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El niño que domó el viento
El derecho de la
infancia a la educación
©Enrique
Martínez-Salanova Sánchez
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El
puntero de don Honorato/Bibliografía/Lecturas
de cine/Glosario
de cine
El niño que cambió su mundo
La historia de Kamkwamba circuló por medio mundo gracias a una
entrevista realizada por The
Daily Show el 7 de
octubre de 2009. En ella, se comparaba a este joven con el famoso
protagonista de la serie MacGyver,
debido a su impresionante ingenio científico. Más adelante, al irse
haciendo más conocido, se le invitó a la reunión introductoria
de “Google Science Fair 2011”, como ponente invitado. Llama la atención
que la revista TIME incluye
a Kamkwamba entre las “30 personas menores de 30 años que cambiaron
el mundo”.
El niño
que domó el viento
tuvo una infancia conectada a la naturaleza, pero no exenta
de dificultades. Para sobrevivir y hacer frente a la pobreza, pronto
tuvo que abandonar la escuela. Sus padres no podían pagarla. Pero
su afán por adquirir conocimientos no lo detuvo pese a la inclemencia
de una vida que se planteaba adversa. Aun así, William no perdió
su deseo de saciar sus inquietudes, por lo que acudía cada vez que podía
a la biblioteca para hacer lo que más le gustaba: leer libros. Su pasión
no era otra que aprender.
Hay una línea interesante, rara vez vista en pantalla, de tradición y
modernidad en África rural, de padres que evitan deliberadamente lo que
perciben como sistemas de creencias pasados del pasado para alentar el
progreso. No quieren confiar en orar por la lluvia para salvar sus
cultivos; Ellos quieren pragmatismo en su lugar. También se refleja en
el deseo de educación para que los niños puedan salir de su aldea,
determinando que no enfrentarán dificultades similares a las de los
adultos.
Fue gracias a uno de estos libros de ciencia ficción que leyó, titulado “Using
Energy” (Utilizar
la energía), lo que hizo que un joven de 14 años descubriera
un mundo y ayudó a su aldea. Decidió aventurarse a crear un aerogenerador, inventando
un sistema de captación de energía eólica, para bombear agua y lograr
así cultivar alimentos.
La salvación llegó cuando su familia y vecinos de la zona apenas podían
comer una vez al día, cuando el futuro era del todo incierto. William
creó electricidad para toda su aldea y, gracias a esta gesta,
suministrar agua a sus habitantes.
Y de nuevo, William volvió a reinventarse porque su objetivo en la vida
es claro: nunca rendirse. Tras hacerse famoso su invento, trató con
diversas empresas su idea para poder frenar la hambruna en su país. Más
tarde se decidió a escribir su biografía, pero la historia no acabó ahí,
en la actualidad ya tiene su título de ingeniero y todo gracias
a su tesón y altura de miras, aprovechando las
invitaciones a conferencias y la fama con su invento para continuar con
sus estudios y seguir aprendiendo. |
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El niño que domó el
viento
Título original. The
Boy Who Harnessed the Wind
2019,
Reino Unido. 113 min.
Dirección.
Chiwetel Ejiofor
Guión. Chiwetel
Ejiofor (Libro: William Kamkwamba, Bryan Mealer)
Música. Antonio Pinto
Fotografía. Dick Pope
Reparto. Maxwell Simba
(William Kamkwamba), Chiwetel Ejiofor (Trywell Kamkwamba), Noma
Dumezweni (Edith Sikelo), Joseph Marcell (Jefe Wembe), Aïssa Maïga
(Agnes Kamkwamba)
Sinopsis
William (Maxwell
Simba) es un niño de 13 años que vive en una zona rural de Malawi. Allí
las condiciones económicas han empeorado debido al mal clima. Esto
además le ha obligado a dejar la escuela, porque su familia no puede
afrontar otro gasto que no sea la comida. Para salvar de la hambruna a
su pueblo, este joven con una mente curiosa se inspirará en un libro de
ciencias para construir una turbina de viento. Con ese molino su
comunidad podrá regar los cultivos. A pesar de las dificultades para
crear esta máquina hecha con chatarra, William hará todo lo posible para
salvar a su pueblo. |
Chiwetel Ejiofor.
Director y actor
Ejiofor nació en
Londres, Inglaterra, hijo de padres nigerianos. Empezó a aparecer en
obras de teatro en la escuela a los trece años. Obtuvo una beca para
estudiar en la Academia Londinense de Música y Arte Dramático (LAMDA).
Debutó en la gran pantalla en 1997 en Amistad, de Steven Spielberg. Ha
ganado el premio Laurence Olivier al mejor actor teatral por su papel de
Otelo en 2008. También fue nominado al Premio Orange a la estrella
emergente de los Premios BAFTA. Ha intervenido en Pisando fuerte, que
abrió el Festival de Sundance 2006. En 2007 terminó de rodar Tonight at
Noon, junto a Connie Nielsen y Lauren Ambrose, una película
independiente dirigida por Michael Almereyda.
