Fue una semana llena de
sobresaltos para doña Purita. Manolín contestó en un examen
que el Principio de Arquímedes era una A muy grande;
Rosarito, a la misma pregunta, escribió: «el qadrdo dla
ipotnusa es = a su+ de qudrdo dls kttos». Esa sola,
enigmática y oscura frase plagada de símbolos cabalísticos
desconcertó a la maestra, que siempre tuvo a Rosarito por
una excelente alumna aunque, eso sí, un tanto atolondrada.
Agustín en otro examen escribió sin ruborizarse: «ernan
cortes sirbio en la expedicion de conqista de qba dirijida x
el gbdor diego d velazqez». Otro día en la pizarra, alguien
escribió: «Cmo stas, kiers ir x parq oy? O vms uns pelis?
Bsos :P» y «KK; qlo, p2, pis» del consabido «Mano negra no
se rinde» de siempre, que esta vez, bajo la mano, pintó unas
tibias cruzadas.
Doña Purita, mujer de temple,
dulce a veces, de malas pulgas otras, era siempre de
avanzado pensamiento y la vida le había dotado de unas
espaldas que podían aguantar carros y carretas. Formada, con
ganas de innovar sus métodos; sabía que el lenguaje de los
móviles, de los ordenadores, pantallas y otros instrumentos
de comunicación, ha transformado los discursos sociales;
aceptaba que la creación de nuevos géneros suponía grandes
cambios en el lenguaje, en las estrategias de intercambio de
información, y en la producción, comprensión y lectura de
textos. Doña Purita lo entendía, lo acataba y lo permitía
pero no lo soportaba, le ponía de los nervios escribir con
abreviaturas, siglas, errores ortográficos y omisiones.
Cuando enviaba mensajes con el móvil, que lo hacía, le
llevaba un tiempo infinito, con vueltas atrás y
correcciones, escribir dos líneas con cierta coherencia,
para enviar a su sobrina Matilde era para ella el
equivalente a crear un soneto dedicado al Arcipreste de
Hita. Por ejemplo, un mensaje de la maestra a su sobrina
podía ser así: «Querida Matilde: me alegro de que, como me
cuentas en tu anterior mensaje estés bien, y yo, en
respuesta al tuyo, me encuentro también estupendamente...».
Todo con puntos, comas, dos puntos, puntos suspensivos,
exclamaciones (delante y detrás), interrogaciones (delante y
detrás)... No era muy hábil con los dedos, todo hay que
decirlo, lo que le dificultaba sobremanera la tarea y, lo
que más la desanimaba es que, cuando lograba enviar el
mensaje de tres líneas, tras una hora de esforzada
literatura, recibía en segundos la contestación de Matilde,
unas diez líneas correctamente escritas, aunque sin tanto
esmero en algunos signos.
Se horrorizaba doña
Purita por la carencia de puntos, comas, signos de
admiración, punto y coma o puntos suspensivos... Ella,
purista gramatical, defensora a ultranza de la ortografía y
el bien escribir se exacerbaba en sus principios literarios
más puros ¿Cómo se puede escribir una esdrújula sin tilde?,
clamaba al cielo: zángano, brócoli, matemática, acústica,
antiácido, helicóptero, éxtasis, teléfono, póstumo,
patético, acérrimo... ¿Y las sobresdrújulas?: Por
definición, las sobreesdrújulas llevan tilde (o acento)
antes de la antepenúltima sílaba. Esto sería, en la cuarta
sílaba si se cuenta desde la parte final de la palabras:
sintonizándoselo, tónicamente, sentándosele, enseñándoselos,
cómetelo, píntasela, reséñaselo, telefoneándoselos, términos
que son de uso normal, como todo el mundo sabe, sobre todo
entre niños y eruditos con unas copas de más. Maripili, por
ejemplo, era muy normal que le enviara un mensaje a Abdulah
en sobresdrújulas: «La información que me has emitido
transmítesela con celeridad a Manolín o introdúcetela por
donde te quepa.»
Y se preguntaba la maestra:
¿Es bueno que los géneros tradicionales como el correo
postal, la conversación en directo, el diálogo o el debate,
hayan sido sustituidos en gran medida, por géneros
electrónicos, sin personalidad, individualistas, y sobre
todo con tanta tecla, tanta dificultad y que me ponen tan
nerviosa? Y ella misma, tradicionalista avanzada con deseos
de mejorar tecnológicamente, se respondía: ¡Sí!.
Mientras doña Purita
elucubraba sobre sintaxis, ortografía y otras literaturas,
Maripili, Mijail, Rosarito, Abdulá, Manolín, Ricardito,
Gustavín, Mariloli, Akira, Fátima, Pepillo, Gutiérrez,
Kumiko, Agustín, Bogdánov (para diferenciarlo del otro
Mijail), Eduard Wellington y los demás, se dedicaban a
chatear, se lanzaban mensajes sin orden y concierto en el
correo electrónico, SMS, WhatsApp, wasap o guasap, a ver si
la academia se decidía pronto. Había quienes, como Mariloli,
tenían sus blog. La susodicha Mariloli se había convertido
en una bloguera crítica y despiadada contra todos y contra
todo, incluidos don Honorato, doña Purita, Doncarlosmari, el
director, la política nacional y el Fondo Monetario
Internacional.
