asesinato y acaba con el
descubrimiento del crimen por Macduff, uno de los conspiradores. Esta
secuencia fue realizada en una toma única de diez minutos.
Hamlet, en la creación de Laurence Olivier,
ha tomado en cuenta esta necesidad de ser fiel a la obra en cuanto a la
acción y su expresión verbal, y sin embargo el cineasta y actor hizo cambios
de importancia al texto literario: Para aislar Elsinore del mundo, el
director prescindió de los tres personajes más asociados con el exterior del
reino en la obra. Hace desaparecer a Fortinbras y, por lo tanto, toda la
trama política que va asociada con él, y también elimina a dos personajes
tan significativos como Rosencrantz y Guildenstern. La trama política es
totalmente secundaria o casi inexistente. No hay relación con el mundo
exterior. La historia está más cercana al drama psicológico y se centra
básicamente en la relación entre Hamlet, su amada Ofelia, su madre Gertrudis
y su tío y padrastro, Claudio.
La obra fue filmada en blanco y negro, una
decisión de Olivier que fue criticada por el carácter expresionista que dio
a la película, muy parecido al Macbeth de Orson Welles. En cierto modo, lo
que quería hacer el director con su Hamlet era llevar la obra al gran
público. Sin embargo, la introspección de esta película y su componente
psicológico no le dio la popularidad esperada. Fue un éxito de crítica, pero
desde luego no obtuvo plena acogida popular.
Quedan para el análisis las muchas
diferencias, conceptuales, visuales o filosóficas, que puede haber entre la
obra y la película, pues incluso está la opinión del crítico que consideraba
a la obra Hamlet imposible de escenificar en el teatro, puesto que su
profundidad y complejidad psicológica es demasiado abrumadora, son tantos y
demasiados detalles, con demasiados matices, que sería imposible poder
plasmar todo ese entramado de complejos detalles.
Hamlet (Gamlet), de
Grigori Kozintsev. 1964
En su versión, considerada por algunos como
la mejor adaptación cinematográfica del drama de Shakespeare, Kosintzev se
aleja de cualquier tentación de realizar un análisis psicoanalítico, tan
común en el tratamiento de la obra. En cambio, presenta un Hamlet heroico y
romántico, un rebelde que no confronta al usurpador en venganza por el
asesinato de su padre, sino por un profundo anhelo de libertad.
En 1964 se cumplía el 400 aniversario de una
de las obras magnas de la literatura y el teatro mundial: Hamlet de William
Shakespeare. La Unión Soviética no quiso dejar pasar la oportunidad de
celebrar el aniversario de la inmortal obra y para ello puso a disposición
de uno de sus mejores directores, el ucraniano Grigori Kozintsev, toda la
maquinaria de la Lenfilm para construir una obra con la que alcanzar la
posteridad en el cine y demostrar así al mundo occidental el potencial de la
industria cinematográfica soviética.
Hamlet, de Franco
Zeffirelli, 1990
Zefirelli ha primado, por encima de todo, el
vínculo entre Hamlet y su madre, Gertrude. La relación edípica es un terna
inmortal que, a pesar del paso del tiempo, sobrevive aún con una
extraordinaria actualidad. En esta obra existe una escena que es la clave de
lectura de toda la película, la, escena teatral más grandiosa que jamás se
haya escrito: es aquella en la cual Gertrude es literalmente despedazada por
los celos de Hamlet, golpeada en toda su vanidad.
La relación entre padre e hijo del teatro
isabelino es muy compleja. Pero es algo que parece atraer irresistiblemente
a este director de cine, que en su biografía ha escrito páginas dolorosas
sobre su infancia, que vivió entre la pérdida de su madre: a los cinco años
y la convivencia con sus tías. «Quizá es un problema no resuelto con mi
madre», afirmaba, «Como hijo ilegítimo, he tenido muchas figuras femeninas
trascendentales en mi vida. Mis tías fueron las que me criaron, y a mi padre
lo siento más cercano desde que murió, en 1962. Todos me preguntan sobre si
esta película es una ocasión para reflexionar sobre mi vida..., ¡pues claro
que lo es! Hamlet soy yo».
