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Las bicicletas son para el verano
La vida de la población civil en
las ciudades durante la guerra
© Enrique
Martínez-Salanova Sánchez
©
Ilda Peralta Ferreyra
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El
puntero de don Honorato/Bibliografía/Lecturas
de cine/Glosario
de cine
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No ha llegado la Paz,
ha llegado la Victoria
«No ha llegado la Paz, ha llegado la
Victoria». En la frase final de la película
Las bicicletas son para el verano, en un diálogo entre el
padre con su hijo, se puede resumir lo que fue la guerra civil
española (también otras), en las que siempre, tanto vencedores
como vencidos son perdedores. Es el comienzo de una nueva etapa,
el franquismo. La guerra duró tres años y la «Victoria»,
cuarenta.
En esta página se intenta reflejar lo que
supuso la guerra para los civiles que vivían en las grandes
ciudades españolas o en sus inmediaciones: la esperanza de que
pronto terminaría todo, la dureza de la vida en las calles y en
las familias, la picaresca para conseguir alimentos y la
habilidad para sobrevivir, algunos a costa de otros, se presenta
como uno más de los desastres de la guerra que, cuando finalizó,
abrió una nueva puerta a la desgracia de muchos.
Película que impresiona por su realismo,
la interpretación, con mucha sensibilidad y humanidad, de sus
actores, algunos de ellos estereotipos de personajes que
lucharon, o sobrevivieron en el Madrid sitiado durante la
guerra, por la sutileza con que va trasmitiendo el
tremendo drama de la guerra civil a través de la vida cotidiana
de una familia madrileña, - por el humor con el que se
desarrolla, muy creíble en aquellos momentos, a pesar de la
tragedia que se está viviendo. |
Las bicicletas son para
el verano. Ficha técnica
España, 1983, 103 min.
Director: Jaime Chávarri
Guión: Salvador Maldonado (Según la
obra de teatro de Fernando Fernán-Gómez)
Música: Francisco Guerrero
Fotografía: Miguel Ángel Trujillo
Reparto: Agustín González, Amparo
Soler Leal, Victoria Abril, Alicia Hermida, Marisa Paredes,
Laura del Sol, Emilio Gutiérrez Caba, Aurora Redondo, Guillermo
Marín, Gabino Diego, Patricia Adriani.
Productora: Incine / Jet Films
Sinopsis: La historia se inicia en
el verano madrileño de 1936, cuando Luisito que ha suspendido
Física, se queda sin la bicicleta que le habían prometido sus
padres (Luís y Dolores.) Estalla la guerra y la familia deberá
adaptarse al miedo, al hambre, a la alteración de las
costumbres, junto a una serie de personajes entrañables que
igualmente sufren esta inesperada situación inhumana (la
hermana, el pretendiente, la criada, las vecinas.
Cuando la historia parece haber concluido
al llegar la paz, el padre observa con amargura que no es la paz
lo que les ha venido, sino la Victoria. "Sabe Dios cuándo habrá
otro verano".
“Es una historia contada desde el prisma
de los vencidos, con respeto y atendiendo más al drama humano de
la guerra en la gran ciudad que a las discrepancias políticas”:
(Barroso y Gil Delgado, 2002) |
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Primero: el prólogo, donde se narra la
historia. Dos chicos comentan que en Madrid nunca podría haber
una guerra, porque no había espacios suficientes para hacer
trincheras y al enemigo lo constaría llegar a Madrid, pero
frente a su pronóstico se desencadena allí la guerra civil.
Segundo: El «nudo», ocupa casi todo el
desarrollo de la vida de los personajes, se va viendo como la
guerra incide en sus vidas: en la alimentación, en el cambio de
su modo de vida…
Tercero: El desenlace, que se da casi al
final de la película cuando don Luís y su hijo hacen un recuento
de todo lo que ha pasado desde el comienzo de la guerra hasta
que llega la “paz”
Personajes: principales y el
contexto de la película
La acción nos sitúa en la primavera de
1936. Una España republicana inmersa en las “revolucionarias”
medidas sociales y culturales de la II República, enfrontadas
estas al conservadurismo más radical cuyo levantamiento propició
la Guerra Civil
Los diferentes personajes de la película
representan cada uno de los perfiles sociológicos que podrían
existir en la II República. Por una lado, la familia de Don
Luís, de carácter republicano reflejado éste en sus dos hijos.
Manolita, de vocación artista, y vinculada al auge cultural que
se respira durante la II República, y Luisito, un adolescente
que tiene cierta cultura con respecto a los chicos de su misma
edad porque ha leído las novelas de su padre, ha desarrollado el
gusto por la poesía y en ocasiones se anima a escribir algunas.
También Don Luís, copropietario de una
empresa de licores, refleja con la película situada en plena
guerra, el carácter colectivizador de la economía de guerra de
la zona republicana al unirse ella con su empresa.
Por otro lado, en las relaciones de la
familia de Don Luís con sus vecinos y la casera que regenta la
casa donde todos viven, se irán desgranando los diferentes
perfiles asociados al catolicismo y las derechas.
Los asedios aéreos sufridos por Madrid
durante la Guerra, la huida hacia los refugios y el terror de la
contienda nos trasladan fielmente al momento. También el hambre,
la cartilla de racionamiento o los hurtos entre vecinos que
caracterizan la posguerra. Sin duda uno de los mayores
problemas, diría: el principal, entre los graves que asolaron
Madrid en la guerra, fue sin duda el abastecimiento de la
población, y esta situación es mostrada en la película como
prólogo a la época oscura que le seguirá
Hay que destacar también el buen reparto
de la película, entre los que cabe señalar la presentación como
actor de Gabino Diego, el papel de una jovencísima Victoria
Abril, y a un inmenso Agustín González en la figura de Don Luís.
Sin olvidar el buen trabajo de todos los actores, que hacen
vivir a través de sus interpretaciones, lo absurdo de un
enfrentamiento, que llevó a una nación, al hambre, a la
miseria, al atraso en todos los sentidos ya la muerte.
En definitiva, una gran lección de
historia narrada con naturalidad y objetividad para volver a
pensar en el pasado y tal vez aprender de ella.
