Analizar el guión de la película

© Enrique Martínez-Salanova Sánchez

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El puntero de don Honorato/Bibliografía


Fragmento de la secuencia de la noria Análisis ético y búsqueda de valores Despedida de Harry Guión completo de la secuencia de la noria

Guión de una parte de la secuencia de la noria

Plano picado desde la gran noria. Localización. De día

Harry señala por la ventana de la noria a la gente, que parecen moscas negras moviéndose a los pies de la noria.

Gran noria. Retroproyección. Día.

Harry: ¿De verdad sentirías compasión por alguno de esos puntitos si dejara de moverse para siempre? Si te ofreciera veinte mil libras por cada puntito que se parara, ¿realmente me dirías que me guardase mi dinero, muchacho, o empezarías a calcular cuántos puntitos podrías permitirte dejar con vida? Libres de impuestos, amigo. Libres de impuestos. (Le dirige su sonrisa de complicidad infantil.) Hoy en día es la única manera de ahorrar.

Martín: Ahora estás acabado. La policía lo sabe todo.

Harry: Pero no pueden cogerme, Rollo. No pueden entrar en la zona rusa.

(La barquilla se balancea y se queda inmóvil en el punto más alto de la curva y Harry se vuelve de espaldas y mira por la ventana. Martín echa los brazos hacia atrás: está pensando que con un buen empujón podría romper el cristal. Vuelve a dejar caer los brazos).

Salen de la noria

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Análisis ético y búsqueda de valores

Para realizar un análisis ético-ideológico se puede utilizar toda la película. Sin embargo, como muestra se ha elegido la secuencia de la noria en el parque de atracciones, ya clásica en el cine.

Síntesis argumental de la secuencia.

El tercer hombre, mientras da vueltas la noria, intenta convencer mediante argumentos y amenazas a su amigo de la necesidad del negocio antes que nada, justificando así una visión corrupta de la vida. Se entremezclan sentimientos, valores, justificación de la muerte ajena, ideología política, etc.

Es importante analizar esta secuencia al completo. Nos podemos fundamentar en los aspectos claves. La poca importancia de la vida humana para lograr los propósitos del protagonista, la carencia de sentimientos, la utilización de cualquier medio para lograrlo, y la justificación de determinada visión política de la vida.

A partir de ahí es imprescindible el debate. Comparar con situaciones actuales: cómo se justifica la corrupción y el asesinato; introducirse en el concepto de democracia; valorar lo que afirma el personaje que interpreta Orson Welles, etc.

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Despedida de Harry al finalizar la secuencia de la noria

El texto del recuadro corresponde a la despedida de Harry. Fue añadido por el mismo actor, Orson Welles, al texto del guión. Debe leerse detenidamente y valorarlo resumiendo lo que se considera más importante.

En la película, HARRY añade su famoso discurso de despedida:

«Cuando te decidas, hazme llegar un mensaje: me veré contigo donde quieras y cuando quieras; y cuando nos encontremos, muchacho, quiero verte a ti, no a la policía... y no te pongas tan serio... Después de todo, no es tan terrible; recuerda lo que dijo ese tipo... En Italia, en treinta años de dominación de los Borgia hubo guerras, terror, matanzas, derramamiento de sangre; pero también Miguel Angel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza tuvieron quinientos años de amor fraternal, democracia y paz, ¿y cuál fue el resultado? El reloj de cuco. Hasta la vista, Holly»

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Guión completo de la secuencia de la noria

 

 