Hamlet, de Kenneth Branagh,
1996
Tras el éxito de Enrique V y Mucho ruido y
pocas nueces, Kenneth Branagh emprendió su más ambiciosa adaptación de un
clásico de William Shakespeare. Para ello, contó con un reparto
internacional plagado de estrellas, un holgado presupuesto y un metraje nada
habitual (más de 4 horas) que le sirvió para llevar a la pantalla lo más
fielmente posible la obra del de Stratford. Una de las pocas libertades que
se tomó Branagh, además de reservarse el papel protagonista, pese a superar
ya en bastantes años la edad que Shakespeare había imaginado para su
personaje, fue la de trasladar la acción a un momento indeterminado de la
mitad del siglo XIX, en una Europa marcada por nuevas fronteras y por
monarquías decadentes. Para el vestuario Branagh elige la moda de principios
del siglo XIX que va a la perfección con los salones del castillo donde se
filmó la película.
Henry V
Enrique V (Henry V), de
Laurence Olivier y Reginald Beck. 1944
Una de las mejores y más famosas adaptaciones
de las obras de William Shakespeare, con la que Laurence Olivier debutó en
el cine como director. Fue nominado a los Oscars en los apartados de Mejor
Película, Actor (el propio Olivier), Dirección Artística en Color, Banda
Sonora de film dramático. Una de las cumbres del universo de Shakespeare en
el cine.
Se rodó en 1943-1944 con el propósito de elevar la moral de las tropas
británicas en la II Guerra Mundial, y merece ser tenida en consideración no
por su aporte propagandístico, sino por una disposición que entonces fue
experimental y revolucionaria, además de por la conocida solvencia actoral
en la interpretación shakespeariana.
En un principio, a lo que asiste el
espectador es a la representación del Enrique V en el Globe Theatre en 1603.
Sin embargo, y gradualmente, la acción se va desplazando cada vez más desde
las tablas del escenario a los paisajes auténticos de la trama.
Enrique V (Henry V),
Kenneth Branagh, 1989
El inglés Kenneth Branagh se había consagrado
como actor teatral interpretando al protagonista de la inmortal obra de
Shakespeare. Pocos años después, debutó como director con esta impresionante
adaptación, que también protagoniza, bastante fiel al original, en su
reflexión sobre el poder y la guerra. Memorable secuencia en la que Branagh,
con una interpretación bastante sentida, alienta a sus tropas antes de la
batalla de Agincourt.
La película comienza con una imagen de gran
contenido pictórico, el encendido de una cerilla alumbra al que desde eso
momento nos guiará en la estructura de la obra, el narrador o coro teatral
presente en el teatro inglés del s. XV. The Globus, como en el caso de la
adaptación que hizo Laurence Olivier, se convierte en referencia hacia el
teatro de la época. El narrador nos introduce en las bambalinas del medio
cinematográfico para introducirnos en lo que se presentará entre cine y
teatro en alusión a la intención de llevar a Shakespeare al gran público. La
puesta en escena se apoya en decorados interiores sobrios con una presencia
frontal propia del teatro. Los grandes espacios verticales de suelos
desnudos de piedra y paredes vestidas de telas muestran la faceta
representativa de Enrique V en contraposición a las escenas de los
personajes del teatro y su pasado frívolo y carnal. Las atmósferas son
veladas por el humo de las velas o la niebla de los campos. Los movimientos
de cámara lentos para pasar del diálogo, monólogo a mostrar la escena son
impresionantes. La utilización de fundidos en sombra, interposición de
elementos gráficos como mapas cartográficos y la aparición del coro
estructuran una historia construida por relatos.
La iluminación de interiores a través de la
llama a la altura de los ojos es fascinante. Exteriores inundados por la
bruma que oculta el escenario e ilumina homogéneamente los exteriores. Solo
la aparición de Catalina y su signo de esperanza se viste de blanco y luz
natural. La película consigue quedar en la memoria del espectador a través
de un lenguaje visual contundente bastante teatral, una música envolvente y
que acentúa los momentos de la epopeya y diálogos sin sonido alguno de fondo
que recuperan la voz del teatro.