Género literario y cinematográfico
Se trata de la adaptación al cine de la
obra de teatro de Fernando Fernán Gómez, que evita bastante el
tema político de la Guerra Civil, se centra más en la vida de la
familia protagonista, todas las aventuras y desventuras en la
preguerra y en la guerra.
El trasfondo político se aprecia como un
decorado, sin profundizar en él. A través de los estereotipos de
algunos personajes -el anarquista, el fabricante de imágenes
sagradas…-, y de algunas localizaciones y decorados –el centro
social anarquista, la calle, tanto en plena guerra como cuando
los niños retiran las pancartas de «no pasarán», etc.- y
multitud de detalles que se dejan ver en toda la película.
No es posible calificarla dentro de un
solo género. Tiene la riqueza de una variada gama de géneros, en
ella crea un ambiente emocionante donde la guerra civil está
como “telón de fondo”, combina situaciones dramáticas que viven
los personajes con continuas pinceladas de humor, que van
llevando poco a poco al espectador a un acercamiento y
complicidad al lado de los perdedores, de los inocentes, de los
que pasan hambre…
Barroso, M. A. y Gil Delgado, F. (2002):
Cine español en cien películas. Ed. Jaguar, Madrid. |
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Jaime Chávarri, el
director
Nación en Madrid, España,
en 1943, y es actor, director, guionista y
director artístico del cine español
Es bisnieto del ex
Presidente del Gobierno Antonio maura,
Licenciado en derecho. Empezó su carrera rodando
largometrajes en super 8. Fue ayudante de
dirección en algunas producciones y trabajó para
televisión. Fue también director artístico de
Víctor Erice en El
espíritu de la colmena y de Carlos
Saura en Ana y los
lobos.
Filmografía como director:
Camarón
2005, un biopic sobre la vida del cantante flamenco,
El año del diluvio, 2004,
basada en la novela homónima de Eduardo Mendoza,
Besos para todos 2000, sobre la alegría, el optimismo
y las ganas de vivir de unos jóvenes en época tan gris como la
última década de la dictadura franquista,
Mad City 1997,
sobre un reportero agresivo y provocador que busca una historia
diferente que le de prestigio,
Sus ojos se cerraron, 1997, ambientada en el Buenos
Aires de los años 30, de una joven que quiere convertir a un
oscuro cantante de tangos en otro Carlos Gardel,
Gran slalom, 1995, una
comedia de enredo, Las cosas del querer
2, 1995, continuación ambientada en argentina de
Las cosas del querer, Tierno
verano de lujurias y azoteas, 1993, el enamoramiento
de un joven de una primas suya actriz,
La intrusa, 1990, sobre un relato de Borges,
Las cosas del querer, 1989, una historia de un
cantante homexesual en los primeros años de la posguerra
española, El río de oro,
1986, oscura recreación del mito de Peter Pan,
Las bicicletas son para el verano,
1984, Bearn o la sala de las muñecas,
1983, adaptación de una impresionante novela de Llorenç
Villalonga , Dedicatoria,
1980, sobre al amor y el desamor, A un
dios desconocido, 1977, vivencias en Granada en los
primeros tiempos de la guerra civil, El
desencanto, 1976, documental sobre la familia Panero
y Los viajes escolares,
1973, alegoría sobre los infiernos familiares .
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Fernando Fernán-Gómez,
autor de la obra teatral
Lima, 1921- Madrid, noviembre de 2007.
Actor, director, escritor y miembro de la
Real Academia de la Lengua, Fernando Fernán-Gómez nació Lima
(Perú). Su dilatada y fructífera obra abarca el teatro, el
cine, la televisión y la literatura.
Como actor.
Películas destacables son El espíritu
de la colmena (1973) y más próximas en el tiempo
Belle Epoque (1992) ,
El Abuelo (1998) y
La lengua de las mariposas
(1999).
Como director.
De sus películas sobresalen El viaje a
ninguna parte (1986), basada en su novela, Mambrú se
fue a la guerra (1986), y El mar y el tiempo (1989).
Durante la guerra civil es asiduo de las
tertulias del Café Gijón que compartió con otros intelectuales
de la generación del 27, lo que le marcó como articulista.
A partir de 1984 vuelca su cada vez más
intensa vocación literaria en la escritura de muy personales
artículos en Diario 16 y el suplemento dominical de El País,
produciendo además varios volúmenes de ensayos y once novelas,
fuertemente autobiográficas unas e históricas otras:
Su obra
literaria. El vendedor de
naranjas (1961), El viaje a ninguna
parte (1985), El mal amor
(1987), El mar y el tiempo (1988),
El ascensor de los borrachos
(1993), La Puerta del Sol (1995),
La cruz y el lirio dorado (1998) y
otras. Fue un gran éxito su autobiografía,
El tiempo amarillo (1990-1998) pero acaso su éxito más
clamoroso lo haya obtenido con una pieza teatral prontamente
llevada al cine, Las bicicletas son para
el verano (1984), sobre sus recuerdos infantiles de la
Guerra civil. Como reconocimiento de su trayectoria profesional
se le concedió la medalla de Oro de las Bellas Artes (1981), la
medalla de Oro de la Comunidad de Madrid (1994) y en 1995 el
Príncipe de Asturias de las Artes. Ocupaba la letra B en la Real
Academia de la Lengua desde el año 2000. |
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Madrid 1936. Interior, día, comedor
LUIS: Oye, Dolores, ¿por qué
no planteamos eso que me has dicho?
DOLORES: No sé, Luis, no sé,
me da vergüenza.
LUIS: Pues no te la ha dado
decírmelo a mí.
DOLORES: Veréis, hijos, ahora
que no está tu marido, hija, y perdóname Manolita, pero supongo que
habréis notado que cada día traigo menos comida a la mesa.
LUISITO: Sí, ayer habían muy
pocas lentejas, pero no me extraña, cada vez hay menos comida.
LUIS: Pero la ración que dan
con las cartillas es siempre la misma, ¿hum? Tu madre pone siempre en la
cacerola la misma cantidad, y sin embargo, como tu acabas de decir, en
la sopera cada vez hay menos.
MANOLITA: ¿Qué quieres decir
con eso Mamá? ¿Qué quieres decir con eso de que mi marido no está?
