Pigmalión

Modelar a imagen y semejanza

©Enrique Martínez-Salanova Sánchez

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La estatua de Pigmalión

La película: Pigmalión

My Fair Lady

Frankenstein en el cine

Otras películas

Pigmalión en el cine

El cine ha tratado con profusión la idea del que intenta plasmar sus sentimientos, sus comportamientos y sus pensamientos en otras personas. Desde Pigmalión, que con sus propias manos modelaba la estatua para hacerla a su imagen y se enamoraba de ella, hasta La bella y la Bestia, varias veces llevada al cine, o el mito del Doctor Frankestein.

El efecto Pigmalión

La confianza que los demás tengan sobre nosotros puede darnos alas para alcanzar los objetivos más difíciles. Ésta es la base del efecto Pigmalión, que la psicología encuadra como un principio de actuación a partir de las expectativas ajenas. Las profecías tienden a realizarse cuando existe un fuerte deseo que las impulsa. Este principio de actuación a partir de las expectativas de los demás se conoce en psicología como el efecto Pigmalión.

Como en la leyenda, el efecto Pigmalión es el proceso mediante el cual las creencias y expectativas de una persona respecto a otro individuo afectan de tal manera a su conducta que el segundo tiende a confirmarlas.

La estatua de Pigmalión

Pigmalión rey de Chipre, además de ser sacerdote y rey, era también un magnífico escultor. Su obra superaba en habilidad incluso a la de Dédalo, el célebre constructor del laberinto. Durante mucho tiempo, Pigmalión había buscado una esposa, cuya belleza correspondiera con su idea de la mujer perfecta. Al fin decidió que no se casaría, y dedicaría todo su tiempo y el amor que sentía dentro de sí a la creación de las más hermosas estatuas. Ofrecería después sus obras maestras a Afrodita. Era tal la fuerza del sentimiento y de la inspiración cuando trabajaba el mármol, que su mano parecía guiada por un poder mágico. La primera estatua fue la de una joven, a la que llamó Galatea, tan perfecta y tan hermosa, que Pigmalión se enamoró de ella perdidamente. Soñó que la estatua cobraba vida.

Ovidio poetizó así el mito en el libro X de las Metamorfosis: «Pigmalión se dirigió a la estatua y, al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte Himeto se ablanda a los rayos del sol y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el manejo. Al verlo, Pigmalión se llena de un gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la estatua otra vez, y se cercioró de que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos.»

Pigmalión despertó: en lugar de la estatua se hallaba Afrodita en persona, que le dijo «Mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal».

George Bernard Shaw. (Irlanda, 1856-1950)

Es considerado el autor teatral más significativo de la literatura británica posterior a Shakespeare. Fue un incisivo crítico social  y el mejor crítico teatral y musical de su generación. La primera obra teatral de Shaw, Casa de viudas (1892), una ácida burla de las convenciones del romanticismo, se publicó en el volumen Teatro agradable y desagradable (1898), que reúne sus siete primeras obras para la escena, las otras eran Cándida, Fascinación, El hombre del destino, Trata de blancas y Lucha de sexos, que, o no fueron representadas en su momento, o duraron muy poco en cartel, y una de ellas, Trata de blancas fue censurada por su supuesta obscenidad.

Un poco mejor fue la andadura de una de sus Tres obras para puritanos (compuesta por El discípulo del diablo, César y Cleopatra y La conversión del capitán Brassbound), publicadas en 1901. En su siguiente obra, Hombre y superhombre (1903), transformó la leyenda de Don Juan en obra de teatro, titulado Don Juan en los infiernos. Junto con La otra isla de John Bull (1904), ácida sátira del carácter irlandés, fueron frecuentemente representadas.

En La comandante Bárbara (1905, llevada al cine) y El dilema del doctor (1906), el autor irlandés continuó mostrando, a través de la comedia, la complicidad de la sociedad con sus propios males y defectos. Con las obras que siguieron a estas Llegando a casarse (1908), Matrimonio desigual (1910) y La primera obra de Fanny (1911), Shaw comenzó a acercarse a lo que podría llamarse la farsa seria, una comedia intelectual con su habitual torrente de diálogos, pero en la que introdujo elementos no realísticos. El autor dejó entrever su lado más místico en El compromiso de Blanco Posnet (1909), que trata de la súbita conversión de un ladrón de caballos, y en Androcles y el león (1913), en la que discutió sobre la verdadera y la falsa exaltación religiosa. Su pieza cómica Pigmalión (1913), que se presenta como una comedia divertida e ingeniosa, fue escrita como introducción didáctica a la fonética, pero en realidad trata del amor y contiene numerosos elementos de crítica social, como la explotación de un ser humano por parte de otro.  La obra obtuvo un éxito inmediato.