111. La gran noria. Localización parcial. Día

La noria no está muy solicitada esta fría mañana de  otoño, y el Prater todavía no se ha recuperado de los bombardeos y destrozos lo bastante como para atraer a grandes multitudes. Es un lugar de diversión totalmente destruido; las malas hierbas crecen alrededor de los cimientos de los tiovivos. Dentro del recinto hay un puesto donde se venden grandes tortas planas parecidas a ruedas de carro, y los niños hacen cola con sus cupones. Algunas parejas de novios, después de esperar en la plataforma de la noria, son amontonados en una sola barquilla y giran lentamente por encima de la ciudad, con barquillas vacías por debajo y por encima de ellos. Cuando la barquilla con los pasajeros llega al punto más alto  de la noria, la maquinaria se detiene durante un par de minutos, dejándoles suspendidos. MARTINS mira hacia arriba y ve los pequeños rostros apretados como moscas contra el cristal. Camina de  un lado a otro para entrar en calor. Mira su reloj. Casi ha expirado el plazo. Por detrás del puesto de tortas alguien está silbando. MARTINS se vuelve rápidamente. Espera su aparición con temor e inquietud. Para MARTINS, la vida siempre recobraba su sabor cuan- do HARRY venía, como viene ahora, como si no hubiera ocurrido gran cosa en realidad: con regocijada cordialidad, como si su alegría _fuera el motor del mundo. Sólo a veces esta alegría se empaña repentinamente y una oleada de melancolía atraviesa sus defensas: el recuerdo de que la vida no continúa eternamente. Ahora no comete el error de ofrecerle a MARTINS una mano que podría ser rechazada, y se limita a darle una palmadita en su mano vendada.

 

HARRY: ¿Cómo te va? Según parece, te han estado mareando

un poco.

MARTINS: Tenemos que hablar, Harry.

HARRY: Pues claro, muchacho. Por aquí.

 

Se dirige directamente a la plataforma de la noria, absolutamente seguro de que MARTINS le seguirá.

 

MARTINS A solas.

 

La noria ha dado otra vuelta y un grupo de pasajeros sale por la plataforma opuesta mientras otro entra en la misma barquilla desde este lado. HARRY siempre ha dominado todas las situaciones, de manera que ahora habla en un aparte con la ENCARGADA y algún dinero cambia de manos. La barquilla con los pasajeros sube lentamente, pasa una barquilla vacía y la noria se detiene para darles tiempo a ir a la tercera barquilla, que tienen para ellos solos.

 

112. Gran noria.

 

HARRY: No podríamos estar más solos. Los novios hacían esto en los viejos tiempos, pero ahora no les sobra el dinero, pobres diablos.

 

113. Plano picado desde la gran noria. Día

HARRY mira por la ventana de la barquilla, que se eleva oscilante, a las figuras que se van haciendo más pequeñas por debajo de ellos con lo que parece auténtica conmiseración. Muy lentamente., a uno de los lados, la ciudad se hunde: muy lentamente, al otro lado, las grandes vigas transversales de la noria van apareciendo. A medida que el horizonte se desliza hacia abajo empieza a verse el Danubio, y los pilares del Reichsbrucke se alzan por encima de las casas.

 

114. Gran noria.

HARRY se vuelve hacia MARTINS.

 

HARRY: Me alegro de verte, Rollo.

MARTINS: Fui a tu entierro.

HARRY: Fue bastante ingenioso, ¿verdad?

MARTINS: ¿Sabes lo que le ha ocurrido a Anna? La han detenido.

HARRY: Es duro, muy duro, pero no te preocupes, muchacho. No le harán daño.

MARTINS: Se la van a entregar a los rusos. ¿No puedes ayudar-

la?

HARRY: (en tono poco convincente) ¿Y qué puedo hacer, muchacho? Estoy muerto, ¿no? ¿A quién le has hablado de mí?

MARTINS: A la policía... y a Anna.

HARRY: Qué imprudencia, Rollo, qué imprudencia. ¿Te han creído?

MARTINS: Anna no te importa en absoluto, ¿verdad?

HARRY: Tengo demasiadas preocupaciones.

MARTINS: ¿No harás nada por ayudarla?

HARRY: ¿Qué quieres que haga, Rollo? Sé razonable. ¿Entregarme? Esto es muchísimo mejor. Las viejas candilejas y cae el telón. Tú y yo no somos héroes, Rollo. En el mundo ya no quedan héroes; sólo en tus novelas.