DOLORES: Pues que como su
madre entra y sale constantemente de esta casa y la pobre mujer está
como todos muerta de hambre, yo no sé si... de vez en cuando, no... mete
la cuchara en la cacerola.
MANOLITA: ¡Mamá!
DOLORES: El hambre, hija, el
hambre. La verdad es que las lentejas desaparecen.
LUIS: Bueno, decid la verdad
¿eh?, lo que creáis pero sin miedo alguno, porque a mí no me importa
nada soltarle a la pelma cuatro frescas, porque ya está bien de que
encima la sentamos todos los días a nuestra mesa...
MANOLITA: Aporta lo de su
cartilla.
DOLORES: ¡Faltaría más!
LUIS: Muy bien, aporta lo de
su cartilla. y nosotros tenemos lo de nuestra cartilla más el suministro
que nos dan a Luisito y a mí en la oficina y tú, además, comes todos los
días con los vales que te dan en el teatro. Y si encima viene a meter la
cuchara en la cacerola...
LUISITO: Mamá, yo, hubo uno o
dos días, al pasar por la cocina, tenía tanta hambre que lo que tú
ponías en la mesa, yo cogía una cucharada y... pero una cucharadita muy
pequeña, uno o dos días nada más, una cucharadita muy muy pequeña...
DOLORES: No, hijo, no, una
cucharadita no puede notarse, no, Luisito.
LUIS: Pero tú, al probar las
lentejas cuando las estás haciendo también te tomas una cucharada, ¿no?
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DOLORES: ¿ Y eso qué tiene que
ver ? ¡ Tengo que probarlas ! Lo hago con una cucharita de las de café.
LUIS: Claro, como ésas ya no
valen para nada...
DOLORES: Manolita, ¿ Hija, qué
te pasa ?
MANOLITA: Soy yo, soy yo, no
le echéis la culpa a esa infeliz. Todos los días, antes de irme a comer,
paso por la cocina y me tomo una o dos cucharadas. Sólo una o dos. No
pensé que pudiera notarse. No lo hago por mí, os lo juro. Lo hago por el
niño... Estoy seca, Mamá, estoy seca... (Llora)
DOLORES: Hija mía...
MANOLITA: El otro día le tome
el pan al que comía a mi lado y era un compañero, Mamá, un compañero.
Menuda bronca se armó entre el camarero y él.
DOLORES: Hija, hija ...
LUIS: Bueno, mea culpa, eh,
mea culpa, mea culpa. Yo, como soy el ser más inteligente de esta casa,
prerrogativa de mi sexo y de mi edad, hace tiempo que comprendí que una
cucharada de lentejas entre seis platos no podría perjudicar a nadie.
Así que desde hace un mes aproximadamente, sea lo que sea lo que haya en
el puchero, lentejas, garbanzos mondos y lirondos, arroz con «checlas» o
agua o sospechas de bacalao, yo, con la excusa de ir a hacer mis
necesidades, me meto en la cocina, invisible y fugaz como Arsenio Lupín
y me tomo una cucharada...
DOLORES: Os dais cuenta, ¡
tres cucharadas !
LUIS: Claro, y la tuya,
cuatro, Dolores, y dos de Julio y su madre, seis.
MANOLITA: ¿ Julio y su madre ?
LUIS: Claro, son tontos pero
el hambre aguza el ingenio. Contabiliza, contabiliza, siete cucharadas,
porque Manolita también se toma la del niño.
DOLORES: ¡Siete cucharadas!
Pero si eso es todo lo que pongo en la tacilla. Si no dan para más.
LUIS: Pero no lloréis por
favor. Pero no lloréis , pero qué más da, pero si no pasa nada, si ya lo
dice la radio, no pasa nada. Pero qué más da que nos tomemos las
lentejas en la cocina o que nos las tomemos en el comedor. Nosotros
somos los mismos. Las cucharadas son siempre las mismas.
MANOLITA: ¡ Qué vergüenza !,
Papá, ¡ qué vergüenza !
LUIS: No, Manolita, no, qué
vergüenza, no, ...¡ Qué hambre !
DOLORES: ¡ Que llegue la paz,
que llegue la paz ! Si no vamos a comernos unos a otros... |
De
representaciones teatrales |
Las bicicletas son para
el verano. Obra de teatro.
Un texto
que arranca en los últimos momentos de la Republica antes del
alzamiento, en el Madrid de los años 30, y acaba con la victoria
de los nacionales y su entrada en Madrid, todo ello desde el
punto de vista de una familia casi clase media y sus vecinos,
que tocan casi todo el espectro político pero sin aspavientos,
sin excesos, nadie de la gente de su alrededor es un extremista
«per se», pero al final, queda claro que hay vencedores y
vencidos, que la guerra es brutalidad, y que las normas sociales
que creemos básicas y bien fundadas pueden esfumarse bajo la
presión de la miseria.
En la ciudad de Madrid, la familia formada
por don Luís, su esposa Dolores y sus hijos, Manolita y Luisito,
comparten la cotidianidad de la guerra con la criada y los
vecinos de la finca. Luisito, a pesar de haber sido suspendido,
quiere que su padre le compre una bicicleta. Pero el estallido
de la Guerra Civil va a obligar a postergar la compra. Y el
retraso, como la propia guerra, durará mucho más de lo esperado.
Las bicicletas
son para el verano (fragmentos)
LUÍS.--¿Y no te crees que las cosas
que cuentan en esas novelas te están pasando a ti?
PABLO. Sí, pero eso es otra cosa.
LUÍS.-Es igual. Yo, ahora mismo, me
acuerdo de El tanque número 13 y puedo ver aquí los combates.
PABLO.--¿Aquí?
LUÍS.-Sí, esto podría ser un buen
campo de batalla. En aquel bosquecillo está emboscada la
infantería. Por la explanada avanzan los tanques. Los tanques y
la infantería son alemanes. Y allí, en aquella casa que están
construyendo, se han parapetado los franceses.
PABLO.-Aquello va a ser el Hospital
Clínico.
DON LUÍS: Cuando apruebes, tienes
bicicleta. Es el acuerdo a que llegamos, ¿no?
LUÍS: Sí, pero yo no me había dado
cuenta de lo del verano. Las bicicletas son para el verano.
DON LUÍS: Y los aprobados para la
primavera. |
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Guernika
1937, Francia, 23 min. 35 mm. Blanco y negro
Director. Nemesio Sobrevila.