El libro llegó a manos
de Chiwetel Ejiofor (Londres 1977) hace una década. “En cuanto lo
terminé, supe que sería mi debut como director”, recordaba el actor
británico en el pasado Festival de Berlín, donde presentó la película
inspirada en el relato de Kamkwamba. El intérprete, hijo de un doctor y
una farmacéutica nigerianos que emigraron al Reino Unido, reconoció un
paisaje familiar en la novela: el de sus veranos en el país de sus
padres, donde descubrió una realidad muy distinta al de su barrio
londinense de clase media. “Me inspiró que William quisiera salvar a su
comunidad, pero también que se salvase a sí mismo. La historia también
habla de no renunciar al potencial que uno tiene. Sentí que me estaba
pasando el testigo a mí…”, afirma Ejiofor.
El intérprete, con una
sólida carrera en el teatro y destacados secundarios en películas de
Stephen Frears, Woody Allen, Spike Lee y Alfonso Cuarón, cruzó el umbral
de la fama en 2013 al protagonizar Doce años de esclavitud, por la que
recibió una nominación al Oscar. Lo recuerda como una experiencia
brutal, de la que tardó tiempo en reponerse: durante meses, le costó
hablar de algo más que de la “inhumanidad de los hombres” en las cenas
con sus amigos. “En realidad, no fue un antes y un después. Lo viví como
una continuidad con mi trabajo anterior y mis temas de interés”,
asegura.
Con su nueva película,
en la que se ha reservado el papel, no siempre agradecido, del padre del
protagonista, Ejiofor indaga en las consecuencias de aquel pecado
original. El director esquivó la imagen caricaturesca del continente
africano que suele utilizar Hollywood. En nombre de la verosimilitud,
Ejiofor insistió en filmar en Malawi, pese a sus escasas
infraestructuras para acoger un rodaje, y alternando el inglés de la
élite con el chichewa que habla el pueblo, una lengua bantú sin parecido
con el igbo que hablaban sus padres. También evitó los mensajes
simplistas. “Hay que tratar a los africanos como iguales, sin
condescendencia ni paternalismo”, señala el actor, que se define como
“un optimista a prueba de bomba” y dice confiar en “un futuro mejor”
para África.
De hecho, Ejiofor no
ve oportunismo alguno en el giro inclusivo que está practicando
Hollywood, donde las oportunidades para los actores negros y latinos han
aumentado respecto a sus inicios en el cine. “Mucha gente se ha dado
cuenta de que un diálogo cultural más rico y abierto beneficia a todo el
mundo. Los jóvenes de hoy no han crecido con la misma propaganda y el
mismo adoctrinamiento que nosotros. |
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La historia real
La película se basa
en la historia verídica de William Kamkwamba. Él se hizo conocido
mundialmente por su invención y se formó ingeniero en la Universidad de
Dartmouth. Ante la falta de víveres en su pueblo, William Kamkwamba,
inspirado en un libro de ciencia ficción, inventó un sistema de
captación de energía eólica, lo que posibilitó bombear agua para el
cultivo de alimentos en la sequía.
En 2001, William
Kamkwamba logró salvar a su pueblo de la hambruna. Lo hizo construyendo
un molino de viento capaz de generar energía eólica, sirviéndose de una
simple bicicleta, de las partes oxidadas de un viejo tractor y de los
manuales básicos de ingeniería que encontró en la biblioteca de su
escuela en Malawi, de la que sería expulsado cuando su familia de
agricultores dejó de poder pagarla.
William creó el
aerogenerador empleando árboles de goma azul, piezas de bicicleta y
materiales recolectados en un desguace local. Ciertamente, el joven ya
tenía experiencia en electrónica porque, en un intento por ganarse la
vida, montó un pequeño negocio en su aldea reparando radios. No ganaba
mucho dinero con esta iniciativa, era muy joven, pero la experiencia le
vino como anillo al dedo cuando decidió ponerse manos a la obra por
extrema necesidad: crear el aerogenerador.
En 2007, después de
darse a conocer a través de una conferencia TED, logró volver a estudiar
y se graduó en Dartmouth, una de las universidades de la exclusiva Ivy
League. Kamkwamba decidió recoger esta increíble historia en un libro
autobiógrafico, El niño que domó el viento(Ediciones B), fábula
edificante que apuntaba a nuevas perspectivas de desarrollo para el
continente africano. |
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La sequía y la
hambruna, trasfondo de la historia real y del film
El gobierno intentó ocultar la crisis alimentaria que azotó el país y
que condujo la rutina hacia un laberinto sin salida. Con las grandes
compañías madereras asolando los bosques, la tierra se quedaba sin
barreras naturales para evitar las inundaciones en la temporada de
lluvias. Con los campos empantanados y la cosecha perdida, los
ciudadanos dejaron de tener un sustento vital y económico, el mercado
local se vació y el comercio desapareció. Llegó el pillaje. Las
matrículas escolares se dejaron de pagar, los estudiantes abandonaron
las aulas para ayudar a sus padres a labrar una tierra yerma y los
profesores dejaron de serlo. Ante el círculo vicioso se impuso el
ingenio. No había nada que perder. “No estoy soñando, papá”, dice
William para ganarse finalmente la confianza de su padre.