Intentando escapar del pesimismo de la postguerra, Shaw escribió cinco piezas teatrales cortas en forma de parábola, muy relacionadas entre sí, y que fueron reunidas bajo el título general de Volviendo a Matusalén (1921). Por su obra Santa Juana (1923), en la que convirtió a Juana de Arco en una mezcla de mística pragmática y santa hereje, el autor irlandés recibió en 1925 el Premio Nobel de Literatura.

La película: Pigmalión, Pygmalion

Reino Unido. 1938. 95 min. B/N.

Director: Anthony Asquith, Leslie Howard.

Montaje: Harry Stradling Sr.

Guión: W.P. Lipscomb, Ian Dalrymple, Cecil Lewis, sobre la obra de George Bernard Shaw.

Música: Arthur Honegger.

Intérpretes: Leslie Howard, Wendy Hiller, Wilfred Lawson, Marie Lohr, Scott Sunderland.

Sinopsis: El profesor Higgins, especialista en fonética, queda impresionado al oír hablar a Elisa, una joven vendedora de flores. Es entonces cuando toma la decisión de realizar un experimento profesional, convirtiendo a la vendedora de flores en una respetable dama de la alta sociedad. Pero el trato de Higgins hacia la nueva señorita no es del todo correcto; al profesor sólo le preocupa la dicción, el perfeccionamiento de la voz, y los exquisitos modales adquiridos por Elisa.

Oscar 1938: Mejor guión.

My Fair Lady

EE.UU. 1964. Musical. Color.

Director: George Cukor.

Música: Andre Previn, Frederick Loewe.

Montaje: Harry Stradling Sr.

Guión: Alan Jay Lerner, según la obra de George Bernard Shaw.

Intérpretes: Walter Burke, John McLiam, Henry Daniell, Wilfrid, Hyde White, Audrey Hepburn, Rex Harrison, Lily Kemble-Cooper, Isobel Elsom.

Sinopsis: Un conocido profesor de fonética, tras conocer a una descarada florista, apuesta con un amigo que es capaz de convertirla en una dama después de enseñarle a hablar y a comportarse correctamente.

Oscar 1964: Mejor director, Mejor actor, Mejor película.

Simone


2002. EEUU. 120 min.

Dirección y guión: Andrew Niccol.

Producción: Andrew Niccol.

Música: Carter Burwell.

Fotografía: Edward Lachman.

Interpretación: Al Pacino (Viktor Taransky), Catherine Keener (Elaine Christian), Evan Rachel Wood (Lainey), Rachel Roberts (Simone), Jay Mohr (Hal Sinclair), Elias Koteas (Hank Aleno), Pruitt Taylor Vince (Max Sayer), Tony Crane (Lenny), Susan Chuang (Lotus), Robert Musgrave (Mac), Jeffrey Pierce (Kent), Rebecca Romijn-Stamos (Faith), Winona Ryder (Nicola Anders).

Sinopsis: Viktor Taransky (Al Pacino) es un director que una vez fue candidato al Oscar y que, entrado en decadencia, pierde la oportunidad de rena-cer de sus cenizas cuando su temperamental actriz (Winona Ryder en una colaboración especial, en el papel de Nicola Anders) decide abandonar el rodaje de la película Sunrise, Sunset. Junto a la actriz, se esfuma la autoestima del director. Despedido por su ex mujer, Elaine Christian (Catherine Keener), que también es la presidenta de su estudio, Taransky pierde cualquier esperanza de recuperar su vida anterior junto a Elaine y la hija de ambos, Lainey (Evan Rachel Wood). Pero entonces aparece el genio informático Hank Aleno (Elias Koteas)... Hank tiene los días contados, pero le deja a Taransky en herencia el programa que cambiará su vida para siempre: Simulation One. Unos golpes de teclado y ha nacido un fenómeno: SIMONE. El director fabrica a la actriz a su imagen y semejanza y debe ocultarla al mundo De la noche a la mañana, Taranksy saborea el éxito que siempre ansió y descubre en su regazo a la estrella más adorada del mundo. El intrépido periodista Max Sayer (Pruitt Taylor Vince) se ha propuesto amargarle el triunfo. Y en su ayuda llega la nueva criatura de Taransky, que ha adquirido una vida propia y se propone demostrar a su creador el verdadero significado de la expresión "La Eternidad para Siempre".

