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El color
del paraíso
Una educación sin
exclusiones
©Enrique
Martínez-Salanova Sánchez
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El
puntero de don Honorato/Bibliografía/Lecturas
de cine/Glosario
de cine
La pedagogía sin
exclusiones
El camino que marcan las
Naciones Unidas y la UNESCO
para la educación en el futuro,
pasa por la construcción de la paz, la ciudadanía, el cuidado del medio
ambiente, la lucha contra la pobreza y el hambre, el respeto de los
Derechos Humanos, la diversidad, la no discriminación y la potenciación
de los valores que sustentan la solidaridad. Y todo ello, sin excluir a
nadie.
La pedagogía de la exclusión debe
quedar en la historia de la educación como una etapa del pasado. Hoy no
se discute que es necesaria una atención educativa de calidad para
todos, sin excluir niños más difíciles y conflictivos, que no permita
que la marginación mantenga disgregados a personas discapacitadas o de
integración complicada, de etnias o grupos minoritarios o de
características diferentes sea cual sea su situación. Proponemos una
actitud ética y política, sin ningún tipo de exclusión, ni por pobreza,
ni por familia no estructurada, ni por religión ni pensamiento, ni por
su lengua ni procedencia, ni por sus dificultades de aprendizaje. |
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El color del
paraíso. La película
El color
del paraíso. Rang-e khoda/The
color of paradise
1999. Irán. 90 min.
Dirección y
guión: Majid Majidi.
Producción:
Mehdi Karimi.
Música:
Alireza Kohandairi.
Fotografía:
Mohammad Davoodi.
Montaje:
Hassan Hassandoost.
Interpretación: Mohsen Ramezani (Mohammad), Hossein Mahjub (Hashem),
Elham Sharim (Hanyeh), Farahnaz Safari (Bahareh), Mohammad Rahmaney
(Maestro), Zahra Mizani (Maestra), Kamal Mirkarimi (Decano), Morteza
Fatemi (Carpintero), Masoomeh Zainati (Mujer joven), Ahmad Aminian
(Padre de la mujer joven), Behzad Rafeiey (Maestro del pueblo), Johnali
Khorami (Aldeano).
Sinopsis.
Mohammad es un chico ciego
de ocho años de
edad que ha aprendido a ver con el tacto y el oído y
que estudia en un instituto especial
en Teherán,
donde aprende
braille.
Cuando llegan las
vacaciones de verano regresa a su pueblo natal con su padre, sus dos
hermanas y su abuela. Mohammad es un muchacho muy sensible y gran amante
de la naturaleza. A pesar de ser una persona increíblemente adorable,
cuya generosidad, su amor sincero y su afán por aprender contrastan con
la vida temerosa y egoísta de su padre, un carbonero enviudado cuya
obsesión por casarse de nuevo y asegurarse a alguien que le cuide en su
ancianidad le llevan a buscar cómo desprenderse de su hijo, al que
considera un estorbo y una maldición de Dios.
El alejamiento de su padre
marca las vacaciones de
Mohammad en su preciosa aldea perdida en las tierras altas del norte de
Irán. El niño intenta ganarse a su padre, mientras disfruta de los
parajes naturales y del cariño de sus dos hermanas y de su abuela, una
mujer trabajadora, vitalista y religiosa.
Majid Majidi.
El director
Nació en Teherán en 1959.
Es director, productor y guionista
de cine iraní.
Sus primeros pasos fueron en el
teatro, actuando en su adolescencia en varias obras.
Después de una corta temporada en televisión saltó al
cine como actor y pronto empezó a compaginar estos
trabajos con la dirección de películas.
Tras dirigir cuatro cortos, dirige
el largometraje Baduk,
(1991), sobre la vida de los Baduk, niños que llevan
mercancías ilegales a través de la frontera Pakistaní.
En 1995 hizo su película,
El padre, The Father
(1995), que ganó el primer premio en el 14º certamen del
Festival de Fajr (Irán), y premios en San Sebastián, Sao
Paulo y Turín.
En 1997 consigue de nuevo el
primer premio del Festival de Fjar por
Niños del cielo, Children of
Heaven, que gana también el Gran Premio
de las Américas del Festival de Montreal. En 1999, se
convierte en la primera película iraní nominada a los
Oscar en la categoría de Mejor Película en Lengua
Extranjera.