Un vestuario sobrio, como toda la puesta en
escena, resulta muy eficaz para mostrar ciertos signos de la estructura de
la sociedad inglesa y francesa del s. XV. Destacan la identificación de
signos como los medallones, escudos y el color de las banderas en la
vestimenta de batalla de Enrique V y el delfín de Francia.
Richard III
Ricardo III (Richard III),
de Laurence Olivier
Durante la segunda mitad del siglo XV se
inicia una guerra civil en Inglaterra entre la Casa de Lancaster (rosa roja)
y la de York (rosa blanca): la Guerra de las Dos Rosas (1455-1485). Eduardo
IV de York es proclamado rey tras la derrota de los Lancaster y gracias a la
ayuda de sus dos hermanos, Ricardo de Gloucester y Jorge Clarence. Ricardo,
deforme y siempre al acecho entre las sombras, protagoniza uno de los
episodios más oscuros de la historia de Inglaterra.
Tras la realización previa de Enrique V y
Hamlet, Laurence Olivier produce, dirige y protagoniza la presente película,
con la que cerraba su trilogía dedicada a Shakespeare, cuyas obras tantas
veces había representado en teatro.
La historia que cuenta Ricardo III contiene
todas las virtudes clásicas de los dramas shakespearianos, esto es, un
desolador retrato de las más bajas pasiones humanas, que afloran siempre
cuanto más cercano y mayor es el poder que las anima, en este caso el trono
de Inglaterra. Otra de las cualidades características de las obras del
genial dramaturgo es la importancia y centralidad que en ellas tienen los
malos; en efecto, a Shakespeare debemos varios de los mejores malvados de la
literatura universal, siempre consumidos por la envidia y espoleados por el
orgullo y la ambición de poder.
Looking for Richard, de Al
Pacino
Al Pacino lleva a cabo este experimento
audiovisual sobre la preparación necesaria para realizar una versión
cinematográfica de la obra de William Shakespeare Ricardo III. A medida que
profundiza en esta tragedia y ensaya con los actores, el actor, creador y
protagonista reflexiona sobre el dramaturgo, sobre la contemporaneidad de
sus textos y sobre la dificultad para hacer sus obras más accesibles al gran
público. Nos regala una sorprendente y particular adaptación del inmortal
texto de Shakespeare. Ejercicio casi experimental, se trata de una magnífica
y potente mezcla de documental y ficción, vibrante y llena de fuerza.
Al Pacino impulsó una original versión
cinematográfica a modo de análisis literario y de reflexión. Además de
productor, hizo las veces de guionista (junto a Frederic Kimball), de
director y de actor. Por si esto fuera poco, no sólo encarnó al personaje
principal; también participó como narrador/entrevistador. De esta manera
supo rendirles un sentido homenaje no sólo al célebre dramaturgo británico
sino al mundo del teatro.
La mezcla entre ficción y documental abre
paso a una lección magistral sobre Ricardo III, sobre los personajes
implicados, sobre el contexto político de la obra, sobre su vigencia en la
actualidad.
Romeo y Julieta, de Franco
Zeffirelli, 1968
Romeo y Julieta (1968) sigue siendo la
película más valorada de Franco Zeffirelli. Ganadora de dos Oscar
(fotografía y diseño de vestuario) y nominada a otros dos (Mejor director y
Mejor película), esta adaptación de la obra de William Shakespeare triunfó a
lo grande en todo el mundo, lanzando internacionalmente la carrera de su
autor.
Franco Zeffirelli intentó seguir al pie de la
letra el texto original de Shakespeare. Su deseo de ser enteramente fiel con
la obra le llevó a respetar incluso la edad real de sus protagonistas, que
habitualmente eran encarnados por actores adultos. Así, Romeo y Julieta
fueron interpretados por un actor de 17 años y una actriz de 16, los
entonces desconocidos Leonard Whiting y Olivia Hussey. El filme, en su
propósito de combinar romanticismo y fantasia, incluía escenas de
semidesnudo consideradas atrevidas para la época, y que el director
consideró lógicas y hasta necesarias en un relato de amor.
El Rey Lear
Rey Lear, de Grigori
Kozintsev, 1969
Rey Lear, de Grigori Kotzinsev, adapta la
versión al ruso que Boris Pasternak hizo de la obra de Shakespeare,
equiparable a Ran (1985) de Akira Kurosawa. Kotzintsev une el deslumbrante
texto shakespeariano a la poética de la imagen, desprovista de lastres
escénicos. No hay que dejar de mencionar la magistral colaboración de
Dimitri Shostakovich en la música.