Intérpretes: Locución: Perucho,
miembros del grupo "Elai-Alai" bailan "Zinta Dantza", Bernardo
de Txistulari: Ornaetxebarria, José Atabal: Meaza
Guión: Nemesio M. Sobrevila
Tras la caída de
Bilbao, la labor del Gobierno Vasco se trasladó al exilio, y sobre todo
a París, donde se este documental, que enlaza con uno de los símbolos
del autogobierno y de la libertad vasca, el árbol de Gernika, unido en
este caso al bombardeo del 26 de abril de 1937, con imágenes
documentales del País Vasco, las ruinas de Gernika después del
bombardeo, y la salida de los niños vascos y su exilio en
Francia, Gran Bretaña y Rusia.
Guernika
parte de una visión idílica del pueblo vasco (pacífico,
trabajador y católico), que se rompe con la irrupción de la
guerra, para concluir con una petición a la solidaridad de la
democracia internacional. Este documental fue proyectado con
bastante éxito en la España republicana y en Francia, Bélgica,
Gran Bretaña, Argentina y Estados Unidos.
Su director, Nemesio
Sobrevila, fue uno de los grandes directores del cine español
del momento, y pionero en ideas cinematográficas, con su
película El sexto sentido, de
1929,
una
arriesgada reflexión sobre la naturaleza y la esencia del
séptimo arte con influencias del expresionismo alemán y de la
visión del «Cine ojo» de Vertov. |
Fuego en España
Título original: España en
fuego
1937.
58 min.
Francia
Producción Laya
Films, Film Popular
Documental
propagandístico sobre la Guerra Civil Española, realizado para exhibirse
en el extranjero. Denuncia constante de los bombardeos de población
civil por parte de la aviación fascista, la defensa de la Ciudad
Universitaria, la lucha de las milicias vascas, la Escuela Popular de
Guerra, el Frente Sur, los comedores populares, etc. |
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Frente de Madrid
1940.
91 min. España, Italia, B/N
Director: Edgar
Neville.
Argumento y guión:
Edgar Neville, a partir de su propia novela
homónima
Fotografía: Jan
Stallich, Francesco Izzarelli.
Música: Enzio
Carabella.
Sonido: Ettore
Forni.
Intérpretes:
Rafael Rivelles, Conchita Montes, Juan de
Landa, Blanca Silos, Crisanta Blanco, Manuel
Miranda, Luis López Estrada, Argimiro
Guerra, Carlos Muñoz, Calisto Bertramo,
Manolo Morán, Angel Marrero, José Martín,
Miguel S. del Castillo, Manuel Gasset,
Joaquín soriano, Alfredo Herrero, Anita
Farra, Eugenio Duse, Mimí Muñoz, Livia
Minelli, María C. de la Peña, Rafael Gasset,
Luis Solano, Ramón Sáinz de la Hoya, Gil de
la Vega, Nino Eller, Mario Molfesi, Augusto
Medacci.
Sinopsis: Una
visión de la contienda en Madrid realizada
nada más finalizar la guerra. El falangista
Javier Navarro, destinado en la legión en la
Ciudad Universitaria, un día recibe la orden
de sus superiores de recorrer vestido de
miliciano el Madrid republicano para
entregar un mensaje a un jefe de la
resistencia. Cumple la orden y aprovecha
para visitar a su novia que vive en un piso
de la calle Serrano, protegida por el padre
de su doncella, fiel a la República. Cuando
vuelve a la Ciudad Universitaria, es herido
de gravedad y se refugia en una hondonada en
la que se encuentra con un miliciano también
herido. Juntos pasarán las últimas horas de
su vida, comprendiéndose ambos en el trance
decisivo y viendo la futilidad de una guerra
fraticida.
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Las largas vacaciones del 36
1976,
España, 102 min.
Director: Jaime
Camino
Guión: Jaime Camino, Manuel Gutiérrez
Aragón
Producción: José Frade
Fotografía: Fernando Arribas
Música:
Xavier Montsalvage
Intérpretes: Ismael
Merlo, Analía Gadé, Ángela Molina, Francisco Rabal, Vicente Parra, Karin
Pascual, Javier Pérez Sala, Charo Soriano, José Sacristán, Concha Velasco
Sinopsis. Durante el verano de
1936, el Alzamiento y la consiguiente Guerra Civil sorprenden a muchas
familias de la burguesía barcelonesa en plenas vacaciones. En un
pueblecito cercano a Barcelona, varias familias amigas deciden seguir en
sus casas de veraneo hasta que termine la guerra. Para los niños se
convertirán de esta forma, en unas largas e inesperadas vacaciones.
Entre los mayores las actitudes serán diversas según se recrudece el
conflicto. Hay quienes viajan cada día a la ciudad para mantener su
trabajo y hay quienes se instalan para permanecer escondidos en el
pueblo debido a su ideología. |
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La hora de los valientes
1998, 117 min. España
DIRECTOR: Antonio Mercero
GUIÓN: Antonio Mercero & Horacio Valcárcel
MÚSICA: Bingen Mendizábal
FOTOGRAFÍA: Jaume Peracaula
REPARTO: Gabino Diego, Luis Cuenca,
Adriana Ozores (Goya a la Mejor Actriz Secundaria), Leonor
Watling, Héctor Colomé, Javier González, Ramón Langa, Ramón
Aguirre, Aten Soria, Juan José Otegui, José María Pou, Rocío
Calvo
Sinopsis: La acción transcurre en Madrid,
en noviembre de 1936, durante la Guerra Civil, cuando el Museo
del Prado y el gobierno de la República ordena trasladar las
obras de arte a Valencia. para preservarlos de los bombardeos
que amenazan las obras de arte. Al comenzar la evacuación, con
las prisas, un autorretrato de Goya se extravía entre los
escombros y es encontrado por uno de los celadores del museo, un
joven de 28 años, Manuel.
Manuel decide llevárselo bajo la ropa con
la intención de defenderlo de los posibles daños que pudiera
sufrir el cuadro, y preservarlo de la violencia de la guerra,
ante la amenaza de las bombas, que ya empiezan a caer. El joven
no duda en proteger a toda costa el cuadro poniendo en peligro
su vida y la de su familia.