MARTINS: Tienes muchos contactos.

HARRY: Tengo que ir con mucho cuidado. Estos rusos, Rollo... bueno, únicamente estoy seguro mientras les sea útil.

MARTINS: (comprendiendo de repente) Tú la delataste.

HARRY: (sonriente) No te hagas el policía, muchacho.

MARTINS: No creí a la policía cuando me contaron lo tuyo. ¿Ibas a incluirme en el reparto del botín?

HARRY: Nunca te he mantenido al margen de nada, muchacho, hasta ahora.

 

HARRY está de espaldas a la puerta mientras la barquilla se eleva oscilando y sonríe a MARTINS.

 

MARTINS: Me acuerdo de aquella vez en ese club, «El 43», "cuando la policía hizo una redada. Tú conocías una salida segura. Absolutamente segura para ti. No lo bastante segura para mi.

HARRY: [Siempre fuiste un tipo torpe, Rollo.] (1)

MARTINS: Nunca creciste, Harry.

HARRY: Bueno, ya tendremos mucho tiempo para ser viejos.

MARTINS: ¿Has visto alguna vez a alguna de tus víctimas?

 

HARRY echa una mirada al paisaje de juguete bajo sus pies y se aparta de la puerta.

 

HARRY: Nunca me siento muy seguro en estas cosas. (Palpa la puerta con las manos.) ¿Víctimas? No seas melodramático. Mira ahí abajo.

 

115. Plano picado desde la gran noria. Localización. Día

Señala por la ventana a la gente, que parecen moscas negras moviéndose a los pies de la noria.

 

116. Dentro de la cabina de la noria

 

HARRY: ¿De verdad sentirías compasión por alguno de esos puntitos si dejara de moverse para siempre? Si te ofreciera veinte mil libras por cada puntito que se parara, ¿realmente me dirías que me guardase mi dinero, muchacho, o empezarías a calcular cuántos puntitos podrías permitirte dejar con vida? Libres de impuestos, amigo. Libres de impuestos. (Le dirige su sonrisa de complicidad infantil.) Hoy en día es la única manera de ahorrar.

MARTINS: Ahora estás acabado. La policía lo sabe todo.

HARRY: Pero no pueden cogerme, Rollo. No pueden entrar en la zona rusa.

La barquilla se balancea y se queda inmóvil en el punto más alto de la curva y HARRY se vuelve de espaldas y mira por la ventana. MARTINS echa los brazos hacia atrás: está pensando que con un buen empujón podría romper el cristal. Vuelve a dejar caer los brazos.

 

MARTINS: La policía ha desenterrado tu ataúd.

HARRY:No podía confiar en Harbin. Mira la puesta de sol, Rollo.

MARTINS: (mirando la puesta de sol) Sabes que quiero a Anna.

HARRY: Estupendo, muchacho. Si consigue salir de este agujero, trátala bien. Se lo merece.

Da la impresión de haberlo arreglado todo a satisfacción de todos.

MARTINS: Me gustaría tirarte por la ventana de un empujón.

HARRY: Pero no lo harás, muchacho. Nuestras peleas nunca duraban mucho. Te acuerdas aquella vez en el Mónaco; Kurtz intentó convencerme de que, bueno, preparáramos un accidente.

MARTINS: No sería fácil.

HARRY: Llevo una pistola. No creerás que irían a buscar una herida de bala en tu cuerpo si te estrellaras ahí abajo.] (2)

 

La barquilla se pone otra vez en marcha, deslizándose lentamente hacia abajo, hasta que las moscas se transforman en muñequitos, seres humanos reconocibles.

 

HARRY: Qué idiotas somos, Rollo, hablándonos así, como si yo fuera a hacerte eso... o tú a mí. (Se vuelve de espaldas con deliberación y apoya la cara contra el cristal.) En estos días, muchacho, nadie piensa en términos de seres humanos. Los gobiernos no lo hacen, así que ¿por qué íbamos a hacerlo nosotros? Hablan del pueblo y del proletariado, y yo hablo de los primos. Es lo mismo. Ellos tienen sus planes quinquenales; yo también.

