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Buda explotó por vergüenza
El derecho de las
niñas a la educación
©Enrique
Martínez-Salanova Sánchez
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El
puntero de don Honorato/Bibliografía/Lecturas
de cine/Glosario
de cine
El
derechos de las niñas (de la mujer) a la educación
La educación de las niñas es uno de
los Derechos Humanos fundamentales y está vinculado a todos los demás
derechos.
Todos los niños y las niñas tienen derecho a recibir una
educación, ya que este servicio les proporciona el
conocimiento y las aptitudes que necesitan para alcanzar
su potencial y protegerse contra el peligro. Y la mejor
calidad de vida que brinda la educación se traduce en
enormes beneficios para toda la sociedad. Por ello, la
educación es esencial en el desarrollo de todos los
países. Sin embargo, a las niñas se les excluye con
mucha frecuencia de este proceso. Si esto sigue así,
nunca se lograrán estos progresos.
Convenciones
internacionales
La
Convención de los Derechos de la Infancia
(del niño) (CRC)
El Artículo 28 de la CRC obliga a los
gobiernos a "Implantar la enseñanza primaria obligatoria y gratuita para
todos".
La
Convención sobre la Eliminación de Todas
las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) * El
Artículo 2 refuerza la igualdad de género, garantizando todos los
derechos de todos los niños sin distinciones de ninguna clase.
En 1990 , durante la Conferencia
Mundial para la Educación para Todos (EFA en inglés), cien gobiernos
señalaron el acceso a una educación de calidad para las niñas y las
mujeres como "la más urgente prioridad".
En los «Objetivos
del Milenio» la enseñanza
primaria para las niñas se establece también como un objetivo básico:
Meta 3. Velar por que, para el año 2015, los niños y niñas de todo el
mundo puedan terminar un ciclo completo de enseñanza primaria
En el caso de las niñas, especialmente en algunos países, existen
todavía grandes barreras socioculturales que llevan a la discriminación
por motivos de género, que permiten una repercusión negativa sobre la
educación, en especial sobre la educación de las niñas, del concepto
persistente de que la educación es un servicio y no un derecho humano.
Insistimos por ello en el acceso en todos los casos de las niñas a todos
los niveles de la educación. Algunos obstáculos que aun quedan son los
matrimonios y los embarazos precoces, el trabajo infantil (en especial
el trabajo en el hogar) y los conflictos armados. |
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Buda explotó por vergüenza.
Buda
az sharm foru rikht/Buddha Collapsed out of Shame
2007.
Irán y Francia.
81 min.
Género:
Drama.
Dirección:
Hana Makhmalbaf.
Guión:
Marziyeh Meshkini.
Producción:
Maysam Makhmalbaf.
Música:
Tolib Khan Shakhidi.
Fotografía:
Ostad Ali.
Montaje:
Mastaneh Mohajer.
Interpretación:
Nikbakht Noruz (Baktay), Abdolali Hoseinali (chico talibán), Abbas
Alijome (Abbas).
Sinopsis:
Bajo la estatua
del Buda que destruyeron los talibanes aún viven miles de familias.
Baktay, una niña afgana de seis años, es incitada a ir a la escuela por
el hijo de sus vecinos, que lee los alfabetos frente a su cueva. El
problema inicial es que Baktay no tiene cuaderno ni lápiz. Para el
cuaderno debe buscarse la vida, como lápiz,
decide llevar el pintalabios de su madre, lo que provoca
que unos niños, que juegan a ser talibanes, decidan apedrearla. Los
niños de la aldea juegan a la guerra con ramas que hacen pasar por
fusiles y cometas que representan cazas de combate. Pero no todo es de
pega: en este juego, las piedras son de verdad. Cuando atrapan a Baktay,
ya tienen a otras tres niñas encerradas en una cueva. Los motivos para
retenerlas varían entre que opinan que una niña no debería ir a la
escuela o que las pequeñas tienen los ojos demasiado bonitos. Reflejan
la sociedad violenta en que viven sus mayores. |
Hana Makhmalbaf.
Directora
A los 18 años ha sorprendido con la película
Buda explotó por vergüenza.
Es el miembro más joven del
clan Makhmalbaf. Son una familia de cineastas. Su hermana mayor, Samira,
ha sido premiada en Cannes por sus películas La pizarra (2000) y
A las cinco de la tarde (2003). Su madre, Marziyeh Meshkini,
tampoco se fue de vacío de la Mostra de Venecia cuando presentó allí
Stray Dogs (2004). Y luego está su padre, Mohsen Makhmalbaf, a quien
películas como Gabbeh, El silencio y Kandahar han
convertido en uno de los cineastas más importantes de la historia de
Irán.