A partir de ese momento, la historia narra
la lucha personal que sostiene Manuel, ayudado por una joven,
Carmen, y el abuelo Melquíades, para mantener intacta en toda su
belleza la obra de Francisco de Goya frente al mundo de horror,
sangre y violencia que constituye una guerra.
«Planteada como una tragicomedia El relato
se extiende a lo largo de toda la contienda, hasta la entrada de
las tropas de Franco en Madrid, centrado sobre la peripecia
individual del protagonista -un anarquista ingenuo, devoto de la
genialidad del pintor y enamorado de una mujer sin familia a la
que acoge en el seno de una pensión- y salpicado de una
cotidianidad bélica de corte voluntariosamente neorrealista, en
la que cabe todo un repertorio de eficaces lugares comunes, como
la omnipresencia radiofónica, el ritual de la limpieza de
lentejas o el chascarrillo castizo» (Crítica de Alberto Bermejo)
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El viaje de Carol
España, 2002, 104 min.
Dirección:
Imanol Uribe
Guión:
Ángel García Roldán e Imanol Uribe; basado en la novela 'A boca
de noche' de Ángel García Roldán.
Producción:
Andrés Santana y Fernando Bovaira.
Música:
Bingen Mendizábal.
Fotografía:
Gonzalo F. Berridi.
Montaje:
Teresa Font.
Intérpretes:
Clara Lago (Carol), Juan José Ballesta (Tomiche), Álvaro de Luna
(Amalio), María Barranco (Aurora), Rosa María Sardá (Maruja),
Carmelo Gómez (Adrián).
Sinopsis.
Basada en la novela A boca de noche de Ángel
García Roldán. Se centra en el despertar a la vida de una
niña de 12 años, hija de un brigadista internacional, en un pueblo de
Cantabria tomado por los nacionales durante la Guerra Civil española. La
niña inicia un viaje que trasciende la anécdota geográfica para
convertirse en una aventura por el
radical contraste entre su vida anterior y la España sangrientamente
escindida.
Carol
(Clara Lago), una adolescente de madre española y padre
norteamericano, viaja por primera vez a España en la primavera
de 1938 en compañía de su madre (María Barranco). Separada de
su padre, piloto en las Brigadas Internacionales al que ella
adora, su llegada al pueblo materno transforma un entorno
familiar lleno de secretos. Armada de un carácter rebelde, se
opone a los convencionalismos de un mundo que le resulta
desconocido. La complicidad con Maruja (Rosa Mª Sardá), las
lecciones de vida de su abuelo (Álvaro de Luna) y su amor por
Tomiche (Juanjo Ballesta) le abrirán las puertas a un universo
de sentimientos adultos que harán de su viaje un trayecto
interior desgarrado, tierno, vital e inolvidable. |
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(Los textos de todo este apartado han sido
resumidos de «La guerra civil en Madrid, 1936-1939», elaborados
por Rosa Ana González Pueyo, Juan Manuel Lafora Maside,
Francisco Raúl Moral Espejo y se encuentran en la Web
Madrid siglos XIX y XX, de la
Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense
de Madrid, curso 1998-1999, de la asignatura Historia de Madrid
en la edad contemporánea, impartida por Luis Enrique Otero
Carvajal, profesor titular de Historia Contemporánea de la UCM)
La batalla de Madrid
Cuando se produjo la sublevación militar contra la República (
17/Julio /36) los sublevados pretendieron la pronta conquista
de la capital, y terminar así con el gobierno democrático del
Frente Popular.
Pero, desde el primer momento, se puso de manifiesto la resistencia
del pueblo madrileño ante los insurgentes. Se neutralizaron
varios focos de sublevación y se llegó a una estabilización
durante toda la guerra. Madrid se convirtió en este aspecto en
el escenario que transformó un pronunciamiento militar en guerra
civil. En Madrid los rebeldes encontraron una resistencia tenaz
de un pueblo motivado bajo el lema ¡No pasarán!,
Paulatinamente, según transcurrió el conflicto, el espíritu ciudadano
en Madrid dio paso a una desmoralización progresiva conforme las
noticias de otros frentes anunciaban las sucesivas derrotas del
ejército republicano. A ello ayudó, sin duda, el continuo
desabastecimiento de la ciudad y a la ineficacia de las
instituciones. Madrid también fue el escenario final de la
guerra. Se produjo lo que se ha denominado «la guerra civil
dentro de la guerra civil», (marzo de 1939) con la definitiva
fractura del bloque republicano.
A partir de ahí todo se precipitó. Se vio imposible una paz
negociada. Tampoco la posibilidad de una rendición por etapas
que asegurase la salida del país a los militantes más
comprometidos políticamente. La pasividad de la población,
creciente en esos momentos, es lo más llamativo de la fase
última del conflicto en la ciudad.
El 28 de marzo de 1939 las tropas de Franco entraban en la ciudad,
mientras que miles de madrileños huían hacia los puertos de
Levante para buscar la salida del país. |
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Bombardeos. Puerta del Sol
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Sobrevivir en Madrid
Muchos tipos de males acarreó la Guerra civil y la mayoría de ellos
son, naturalmente, males sociales. Por costos sociales hemos de
entender, pues, las perturbaciones en la estructura, en el
tejido social, los bloqueos de ciertos desarrollos, incluso la
destrucción de bienes de consumo inmediato que trae consigo una
guerra. Unos costos son cargados sobre la posibilidad misma de
la vida de los individuos, otros sobre las condiciones de ella
en el plano individual, otros afectan a los servicios, a los
organismos sociales, a los recursos colectivos…
Uno de los problemas, si no el principal, entre los graves que
asolaron Madrid en la guerra, fue sin duda el abastecimiento de
la población, de cuya solución dependió en muchos momentos y de
forma crítica el éxito de la defensa. Fue por tanto uno de los
grandes asuntos que tuvieron que afrontar los gobernantes, y
mucho más grave en el caso republicano. En este sentido, la zona
republicana, se colocó rápidamente en desventaja, siendo
deficitario de productos básicos, y esto se dejó sentir. En
noviembre de 1937 el presidente Negrín reconocía la gravedad de
la situación, aludiendo a la falta de previsión que se había
tenido en este problema.