Hacer a imagen y semejanza. Frankenstein en el cine

El cine ha convertido a Frankenstein en un mito popular creando cierta confusión sobre el personaje, mientras que su autora Mary Shelley ha sido hasta hace poco una desconocida. El expresionismo alemán ya se acercó al mito con una de las grandes obras del cine de terror, El golem (1920) de Paul Wegener: la historia de un rabino que dota de vida a una escultura de barro, ésta se convierte en un monstruo que siembra el pánico y es al final vencido por la inocencia. Pero es Dr. Frankenstein (1931) de James Whale la primera versión cinematográfica de la novela de Mary Shelley. Whale se inspiró para su estética en El gabinete del Dr. Caligari, obra mítica del expresionismo alemán rodada en 1919 por Robert Wiene y eligió a Boris Karloff para interpretarlo.

Otras películas recuerdan indirectamente el mito. En El espíritu de la colmena (1989), Víctor Erice establece ciertas semejanzas entre sus personajes y los de Whale al introducir un fragmento de Dr. Frankenstein. Seguro que al leer la novela de Mary Shelley y ver cómo la criatura se va haciendo, cómo va adquiriendo el lenguaje y conciencia de lo que puede hacer con su cuerpo, vienen a nuestra mente imágenes de El pequeño salvaje, de El enigma de Gaspar Hauser, de La bella y la bestia, de Blade Runner y de muchas otras.

El coleccionista

El protagonista de esta película rapta a una chica pensando que puede cambiar su afecto mediante la violencia. Es un análisis del «síndrome de Estocolmo», que se aprecia cuando los secuestrados acaban viendo con muy buenos ojos y justificando la actitud de sus captores.

EE.UU. 1965. 114 min. Color.

Director: William Wyler.

Música: Maurice Jarre.

Intérpretes: Terence Stamp, Samantha Eggar.

Sinopsis: La película es la adaptación de una novela de John Fowless, escrita en forma de diario con dos puntos de vista: en primer lugar el de un aburrido empleado de banca que se dispone a realizar su más preciado sueño: raptar a la joven de quien siempre ha estado enamorado y, en segundo lugar, el punto de vista de la joven secuestrada, una estudiante de arte que de la noche a la mañana ve como su vida cambia por la actuación de un demente. El coleccionista explora a fondo el denominado síndrome de Estocolmo, ya que la máxima pretensión del secuestrador es que la joven acabe albergando hacia él los mismos sentimientos que él expresa hacia ella.

Garaje Olimpo

Argentina. 1999. 98 min. Color.

Director: Marco Bechis.

Intérpretes: Antonella Costa, Carlos Echeverría, Dominique Sanda, Chiara Caselli, Enrique Piñeyro, Pablo Razuk, Paola Beches.

Sinopsis: Buenos Aires durante la dictadura militar. María vive con su madre, Diana, en una gran casa en decadencia que necesita urgentemente ser reparada. Algunas habitaciones están alquiladas y en una de ellas vive Félix, un joven tímido, enamorado de María, y que parece no tener ni pasado ni familia. Trabaja de vigilante en un garaje, al menos eso es lo que el dice. En los primeros momentos de la represión argentina, María es detenida y Félix es uno de los torturadores. María se enamora del torturador. Esta relación, con frecuencia sadomasoquista, a veces incluso romántica, es el único dato levemente esperanzador en una trama negra, donde los lacayos de los milicos se aprovechaban abyectamente (económica, moral, sexualmente) del poder que el pueblo había depositado en ellos.

Una historia de dolor y humillación protagonizada por un verdugo y su víctima que, según avanza, se hace dolorosa hasta casi lo insoportable.

©Enrique Martínez-Salanova Sánchez