«No busco popularizar la literatura ni
vulgarizarla para el mayor número posible de espectadores. Me interesa
Shakespeare porque todos los problemas presentes en sus comedias son
modernos y contemporáneos. El cine me permite mostrar sobre la pantalla toda
una gama de sentimientos intensos y de reflexiones profundas». Grigori
Kozintsev
Ran, de Akira Kurosawa,
1985
Ran constituye, sin duda, un relato con
múltiples lecturas, profundos simbolismos y narrativas casi atemporales y
aculturales. Se trata de una versión muy personal de la obra El Rey Lear de
William Shakespeare, lo que ya nos da una idea de la transculturalidad del
proyecto, aunque la idea que originó el guión de Kurosawa se encuentra
dentro de la propia historia japonesa.
El mismo director explica que todo surgió en
torno a la leyenda de un señor feudal llamado Mori Motonari, de cuyos tres
hijos se dice que eran la misma personificación de la virtud, al preguntarse
qué habría sucedido si éstos no hubiesen sido tan ejemplares. Parece ser que
fue posteriormente, al empezar a trabajar sobre esta idea, cuando se dio
cuenta del parecido con la historia de Shakespeare y se propuso adaptarla.
Julio César
Julio César, de Mankiewicz,
en 1953
Joseph L. Mankiewicz adaptó en esta película
el drama Julio César de William Shakespeare. Derivado de su raíz literaria y
de la propia naturaleza de los films de su autor, el texto ofrece brillantes
soliloquios y diálogos puestos en boca de excelentes intérpretes como James
Mason, Marlon Brando, Louis Calhern o Johnn Gielguld.
La concatenación de discursos en las
escalinatas de Bruto (Mason) y Marco Antonio (Brando) es inolvidable y el
tratamiento visual digno de admiración, con un estupendo trabajo de cámara
de Mankiewicz y Joseph Ruttenberg y una gran labor en la dirección artística
de Cedric Gibbons.
No se trata de una Roma lujosa sino de una
Roma infausta, hombruna, de escasos lugares abiertos, con callejuelas
sombrías, planos austeros acotados en espacios, personajes envueltos en
columnas, bustos, estatuas…
Todo ello dota al film de un ambiente tenso,
serio, amenazador, lleno de insidias, en donde se abordan asuntos como la
envidia, la traición, la ambición, el honor, la lealtad, la tiranía, el
poder o la fragilidad de éste.
Asesinato de Julio
César, de Stuart Burge, 1970
Faltan cuatro años para que Julio Cesar
derrote a Pompeyo en la batalla de Farsalia y sea elegido como el dueño de
los destinos de la Republica. Estamos en el año 44 antes de Cristo, en Roma.
Entre los patricios romanos existe el sentimiento de que la dictadura de
Cesar acabara en tiranía y por ello preparan una conjura para deshacerse de
este hombre: Un grupo de conspiradores encabezados por Casio y Casca
consiguen que se les una Bruto y deciden acabar con la vida de Cesar.
Campanadas a medianoche,
de Orson Welles
Orson Welles filmó en España Campanadas a
medianoche, en blanco y negro, basándose en en uno de los personajes de
Shakespeare, John Falstaff, que está en varias de sus obras: «Enrique IV»,
«Enrique V», «Ricardo III» y «Las alegres comadres de Windsor», con el fin
de lograr la historia de su personaje, Falstaff , interpretado por él.
Es una de las grandes películas de Welles,
aunque en su momento no fue muy bien acogida por la crítica. Fue rodada en
algunas localizaciones españolas, estrenándose durante el Festival de Cine
de Cannes en 1966, y en el que consiguió llevarse dos premios.
