Arte, erotismo y
representaciones en la Grecia antigua
Hay muchas interpretaciones sobre el
erotismo en muchas de las representaciones griegas, sean en
ánforas, esculturas, adornos o monumentos. Se le dan
interpretaciones religiosas, de incitación
pornográfica, funeraria. En otros casos, con la mirada
puesta en las escenas
eróticas que aparecen en formas cerámicas relacionadas con el
banquete, y por lo tanto, en el ambiente lúdico de la bebida
en común, las imágenes de los vasos servirían como estímulo
para la libido, algo similar a la pornografía actual. Hay
quien pone el énfasis en las «humillaciones» sexuales
hacia lo femenino y en una explicación plástica del deseo erótico.
Por otra
parte, las prácticas homosexuales representaban más que un
simple acto sexual. El joven adquiría de su maestro dotes
que le servirían la vida entera. En la cultura griega, el
placer carnal no se reducía a los discursos sexuales
tradicionales, sino que se encontraba a través de muchos
medios y bajo muchas circunstancias. El cuerpo se celebraba
y se mostraba como algo hermoso, el hombre no sólo cultivaba
su alma, sino también su físico, por lo que el gimnasio era
parte fundamental de su vida, el propio Platón –uno de los
más grandes filósofos de la humanidad–, participó en un par
de ocasiones en las olimpiadas.
Sin
embargo, no debe entenderse que los griegos lo tuvieran todo
permitido en un sentido sexual, sus leyes eran muy claras
respecto a la homosexualidad y el abuso sexual (hybris).
El papel ocupado en el acto sexual era de principal
importancia. Un hombre debía ser siempre activo, viril,
poderoso, siendo muchacho podía jugar el papel pasivo, que
de hecho era el que le correspondía en presencia de un
maestro, más nunca como hombre maduro. Ser penetrado
(pasivo) era símbolo de inferioridad, de falta de fuerza y
vigor, sitio que correspondía sólo a las mujeres o a los más
jóvenes. La mujer poco valía, poco sabía y de su sexualidad
conocemos sólo lo que nos ha llegado a través de los ojos
masculinos. Por otra parte, las narraciones literarias de
Esquilo y otros poetas hablan de mujeres que se ven a
escondidas con sus amantes, usando artimañas y engaños, de
lo que es posible deducir que, a pesar de sus escasas
libertades y el inferior grado que tenían como personas se
las arreglaban para gozar de los placeres corporales. |
Mito de
la Argólide. Dánae recibiendo a Zeus en forma de lluvia de
oro, de donde concebirá a Perseo.
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Vasija de
Samos |
Civilización griega y erotismo
La civilización
griega sobresalió en Europa hace ocho mil años y consiguió revolucionar
muchísimos campos del conocimiento humano: filosofía, matemáticas,
astrología literatura… La cultura griega está en la base actual del
pensamiento del mundo occidental. Sin embargo, la cultura sexual es muy
diferente a la actual occidental, si bien todo lo que los griegos hacían
entonces, ha llegado a nuestros días, en muchos casos son considerados
inmorales y promiscuos. Para los griegos sus formas sexuales tenían un
origen infinito de placer, lo que les llevó a profundizar en el arte sexual
y sus variantes.
Solían pintar escenas
sexuales en su cerámica, incluidas algunas de las representaciones más
antiguas de relaciones homosexuales y pederastia. Su arte refleja escenas de
la vida diaria, algunas más sexuales que otras. Pueden verse falos
esculpidos en lugares de culto tales como el templo de Dioniso en Delos,
mientras un objeto doméstico cotidiano y protector era la herma, una estatua
consistente en una cabeza sobre un pedestal cuadrado con un falo prominente
delante. El ideal masculino griego tenía un pene pequeño, estética que más
tarde adoptaron los romanos.
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480 a
460 aC.
Plato
ático de figuras rosas (Museo de Nápoles)
Copa de vino con
escena erótica, Hetaria montando a hombre erecto.