El
color del paraíso, The Color of Paradise
(1999) gana también ambos festivales, Fajr y Montreal, y
triunfa en las taquillas internacionales.
Su última película,
Lluvia, Baran,
2004, ha ganado el Gran Premio de las Américas del
Festival de Montreal y ha sido aclamada por los críticos
de Estados Unidos.
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El sentimiento de
marginación de Mohammad
«Nadie me quiere ¿sabe? Ni siquiera
mi abuela. Todo el mundo se aleja de mí porque soy ciego. Si pudiera ver
podría ir a la escuela del pueblo con los otros niños. Pero como no
puedo ver tengo que ir a la escuela para niños ciegos en el otro extremo
del mundo. Nuestro profesor dijo que Dios ama a los ciegos porque no
pueden ver y yo le dije que si fuera así no nos habría hecho ciegos,
para que pudiéramos verlo a él. El me contestó, Dios no es visible está
en todas partes, puedes sentirlo cerca, lo ves a través de la punta de
los dedos. Ahora tiendo las manos por todas partes buscando a Dios hasta
que pueda tocarlo y pueda contarle todos los secretos de mi corazón».
Su condición de
ciego le permite una habilidad especial para escuchar y leer la
naturaleza. Así oye hablar a al pájaro carpintero con su pico, lee con
las puntas de su dedos en las piedras del río y en las espigas. Así ha
aprendido especialmente a especialmente a escuchar y a tocar. También ha
aprendido a ver con el corazón. Especialmente las escenas de encuentro
con su abuela en la distancia. En su sufrimiento (presentado con
lágrimas) es capaz de la alegría.
Hay tres parábolas escondidas en la
película. La de una cría de pájaro a la cual Mohammad salvará llevándola
con esfuerzo al nido. Hay un pez que colea fuera del agua al que la
abuela, a pesar de sus dificultades, se para para rescatar. Pero también
aparece una tortuga atrapada ante la cual el padre pasará de largo. La
salvación supone que en la debilidad una mano que viene de fuera nos
salva para llevarnos al nido a al agua de vida. ¿Qué mano aparece aquí
salvando al pequeño Mohammad?
(Tomado de una unidad
didáctica del profesor
Peio Sánchez)
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Educación para todos: la inclusión de los niños con discapacidad
Unos 40 millones de los 115 millones
de niños que no asisten a la escuela son niños con discapacidad. La gran
mayoría tiene impedimentos moderados que no suelen ser evidentes a
simple vista ni de fácil diagnóstico, e incluyen aquellos con
dificultades de aprendizaje, problemas de dicción, físicos, cognitivos,
sensoriales y emocionales.
Es muy común que los niños
discapacitados no hayan asistido nunca a la escuela. Un informe de 1991
realizado por el Relator de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos y
Discapacidad afirma que al menos una de cada 10 personas en la mayoría
de los países vive con una limitante física, cognitiva o sensorial
(sordera o ceguera). Se cree que menos de 5 por ciento cumple con la
meta de la iniciativa Educación para Todos en cuanto a completar la
educación primaria. Es posible que ésta cifra esté aumentando debido a
las situaciones mundiales de creciente pobreza, conflictos armados,
trabajo infantil, violencia y abuso sexual y VIH/SIDA. Puesto que estos
niños forman parte de una unidad familiar, se estima que al menos 25 por
ciento de la población mundial se ve directamente afectada por la
discapacidad.
La discapacidad puede ser el factor
por el que más se excluye a niños de la educación; esto significa que el
objetivo de la iniciativa Educación para Todos no se podrá cumplir
simplemente haciendo más de lo que ya estamos haciendo. Acercarnos al
cumplimiento total de esta meta requerirá nuevas estrategias para llegar
a estos niños.
(Tomado del artículo
Educación para todos: la inclusión de los niños con discapacidad, de
Susan Peters, Profesora
Asociada en la Facultad de Educación de Michigan State University en
East Lansing,
Michigan, publicado en la
serie Education Notes nº 86, febrero de 2006, UNESCO). |
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