La relación entre Orson Welles y Shakespeare
es profunda y viene de antiguo. En 1937 su compañía Mercury Theatre estrenó
en Broadway Caesar, la transformación del texto clásico de Julio César en un
alegato antifascista. Un decenio después rueda en cine Macbeth,
probablemente la mejor adaptación de la obra a la pantalla, y en 1951
acomete el proyecto de Othello, que por falta de financiación queda mal
acabada, hasta su recuperación, restauración y reestreno en 1992 por obra de
Beatrice, la hija del realizador. Y a pesar de esta larga relación con el
dramaturgo inglés, es en 1965 con Campanadas a medianoche cuando experimenta
su inmersión más profunda con el universo shakesperiano, interpretando a Sir
John Falstaff, uno de los personajes más completos y humanos nacidos de la
pluma del bardo de Stratford.
Las dos partes de Enrique IV se encuadran en
la serie de obras que escribió William Shakespeare inspiradas en la historia
del siglo XV inglés, que cronológicamente son precedidas por Ricardo II y a
las que suceden Enrique V, las tres partes de Enrique VI y Ricardo III.
Todas ellas narran episodios de la Guerra de las Dos Rosas, las luchas por
el trono de dos ramas distintas de los Plantagenet, la casa de York y la de
Lancaster, y/o de las guerras contra el reino vecino de Francia. Enrique IV
narra la disoluta juventud del príncipe Hal y su transformación en el
monarca Enrique V, puesto que tanto la obra como la película acaban con su
coronación.
El título «Chimes at Midnight» (Campanadas a
medianoche) procede de Enrique IV, 2ª parte, donde en respuesta a los
recuerdos de Justice Shallow de sus días en la escuela, Falstaff afirma:
«Nosotros oímos las campanadas a medianoche, maese Shallow». Según Bridget
Gellert Lyons, que ha investigado la figura de Orson Welles, el título,
«...que tiene relevancia por el repetido sonido de las campanas a lo largo
de la película, se asocia por el público a la enfermedad y a la muerte, más
que a las alegrías de la juventud».
Inicialmente despreciada por la mayoría de los críticos de cine, Campanadas
a medianoche está considerada hoy como uno de los mayores logros de Welles,
y Welles mismo decía que era su mejor obra. Welles sentía una fuerte
conexión con el personaje de Falstaff, al que definió como «la más grande
creación de Shakespeare». Algunos estudiosos y colaboradores de Welles han
comparado a Falstaff con Welles, mientras que otros ven semejanza entre
Falstaff y el padre de Welles.
Entrevistado por Mark W. Estrin, Orson Welles llegó a reconocer que, entre
toda su obra, Campanadas a medianoche era su creación favorita, añadiendo
«si tuviese que entrar en el Cielo solamente por una película, ésta es la
que presentaría».
En 1964 Welles conoció y se hizo amigo del productor de cine español
Emiliano Piedra, que quería trabajar con él. Piedra no creía que una
película de Shakespeare fuera lo suficientemente comercial y propuso a
Welles hacer en su lugar una versión de La isla del tesoro. Welles estuvo de
acuerdo, con la condición de poder hacer simultáneamente Campanadas a
medianoche, y Piedra estuvo de acuerdo sin saber que Welles no tenía ninguna
intención de hacer La isla del tesoro. Aunque se rodaron algunas tomas del
Alicante saliendo del puerto, ninguna escena de La isla del tesoro fue
rodada, ni siquiera escrita. Welles utilizó en la preproducción el truco de
construir decorados que se podrían utilizar en las dos películas, como la
taberna Boar's Head de Mistress Quickly, que serviría como la posada del
Almirante Benbow. Welles también hizo pruebas a los actores para las dos
películas, incluido él mismo como Long John Silver, Baxter como el doctor
Livesey, Beckley como Israel Hands y Gielgud como Squire Trelawney.
Irónicamente, Welles interpretaría finalmente a Long John Silver en la
versión cinematográfica de 1972 de La isla del tesoro.