Grecia,
Atenas. 480BC (circa)
Sátiro
y ninfa, IV siglo aC. Museo Arqueológico Nacional de Jatta, Ruvo di Puglia |
La sexualidad en Grecia
Es necesario entender la
sexualidad en Grecia antigua desde contextos griegos, y olvidarse de los
modelos actuales sobre el sexo. La diferencia entre
homosexualidad, heterosexualidad y bisexualidad no estaba definida de manera
tajante tal como lo está hoy en día. Un hombre podía tener por amante a un
muchacho pero eso no le impedía disfrutar de su esposa o alguna mujer del
prostíbulo; mientras que en las fiestas dedicadas a Dioniso la sexualidad se
llevaba a cúspide y tenían lugar las orgías, en las que hombres como mujeres
disfrutaban del placer sexual sin importar de dónde provenía éste y en la
vida cotidiana la homosexualidad era una práctica pedagógica.
Los
espartanos institucionalizaron las prácticas sexuales entre hombres como
parte formal de la educación de los adolescentes. En Atenas, estas prácticas
eran más “discretas”, pero tenían el mismo fin. No obstante, también hubo
leyes que castigaban a los hombres que no contraían matrimonio, pues la
procreación (sobre todo de varones) era de suma importancia para la
sociedad. Para comprender mejor estas prácticas hay que señalar lo
siguiente:
La
homosexualidad, tal como fue practicada en Esparta y Atenas, no fue
incompatible con la heterosexualidad y el matrimonio. Por el contrario en un
sentido muy real el comportamiento homosexual era una preparación para la
virilidad, incluyendo el matrimonio y la procreación. Ambas ciudades
pusieron sanciones sociales y financieras a hombres que no se casaban.
La
homosexualidad «educacional» se desarrolló en torno a la creencia y la
fantasía de que la virtud y la fuerza del hombre más viejo se transmitían, a
través del semen, al ano del joven. La
areté
del hombre estaba en su semen.
Como en
todo lo griego, se esperaba modestia y moderación en el comportamiento
homosexual. Había reglas para cortejar y ser cortejado. Las relaciones
homosexuales demasiado obvias o demasiado promiscuas eran ridiculizadas.
Entre las
clases superiores (en las que se escribió la mayor parte de la literatura)
la homosexualidad masculina estaba unida a la educación cívica y a la
exclusión de las mujeres de la vida pública y educacional.”
Tanto Platón como
Sócrates plantearon la igualdad entre hombres y mujeres dentro del
matrimonio, pero fracasaron. Aristóteles desarrollo la inferioridad de la
mujer respecto al hombre. En esta época ateniense es cuando se desarrolla en
todo su esplendor la prostitución, con la proliferación de las casas de
citas, estando siempre abarrotadas de Hombres. Por otro lado, la
homosexualidad se extendió muchísimo e incluso fue regulada por medio de la
ley.
La principal función
de la mujer era procrear y cuidar de sus hijos, sobre todo de los varones
que serán los que darán continuidad al linaje familiar. La fórmula
matrimonial decía “Te entrego a
esta mujer para la procreación de hijos legítimos”.
Se solían casarse a los catorce o quince
años. Se les enseñaba a asumir el papel de madres y se les excluía de la
educación formal. La mujer debe estar en casa, alejada de las miradas y sólo
se le permitía asistir a funerales o a determinados festivales. Muchas
mujeres aprendieron por su cuenta a leer y escribir y a tocar instrumentos
musicales.
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El desnudo masculino
El desnudo masculino en el arte aparece en Grecia en una
fecha muy temprana, a finales del siglo VII a. C., exclusivo
del varón (el desnudo femenino no aparece hasta siglos
después); sólo los griegos se desnudan y sólo se presenta
así el hombre que es bello, aquel que tiene un cuerpo bien
articulado.
Si el desnudo se liga a la actividad, al deporte y a la
acción, las primeras obras artísticas de hombres desvestidos
representan a seres inmóviles: los kouroi o muchachos.
