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Sabes qué hacer sin perder la
tranquilidad.
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Todos pueden confiar en ti en
cualquier emergencia.
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Nadie se siente marginado o
rechazado por ti. Al contrario, sabes actuar de tal manera que todos y
cada uno se sienten importantes y necesarios en el grupo
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Te interesas por el bien del grupo.
No usas el grupo para tus intereses propios.
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Siempre estás dispuesto a atender.
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Te mantienes sereno en los debates,
pero no permites abandonar lo que hay que hacer
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Distingues muy bien entre lo
verdadero y lo falso, entre lo profundo y lo superficial, entre lo
importante y lo accesorio.
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Facilitas la interacción del grupo,
procurando que actúe armoniosamente sin predominios de nadie.
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Piensas que la simpatía termina
venciendo a los malos modos. Jamás te desanimas ante la opinión de
aquellos que sólo ven peligro, oscuridad y fracaso.
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Sabes prever, evitas la
improvisación. Piensas, incluso, en los menores detalles.
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Acentúas la posibilidad de que el
grupo sepa encontrar por sí mismo las soluciones, sin recurrir siempre a
la ayuda de otros.
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Das oportunidad a que los demás se
promuevan y se realicen. Proporcionas todas las condiciones adecuadas
para que el grupo funcione bien.
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Haces hacer. Tomas en serio lo que
se ha de hacer. Obtienes resultados.
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Eres agradable. Cuidas de tu
aspecto personal. Sabes conversar con todos.
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Dices lo que piensas. Tus acciones
se corresponden con tus palabras.
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Sabes afrontar las dificultades. No
huyes y descargas el riesgo en los otros.
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Buscas la verdad con el grupo sin
pasar por encima de él.