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Las historias reales de un imaginativo puro


Prólogo de Juan José Ceba

Poeta y maestro

 

Publicado en «El puntero de don Honorato, el bolso de doña Purita y otros relatos para andar por clase». Facep, Almería, 252 págs. Segunda Edición. Grupo Comunicar. Huelva. 1998.

© Enrique Martínez-Salanova Sánchez


El puntero de don Honorato/Bibliografía/Lecturas de cine/Glosario de cine


 

 

Las historias reales de un imaginativo puro


Prólogo de Juan José Ceba

Poeta y maestro

Fueron los días felices de la Revista «Aularia», impulso educativo que, desde la ciudad de Almería, extendió por España una visión nueva, creativa e ilusionada de la enseñanza. Otra manera de ver las cosas, de estar y ser para la educación y compartir el mundo la tradición y la modernidad en el siempre alegre y asombroso «país de las aulas».

Era su director o Alcaide mayor de Villa y Corte, Enrique Martínez-Salanova Sánchez, nuestro querido y admirado amigo, escritor de sorprendente naturalidad y viveza.

Aquellas reuniones del Consejo de Redacción de la Revista eran harto sabrosas y divertidas, un río de cuatro afluentes al que llegaban el rigor, la información incesante, el entusiasmo, el equilibrio, un espíritu de libertad -como he conocido pocos- y el tejer y destejer de los imaginativos del grupo, que alcanzábamos las cimas deliciosas del esperpento, y del delirio creativo, si bien siempre, había quien se encargaba de bajarnos a tierra y cortarnos las alas.

Con las plumas de aquellas alas escribimos y dibujamos mucho de lo que allí se publicó.

Fue «Aularia» una revista acogida con cariño y avidez por cientos de lectores. Fue también un fantástico aglutinante y dinamizador de sensibilidades andaluzas. Planteábamos los problemas más serios y acuciantes con un sentido completamente muevo, sugestivo y original en la historia de las publicaciones educativas.

Reivindicábamos, entre otras muchas cosas, la risa general básica, la buena salud mental del profesorado, capaz de reírse de si mismo y de las situaciones disparatadas que a diario se producen en el aula.

 Con esa cuna tan propicia fueron naciendo los personajes de este libro, la rueda de personajes vivos y encantadores que, inmersos en una desbordante corriente de despropósitos y anacronismos, nos deleitaban con asombrosas peripecias.

El núcleo de las historias, tan sabiamente aderezadas eran anécdotas geniales, hechos vividos y situaciones que rebasaban todos los límites de lo imaginable, ocurridas en las clases. Y contadas con una gracia llena de sutilezas y registros fascinantes. Enrique disfrutaba escribiendo y contando sus relatos. (Esto lo agradecerán especialmente los lectores que van a entrar en el rapto dichoso de esta obra). Enrique es un excelente narrador, con una capacidad enorme de observación y penetración de la realidad, con una memoria prodigiosa para rescatar escenas grotescas y esperpénticas sucedidas en los Centros Educativos a lo largo del tiempo, más o menos «hace un millón de años», título con el que fueron apareciendo los diferentes capítulos de «El puntero de D. Honorato, el bolso de Doña Purita y otros relatos para andar por clase», por entregas primero en «La Voz de Almería» y casi al mismo tiempo en la Revista «Aularia» de educación.

Lo más feliz que puedo decir sobre este maravilloso, lozano, jugoso y divertido conjunto de: relatos -para expresarlo con el término que acuñamos en «Aularia»- es que estamos ante el libro más glasbolórdico que he leído en mi vida.  Libro para tenerlo en la mesita de noche, para espantar insomnios, para limpiar el alma de los malos vientos, para mirarse en el espejo del trabajo cotidiano en la Escuela y aprender -para siempre- a reírnos de nosotros mismos; obra para mejorar la salud mental del profesorado, para borrar rutinas y depresiones; para reflexionar en inmersión sobre el trabajo sin sentido, los aprendizajes desprovistos de significación, la selección arbitraria de contenidos y actividades, la imposición -tosca o sutil- como sistema. Por las aulas del estos maestros singulares, Don Honorato y Doña Purita, se suceden técnicas y métodos insólitos, evaluaciones como mordazas, las grandes contradicciones y anacronismos que llenaban y, aún siguen llenando, los Centros Educativos, expresado todo con ese. humor crítico y hondo, que va de la acidez amable a la ternura.

El deseo de cambio y de transformación, la creatividad como práctica diaria y, un ansia irrefrenable de libertad en el aula, son la fuente nutricia de estos relatos.

La entrega de Enrique Martínez-Salanova Sánchez a la Pedagogía es absoluta desde hace cientos de cursos, jornadas debates, escuelas de verano, revistas, proyectos entusiastas... Llevó de la mano a la prensa hasta las aulas andaluzas, eso si, tocado de un gorro de papel-diario de imaginativo puro, armado de tijeras y de larga experiencia e ilusión renovada.

Vienen sus relatos ilustrados por los espléndidos dibujos de su hijo Pablo, quien recrea magistralmente y con un humor prodigioso las hazañas contadas por su padre, también un dibujante excepcional. Son ilustraciones de gran calidad técnica, agilidad, imaginación portentosa, dotes de observación y un movimiento extraordinario.

 Tómense estas historias en dosis moderadas después del desayuno, para ir a la Escuela felices y radiantes.