Se trata de hombres jóvenes e imberbes, de la edad más
bella, la efebía, que avanzan hacia nosotros con una pierna,
el torso frontal y rígido, los brazos pegados al cuerpo,
repitiendo una y otra vez el prototipo egipcio del Imperio
Nuevo del que son deudores, pero con una importante novedad:
están desnudos. Los primeros kouroi tienen un tamaño
extraordinario, mucho mayor que el natural, que alcanza a
veces más de tres metros de altura. Hallados en santuarios y
necrópolis, su imponente presencia provoca temor y protege
el espacio sagrado y la tumba. Estas primeras estatuas ponen
de manifiesto el inquietante poder del desnudo que atemoriza
y que Grecia y Roma conservarán bajo la forma del falo
durante muchos siglos.
Son
cuerpos de atletas ejercitados cada día en la palestra. El
pecho y la espalda son anchos, y las piernas y los glúteos
fuertes. Los genitales, reducidos al mínimo tamaño, se
construyen siempre igual: un pene delgado y corto, terminado
en un largo prepucio y un escroto muy desarrollado, la
imagen de un sexo infantil.
Más de un siglo después, el ideal griego del cuerpo lo
describe cómicamente Aristófanes: «el pecho fuerte, la piel
brillante, los hombros anchos, la lengua corta, el culo
grande, la polla pequeña».
El hombre superdotado no es sinónimo de virilidad en el
mundo griego, al contrario. Un héroe como Heracles tendrá
unos pequeños y civilizados genitales, como todos los
hombres bellos. Con una pequeña y respingona nariz y un gran
falo, los griegos dibujan la fealdad y la alteridad. Un pene
enorme es ajeno a la belleza y pertenece a seres monstruosos
como los sátiros,
los centauros, los bárbaros o los viejos.
El curioso hecho de que los griegos practicaran deporte
totalmente desnudos se ha explicado en ocasiones como una
forma de testificar el poder de autocontrol del atleta,
obligado a una abstinencia sexual de varias semanas antes de
la competición. Aunque esta explicación es claramente
insuficiente, tal vez tenga que ver con la exhibición de la
moderación propia de un cuerpo entrenado y disciplinado, una
curiosa costumbre relacionada con el mundo de los atletas en
la Grecia antigua; la «preparación», antes del ejercicio,
del pene, la infibulación o, tal vez, mejor que utilizar el
término romano sea más apropiado referirse a esta práctica
con uno de los términos griegos: kynodesmé o «lazo de
perro».
Ligadura de
prepucio. Crátera de cáliz ática de figuras rojas
atribuida a Eufronios, Berlín Antiken Museum.
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Tondo de copa, de figuras
rojas. Museo del Louvre |
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Creso, estatua funeraria, circa.
530 a. C., Atenas, Museo Arqueológico Nacional.
Los Tiranicidas,
copia romana de un original de bronce de 480 a. C., Nápoles,
Museo Arqueológico Nacional.
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Afrodita de
Cnido. Praxiteles. Existe una copia romana en los Museos
Vaticanos
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El desnudo femenino
Mientras el cuerpo desnudo del varón es algo cotidiano en la
cultura griega, el cuerpo desnudo de la mujer conserva toda
la fuerza de lo oculto, de la prohibición. El desnudo
femenino tarda mucho en aparecer en el arte griego. El
primer cuerpo femenino que se esculpió fue hecho en mármol
por Praxíteles en el siglo IV a. C.
Es el primer desnudo público.
Su primer atrevimiento y tal vez el
más determinante, fue el de concebir la figura de Afrodita
completamente desnuda. Nunca hasta entonces se había
representado así el cuerpo femenino, no lo estaban las korés
del periodo Arcaico y no lo estarán las figuras del Clásico,
que como mucho se insinuarán sensualmente en trabajos de
paños mojados, como en
la
Afrodita
de Frejus de
Kalimaco, pero nada más. Es precisamente esta nueva
iconografía de Afrodita la que potencia su simbolismo
erótico como una diosa que lo es del amor, pero entendido
bajo su interpretación más sensual y menos platónica.
