La guerra,
la escuela y los niños. Llorenç Vidal
Llorenç Vidal
(Cuadernos de
Pedagogía, Barcelona, nº. 232, enero 1995)
En este mundo de finales del segundo
milenio encontramos numerosos ejemplos patentes de violencia personal y
ambiental, hasta el punto de que podríamos hablar de la dramática
violencia nuestra de cada día. Y en los roces del engranaje de la
dialéctica de violencia -estructural, subversiva y represiva- surgen,
como una consecuencia natural de su funcionamiento, las trágicas chispas
e incendios incontrolados de la destrucción de la vida humana, la
intolerancia, el racismo, la xenofobia, el terrorismo, la tortura y la
guerra, no como datos teóricos, sino como hechos que están ahí y que son
conocidos por los niños y los adolescentes.
Al estudiar y clasificar los
procedimientos para una educación no-violenta y pacificadora (1)
(entendiendo por pacificadora la educación para la paz que aspira a ser
una educación en y para la paz) incluí un orden de procedimientos
preventivos, consistentes, según Pierre Bovet, en "dejar ignorar durante
el mayor tiempo posible al niño las luchas, las querellas, las disputas,
las guerras a que los hombres se lanzan entre sí" (2). Se trata de
evitar que el niño entre en contacto prematura e innecesariamente con
hechos, conocimientos y prácticas que -por su poder de sugestión y de
condicionamiento posterior- puedan excitar, estimular y encarrilar de
una forma violenta el instinto de lucha que lleva latente en su
interior.
Sin embargo estos procedimientos
preventivos considerados en términos absolutos son impracticables, ya
que la violencia y la guerra están ahí, como "una fatalidad que regula
las fases de la historia" (3), por lo cual la fidelidad a la verdad nos
llevará a tener que considerar y estudiar, en la familia y en la
escuela, los hechos violentos y belicosos, con el objetivo de que,
conociendo el pasado y el presente de la evolución humana, los educandos
sean capaces de trabajar por una humanidad mejor.
No obstante, estos mismos
procedimientos preventivos sí son practicables en un sentido moderado y
relativo, sobre todo en lo que se refiere a evitar la incidencia de
innecesarios ejemplos negativos facilitados por el ambiente -juegos y
juguetes bélicos, por ejemplo-, por los medios de comunicación social
-cine, televisión, prensa, etc-, por la literatura -narraciones de
exaltación y apología bélica o criminal-, etc., que pueden pervertir el
instinto luchador, transformándolo en violento y endureciendo la
conciencia y el corazón por medio de la brutalidad, la indiferencia ante
el sufrimiento ajeno y la crueldad.
En consecuencia, conviene que, por el
estudio racional y crítico y por medio de la reflexión personal, el niño
y el adolescente sean orientados para que aprendan:
1º. Que las distintas formas de
violencia, el armamentismo y la guerra no son un juego, sino una triste
y sangrienta realidad, como una triste y sangrienta realidad son la
enfermedad, la miseria y el hambre que asolan grandes sectores de
nuestro planeta.
2º. Que el belicismo y quienes hacen
su apología, al defender la violencia y la guerra como instrumentos de
poder y como falsas soluciones a los problemas nacionales e
internacionales, se hacen cómplices y éticamente corresponsables de los
crímenes cometidos en el pasado, en el presente y en el futuro por todos
los conflictos armados que ha sufrido, sufre y pueda sufrir la
humanidad.
3º. Que la carreta armamentista de
nuestro tiempo no es una fiesta inofensiva, sino una premeditada
preparación para una guerra real que está situando el mundo al borde de
una catástrofe sin precedentes. Además, como dice Eulogio Díaz del
Corral, autor de la Historia del pensamiento pacifista y no-violento
contemporáneo (4), en su decálogo Por qué soy pacifista, la guerra -en
la que siempre se "ocultan intereses económicos de los que ya son
poderosos y opresores"- "se lleva los recursos humanos y económicos que
necesitamos para luchar contra la pobreza, la marginación, la incultura
y las enfermedades" (5).
4º. Que, frente a las respuestas
violentas para intentar resolver los conflictos, existen las
alternativas no-violentas, con sus grados progresivos de manifestación
pacífica, no cooperación y desobediencia civil, tal como las usaron,
entre otros, M.K. Gandhi, A. Luthuli, M.L. King, Danilo Dolci, Lanza del
Vasto, etc.
5º. Que, como una actitud
comprometida de rechazo al belicismo y a su instrumento institucional,
existen también las opciones de objeción de conciencia.
6º. Que la educación no-violenta y
pacificadora -entre cuyas realizaciones están la educación para el
respeto a los derechos humanos, la educación para el desarme y el Día
Escolar de la No-violencia y la Paz" (DENIP), que se practica anualmente
el 30 de enero de cada año (30 de marzo en los países con calendarios
escolares propios del Hemisferio Sur), como punto de partida,
profundización y apoyo para una Educación en y para la Paz de carácter
abierto, universal, profundo y permanente- es una tarea de
autoconcienciación, autoejercitación y autorresponsabilización que dura
toda la vida, con el objetivo de crear ideales positivos y fortalecer
las defensas no-violentas de la paz en la conciencia, el sentimiento, la
acción y la voluntad de los ciudadanos, en los que radican los cimientos
de la sociedad (6).
Como reconocen Anna Freud y Dorothy
T. Burlingham, en su obra La guerra y los niños, «desviar la agresividad
natural del niño, es uno de los fines reconocidos de la educación... Una
educación inteligente tenderá a desviar estos impulsos agresivos de su
propósito inicial, encauzándolos hacia el bien. Se fomentará la lucha
contra las dificultades del mundo exterior, el cumplimiento de tareas
diversas en concursos donde se midan las fuerzas, y, en general, toda
obra de 'bien', en oposición al impulso primitivo de hacer el 'mal» (7).
_________________________
Notas:
(1) Llorenç Vidal:
Fundamentación de una Pedagogía de la No_violencia y la Paz, Edit.
(2) Pierre Bovet: El
instinto luchador, Edit. Edit. F. Beltrán, Madrid, pág. 324.
(3) Henri Troyat: De
l'orgueilleux boyard au prophéte excomunié", en Tolstoi, Hachette,
París, pág. 11.
(4) Eulogio Díaz del
Corral: Historia del pensamiento pacifista y no_violento contemporáneo,
Edit. Hogar del Libro, Barcelona.
(5) Eulogio Díaz del
Corral: ¿Por qué soy pacifista?, en Día Escolar de la No_violencia y la
Paz, 31ª edición, pág. 4.
(6) Lorenzo Vidal:
No_violencia y Escuela, Edit. Escuela Española, Madrid.
(7) Anna Freud y
Dorothy T. Burlingham: La guerra y los niños, Edit. Hormé, Buenos Aires,
pág. 20.
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