Ella dice de su familia: «La censura nos
ha convertido en una familia de nómadas. Mi padre vive como un gitano
para poder hacer el cine que le interesa».
El guión de su película estuvo retenido en el
Ministerio de Cultura iraní durante meses y nunca obtuvo la autorización
necesaria. Fue rodada en Afganistán, montada en Tayikistán y mezclada en
un laboratorio en Alemania.
Buda explotó
por vergüenza es una parábola, como la mayoría de las películas de
la familia, y hace un uso sencillamente espectacular de los salvajes
paisajes afganos --de la región de Bamiyán, justo allí donde los
talibanes volaron dos gigantescas estatuas de Buda--, para mostrar cómo
los juegos de guerra practicados por los adultos pervierten a los niños
y los convierten en atroces copias de sus padres. Es la más dura de
todas las películas filmadas por la familia. |
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Una
de las jóvenes quemadas
Una página de un cuaderno escolar
papeles y libros quemados en Kandahar
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Niñas quemadas en Afganistán por acudir a
la escuela
Un grupo de niñas afganas
fueron atacadas el 12 de noviembre de 2008 por
un grupo de talibanes que les lanzó ácido de
batería cuando se dirigían a la escuela,
provocándoles graves cicatrices, en la ciudad de
Kandahar. Los ataques fueron llevados a cabo por
dos motoristas, y lo hicieron supuestamente
porque las niñas iban a la escuela, algo que
estuvo prohibido en el país varios años durante
el mandato de los talibanes
UNICEF ha condenado el
aumento en el número de ataques a las escuelas y
los estudiantes del Afganistán. Un reciente
ataque con ácido cometido contra 15 niñas que
caminaban a la escuela en la ciudad meridional
de Kandahar dejó ciegas a dos de las niñas y
lesionó a otras dos.
«Estamos preocupados por
el aumento en el número de ataques a las
escuelas, los maestros y los estudiantes. La
violencia tiene que terminar», dijo la
Representante de UNICEF en el Afganistán,
Catherine Mbengue.
Hasta la fecha, este año
se han producido 256 incidentes en escuelas, con
el resultado de 58 muertos y 46 lesionados. En
2007 se produjeron incendios intencionados en un
total de 236 escuelas.
Las comunidades en el
Afganistán, un país sacudido por la guerra, han
trabajado duramente para superar la violencia y
otros obstáculos que puedan impedir a los niños,
y especialmente a las niñas, acudir a la
escuela.
A pesar del entorno a
menudo difícil, la matriculación de estudiantes
en el país ha seguido aumentando. Más de 6
millones de niños y niñas del Afganistán acuden
ahora a la escuela, en comparación con 3
millones de estudiantes en 2002.
UNICEF mantiene que las
escuelas deben proporcionar un espacio seguro
para la infancia y que es preciso que se ponga
fin a los ataques a las escuelas, los maestros y
los alumnos inocentes.
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De los informes de UNICEF
Unicef centró su
Estado Mundial de la Infancia en la educación de las niñas como
principal motor de desarrollo. En América Latina, las tasas de matrícula
por sexo han llegado a niveles similares a la de países ricos, pero se
destaca un peor rendimiento académico de los varones respecto de las
niñas.
Unos
65 millones de niñas están excluidas de la educación, lo cual las hace
más vulnerables ante la pobreza, según el informe anual del Fondo de las
Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, divulgado en distintas
capitales del mundo. El organismo reveló que en el mundo existen 121
millones de niños y niñas que no reciben instrucción y que las niñas
sobrepasan en nueve millones a los niños.
En los países
ricos, el 96 por ciento de los niños y el 97 por ciento de las niñas van
a la escuela, pero esta relación se invierte en el África subsahariana:
62 por ciento de los niños y 57 por ciento de las niñas. La tasa neta de
escolarización a escala mundial favorece ligeramente a los niños: 83 por
ciento contra 79 por ciento. Pero de las que consiguen matricularse, la
mayoría no llega a quinto grado.
«No tenemos la
posibilidad de disminuir sustancialmente la pobreza, la mortalidad
infantil, el SIDA y otras enfermedades, si no aseguramos que todas las
niñas y niños dispongan de su derecho a una educación básica», dijo
Carol Bellamy, directora general de Unicef.
«Cuando una niña
carece de los conocimientos y la destreza para enfrentar la vida que
pueden aprender en la escuela hay efectos a inmediato y largo plazo»,
agregó. «Esta niña se expone a muchos más riesgos que sus homólogas
educadas y las consecuencias son transferidas a la generación
posterior».
