Guión completo de la secuencia de la noria
111. La gran noria. Localización parcial. Día
La noria no está muy solicitada esta fría mañana de otoño, y el Prater
todavía no se ha recuperado de los bombardeos y destrozos lo bastante como
para atraer a grandes multitudes. Es
un lugar de diversión totalmente destruido; las malas hierbas crecen
alrededor de los cimientos de los tiovivos. Dentro del recinto hay un puesto
donde se venden grandes tortas planas parecidas a ruedas de carro, y los
niños hacen cola con sus cupones. Algunas parejas de novios, después de
esperar en la plataforma de la noria, son amontonados en una sola barquilla
y giran lentamente por encima de la ciudad, con barquillas vacías por debajo
y por encima de ellos. Cuando la barquilla con los pasajeros llega al punto
más alto de la noria, la maquinaria se detiene durante un par de
minutos, dejándoles suspendidos. MARTINS mira hacia arriba y ve los pequeños
rostros apretados como moscas contra el cristal. Camina de un lado a
otro para entrar en calor. Mira su reloj. Casi ha expirado el plazo. Por
detrás del puesto de tortas alguien está silbando. MARTINS se vuelve
rápidamente. Espera su aparición con temor e inquietud. Para MARTINS, la
vida siempre recobraba su sabor cuan- do HARRY venía, como viene ahora, como
si no hubiera ocurrido gran cosa en realidad: con regocijada cordialidad,
como si su alegría _fuera el motor del mundo. Sólo a veces esta
alegría se empaña repentinamente y una oleada de melancolía atraviesa sus
defensas: el recuerdo de que la vida no continúa eternamente. Ahora no
comete el error de ofrecerle a MARTINS una mano que podría ser rechazada, y
se limita a darle una palmadita en su mano vendada.
HARRY: ¿Cómo te va? Según parece, te han estado
mareando
un
poco.
MARTINS: Tenemos que hablar, Harry.
HARRY: Pues claro, muchacho. Por aquí.
Se dirige directamente a la plataforma de la noria, absolutamente seguro de
que MARTINS le seguirá.
MARTINS A solas.
La noria ha dado otra vuelta y un grupo de pasajeros sale por la plataforma
opuesta mientras otro entra en la misma barquilla desde este lado. HARRY
siempre ha dominado todas las situaciones, de manera que ahora habla en un
aparte con la ENCARGADA y algún dinero cambia de manos. La barquilla con los
pasajeros sube lentamente, pasa una barquilla vacía y la noria se detiene
para darles tiempo a ir a la tercera barquilla, que tienen para ellos solos.
112.
Gran noria.
HARRY: No podríamos estar más solos. Los novios
hacían esto en los viejos tiempos, pero ahora no les sobra el dinero, pobres
diablos.
113.
Plano picado desde la gran noria. Día
HARRY mira por la ventana de la barquilla, que se eleva oscilante, a las
figuras que se van haciendo más pequeñas por debajo de ellos con lo que
parece auténtica conmiseración. Muy lentamente., a uno de los lados, la
ciudad se hunde: muy lentamente, al otro lado, las grandes vigas
transversales de la noria van apareciendo. A medida que el horizonte se
desliza hacia abajo empieza a verse el Danubio, y los pilares del
Reichsbrucke se alzan por encima de las casas.
114. Gran noria.
HARRY se vuelve hacia MARTINS.
HARRY: Me alegro de verte, Rollo.
MARTINS: Fui a tu entierro.
HARRY: Fue bastante ingenioso, ¿verdad?
MARTINS: ¿Sabes lo que le ha ocurrido a Anna?
La han detenido.
HARRY: Es duro, muy duro, pero no te preocupes,
muchacho. No le harán daño.
MARTINS: Se la van a entregar a los rusos. ¿No
puedes ayudar-
la?
HARRY: (en tono poco convincente) ¿Y qué
puedo hacer, muchacho? Estoy muerto, ¿no? ¿A quién le has hablado de mí?
MARTINS: A la policía... y a Anna.
HARRY: Qué imprudencia, Rollo, qué imprudencia.
¿Te han creído?
MARTINS: Anna no te importa en absoluto,
¿verdad?
