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Buda explotó por vergüenza

El derecho de las niñas a la educación

©Enrique Martínez-Salanova Sánchez


El puntero de don Honorato/Bibliografía/Lecturas de cine/Glosario de cine


El derechos de las niñas (de la mujer) a la educación

 
Buda explotó por vergüenza. La película

Hana Makhmalbaf. Directora

 

 Una metáfora sobre la violencia de los adultos

Niñas quemadas en Afganistán por acudir  a la escuela

De los informes de UNICEF

 

Soluciones para superar la discriminación de las niñas

La destrucción de los budas

11 de octubre, día mundial de la niña

El derechos de las niñas (de la mujer) a la educación


 La educación de las niñas es uno de los Derechos Humanos fundamentales y está vinculado a todos los demás derechos.

Todos los niños y las niñas tienen derecho a recibir una educación, ya que este servicio les proporciona el conocimiento y las aptitudes que necesitan para alcanzar su potencial y protegerse contra el peligro. Y la mejor calidad de vida que brinda la educación se traduce en enormes beneficios para toda la sociedad. Por ello, la educación es esencial en el desarrollo de todos los países. Sin embargo, a las niñas se les excluye con mucha frecuencia de este proceso. Si esto sigue así, nunca se lograrán estos progresos.

Convenciones internacionales

La Convención de los Derechos de la Infancia (del niño) (CRC)

El Artículo 28 de la CRC obliga a los gobiernos a "Implantar la enseñanza primaria obligatoria y gratuita para todos".

La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) * El Artículo 2 refuerza la igualdad de género, garantizando todos los derechos de todos los niños sin distinciones de ninguna clase.

En 1990 , durante la Conferencia Mundial para la Educación para Todos (EFA en inglés), cien gobiernos señalaron el acceso a una educación de calidad para las niñas y las mujeres como "la más urgente prioridad".

En los «Objetivos del Milenio» la enseñanza primaria para las niñas se establece también como un objetivo básico: Meta 3. Velar por que, para el año 2015, los niños y niñas de todo el mundo puedan terminar un ciclo completo de enseñanza primaria

En el caso de las niñas, especialmente en algunos países, existen todavía grandes barreras socioculturales que llevan a la discriminación por motivos de género, que permiten una repercusión negativa sobre la educación, en especial sobre la educación de las niñas, del concepto persistente de que la educación es un servicio y no un derecho humano. Insistimos por ello en el acceso en todos los casos de las niñas a todos los niveles de la educación. Algunos obstáculos que aun quedan son los matrimonios y los embarazos precoces, el trabajo infantil (en especial el trabajo en el hogar) y los conflictos armados.


Buda explotó por vergüenza. Buda az sharm foru rikht/Buddha Collapsed out of Shame


2007. Irán y Francia. 81 min.

Género: Drama.

Dirección: Hana Makhmalbaf.

Guión: Marziyeh Meshkini.

Producción: Maysam Makhmalbaf.

Música: Tolib Khan Shakhidi.

Fotografía: Ostad Ali.

Montaje: Mastaneh Mohajer.

Interpretación: Nikbakht Noruz (Baktay), Abdolali Hoseinali (chico talibán), Abbas Alijome (Abbas).

Sinopsis: Bajo la estatua del Buda que destruyeron los talibanes aún viven miles de familias. Baktay, una niña afgana de seis años, es incitada a ir a la escuela por el hijo de sus vecinos, que lee los alfabetos frente a su cueva. El problema inicial es que Baktay no tiene cuaderno ni lápiz. Para el cuaderno debe buscarse la vida, como lápiz, decide llevar el pintalabios de su madre, lo que provoca que unos niños, que juegan a ser talibanes, decidan apedrearla. Los niños de la aldea juegan a la guerra con ramas que hacen pasar por fusiles y cometas que representan cazas de combate. Pero no todo es de pega: en este juego, las piedras son de verdad. Cuando atrapan a Baktay, ya tienen a otras tres niñas encerradas en una cueva. Los motivos para retenerlas varían entre que opinan que una niña no debería ir a la escuela o que las pequeñas tienen los ojos demasiado bonitos. Reflejan la sociedad violenta en que viven sus mayores.


Hana Makhmalbaf. Directora


A los 18 años ha sorprendido con la película Buda explotó por vergüenza. Es el miembro más joven del clan Makhmalbaf. Son una familia de cineastas. Su hermana mayor, Samira, ha sido premiada en Cannes por sus películas La pizarra (2000) y A las cinco de la tarde (2003). Su madre, Marziyeh Meshkini, tampoco se fue de vacío de la Mostra de Venecia cuando presentó allí Stray Dogs (2004). Y luego está su padre, Mohsen Makhmalbaf, a quien películas como Gabbeh, El silencio y Kandahar han convertido en uno de los cineastas más importantes de la historia de Irán.