La batalla de Shrewsbury y la denuncia del militarismo
La secuencia más famosa de la película es la batalla de Shrewsbury. Solo
pudo disponer de alrededor de ciento ochenta extras y Welles usó técnicas de
montaje para dar la apariencia de ejércitos de miles de soldados. Welles
filmó todas la escena de la batalla en tomas largas, pero cortó las tomas en
fragmentos para crear el efecto que él quería. Tardó diez días en rodar la
escena y seis semanas en montar lo que se convirtió en una secuencia de seis
minutos. En el rodaje de la secuencia, Welles utilizó a menudo cámara a
mano, lentes de gran angular, cámara lenta, cámara rápida, planos estáticos,
barridos y un constante movimiento de los personajes para crear un ambiente
cinético y caótico. Anderegg ha dicho que «al final, ambos ejércitos se
convierten en una enorme, torpe, desintegradora máquina de guerra, un
autómata grotesco cuya fuente de poder lentamente comienza a fallar y
finalmente llega a su fin congelado. La retórica verbal —el lenguaje, en sí?
parecen, por un momento, irrelevantes y obscenos».
La secuencia de la batalla de Shrewsbury ha sido considerada a menudo por
los críticos de cine como un alegato contra la guerra y comparada con
películas contemporáneas como Dr. Strangelove y Culloden. El estudioso de
Shakespeare Daniel Seltzer ha afirmado que «la conciencia social de la
película es tan viva como la de Shakespeare, y temáticamente pertinente
también en términos shakespearianos […] Las imágenes de la batalla de
Shrewsbury son en sí mismas de las mejores, más auténticas y más horribles
escenas de guerra jamás filmadas y montadas para una película». El estudioso
de Welles James Naremore ha dicho que «el subyacente erotismo del código
caballeresco […] es expuesto en toda su cruel perversidad». Tony Howard ha
escrito que Welles ha usado las obras históricas de Shakespeare «para
denunciar la hipocresía política moderna y el militarismo».
La secuencia de la batalla de Shrewsbury ha
sido particularmente admirada, y más tarde inspiró películas, incluidas
Braveheart y Salvar al soldado Ryan. Algunos críticos cinematográficos la
han comparado a la secuencia de la escalera de Odessa en El acorazado
Potemkin y a la secuencia de la batalla en el hielo de Alexander Nevsky,
ambas dirigidas por Serguéi Eisenstein. Enrique V, de Kenneth Branagh,
utiliza la secuencia de la batalla de Shrewsbury de Welles como inspiración
para la batalla de Agincourt, y la representación del rechazo del príncipe
Hal a Falstaff en Campanadas a medianoche ha influido más que los modos
tradicionales de interpretación de esa escena. En 1988 el director Patrick
Garland llevó al teatro una versión de Campanadas a medianoche protagonizada
por Simon Callow como Falstaff en el Festival de Teatro de Chichester.
Michael Anderegg ha dicho que el uso de lentes de gran angular de Campanadas
a medianoche, la iluminación de bajo perfil, el vestuario y su enfoque de la
relación entre Falstaff y el príncipe Hal influyeron en Mi Idaho privado,
adaptación libre de 1991 de Gus Van Sant de Enrique IV 1ª parte y Enrique IV
2ª parte.
La película se rodó en España entre
septiembre de 1964 y abril de 1965, con una pausa en el rodaje desde finales
de diciembre hasta finales de febrero. El presupuesto tenía un límite de
800.000 dólares, y los actores Jeanne Moreau y John Gielgud estaban
disponibles cinco y diez días, respectivamente, mientras que Margaret
Rutherford solo estaba disponible durante cuatro semanas. Welles bromeó con
ello durante una escena donde participaban siete personajes principales y
ninguno de los actores estaba disponible, debiendo usar dobles para las
tomas de espaldas. El rodaje comenzó en Colmenar e incluía todas las escenas
de John Gielgud. Luego, Welles viajó a Cardona, donde se rodaron las escenas
de la corte real y las de Marina Vlady. También se rodó en Ávila, ante las
murallas.
En la Casa de Campo de Madrid se rodó la
escena del robo de Gadshill y todas las secuencias de la taberna Boar's Head,
donde Welles rodó las escenas de Moreau y de Rutherford. la Taberna de la
Cabeza del Jabalí se construyó en un antiguo taller mecánico de Carabanchel.
La producción viajó después a Pedraza para
algunas escenas de calle al aire libre, y luego a Soria para rodar en la
nieve, en el Puerto de Piqueras, la escena de arranque, aunque parece que
luego se cambiaron en el montaje por otras rodadas en la Sierra de Aralar,
en Navarra. Calatañazor y sus calles; Santa María de Huerta y su monasterio
cisterciense; Barriomartín y sus parajes junto a Piqueras, y Soria y la
fachada de Santo Domingo sirvieron a Welles para recrear la Inglaterra del
siglo XV. En Calatañazor, Soria, se rodaron diversas escenas en las calles.
que simulaban las de Londres y otras escenas ante la iglesia de Santo
Domingo en Soria.