En torno a estos años de enfrentamiento, la ciudad de Madrid era un
inmenso estómago próximo al millón de habitantes. La sublevación
militar desarticuló el mercado nacional, rompiendo la estructura
geográfica del abastecimiento madrileño, viéndose privado del
trigo de Castilla la Vieja, del pescado del Atlántico, del
carbón asturiano y de los productos cárnicos castellanos y de
Extremadura. Frente a estas carencias, se unía la alteración del
sistema de transportes, ahora subordinado a la lógica de la
guerra, por lo que resultaba muy difícil buscar otras
alternativas de aprovisionamiento.
Recién en septiembre de 1936 se tomó conciencia de la situación,
cuando las reservas de víveres de anteguerra empezaron a
escasear. Para el suministro, en los momentos iniciales fue la
utilización de vales, repartidos por partidos y sindicatos, y
canjeados en tiendas y comercios por artículos de primera
necesidad. Ante la evidente escasez, se originaron tensiones
entre las organizaciones de abastecimiento de diferente signo.
Durante
1938, cuando el problema ya era irreversible, el gobierno republicano
estableció un plan global de intervención y regulación del
mercado que unificara la política de abastos. Se siguió la
lógica de las cartillas de racionamiento, pero tampoco se llegó
a solventar el grave problema. En torno a estos años, la
desesperación era latente y se llegó a pensar en la evacuación
de la población madrileña no necesaria para fines militares y
políticos. Sin embargo, la proximidad del frente de batalla en
torno a Levante, invirtió la corriente durante el segundo
semestre de 1938, agravando aún mas la penuria alimenticia.
La villa de Madrid también contó con el apoyo de las entidades de
beneficencia, sin embargo, las campañas de ayuda no parece que
tuvieran el eco deseado.
En relación directa con la escasez, la elevación de salarios y la baja
productividad, propició que se desencadenara en Madrid, como en
el resto de la España republicana una subida general de precios
de los productos alimenticios, lo que no se pudo controlar y el
almacenamiento y ocultamiento de víveres con fines
especulativos, con el consiguiente fraude de precios, que generó
un gran mercado negro que las autoridades fueron incapaces de
frenar.
Por otra parte, la distribución oficial de alimentos, provocó la
existencia de otros canales de aprovisionamiento, como
cooperativas y economatos, comedores populares promovidos por
sindicatos, o el recurso al inevitable mercado negro. Las largas
y casi permanentes colas a la puerta de los establecimientos de
las grandes ciudades fueron una imagen cotidiana y un recuerdo
imborrable para los protagonistas de aquella situación. |
La cultura durante el
asedio de Madrid
La guerra civil no fue sólo un conflicto bélico, sino que también fue
un enfrentamiento ideológico. Esta lucha ideológica se reflejó en la
cultura y en la obra cultural de cada zona. En España había dos poderes,
apoyados en dos sociedades, cada una con un modelo cultural opuesto al
otro. Como Madrid estuvo en manos de los republicanos hasta el fin de la
guerra, tenía como valor supremo y como clave para cambiar la sociedad
la educación y la cultura.
La guerra civil supuso el final, la quiebra de la Edad de Plata de la
cultura española y Madrid se convierte en el símbolo internacional de la
lucha antifascista, así decían los poetas (W.H.Auden): «Madrid es el
corazón», o «Madrid, capital de Europa, … tantos ojos hoy te miran» (M.
Altolaguirre)
Con las brigadas internacionales llegaron a Madrid escritores,
reporteros y periodistas de todo el mundo. Así, destacaron el fotógrafo
Robert Cappa o el cineasta Karmen, y las crónicas periodísticas de
Hemingway.
Las organizaciones obreras, dominaron la vida madrileña hasta finales
de 1937, y adquirieron importancia las «casas del pueblo» y los «ateneos
libertarios» como centros de difusión de la cultura obrera.
Entre los escritores y poetas republicanos comprometidos en el campo
republicano destacaron nombres como Antonio Machado, José Bergamín, León
Felipe, Miguel Hernández, María Zambrano, Rosa Chacel o Rafael Alberti.
Gran parte de este compromiso se expresó a través de la prensa.
Los intelectuales republicanos pensaban que después de ganar la guerra
nada volvería a ser como antes y que comenzaba una nueva era,
caracterizada por el protagonismo del pueblo. Dentro del compromiso
mediante la acción directa merecen ser destacados Rafael Alberti y su
mujer María Teresa León, que ayudaron a salvar los cuadros del Museo del
Prado y a evacuar a los intelectuales de Madrid, trasladándolos a
Valencia.
En 1935 se había celebrado en París el I Congreso de Escritores y en
sus sesiones se constituyó la Asociación Internacional de Escritores en
Defensa de la Cultura, como máximo organismo de la literatura
progresista y revolucionaria europea. A finales de julio (1936) se crea
la Alianza de Intelectuales Antifascistas, como sección española de la
Asociación. Las actividades de la Alianza fueron bastante intensas y su
publicación más importante fue «El Mono Azul». Sin embargo, la
aportación más relevante de la Alianza fue la convocatoria del II
Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, que
se celebró en Valencia, Madrid y Barcelona en julio de 1937. El
Congreso puso de relieve el impacto de la guerra sobre los intelectuales
del mundo entero.
También se creó ( agosto de 1936 ) el Sindicato de la Industria del
Espectáculo. Al comienzo de 1937 estaban abiertos en el Madrid asediado
17 teatros y 41 salas de cine (controladas por la C.N.T. o la U.G.T. u
otras entidades).
En el Teatro Español, se representó Bodas de Sangre, de Lorca;
Electra, de Galdós; Juan José, de Dicenta; La
malquerida, de Benavente, también la adaptación (de Alberti) de la
Numancia de Cervantes, estrenada en el Teatro de la Zarzuela
(diciembre de 1937), y Fuenteovejuna en el Calderón en 1938. El
teatro ambulante tuvo gran importancia con las muchas compañías de
teatro que recorrieron pueblos, frentes, cuarteles y hospitales,
representando obras de propaganda, pero también entremeses y clásicos.