MARTINS: Antes creías en Dios.

Esa sombra de melancolía oscurece el rostro de HARRY.

HARRY: Oh, sigo creyendo, muchacho. En Dios y en la misericordia y todo eso. Los muertos están mejor muertos. Para lo que han dejado aquí, pobres diablos.

Mientras dice estas últimas palabras con una nota ocasional de auténtica compasión, la barquilla llega a la plataforma y los ¡ rostros de las víctimas predeterminadas les miran desde el exterior. (3)

HARRY: Me gustaría que estuvieras conmigo en esto, sabes. Siempre lo hacíamos todo juntos, Rollo. No me queda nadie en Viena en quien pueda confiar.

MARTINS: ¿Tyler? ¿Winkel, Kurtz?

HARRY: Ahora la policía los tiene fichados a todos.

 

117. Gran noria. Localización. Día

Salen de la barquilla y HARRY vuelve a poner la mano en el hombro de MARTINS.

 

HARRY: ¿Has sabido algo del viejo Bracer últimamente?

MARTINS: Me envió una felicitación por Navidad.

HARRY: Aquellos sí que eran tiempos, muchacho. Aquellos sí que eran tiempos.

MARTINS: ¿Realmente irías a medias conmigo, verdad?

HARRY: Hay de sobra para los dos, cuando se vayan los otros. Piénsalo, muchacho. Envíame un mensaje con Kurtz. Iré a verte donde quieras y cuando quieras.

 

Ha escrito el número en la parte de atrás de un sobre. MARTINS lo sostiene en la mano.

 

HARRY: Hasta la vista, Rollo.

Da media vuelta para marcharse, y MARTINS le llama.

 

MARTINS: ¿Y Anna... no harás nada para ayudarla?

HARRY: Claro que lo haría, muchacho, si pudiera. Pero tengo las manos atadas. (Cuando está un poco más alejado se vuelve repentinamente.) Si nos volvemos? ver, Rollo, quiero verte a ti y no a la policía. Lo recordaras, ¿verdad?

MARTINS: se queda inmóvil, observando a la figura hasta que  desaparece. Fundido. (4)

 

Rectificaciones al guión:

 

1. En la película, HARRY dice: «No deberías haber ido ala policía, sabes. No

tendrías que haber removido este asunto.»

 

2. En la película, el diálogo de esta secuencia es:

MARTINS: (mirando por la ventana) Te resultaría bastante fácil librarte de mí.

HARRY: Bastante fácil.

MARTINS: No estés demasiado seguro.

HARRY: Tengo una pistola. No creerás que se pondrían a buscar una herida de bala en tu cuerpo si te estrellaras ahí abajo.

MARTINS: Han desenterrado tu ataúd.

HARRY: ¿Han encontrado a Harbin? Es una pena.

 

3. En la película, hay más diálogo en este punto:

MARTINS: ¿En qué crees tú?

HARRY: Si consigues sacar a Anna de este lío, pórtate bien con ella. Verás que

se lo merece. Lástima no haberte pedido que me trajeras una caja de esas pastillas.

Salen de la noria.

 

4. En la película, HARRY añade su famoso discurso de despedida:

«Cuando te decidas, hazme llegar un mensaje: me veré contigo donde quieras y cuando quieras; y cuando nos encontremos, muchacho, quiero verte a ti, no a la policía... y no te pongas tan serio... Después de todo, no es tan terrible; recuerda lo que dijo ese tipo... En Italia, en treinta años de dominación de los Borgia hubo guerras, terror, matanzas, derramamiento de sangre; pero también Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza tuvieron quinientos años de amor fraternal, democracia y paz, ¿y cuál fue el resultado? El reloj de cuco. Hasta la vista, Holly»

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© Enrique Martínez-Salanova Sánchez