Proyectada originalmente
para la isla de Cos, sus habitantes rechazaron la pieza
precisamente por su indecencia, conformándose con una
segunda versión en la que la diosa aparece vestida
púdicamente. No pensaron lo mismo en la vecina ciudad de
Cnido, que por el contrario valoraron como corresponde la
primera versión hasta hacerse con ella, colocándola en un
lugar de privilegio, en el centro de un templo monóptero,
que precisamente por ello permitía la visión de la figura
desde sus múltiples puntos de vista.
El cuerpo de la mujer, en las representaciones griegas del
siglo VI y primera mitad del V a. C., es concebido como el
de un hombre, pero incompleto.
El cuerpo desnudo de la mujer jamás tuvo en Grecia (y menos
en Roma) las mismas connotaciones positivas que el dominante
cuerpo masculino. Lo femenino es para los griegos lo que
está más próximo a la naturaleza, en lo que ésta tiene de
salvaje e irracional. Los cuerpos desnudos son eróticamente
deseables, el de la mujer y el del varón, pero este último
además tiene un carácter noble y heroico.
El cuerpo
de la mujer, sin embargo, no representa más que a una diosa,
la del amor. El objeto del deseo erótico se encuentra en el
hijo de Afrodita y Hermes. En un hermafrodita se une la
visión trasera del cuerpo de una mujer con el hombre como
ser completo. |
Copa ática
de figuras rojas,
circa.
500 a. C.,
Malibú, J. Paul Getty Museo |
Afrodita Calipigia,
Nápoles,
Museo Arqueológico Nacional |
Estatua de
Hermafrodita en el Pergamonmuseum, Berlin |
Hermafrodita dormido,
París,
Museo del Louvre |
Agdistis, hermafrodita
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El culto visible al falo
En la cerámica arcaica griega de
"figuras negras", sólo los sátiros aparecen con el
falo en erección, generalmente en escenas religioso-rituales
dionísiacas, pero las ninfas aparecen siempre
pudorosamente vestidas desde el cuello a los tobillos;
en la cerámica clásica de "figuras rojas", incluso los
personajes masculinos que participan en orgías y en actos
sexuales explícitos tienen a veces un marcado aspecto
"satírico": personajes medianamente calvos y de mediana
edad, con cierto aspecto de "sátiros" mitológicos, pues en
general parece que no se pretendía retratar en esas
escenas pornográficas ocasionadas en banquetes a tal o cual
comensal específico, sino más bien a un prototipo genérico
más o menos caricaturizado.
La fuerza vital vegetal y generadora del falo lo lleva a
convertirse en el mundo clásico en un objeto de uso
cotidiano. Colgados como amuletos del cuello de los niños,
de las honradas matronas, esculpidos en las calles y en las
casas, la vida cotidiana de las gentes de Grecia y Roma
estaba rodeada de falos. En el ánfora de la columna de la
derecha, una mujer riega unos curiosos vegetales/penes que
brotan con alegría.
En Grecia,
con mucha frecuencia, los amuletos que se colgaban en el
cuello de los niños son falos. Su fuerza mágica la da el
poder del sexo en su representación masculina. Los falos en
erección a la entrada de las casas, en los cruces de
caminos, en el interior del hogar, o como amuleto en un
anillo o en un colgante servían de protección, invocar
felicidad y abundancia y, sobre todo, conjurar el mal de
ojo. La forma de estos amuletos itifálicos consigue que el
transitorio estado de erección sea permanente e
irreversible. El amuleto imita no sólo la forma del falo
sino también su consistencia y textura en bronce o
terracota. Estos objetos no se utilizaban para propiciar la
fecundidad, o para favorecer la reproducción o la
sexualidad. En latín, al órgano sexual masculino (y a veces
al femenino) se le llamaba fasrinus (engaño,
fascinación), igual que al demon que intenta combatir.