El cine como espectáculo estuvo sometido al cuasi monopolio
norteamericano y hubo un período de gran protagonismo del cine
soviético, se estrenó Los marinos de Cronstadt, (octubre de
1936), un filme de exaltación de valores bélicos y revolucionarios. que
cuadraba perfectamente con el estado de ánimo. En producción propia, hay
dos películas de importancia. Una, documental, es Tierra de España,
(Joris Ivens, holandés) y el otro es Sierra de Teruel ( André
Malraux)
El esfuerzo gubernamental por salvaguardar la cultura fue muy
importante, y así, se produjo el traslado a Valencia de los cuadros del
Museo del Prado, y se llevó a cabo la protección de obras artísticas
madrileñas ante la posibilidad del pillaje o el vandalismo. Además,
coincidiendo con los peores días del asedio de Madrid, el Quinto
Regimiento logró la evacuación a Valencia de un selecto grupo de
intelectuales.
La preocupación por la educación había sido un rasgo destacado de la
II República, y durante la guerra se continuó la labor comenzada en
1931. Se consideró la educación como un servicio público al que debía
tener acceso toda la población, tanto niños como adultos. En enero de
1937 se crearon la Milicias de la Cultura, que tenían una triple
función: erradicación del analfabetismo, la ampliación cultural y la
educación social y política. En noviembre de 1936 se crearon los
Institutos obreros, para formar a los jóvenes no movilizados que debían
ocupar los puestos de trabajo de los que iban a luchar. También tuvieron
importancia las Escuelas de adultos. |
Puerta del Sol el 14 de abril de 1931
Rafael Alberti
leyendo poesía al 5º Regimiento en Abril de 1936
Miguel
Hernández hablando a los brigadistas
Cibeles y
Puerta de Alcalá |
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La prensa en el Madrid
asediado
Por otra parte, tras el 18 de julio de 1936 la prensa madrileña
inició una nueva etapa, en la que la censura se convirtió en algo normal
en una guerra que exigía la militancia de la prensa y se convierte en un
grave problema para la prensa, provocando enfrentamientos entre los
periódicos y el Gobierno.
Se produjo la incautación de periódicos de derechas, conservadores y
monárquicos. Y otros pasaron a organizaciones sindicales y partidos de
izquierda. A esto se le sumaba la escasez de mano de obra y de materias
primas. Así, a la altura de 1938, muchos periódicos habían dejado de
publicar de forma temporal o definitiva.
Durante la guerra se publicaron en Madrid varios tipos de periódicos:
los grandes diarios vinculados a la empresa privada, periódicos y
revistas de los partidos republicanos de izquierda y la nueva prensa
surgida con la guerra que se encargó de la información sobre los
frentes y de la formación política de los soldados y civiles, y al
tiempo estimuló la moral y la conciencia de victoria.
Durante la guerra la prensa fue, junto a la radio, un importante
instrumento de propaganda. La prensa madrileña durante la guerra fue una
prensa solidaria. Los periódicos comparten, en el momento de la
sublevación, un mismo lenguaje improvisado y urgente, que va de la
incredulidad y la sorpresa a la rabia. La sublevación contra la
legitimidad republicana fue condenada con dureza en los diarios
madrileños. El número de Claridad del 18 de julio titulaba un
movimiento insensato y vergonzoso. Los periódicos de partidos y
sindicatos, la prensa republicana de izquierdas y la vinculada a grupos
empresariales utilizaban las mismas palabras: solidaridad, lealtad,
disciplina frente a la reacción y al fascismo. La prensa llamaba a la
normalización de la vida ciudadana y a la responsabilidad. |
Los romances en el Madrid
sitiado
En la España republicana tuvieron gran importancia los romances, se
destaca el Romancero de la guerra civil (1936) y el Romancero
general de la guerra de España (1936), cuyos autores fueron los
poetas: Alberti, Altolaguirre, Aleixandre, Bergamín, Dieste, Miguel
Hernández, Moreno Villa, etc.). El romancero de mayor importancia fue
el militar. Entre estos últimos hay algunos importantes relacionados con
la defensa de Madrid. Un ejemplo es el ¡Alerta a los madrileños!, de
Manuel Altolaguirre.
Manuel Altolaguirre
(Dibujo de Gregorio Prieto)
|
¡Alerta a los madrileños!
Manuel Altolaguirre
I
Pueblo de Madrid valiente,
sí con picos y con palas,
con corazones sembrados,
semilla roja seremos
en las trincheras del campo.
Cuando brote la victoria,
con sus palmas y sus ramos,
el mundo verá en nosotros
su más brillante pasado;
seamos la aurora, la fuente,
demos los primeros pasos
del porvenir que en Europa
merece el proletariado.
Pueblo de paz y trabajo,
defiéndete contra aquellas
fieras que te están cercando;
ellas tienen por oficio
la destrucción y el estrago,
ellos hacen de la guerra
un arte para tu daño.
Si por amor a la paz
estuvimos desarmados,
por amor a la justicia
ahora el fusil empuñamos.
Demuéstrale al enemigo
que no quieres ser esclavo;
más vale morir de pie
que vivir arrodillados;
cadenas, las que formemos
unidos por nuestros brazos,
unión que nunca se rompa,
vínculo firme de hermanos.
Muros de sacos terreros, |
surcos hondos, no de arados,
sí con picos y con palas,
con corazones sembrados,
semilla roja seremos
en las trincheras del campo.
Cuando brote la victoria,
con sus palmas y sus ramos,
el mundo verá en nosotros
su más brillante pasado;
seamos la aurora, la fuente,
demos los primeros pasos
del porvenir que en Europa
merece el proletariado.
II
Madrid, capital de Europa,
eje de la lucha obrera,
tantos ojos hoy te miran,
que debes estar de fiesta;
vístete con tus hazañas,
adórnate con proezas,
sea tu canto el más valiente,
sean tus luces las más bellas;
cuando una ciudad gloriosa
ante el mundo así se eleva,
debe cuidar su atavío,
debe mostrar que en sus venas
tiene sangre que hasta el rostro
no subirá con vergüenza,
sí con la fiebre que da
el vigor en la contienda.
Madrid, te muerden las faldas
canes de mala ralea,
vuelan cuervos que vomitan
sucia metralla extranjera.