Ella dice de su familia: «La censura nos ha convertido en una familia de nómadas. Mi padre vive como un gitano para poder hacer el cine que le interesa».

El guión de su película estuvo retenido en el Ministerio de Cultura iraní durante meses y nunca obtuvo la autorización necesaria. Fue rodada en Afganistán, montada en Tayikistán y mezclada en un laboratorio en Alemania. Buda explotó por vergüenza es una parábola, como la mayoría de las películas de la familia, y hace un uso sencillamente espectacular de los salvajes paisajes afganos --de la región de Bamiyán, justo allí donde los talibanes volaron dos gigantescas estatuas de Buda--, para mostrar cómo los juegos de guerra practicados por los adultos pervierten a los niños y los convierten en atroces copias de sus padres. Es la más dura de todas las películas filmadas por la familia.


Una de las jóvenes quemadas

Una página de un cuaderno escolar papeles y libros quemados en Kandahar

Niñas quemadas en Afganistán por acudir  a la escuela


Un grupo de niñas afganas fueron atacadas el 12 de noviembre de 2008 por un grupo de talibanes que les lanzó ácido de batería cuando se dirigían a la escuela, provocándoles graves cicatrices, en la ciudad de Kandahar. Los ataques fueron llevados a cabo por dos motoristas, y lo hicieron supuestamente porque las niñas iban a la escuela, algo que estuvo prohibido en el país varios años durante el mandato de los talibanes

UNICEF ha condenado el aumento en el número de ataques a las escuelas y los estudiantes del Afganistán. Un reciente ataque con ácido cometido contra 15 niñas que caminaban a la escuela en la ciudad meridional de Kandahar dejó ciegas a dos de las niñas y lesionó a otras dos.

«Estamos preocupados por el aumento en el número de ataques a las escuelas, los maestros y los estudiantes. La violencia tiene que terminar», dijo la Representante de UNICEF en el Afganistán, Catherine Mbengue.

Hasta la fecha, este año se han producido 256 incidentes en escuelas, con el resultado de 58 muertos y 46 lesionados. En 2007 se produjeron incendios intencionados en un total de 236 escuelas.

Las comunidades en el Afganistán, un país sacudido por la guerra, han trabajado duramente para superar la violencia y otros obstáculos que puedan impedir a los niños, y especialmente a las niñas, acudir a la escuela.

A pesar del entorno a menudo difícil, la matriculación de estudiantes en el país ha seguido aumentando. Más de 6 millones de niños y niñas del Afganistán acuden ahora a la escuela, en comparación con 3 millones de estudiantes en 2002.

UNICEF mantiene que las escuelas deben proporcionar un espacio seguro para la infancia y que es preciso que se ponga fin a los ataques a las escuelas, los maestros y los alumnos inocentes.

 

 

De los informes de UNICEF


Unicef centró su Estado Mundial de la Infancia en la educación de las niñas como principal motor de desarrollo. En América Latina, las tasas de matrícula por sexo han llegado a niveles similares a la de países ricos, pero se destaca un peor rendimiento académico de los varones respecto de las niñas.

 Unos 65 millones de niñas están excluidas de la educación, lo cual las hace más vulnerables ante la pobreza, según el informe anual del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, divulgado en distintas capitales del mundo. El organismo reveló que en el mundo existen 121 millones de niños y niñas que no reciben instrucción y que las niñas sobrepasan en nueve millones a los niños.

En los países ricos, el 96 por ciento de los niños y el 97 por ciento de las niñas van a la escuela, pero esta relación se invierte en el África subsahariana: 62 por ciento de los niños y 57 por ciento de las niñas. La tasa neta de escolarización a escala mundial favorece ligeramente a los niños: 83 por ciento contra 79 por ciento. Pero de las que consiguen matricularse, la mayoría no llega a quinto grado.

«No tenemos la posibilidad de disminuir sustancialmente la pobreza, la mortalidad infantil, el SIDA y otras enfermedades, si no aseguramos que todas las niñas y niños dispongan de su derecho a una educación básica», dijo Carol Bellamy, directora general de Unicef.

«Cuando una niña carece de los conocimientos y la destreza para enfrentar la vida que pueden aprender en la escuela hay efectos a inmediato y largo plazo», agregó. «Esta niña se expone a muchos más riesgos que sus homólogas educadas y las consecuencias son transferidas a la generación posterior».