Elfasdnus es la capacidad de atraer el mal que se
atribuye a los ojos que tienen efecto nocivo, esto es, el
mal de ojo. Aristóteles señalaba que la esencia del falo
radica en su movilidad, en la manera en que crece y decrece
de volumen. Es usado como amuleto precisamente por su
cualidad móvil y efímera.
El éxito del pájaro-falo fue tal en el imaginario de la
Antigüedad que a lo largo de los siglos perdura su nombre,
no sólo en latín, sino también en italiano, incluso en
español; «pájaro», «gorrión» o «pajarito» son algunos de los
nombres con que se conoce el órgano masculino. |
Detalle de un
vaso de figuras rojas del pintor de Hasselmann,
circa
430-420 a.
C., Londres, British Museum. |
Cerámica roja. |
Detalle de una crátera ática de figuras rojas del pintor de
Pan, segundo cuarto del siglo V a. C., Berlín, Staatliche
Museen zu Berlín.
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Esculturas de falos
en el templo de Dionisos y Pan, 300 aC. , Delos,
Grecia |
Vaso de terracota
en forma de falo, de hace entre 2500 y 2550 años.
Metropolitan Museum of Art in New York City
|
Cuerno de terracota en
forma de falo. Período clásico. 400 aC. |
Vaso
procedente de Cámiros (Rodas, Grecia), segundo cuarto del
siglo iv a. C., Londres, British Museum.
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Leda y el cisne.
Museo Arqueológico de
Atenas
|
Leda
y el cisne
Leda y el Cisne es un motivo de la mitología griega, según
el cual Zeus descendió del Olimpo en forma de un cisne hacia
Leda, mientras la doncella caminaba junto al río Eurotas. De
acuerdo con la mitología griega, más tarde Leda dio a luz a
dos parejas de hijos: por un lado, a Helena y a Pólux, que
serían hijos de Zeus y, por lo tanto, inmortales; y, por
otra parte, a Clitemnestra y a Cástor, considerados hijos de
Tíndaro, rey de Esparta, y en consecuencia, mortales. Según
la historia, Zeus tomó la forma de un cisne y violó o sedujo
a Leda en la misma noche en que ella se había acostado con
su esposo, el rey Tíndaro, de ahí que las dos parejas de
hijos tuvieran distintos padres.
Escultor
Timotheos (360 aC.)
Museo s
Capitolinos |
Cerámica roja
(350-340 aC)
Museo Paul
Getty |
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Sátiros, Ménades,
Dionisos
Los sátiros son criaturas masculinas que
en la mitología griega acompañaban a
Pan y a Dionisos vagando por bosques y montañas. En la mitología
están a menudo relacionados con un desaforado apetito
sexual. Junto con las Ménades forman el «cortejo dionisíaco» que acompaña al
dios Dionisos o a Pan.
En los comienzos, los sátiros se
caracterizaban por su bestial anatomía, de un instinto sexual desmesurado. El cambio comienza a producirse a finales
del siglo V a. C., cuando aparecen las representaciones de
Dioniso acompañado por erotes y sátiros, iniciando así el
camino que continuará en el helenismo y en el mundo romano,
que gusta de representar el triunfo de Dioniso-Baco junto a
sátiros y erotes a partes iguales. Este cambio, la inclusión
de Eros junto a Dioniso y Ariadna, connota el amor
heterosexual que parece empezar a reivindicarse a finales
del siglo V a. C., frente a la presencia del dios alado en
los contextos homosexuales propios del arcaísmo y principios
del clasicismo en Grecia.