En definitiva,
cuando un niño recibe una educación de calidad, el resultado es, a
menudo, el de un adulto con formación. Cuando una niña recibe una
educación de calidad, el resultado casi siempre es el de toda una
familia con educación y formación. Por eso, numerosos estudios inciden
en que no existe instrumento más efectivo para el desarrollo que la
educación de las niñas.
Unicef advierte
que si no se actúa con urgencia para incrementar la cantidad de niñas
que tienen acceso a la educación básica, los objetivos globales para
reducir la pobreza y el mejoramiento de las condiciones de vida humanas
no se podrán cumplir. |
Soluciones para superar la discriminación de las niñas
1. Según comenta Mercy Tembon,
especialista principal en educación del Banco Mundial en cuestiones de
equidad de género, la contratación de maestras mujeres ayudaría a
superar esta tendencia y alentaría a los padres a enviar a sus hijas
mujeres a la escuela.
En Gambia, por ejemplo, se redujeron
los requisitos que debían cumplir las mujeres para ser maestras a fin de
aumentar el número de docentes femeninas. No obstante, estas aspirantes
a maestras realizaron cursos de capacitación adicionales para ponerse a
la par de sus contrapartes masculinas.
2. Concienciar a los docentes sobre
cuestiones relacionadas con el género.
En Guinea, se sensibiliza a los
docentes sobre el género para que sean conscientes "de los problemas que
enfrentan las niñas, tanto a nivel cultural como en el aula", dice
Tembon. Se volvieron a redactar los libros de texto guineanos con el
objeto de eliminar todos los estereotipos relacionados con el género.
"Los libros retrataban a las mujeres como dedicadas exclusivamente a las
labores domésticas, mientras que mostraba a los hombres como
profesionales, por ejemplo, ingenieros o médicos", agrega Tembon. Aunque
Guinea es un país africano pobre, el número de niñas que asisten a la
escuela ha crecido en la última década.
3. En Burkina Faso, se establecieron
programas especiales de tutoría para las niñas con miras a ayudarlas a
mejorar sus calificaciones.
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Una
metáfora sobre la violencia de los adultos
Esta película,
docu-ficción, es un signo de la época. Cine de medio oriente que intenta
retratar, denunciar, su realidad:
niñas/mujeres sometidas, niños/hombres violentísimos, adultos
indiferentes, tierras áridas de esperanza.
En la
primera secuencia asistimos a la explosión de los Budas excavados en la
roca, para a continuación cambiar de registro e introducirnos en una de
esas cuevas horadadas que ahora sirve de casa a las familias afganas.
Allí, la niña Baktay ve cómo su vecino está aprendiendo a leer y siente
envidia de él.
En esa metáfora político-social en que los niños reproducen en sus vidas
las actitudes aprendidas de los mayores se advierte una dosis de
denuncia a la intransigencia talibán, al machismo o a la violencia de su
régimen dictatorial. Pero también se critica el dominio americano
posterior que les impide mantener su propia idiosincrasia y tradición,
algo que se desprende de la secuencia final en la era en que unos
agricultores trillan el grano: entonces una sombra deja evidencia de esa
necesaria renuncia al propio ideal y cultura, como la niña a ir a la
escuela, para poder sobrevivir y ser libres. Es el fracaso talibán y
también americano, dos maneras de imponerse y sojuzgar la inocencia de
unos niños que sólo quieren ir a la escuela y que les cuenten historias
sencillas.
Todo el film es
una continuada metáfora, o quizá una alegoría, sobre la vida de las
mujeres en esas comunidades, la guerra y la ausencia de libertad que
supone convivir con los talibanes. Casi cada una de las frases que
pronuncian los dos niños protagonistas podría servir para resumir el
mensaje de la película: “No me han enseñado nada, he aprendido sola”.
“Baktay, muérete, si no te mueres, no serás libre”. “No quiero jugar a
apedrear”. “No me gusta jugar a la guerra”. Se ponen los pelos de punta
sólo de escribir las frases, que podrían ser sólo inocentes expresiones
dichas por niños muy pequeños, pero que están cargadas de sabiduría.
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La destrucción de los budas
La milicia ultraortodoxa islámica de
los talibanes, destruyó en 2001, cuando gobernaba Afganistán, los dos
mayores Budas del mundo, tallados en la roca de una montaña hace 1.500
años en la provincia de Bamiyán (centro del país). Para destruir las
estatuas, los talibanes utilizaron misiles antiaéreos, tanques y
dinamita.