HARRY: Tengo demasiadas preocupaciones.
MARTINS: ¿No harás nada por ayudarla?
HARRY: ¿Qué quieres que haga, Rollo? Sé
razonable. ¿Entregarme? Esto es muchísimo mejor. Las viejas candilejas y cae
el telón. Tú y yo no somos héroes, Rollo. En el mundo ya no quedan héroes;
sólo en tus novelas.
MARTINS: Tienes muchos contactos.
HARRY: Tengo que ir con mucho cuidado. Estos
rusos, Rollo... bueno, únicamente estoy seguro mientras les sea útil.
MARTINS: (comprendiendo de repente) Tú
la delataste.
HARRY: (sonriente) No te hagas el
policía, muchacho.
MARTINS: No creí a la policía cuando me
contaron lo tuyo. ¿Ibas a incluirme en el reparto del botín?
HARRY: Nunca te he mantenido al margen de nada,
muchacho, hasta ahora.
HARRY está de espaldas a la puerta mientras la barquilla se eleva oscilando
y sonríe a MARTINS.
MARTINS: Me acuerdo de aquella vez en ese club,
«El 43», "cuando la policía hizo una redada. Tú conocías una salida
segura. Absolutamente segura para ti. No lo bastante segura para mi.
HARRY: [Siempre fuiste un tipo torpe, Rollo.]
(1)
MARTINS: Nunca creciste, Harry.
HARRY: Bueno, ya tendremos mucho tiempo para
ser viejos.
MARTINS: ¿Has visto alguna vez a alguna de tus
víctimas?
HARRY echa una mirada al paisaje de juguete bajo sus pies y se aparta de la
puerta.
HARRY:
Nunca me siento muy seguro en estas cosas. (Palpa la puerta con las
manos.) ¿Víctimas? No seas melodramático. Mira ahí abajo.
115. Plano picado desde la gran noria. Localización. Día
Señala por la ventana a la gente, que parecen moscas negras moviéndose a los
pies de la noria.
116. Dentro de la cabina de la
noria
HARRY: ¿De verdad sentirías compasión por
alguno de esos puntitos si dejara de moverse para siempre? Si te ofreciera
veinte mil libras por cada puntito que se parara, ¿realmente me dirías que
me guardase mi dinero, muchacho, o empezarías a calcular cuántos puntitos
podrías permitirte dejar con vida? Libres de impuestos, amigo. Libres de
impuestos. (Le dirige su sonrisa de complicidad infantil.) Hoy en día
es la única manera de ahorrar.
MARTINS: Ahora estás acabado. La policía lo
sabe todo.
HARRY: Pero no pueden cogerme, Rollo. No pueden
entrar en la zona rusa.
La barquilla se balancea y se queda inmóvil en el punto más alto de la curva
y HARRY se vuelve de espaldas y mira por la ventana. MARTINS echa los brazos
hacia atrás: está pensando que con un buen empujón podría romper el cristal.
Vuelve a dejar caer los brazos.
MARTINS:
La policía ha desenterrado tu ataúd.
HARRY:No
podía confiar en Harbin. Mira la puesta de sol, Rollo.
MARTINS:
(mirando la puesta de sol) Sabes que quiero a Anna.
HARRY:
Estupendo, muchacho. Si consigue salir de este agujero, trátala bien. Se lo
merece.
Da la impresión de haberlo arreglado todo a satisfacción de todos.
MARTINS:
Me gustaría tirarte por la ventana de un empujón.
HARRY:
Pero no lo harás, muchacho. Nuestras peleas nunca duraban mucho. Te acuerdas
aquella vez en el Mónaco; Kurtz intentó convencerme de que, bueno,
preparáramos un accidente.
MARTINS:
No sería fácil.
HARRY:
Llevo una pistola. No creerás que irían a buscar una herida de bala en tu
cuerpo si te estrellaras ahí abajo.]
(2)
La barquilla se pone otra vez en marcha, deslizándose lentamente hacia
abajo, hasta que las moscas se transforman en muñequitos, seres humanos
reconocibles.