A las compañeras de los sátiros, las ménades o bacantes, se
las imagina como simples mujeres. Los sátiros,
acompañados de ménades, conforman las imágenes más
abundantes de los vasos griegos. A veces llevan los cabellos
sueltos, a diferencia de las mujeres honradas que suelen
representarse con el pelo recogido o convenientemente oculto
tras un casto tocado. Las compañeras de
los sátiros bailan o tocan instrumentos musicales como
crótalos o tímpanos, a veces copulan (sobre todo en época
arcaica), y las más de las veces son perseguidas, raptadas o
sorprendidas por sus compañeros en permanente estado de
erección. Al decoro propio de lo femenino no son ajenas las
ménades en sus representaciones visuales. Casi siempre
vestidas, contraponen sus cuerpos cubiertos al desnudo
masculino de los sátiros y se resisten a ellos. En las
imágenes las mujeres aparecen como algo vulnerable, que se
ataca, que se persigue, que se rapta, lo cual forma parte de
ellas mismas y de la propia esencia femenina en el
pensamiento griego.
Dionisos es uno de los dioses más antiguos, más complejos e
inquietantes del panteón clásico. Ménades y sátiros son
su cortejo.
Dionisos es también una fuerza del erotismo. En un ritual
celebrado en Atenas en las fiestas de las Antesterias
dedicadas a él, se realiza una especie de parodia de
ceremonia matrimonial, que no deja de ser un adulterio,
entre Dioniso (tal vez encarnado en su sacerdote) y la
basilina, la esposa del arconte basileus, el más alto
magistrado religioso de la ciudad.
Falos
erectos de mármol coronan su templo en Délos,
y las procesiones fálicas en los festivales dionisíacos eran
comunes en las campiñas griegas. Había también procesiones
en las que se incluía una imagen del dios en un carro-barco.
La palabra latina carrum navale con que se designaban
estos barcos transportados sobre ruedas está en el origen de
nuestro «carnaval».
En la
región del Ática se celebraban dos festivales anuales
en su honor: Las Dionisias Rurales celebradas en Diciembre y
las Grandes Dionisias celebradas en Atenas durante el mes de
marzo.
Fiestas dionisíacas
Durante estas fiestas, famosas por sus representaciones
teatrales, se realizaba una procesión donde se
portaba la imagen del dios hasta su templo. En este desfile
participaban tanto hombres como mujeres, y durante la
procesión se portaban algunos de sus elementos más
representativos como jarras de vino, hojas de vid,
hiedras, cestos con serpientes y ramas de sarmiento.
Siguiendo a este grupo iban los falóforos y
los italóforos, los primeros portaban en
procesión un gran falo mientras entonaban cantos explícitos,
los segundos vestidos como mujeres imitaban los pasos de los
borrachos. Cerrando la comitiva estarían las bacantes,
mujeres ataviadas como las míticas ménades, cubiertas
solamente con pieles de animales, ciñendo una corona de vida
o de hiedra y portando varas con una piña en su punta.
Las
conocidas orgías se celebrarían por la noche, donde
matronas y doncellas iban en procesión a montes solitarios o
a algún claro escondido entre los agrestes bosques, donde
durante varios días, sin contacto con hombre alguno, se
lanzaban a un desenfreno místico sostenido por la ingesta de
alcohol y/o plantas alucinógenas.
Las bacantes bailaban
danzas frenéticas al amparo de la noche, completamente
desnudas, al son de flautas y timbales, entrando en salvajes
trances y éxtasis. Las oficiantes más antiguas ofrecerían
vino a sus compañeras y posiblemente también les
proporcionaban placer a las más jóvenes, por lo que
seguramente estas explosiones dionisíacas acababan con
orgías femeninas, ya que el sexo es una poderosa fuerza
primigenia, salvaje, llena de fuerza y locura, de magia.
Banda decorativa de una copa de vino, del taller Nikosthenes
(siglo VI aC) en la que se ven ruidosos y alegres sátiros
copulando entre ellos y con esfinges aladas
|
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Sátiro de la colección Carapanos. Atenas
Sátiro y ménade en una vasija en torno
al 500 a. C. en el museo del Louvre, París
Crátera con escena
dionisíaca IV a.C.