Después de rodar algunas escenas en el País
Vasco, Welles regresó a Madrid en diciembre para las escenas de la batalla
de Shrewsburyen en la Casa de Campo durante diez días.
Películas sobre la vida de
Shakespeare
1935. Immortal
Gentleman, de Widgey R. Newman
Película británica que hace aparecer como
protagonista al escritor, y en la que intervienen personajes de «La
fierecilla domada», «Romeo y Julieta», «Hamlet» y «El mercader de Venecia»,
representándose en la trama.
1998. Shakespeare enamorado (Shakespeare in love)
De John Madden, que retrata, con muy buena
ambientación y siguiendo multitud de fragmentos de Shakespeare, la juventud
del dramaturgo.
2007. Miguel y William
De Inés París. Película española de humor y
de enredo, en el que una joven, Leonor, por motivos amorosos, une el talento
de Shakesperare con el de Cervantes en una obra única. Cervantes aportará
hondura y sabiduría; Shakespeare, el domino de los recursos teatrales y el
humor. La película trata con excesiva superficialidad a los dos personajes,
sin hacer uso adecuado de sus escritos.
2011. Anonymus, de Roland
Emmerich.
Película de Reino Unido y Alemania. Un buen
reparto, ambientación adecuada, recosntrucción muy buena de los ambientes de
la época e interpretada con mucha dignidad, se ambienta en el nido de
serpientes político de la Inglaterra isabelina, y especula sobre el tema que
ha intrigado a académicos e investigadores, sobre la autoría de las obras de
Shakespeare. La película propone una posible respuesta, remontándose para
ello a un momento en el que escandalosas intrigas políticas, romances
ilícitos de la Corte Real y estratagemas de nobles ansiosos por poder se
esclarecían en el lugar más insospechado: el teatro londinense.
Películas sobre
representaciones de Shakespeare
1973. Matar o no matar,
ese es el problema.
Theatre of Blood, de Douglas Hickox. Un actor
de teatro inglés, interpretado por Vincent Price, se va vengando de sus
críticos mediante asesinatos inspirados en las obras de Shakespeare que ha
ido interpretando a lo largo de su carrera, como Otelo, Enrique IV, El
mercader de Venecia, Romeo y Julieta, Julio César, Cimbelino, etc.
1989. El club de los
poetas muertos
Dead Poets Society, de Peter Weir, Este filme
no está basado en ninguna obra de Shakespeare, pero un importante episodio
de su argumento tiene que ver con El sueño de una noche de verano: uno de
los alumnos del profesor protagonista sueña con ser actor, y representa el
papel del duende Puck en esa comedia. El enfrentamiento con su padre, que no
acepta su vocación, hará que se produzca un trágico desenlace.
1995. En lo más crudo del
crudo invierno
In the Bleak Midwinter, de Kenneth Branagh.
Un grupo de teatro intenta representar Hamlet. Joe Harper, un actor en el
dique seco, decide montar con sus últimos ahorros la representación navideña
de su gran pasión, Hamlet. El casting resulta desesperanzador y Joe acaba
seleccionando a seis actores de medio pelo que representarán los 24 papeles
de la obra en una vieja iglesia. Serán tres semanas en las que aprenderán
más sobre sí mismos de lo que jamás hubieran imaginado.
1999. Live Nude
Shakespeare
De Michael D. Fox, es la transformación en
película de un espectáculo independiente del off-Broadway, cuyos
ingredientes principales son el humor ácido y las mujeres desnudas,
repasando algunas obras como Hamlet.
2001. Vuelvo a casa
Je rentre à la maison, de Manoel de Oliveira,
de Michel Piccoli, Catherine Deneuve y John Malkovich protagonizan esta
coproducción franco-lusa en la que el veterano francés interpreta a un actor
de teatro que representa El rey se muere de Ionesco y La Tempestad, de
Shakespeare. |