En definitiva, cuando un niño recibe una educación de calidad, el resultado es, a menudo, el de un adulto con formación. Cuando una niña recibe una educación de calidad, el resultado casi siempre es el de toda una familia con educación y formación. Por eso, numerosos estudios inciden en que no existe instrumento más efectivo para el desarrollo que la educación de las niñas.

Unicef advierte que si no se actúa con urgencia para incrementar la cantidad de niñas que tienen acceso a la educación básica, los objetivos globales para reducir la pobreza y el mejoramiento de las condiciones de vida humanas no se podrán cumplir.


Soluciones para superar la discriminación de las niñas


1. Según comenta Mercy Tembon, especialista principal en educación del Banco Mundial en cuestiones de equidad de género, la contratación de maestras mujeres ayudaría a superar esta tendencia y alentaría a los padres a enviar a sus hijas mujeres a la escuela.

En Gambia, por ejemplo, se redujeron los requisitos que debían cumplir las mujeres para ser maestras a fin de aumentar el número de docentes femeninas. No obstante, estas aspirantes a maestras realizaron cursos de capacitación adicionales para ponerse a la par de sus contrapartes masculinas.

2. Concienciar a los docentes sobre cuestiones relacionadas con el género.

En Guinea, se sensibiliza a los docentes sobre el género para que sean conscientes "de los problemas que enfrentan las niñas, tanto a nivel cultural como en el aula", dice Tembon. Se volvieron a redactar los libros de texto guineanos con el objeto de eliminar todos los estereotipos relacionados con el género. "Los libros retrataban a las mujeres como dedicadas exclusivamente a las labores domésticas, mientras que mostraba a los hombres como profesionales, por ejemplo, ingenieros o médicos", agrega Tembon. Aunque Guinea es un país africano pobre, el número de niñas que asisten a la escuela ha crecido en la última década.

3. En Burkina Faso, se establecieron programas especiales de tutoría para las niñas con miras a ayudarlas a mejorar sus calificaciones.

4. Para evitar el problema de los matrimonios precoces, Unicef promueve a nivel mundial la educación de las niñas. Varios estudios han demostrado que un mayor nivel de educación las protege contra estos casamientos.

Uno de los países donde desarrolla esta labor es Bangladesh. Allí se lleva a cabo un proyecto que ofrece educación, formación profesional y conexiones con actividades económicas para agrupaciones de muchachas adolescentes con el fin de enseñarles la forma de ganarse la vida.

 


 Una metáfora sobre la violencia de los adultos


Esta película, docu-ficción, es un signo de la época. Cine de medio oriente que intenta retratar, denunciar, su realidad: niñas/mujeres sometidas, niños/hombres violentísimos, adultos indiferentes, tierras áridas de esperanza.

En la primera secuencia asistimos a la explosión de los Budas excavados en la roca, para a continuación cambiar de registro e introducirnos en una de esas cuevas horadadas que ahora sirve de casa a las familias afganas. Allí, la niña Baktay ve cómo su vecino está aprendiendo a leer y siente envidia de él.

En esa metáfora político-social en que los niños reproducen en sus vidas las actitudes aprendidas de los mayores se advierte una dosis de denuncia a la intransigencia talibán, al machismo o a la violencia de su régimen dictatorial. Pero también se critica el dominio americano posterior que les impide mantener su propia idiosincrasia y tradición, algo que se desprende de la secuencia final en la era en que unos agricultores trillan el grano: entonces una sombra deja evidencia de esa necesaria renuncia al propio ideal y cultura, como la niña a ir a la escuela, para poder sobrevivir y ser libres. Es el fracaso talibán y también americano, dos maneras de imponerse y sojuzgar la inocencia de unos niños que sólo quieren ir a la escuela y que les cuenten historias sencillas.

Todo el film es una continuada metáfora, o quizá una alegoría, sobre la vida de las mujeres en esas comunidades, la guerra y la ausencia de libertad que supone convivir con los talibanes. Casi cada una de las frases que pronuncian los dos niños protagonistas podría servir para resumir el mensaje de la película: “No me han enseñado nada, he aprendido sola”. “Baktay, muérete, si no te mueres, no serás libre”. “No quiero jugar a apedrear”. “No me gusta jugar a la guerra”. Se ponen los pelos de punta sólo de escribir las frases, que podrían ser sólo inocentes expresiones dichas por niños muy pequeños, pero que están cargadas de sabiduría.


La destrucción de los budas


La milicia ultraortodoxa islámica de los talibanes, destruyó en 2001, cuando gobernaba Afganistán, los dos mayores Budas del mundo, tallados en la roca de una montaña hace 1.500 años en la provincia de Bamiyán (centro del país). Para destruir las estatuas, los talibanes utilizaron misiles antiaéreos, tanques y dinamita.