Museo Archeologico
Nazionale Jatta |
Pan y Daphnis, 470 aC. Museum of Fine Arts
Del Pintor de Nicóstenes, c. 525-510 a. C. Museum of Fine Arts, Boston |
Aphrodite,
Eros
y
Pan.
Estatua dedicada a Dionisos de 100 aC. Museo Nacional de
Arqueología de Atenas |
Dancing Satyr, 500-475
BC, Greece, Boeotia, 5th-Cent.BC, Terracotta
Ofrendas a
Dionisos. Museo Cívico Arqueológico de Bolonia |
Hetaira con olisbos. Cerámica
encontrada en una urna funeraria egipcia, de entre 600
a 300 aC. |
Olisbos/consoladores
En la Antigua
Grecia, las mujeres solteras usaban el olisbos un sustituto del
pene hecho de madera lubricado con aceite.
El término
«olisbo», del griego olisbos, resbalar o
deslizar, es el nombre que en la antigua Grecia se le daba al
artilugio de piedra, cuero o madera con forma fálica que las
mujeres impregnaban en aceite de oliva para practicar el arte
del amor propio. Generalmente el término
se refiere a los consoladores de apariencia realista que
incluyen testículos.
Las
muestras de restos arqueológicos así como en escritos se han
encontrado pruebas de su uso por las culturas más adelantadas en
su tiempo, incluyendo los egipcios, griegos, romanos y chinos.
Los romanos hacían objetos semejantes a enormes penes con velas.
En el siglo
VI a. C, los egipcios utilizaban consoladores. En un vaso griego
del siglo VI a.C., se ve una mujer inclinada para realizar sexo
oral a un varón, mientras otro varón le introduce un consolador
en el ano. En otro vaso griego del siglo V a.C., se ve una mujer
utilizando un consolador.
Existen
documentos indicando que durante la época griega se vendían los
olisbos,
que estaban hechos tanto en piedra, como cuero y a veces de
madera. |
Posturas eróticas en Grecia antigua
En el mundo griego, las imágenes eróticas
aparecen casi exclusivamente sobre vasos de bebida, sobre
todo copas, o en cráteras,
vasijas cerámicas de gran capacidad destinadas a contener
una mezcla de agua y vino. En
ellas se observan todo tipo de actitudes y posturas
sexuales, incluso orgías en grupo, muy escasas de encontrar
en otras culturas.
La sala de banquetes (andrón)
era un espacio restringido a los hombres, pocos
generalmente, pues tenían muy en cuenta la conversación
entre ellos y verse los rostros. Otra cosa era el simposio, acto colectivo,
en el que se comía y bebía, se
discutía de política y en donde podía darse el sexo en común.
Estas fiestas eran sin duda de la clase más poderosa.
Entre el 525 y el 475 a. C. es
cuando se encuentran casi todas las escenas de sexo explícito en el mundo
griego. Imágenes de orgías en las copas y en algunos frisos.
Algunas escenas más explícitas se encuentran en los
medallones interiores de las copas, a las que los bebedores
tienen acceso al asomarse, algunas de índole homosexual y
otras de crudas escenas sexuales.
En la copa de figuras rojas de la izquierda
se ve a una mujer penetrada a tergo por un
hombre que al mismo tiempo empuja su cabeza para obligarla a
practicar una felación a su compañero. En el centro, otra
mujer en cuclillas parece solicitar algo, tal vez compasión,
del hombre que la amenaza con una zapatilla. A la derecha,
otro hombre transporta en brazos, en pleno coito, a una
tercera mujer mientras otro personaje vestido, tan viejo que
sólo puede mirar, se ilumina con una lucerna.
Resulta algo recurrente en este tipo de imágenes el que la
hetaira, que es el estatus que conceden los investigadores a
estas mujeres que comparten el espacio masculino de la sala
de banquetes, se encargue de satisfacer a más de un hombre,
mientras que jamás veremos dos mujeres con un solo hombre ni
en las escenas de Grecia ni en las de Roma. Hay una
constante en el pensamiento visual, la mujer es el objeto
sexual, el juguete multiuso, la prostituta debe esforzarse
por satisfacer a varios clientes a la vez.