Lucha alegre, lucha, vence,
envuélvete en tu bandera;
te están mirando, te miran;
que no te olviden con pena. |
|
Mitin en las barricadas |
|
Las cajas españolas
España, 2004
Dirección y guión: Alberto Porlan
Fotografía: José del Río Mons
Intérpretes: Timoteo Pérez Rubio (Ramón
Linaza), José María Sert (Manuel Barceló), Rafael Alberti (Vicente
Garrido), Mª Teresa León (Cristina Ribera), Azaña (José Bravo), Blanca
Chacel (Mónica Rey), Elena Gómez de la Serna (Laura B. Cabriñana),
Natividad Gómez Moreno (Alejandra Caparros), Manuel Gómez Moreno (Juan
Ignacio Alonso) José Mª Giner (Andrés del Campo), Robert Fernández
Balbuena (Jesús Muñoz), Álvarez de Vayo (Medardo Amor), Sánchez Cantón
(José Antonio Pérez), Avenol (Juan Carlos Arrien), Teniente Blasi (M.
Ángel Rodríguez), Kenyon (Antonio Tato), Mann (Francisco Oria), Paul
Lachenal (Modesto Caballero), Jaujard (Eugenio Romero), Mc Laren (Larry
Tayles).
No se trata de un documental convencional, que
incluye entrevistas con testigos, supervivientes o especialistas en el
asunto, sino que plantea un relato continuo, más parecido a un filme de
ficción.
Sinopsis: Narra el increíble viaje del
patrimonio artístico español durante la guerra civil. Su llegada a
Ginebra y posterior regreso a España en plena guerra mundial.
|
La
obra del Museo del Prado, salvada de los bombardeos
Desde noviembre de 1936 hasta septiembre de 1939,
lo más selecto del patrimonio artístico español, acumulado a lo largo de
centurias, experimentó los azares que le impuso la guerra civil. Tras
unos primeros días en que los grupos de incontrolados se ensañaron
contra toda clase de objetos artísticos, especialmente los de carácter
religioso, el gobierno republicano se impuso sinceramente la tarea de
proteger y salvar a toda costa los bienes culturales de la nación. Se
creó para ello la Junta de Defensa del Tesoro Artístico, que, presidida
durante toda su existencia por el pintor extremeño Timoteo Pérez Rubio,
asumió la ingente tarea que se le asignaba.
Cuando, en noviembre de 1936 las tropas
nacionales llegaron a las puertas de la capital y comenzaron los
bombardeos sobre la ciudad, el gobierno decidió abandonar Madrid y
trasladarse a Valencia. Por resolución del Consejo de Ministros, el
Tesoro Nacional debía de acompañar en lo sucesivo al gobierno allá donde
éste se desplazara. A este fin, se procedió a embalar los cuadros en
cajas individuales especialmente fabricadas para contenerlos, y
enviarlos a Valencia en pequeñas expediciones.
En las Torres de Serranos se montó una
instalación modélica, provista incluso de un eficiente sistema de aire
acondicionado, que fue estudiada y admirada por técnicos
internacionales. Algunos de ellos declararon que, a su juicio, nunca
antes habían estado las obras de arte españolas en mejores condiciones
de conservación.
Los avances del ejército nacionalista, que
amenazaban con partir en dos la zona republicana, aconsejaron la marcha
del gobierno a Barcelona, y, por lo tanto, también la del Tesoro. Las
piezas fueron distribuidas entre el Palacio de Perelada, sede del
Presidente de la República, el castillo de Figueras y una mina de talco
situada en las inmediaciones de la frontera francesa, en La Vajol.
Después, impulsado secretamente por el muralista
catalán José María Sert, que era un agente del gobierno de Burgos, se
constituyó un denominado Comité internacional para el Salvamento del
Tesoro Español del que formaban parte destacadas personalidades
culturales internacionales, sin representación italiana ni alemana. Este
Comité, se ofreció a custodiar la conducción de las cajas hasta quedar
depositadas en los sótanos del Palacio de la Sociedad de Naciones de
Ginebra.
En medio de la noche, y acompañados de unos
cuantos oficiales de alta graduación, el Ministro de Estado y el propio
Presidente de la República, tuvieron que apostarse en la carretera para
requisar los camiones necesarios, desalojando de ellos armamento,
vituallas e incluso heridos.
El 12 de marzo de 1939 salió de Perpignan el tren
especial que transportaba las cajas españolas. El eco que tuvo aquél
traslado fue mundial. Se calificó como "el mayor tesoro que se había
transportado jamás", y los nueve republicanos que los custodiaban fueron
saludados como héroes. Las autoridades suizas solicitaron montar una
exposición temporal con las mejores piezas. Franco aceptó. La exposición
atrajo a una muchedumbre de visitantes a Ginebra y fue descrita como el
suceso artístico del siglo.
La Segunda Guerra Mundial estalló con los cuadros
colgados en la sala de exposiciones. La frontera de Francia se cerró dos
días más tarde y la movilización general colapsó su red ferroviaria.
Milagrosamente, la intervención de Sert consiguió del Ministro francés
Monzie un tren especial que recorrió el territorio francés, sin luces,
para prevenir los bombardeos, la noche del 6 de septiembre. Tres días
después, el 9 de septiembre de 1939, las cajas volvían a atravesar la
puerta del Museo del Prado por donde salieran casi tres años antes.
Estaban en buenas condiciones y no faltaba ninguna.
Todo este proceso se narra en
Éxodo y Exilio del Arte: La odisea del Museo
del Prado durante la Guerra Civil, un libro de Arturo
Colorado Castellary. En él, además de ofrecer un minucioso seguimiento
del recorrido de las obras, se evidencia como al contrario de la idea
extendida por la propaganda franquista, la República nunca trató de
comerciar con el Patrimonio Español, ni de intercambiar estas
obras por armamento.
El libro también analiza cómo al
inicio de la Guerra, en la zona republicana, numerosas iglesias y
conventos fueron incendiados por grupos de incontrolados. Esta fiebre
iconoclasta, que tuvo consecuencias dramáticas para la República al
extender entre el resto de los países democráticos una imagen de caos
revolucionario, fue reconducida a través de la Junta de Incautación y
Protección del Tesoro Artístico, que solo cinco días después del
inicio de la Guerra inició una sistemática labor de información,
clasificación, protección y restauración de las obras de arte españolas.
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© Enrique
Martínez-Salanova Sánchez
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