Los Budas se construyeron en la
gigantesca pared de roca en el siglo V, cuando Afganistán era uno de los
centros de la civilización budista, antes de que los ejércitos árabes
introdujeran el islam en la región, en el siglo VII. Ambas estatuas eran
consideradas las más antiguas y preciosas de Afganistán.
«Antes éramos famosos por los budas, hoy sólo nos conocen por las
patatas», señala Mohamed, dueño de dos de las cuatro tiendas de
recuerdos que permanecen abiertas en el pueblo. Cuadros pintados a mano,
bandejas grabadas con las figuras y postales son los únicos objetos que
tienen relación con las estatuas gigantes, el resto de material a la
venta proviene de la artesanía local. No hay datos precisos sobre la
llegada de turistas, pero los responsables de monumentos de la ciudad
registraron en 2007 a dos mil extranjeros y calculan que otros dos mil
podrían haber visitado el lugar sin pasar por taquilla. Una cifra que no
está nada mal para un país en la situación de Afganistán.
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El
11 de octubre, Día Internacional de la Niña
Concha López,
directora general de
PLAN en España
Naciones Unidas
acaba de declarar oficialmente el 11
de octubre Día Internacional de la Niña. Con un calendario
plagado de Días Mundiales y Días Internacionales parece legítimo
preguntarse si es realmente necesario. ¿No existe ya un Día
Internacional del Niño? ¿No se defiende a la mujer cada 8 de marzo?
Hace cinco años,
en una carretera de una pequeña comunidad en Nepal, el coche en el que
viajaba personal de PLAN y varios periodistas que visitaban los
proyectos que desarrollamos en el país, se detuvo. Por el camino venía
caminando una niña de no mas de cinco años. Caminaba despacio. Era un
día de diario e iba a buscar agua. Los periodistas se bajan y le
preguntan: “¿Y cómo es que no estás en la escuela?” La pequeña
contesta sin dudarlo: “Porque soy una niña”. Pocas veces una sola
frase ha resumido más la esencia de una realidad: 62 millones de niñas
no van a la escuela porque, entre otros motivos, se prima la educación
de los hermanos varones. ¿Quién va a querer educar o invertir en la
educación de una niña cuyo único futuro es, según sus padres, casarse y
tener hijos?
La frase de esta
niña desencadenó una campaña internacional que hoy se desarrolla en 50
países. "Por Ser Niñas", trata de acabar con la discriminación de género
que sufren millones de niñas en el mundo porque si nacer en un país en
vías de desarrollo es asumir de antemano una vida llena de privaciones,
nacer además mujer supone en muchos casos pasar por violaciones de
derechos básicos que no sufren los varones. Así, 2 millones de niñas
sufren la ablación genital cada año; cada día más de 25.000 niñas son
casadas antes de la mayoría de edad, muchas con hombres que les doblan
la edad; las menores de 16 años son la mitad de las mujeres violadas del
mundo; el 90 por ciento de los menores que trabajan en el servicio
doméstico son niñas de entre 12 y 17 años; cada año se trafica con un
número de niñas diez veces superior al número de esclavos africanos que
cruzaron el atlántico en la época de mayor apogeo de la esclavitud. Hoy
en día ser mujer y menor es sinónimo de ser pobre entre los pobres.
Un día
internacional es mucho más que una fecha en el calendario: es una
ventana, una puerta abierta, un foco que centra la atención, en este
caso, sobre las que son las vulnerables entre los vulnerables. Por eso
PLAN lleva tres años trabajando para que esto que hoy celebramos sea una
realidad. Han sido tres años de mucho trabajo, de conversaciones y
negociaciones para que no se olvide que una niña no es una mujer ni
tampoco se le garantizan los derechos mínimos a los que poco a poco van
accediendo los niños varones.
Si no invertimos
directamente y específicamente en las niñas: en garantizar su acceso a
salud, la educación, la protección, en permitir su desarrollo vital y
emocional, no será posible cumplir seis de los ocho Objetivos de
Desarrollo del Milenio. Y es que cuando en materia de desarrollo
hablamos de niñas y mujeres, muchas veces olvidamos que a las niñas les
falta el componente adulto que le permite, en la medida de lo posible,
defenderse de los ataques externos. Si acaso somos los adultos, mujeres
y hombres los que debemos defenderlas y ayudarles a contar y desarrollar
las herramientas necesarias para poder ser una mujer con capacidad para
decidir su vida. Hasta que sean tratadas como un menor de pleno derecho
y garantizado su futuro como mujer, las niñas deben ser miradas y
atendidas más que aquellos que ya lo son, por eso en PLAN hemos damos la
bienvenida a la creación del Día Internacional de la Niña. |
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