HARRY: Qué idiotas somos, Rollo, hablándonos
así, como si yo fuera a hacerte eso... o tú a mí. (Se vuelve de
espaldas con deliberación y apoya la cara contra el cristal.) En estos
días, muchacho, nadie piensa en términos de seres humanos. Los gobiernos no
lo hacen, así que ¿por qué íbamos a hacerlo nosotros? Hablan del pueblo y
del proletariado, y yo hablo de los primos. Es lo mismo. Ellos tienen sus
planes quinquenales; yo también.
MARTINS: Antes creías en Dios.
Esa sombra de melancolía oscurece el rostro de HARRY.
HARRY: Oh, sigo creyendo, muchacho. En
Dios y en la misericordia y todo eso. Los muertos están mejor muertos. Para
lo que han dejado aquí, pobres diablos.
Mientras dice estas últimas palabras con una nota ocasional de auténtica
compasión, la barquilla llega a la plataforma y los
¡ rostros de las
víctimas predeterminadas les miran desde el exterior.
(3)
HARRY: Me gustaría que estuvieras conmigo en
esto, sabes. Siempre lo hacíamos todo juntos, Rollo. No me queda nadie en
Viena en quien pueda confiar.
MARTINS: ¿Tyler? ¿Winkel, Kurtz?
HARRY: Ahora la policía los tiene fichados a
todos.
117. Gran noria. Localización. Día
Salen de la barquilla y HARRY vuelve a poner la mano en el hombro de MARTINS.
HARRY: ¿Has sabido algo del viejo Bracer
últimamente?
MARTINS: Me envió una felicitación por Navidad.
HARRY: Aquellos sí que eran tiempos, muchacho.
Aquellos sí que eran tiempos.
MARTINS:
¿Realmente irías a
medias conmigo, verdad?
HARRY:
Hay de sobra para
los dos, cuando se vayan los otros. Piénsalo, muchacho. Envíame un mensaje
con Kurtz. Iré a verte donde quieras y cuando quieras.
Ha escrito el número en la parte de atrás de un sobre. MARTINS lo sostiene
en la mano.
HARRY: Hasta la vista, Rollo.
Da media vuelta para marcharse, y MARTINS le llama.
MARTINS: ¿Y Anna... no harás nada para
ayudarla?
HARRY:
Claro que lo haría, muchacho, si pudiera. Pero tengo las manos atadas.
(Cuando está un poco más alejado se vuelve repentinamente.) Si nos
volvemos? ver, Rollo, quiero verte a ti y no a la policía. Lo recordaras,
¿verdad?
MARTINS:
se queda inmóvil, observando a la figura hasta que
desaparece.
Fundido. (4)
Rectificaciones al guión:
1. En la película, HARRY dice: «No deberías haber ido ala
policía, sabes. No
tendrías que haber removido este asunto.»
2. En la película, el diálogo de esta secuencia es:
MARTINS: (mirando por la ventana) Te
resultaría bastante fácil librarte de mí.
HARRY: Bastante fácil.
MARTINS: No estés demasiado seguro.
HARRY: Tengo una pistola. No creerás que se
pondrían a buscar una herida de bala en tu cuerpo si te estrellaras ahí
abajo.
MARTINS: Han desenterrado tu ataúd.
HARRY: ¿Han encontrado a Harbin? Es una pena.
3. En la película, hay más diálogo en este punto:
MARTINS: ¿En qué crees tú?
HARRY: Si consigues sacar a Anna de este lío,
pórtate bien con ella. Verás que
se
lo merece. Lástima no haberte pedido que me trajeras una caja de esas
pastillas.
Salen de la noria.
4. En la película, HARRY añade su famoso discurso de
despedida:
«Cuando te decidas, hazme llegar un mensaje: me veré contigo donde quieras y
cuando quieras; y cuando nos encontremos, muchacho, quiero verte a ti, no a
la policía... y no te pongas tan serio... Después de todo, no es tan
terrible; recuerda lo que dijo ese tipo... En Italia, en treinta años de
dominación de los Borgia hubo guerras, terror, matanzas, derramamiento de
sangre; pero también Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En
Suiza tuvieron quinientos años de amor fraternal, democracia y paz, ¿y cuál
fue el resultado? El reloj de cuco. Hasta la vista, Holly»
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