Hacia el 480
a. C., tras las guerras médicas, las imágenes de sexo en
grupo desaparecen y se tiende a mayor moderación. |
Escarabeo procedente de Tripolitsa
en Grecia, hacia el siglo IV a.c.- Museo de finas artes de
Boston.
Exterior de una copa ática de figuras rojas del pintor de
Brygos, 480 a. C., Florencia, Museo
Arqueológico |
|
Espejo de bronce.
Corinto, mitad siglo IV a C |
Crátera griega. S. IV aC. Museo de Amsterdam |
Homosexualidad,
pederastia, lesbianismo
El otro aspecto de la sexualidad griega se centró en la
homosexualidad, muy extendida en toda Grecia. Sus inicios
aparecen hacia fines del siglo VII aC.
El
comportamiento sexual de los griegos se fue modificando poco a
poco, y en ciertas épocas se produce un fuerte interés por los
efebos y por las prostitutas, mientras que la heterosexualidad y
la homosexualidad eran prácticas habituales
Desde Alejandro, pasando por Julio César y otros famosos hombres
de la Historia, la homosexualidad, muchas veces se ha refugiado
en la milicia. En Esparta, el encuadramiento militar, sumado a
la separación de los hombres de sus madres y esposas logró que
los ejércitos ejercieran sin prejuicios la homosexualidad.
En la antigüedad clásica escritores como Heródoto, Platón,
Jenofonte, Ateneo y muchos otros exploraron los aspectos del
amor homosexual en la Antigua Grecia. La más extendida forma de
relación sexual homosexual se daba entre hombres adultos y
jóvenes adolescentes, pederastia.
En cuanto al lesbianismo, es
necesario destacar que salvo excepciones, existe un silencio
sobre la homosexualidad femenina, reflejo de la inquietud
masculina hacia esta cuestión. Había ciertos temas, como la
homosexualidad femenina que eran tabú entre los griegos y que la
mayoría de los autores decidieron ignorarlo.
A esto hay que añadir que los textos que aluden a las relaciones
lésbicas tienen, todos ellos, una visión muy negativa de este
tipo de relaciones. Artemidoro de Éfeso en su clasificación de
los sueños eróticos (Onirocrítica
I 78-80), al lesbianismo lo incluye en las prácticas
contra natura. La misma consideración le da Platón
(Leyes 636c), que a las uniones de «machos con machos y hembras
con hembras», el filósofo las considera también contra natura.
Los antiguos griegos, en el contexto de las ciudades-estado,
fueron los primeros en describir, estudiar, sistematizar y
establecer la pederastia como institución social y educativa.
Era un elemento importante de la vida civil, militar, filosófica
y artística.
Existe cierto debate entre los expertos sobre si la pederastia
se daba en todas las clases sociales o si estaba
mayoritariamente limitada a la aristocracia.
|
Crátera en el Museo de
Amsterdam
Crátera.
Dos mujeres en el baño, atribuido a Douris, 470 aC - Nueva
York, Museo Metropolitano |
|
|
Escena
de cortejo pederasta en una ánfora griega del siglo V a.C.
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Olisbos |
Hombre orina en una jarra mantenida por el
esclavo. |
Sátiro. Museo Paul Getty |
Detalle de copa ática (510 AEC). Dos heteras que amenizaban
banquetes (simposios).
Museo Arqueológico Nacional Madrid |
Lesbianas.
Plato Griego, S. IV a.C. |
Museo del erotismo.
París |
Referencias
Calame, Claude.
Eros en la Antigua Grecia.
Editorial Akal, España, 1992.
Diógenes Laercio.
La
vida de los filósofos más ilustres,
en: https://logica1.wikispaces.com/file/view/Diogenes,+Laercio%3B+Vida+de+los+fil%C3%B3sofos+ilustres.pdf,
consultado el 20 de enero de 2016.
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