¿Y la ortografía? ¿a dónde
vamos a parar? En sus elucubraciones matinales, doña Purita
se lamentaba de que paulatinamente se reducía el lenguaje,
que cada día eran menos los términos utilizados, que si
seguíamos así acabaríamos hablando en troglodita, ¡ug!, ¡ag!,
¡gru!... ¿Y las siglas?. Doña Purita sabía que se las
llamaba «grafías fonetizantes», reducciones gráficas
escritas fonéticamente por ahorro de espacio. Y ponía
ejemplos cuando se enervaba contándoselo a don Honorato:
Mira, Honorato, escriben «ke» en vez de «que», «star» en vez
de «estar», ¿a dónde vamos a llegar?, no debemos tolerar «toy»
por «estoy», «pa» en lugar de «para».
«Fíjate!, Honorato,» gritaba
exaltada doña Purita, «es terrible que te escriban en un
examen de ciencias trnitrtluno, en vez de trinitotulueno», y
don Honorato le contestó que ya las ciencias químicas lo
habían hecho años ha, y que con poner TNT era suficiente,
(como en los SMS) y con todos los elementos y grupos
químicos pasaba lo mismo. «Mira Purita, que tú eres de
letras, que los de ciencias hace años que, por ser
prácticos, utilizamos símbolos, acrónimos, siglas y todo
aquello que redunde en no escribir tanto y llegar al meollo
de las cosas lo antes posible. Por poner un ejemplo,
Purita,» le decía, «para los elementos del grupo propilo y
no escribirlo entero, ponemos n-Pr, Bu ponemos para el grupo
butilo, Pn para el grupo pentilo y, agárrate, Purita, Cy
para el grupo ciclohexilo... y no sigamos, que todo está ya
inventado."
Para doña Purita la ciencia era la ciencia, rara gente y con
sus cosas, que se permitían lenguajes algebraicos, siglas y
símbolos abstractos, π (pi), era trescatorcedieciséis, pero
la literatura era literatura, expresión estética, arte, y no
podían tolerarse cosas como por ejemplo «tkm», en vez de «te
quiero mucho», «dsp», en vez de «después» o «qacs» en vez de
«¿qué haces»?
Doña Purita, sin embargo,
hacía excepciones. Le gustaban los emoticonos, le alegraban
el día y le llevaban al éxtasis existencial. Eso de poner
sonrisas, gestos, contracciones simbólicas del mensaje,
escritas con sencillez y creatividad, sustituidas a veces
por un gracioso dibujito... eso sí le parecía a la maestra
poético, imaginativo y lleno de candor. Eran visualmente
parecidos a los símbolos egipcios, etruscos y cuneiformes.
De vez en cuando los utilizaba para escribir a su sobrina
Matilde, y «seguro que Gustavo Adolfo Bécquer, amor
platónico de juventud, los hubiera utilizado en sus poemas
si su nacimiento aconteciera en el siglo de la tecnología y
no en el de las luces...»
El día en el que Abdulah, un
lince en cosas de ordenadores, se puso en contacto mediante
tuiter con una chica colombiana, fue el desbarajuste en la
clase. Todo el mundo quiso ponerse en contacto en la red con
una chica colombiana. El mismo Abdulah le dijo a Maripili
que porqué no buscaba un chico, aunque fuera iraquí, o
japonés, o de Cercedilla, daba igual, no importaba que no
fuera una chica colombiana, lo importante era conectarse,
comunicar con gente de otros lugares. La búsqueda de amigos
creó en la clase entera una obsesión, un desequilibrio, una
búsqueda incontrolada de amigos por las redes sociales,
cualquier amigo, de cualquier país y en cualquier red,
valía... y luego quien tuviera más amigos, más países y más
redes.... una locura para el entender de doña Purita
Todo el mundo se puso a la
faena. Rosarito dijo que había ligado con un inglés, Manolín,
tímido por naturaleza, echó sus redes por aquí y por allá,
sin resultados por el momento. Una escuela completa de
Tegucigalpa, contestó que sería «lo más» hacer algo juntos;
un grupo folclórico italiano les pidió que les grabaran
canciones, y las colgaran en Youtube. Para doña Purita, como
todo lo que salía de lo normal, se le fue el sueño, noches
sin dormir y en qué pensar. Y cuando la maestra no dormía y
pensaba, se abría la caja de los truenos y se convertía en
una tromba, no necesariamente para mal.
Y pidió ayuda a don Honorato.
Pero esto es otra historia.