Los Budas se construyeron en la gigantesca pared de roca en el siglo V, cuando Afganistán era uno de los centros de la civilización budista, antes de que los ejércitos árabes introdujeran el islam en la región, en el siglo VII. Ambas estatuas eran consideradas las más antiguas y preciosas de Afganistán.

«Antes éramos famosos por los budas, hoy sólo nos conocen por las patatas», señala Mohamed, dueño de dos de las cuatro tiendas de recuerdos que permanecen abiertas en el pueblo. Cuadros pintados a mano, bandejas grabadas con las figuras y postales son los únicos objetos que tienen relación con las estatuas gigantes, el resto de material a la venta proviene de la artesanía local. No hay datos precisos sobre la llegada de turistas, pero los responsables de monumentos de la ciudad registraron en 2007 a dos mil extranjeros y calculan que otros dos mil podrían haber visitado el lugar sin pasar por taquilla. Una cifra que no está nada mal para un país en la situación de Afganistán.
 


El 11 de octubre, Día Internacional de la Niña


Concha López, directora general de PLAN en España 

Naciones Unidas acaba de declarar oficialmente el 11 de octubre Día Internacional de la Niña. Con un calendario plagado de Días Mundiales y Días Internacionales parece legítimo preguntarse si es realmente necesario. ¿No existe ya un Día Internacional del Niño? ¿No se defiende a la mujer cada 8 de marzo?

Hace cinco años, en una carretera de una pequeña comunidad en Nepal, el coche en el que viajaba personal de PLAN y varios periodistas que visitaban los proyectos que desarrollamos en el país, se detuvo. Por el camino venía caminando una niña de no mas de cinco años. Caminaba despacio. Era un día de diario e iba a buscar agua. Los periodistas se bajan y le preguntan: “¿Y cómo es que no estás en la escuela?” La pequeña contesta sin dudarlo: “Porque soy una niña”. Pocas veces una sola frase ha resumido más la esencia de una realidad: 62 millones de niñas no van a la escuela porque, entre otros motivos, se prima la educación de los hermanos varones. ¿Quién va a querer educar o invertir en la educación de una niña cuyo único futuro es, según sus padres, casarse y tener hijos?

La frase de esta niña desencadenó una campaña internacional que hoy se desarrolla en 50 países. "Por Ser Niñas", trata de acabar con la discriminación de género que sufren millones de niñas en el mundo porque si nacer en un país en vías de desarrollo es asumir de antemano una vida llena de privaciones, nacer además mujer supone en muchos casos pasar por violaciones de derechos básicos que no sufren los varones. Así,  2 millones de niñas sufren la ablación genital cada año; cada día más de 25.000  niñas son casadas antes de la mayoría de edad, muchas con hombres que les doblan la edad; las menores de 16 años son la mitad de las mujeres violadas del mundo; el 90 por ciento de los menores que trabajan en el servicio doméstico son niñas de entre 12 y 17 años; cada año se trafica con un número de niñas diez veces superior al número de esclavos africanos que cruzaron el atlántico en la época de mayor apogeo de la esclavitud. Hoy en día ser mujer y menor es sinónimo de ser pobre entre los pobres.

Un día internacional es mucho más que una fecha en el calendario: es una ventana, una puerta abierta, un foco que centra la atención, en este caso, sobre las que son las vulnerables entre los vulnerables. Por eso PLAN lleva tres años trabajando para que esto que hoy celebramos sea una realidad. Han sido tres años de mucho trabajo, de conversaciones y negociaciones para que no se olvide que una niña no es una mujer ni tampoco se le garantizan los derechos mínimos a los que poco a poco van accediendo los niños varones.

Si no invertimos directamente y específicamente en las niñas: en garantizar su acceso a salud, la educación, la protección, en permitir su desarrollo vital y emocional, no será posible cumplir seis de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio. Y es que cuando en materia de desarrollo hablamos de niñas y mujeres, muchas veces olvidamos que a las niñas les falta el componente adulto que le permite, en la medida de lo posible, defenderse de los ataques externos. Si acaso somos los adultos, mujeres y hombres los que debemos defenderlas y ayudarles a contar y desarrollar las herramientas necesarias para poder ser una mujer con capacidad para decidir su vida. Hasta que sean tratadas como un menor de pleno derecho y garantizado su futuro como mujer, las niñas deben ser miradas y atendidas más que aquellos que ya lo son, por eso en PLAN hemos damos la bienvenida a la creación del Día Internacional de la Niña.