La película está dividida en capítulos o estaciones (Siembra, Cosecha, Hambre)
y sigue precisamente a esa familia africana en la que el pequeño William
Kamkwamba (el debutante Maxwell Simba) sufre, con los suyos, la terrible
sequía que azotó a su aldea rural. Se ha perdido toda la cosecha, el
gobierno no ayuda -es muy gráfica la escena en la que el presidente del
país llega en busca de votos, y cuando el jefe de la aldea cuestiona que
no los ayudan, lo sacan del micrófono y lo muelen a golpes- y no sólo
esta familia, sino que todas están sin nada que comer ni que vender para
subsistir.
La catástrofe natural lleva a que muchos aldeanos roben los granos a
otros, o decidan vender sus tierras y se desmonte la zona, con la tala
de árboles que lleva a que, si llueve, se inunde la zona.
La perspicacia del joven hizo que el viento trajera agua a Wimbe, su
población natal, en la región central de Malawi. Con materiales
reciclados, el cuadro de la bicicleta de su padre y unos tubos de
plásticos, el molino generó la suficiente energía para bombear agua del
pozo local.
En una tierra azotada por las inundaciones y por las sequías, tener la
oportunidad de realizar dos cosechas anuales era algo impensable. Pero
cuando no hay nada que perder, hasta lo más alocado cobra sentido.
Ejiofor se abraza a un relato clásico, y compone también a Trywell, el
padre del protagonista, al que desea mandar a estudiar al colegio, pero
si no abona ”la matrícula”, lo expulsarán. William, estudioso,
interesado en la ciencia, al ser expulsado se mete en la biblioteca de
la escuela y leyendo en libros advierte que si consigue un dínamo de la
bicicleta (del profesor que tiene un amorío en secreto con su hermana
mayor), tal vez logre armar una suerte de bomba, y un molino para
conseguir energía eólica. |
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El niño que domó el
viento / The Boy who Harnessed the Wind
WILLIAM KAMKWAMBA y
BRYAN MEALER
Esta es una inspiradora historia, basada en la vida real del autor,
sobre el poder de la imaginación y la fuerza de la determinación.
Cuando una terrible sequía asoló la pequeña aldea donde vivía William
Kamkwamba, su familia perdió todas las cosechas y se quedó sin nada que
comer y nada que vender.
William comenzó entonces a investigar en los libros de ciencia que había
en la biblioteca en busca de una solución, y de este modo encontró la
idea que cambiaría la vida de su familia para siempre: construiría un
molino de viento.
Fabricado a partir de materiales reciclados, metal y fragmentos de
bicicletas, el molino de William trajo la electricidad a su casa y ayudó
a su familia a obtener el agua que necesitaba para sus cultivos. Así, el
empeño y la ilusión del pequeño Willy cambió el destino de su familia y
del país entero.
Si digo que los libros nos hacen creer que todo es posible, supongo que
estaréis de acuerdo conmigo. Sin embargo, lo más probable es que lo
primero que os venga a la cabeza sea alguna obra de ficción que os ha
hecho viajar a mundos imaginarios y vivir aventuras increíbles. Pero no,
esta vez no me estoy refiriendo a ese tipo de literatura, sino a esos
otros libros, los de no
ficción, que cuentan historias reales protagonizadas por personas
extraordinarias. Es el caso de El
niño que domó el viento, escrito por su protagonista, William
Kamkwamba, y el periodista Bryan Mealer.
Para entender la magnitud de la proeza de William Kamkwamba, hemos de
ponernos en situación: una infancia en Malaui, un país africano dominado
por la superstición, donde todos temen el poder del hechicero; una
subsistencia sometida a las inclemencias meteorológicas y a las
corruptelas del gobierno, que echan al traste la cosecha del año y
condenan a la familia, y al pueblo entero, a la hambruna; una educación
inaccesible para la mayoría de los niños, que no pueden pagar las tasas;
una existencia sin electricidad, que les obliga a depender de las
lámparas de queroseno, que los asfixian, y de la madera, a kilómetros de
distancia y cada vez más escasa… Y en medio de tanta penuria, William
Kamkwamba, un niño capaz de cambiar el destino de su familia y de su
país gracias a su curiosidad e ingenio.
Decía antes que hay libros que nos hacen creer que todo es posible, y
eso es lo que le ocurrió a William Kamkwamba cuando leyó Usar
la energía: se propuso llevar la electricidad a su casa. Y le bastó
rebuscar en un vertedero para construir un molino de viento y, así,
mejorar la vida de su familia, primero, y de toda su comunidad, después.
En El niño que
domó el viento nos relata cada uno de los pasos que dio; la
incomprensión de todos, al principio, y los fracasos y los
contratiempos, que no le hicieron desistir. Y, por fin, el triunfo que
los dejó a todos boquiabiertos; el primer triunfo de muchos más que
vinieron luego y tantos otros que aún están por llegar.
William Kamkwamba nació el 5 de
agosto de 1987, en Dowa, Malaui. En 2014 recibió su licenciatura en el
Dartmouth College, en Hanover, donde terminó sus estudios de Ingeniería.
También es inventor, escritor y autobiógrafo.
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