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Cero en conducta
Internado, castigo y
rebeldía
©Enrique
Martínez-Salanova Sánchez |
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El
puntero de don Honorato/Bibliografía
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Cero en conducta.
Crítica al sistema
Cero en conducta es una
crítica frontal a un sistema educativo basado en el castigo, la
disciplina rígida y la insatisfacción de alumnos y docentes, que
perpetúa el sistema de generación en generación.
Vigo introduce con
rigor en el absurdo de las clases aburridas, de los horarios
inadecuados, de los regímenes
estrictos, autoritarios y arbitrarios. Vemos a los niños sometidos al
martirio del tedio y de la momificación del conocimiento. En ese
ambiente se genera la rebeldía, cuando los alumnos se levantan contra los profesores
para combatir el autoritarismo mediante la ironía y la burla, sin armas,
solamente con su creatividad, con su deseo de ser niños.
Tras la muerte de
su padre, un anarquista español asesinado en la cárcel, el pequeño Jean
Vigo, estuvo internado por cuatro años en un colegio de Nîmes. La
severidad tradicional del sistema escolar francés dejó una huella
imborrable en el alma del joven, de la que nunca pudo liberarse.
Vigo hace en este film un informe
sobre la vida en un internado francés, un estudio de la psicología
infantil, un feroz ataque contra las escuelas, y un relato
autobiográfico. Es un film que aboga por la libertad en la educación,
cuando los niños que se sublevan contra sus maestros. Los adultos, sin
argumentos, se convierten en perdedores, en seres indefensos,
cuestionados y juzgados por los adolescentes.
Godard consideraba a Vigo el padre
del cine francés.
«Pocas filmografías
merecen con justicia el calificativo de poéticas como la obra de Jean
Vigo. Poética es la aparente facilidad con que sus imágenes traspasan
las fronteras de lo cotidiano para aventurarse en un mundo de símbolos y
sueños. Poética es la nostalgia que sus personajes manifiestan por una
libertad perdida o jamás alcanzada. Poética es, finalmente, la selección
de los temas que constituyen su breve filmografía, en la que Cero en
conducta destaca como un canto a la feliz anarquía de la niñez».
(Comentario de http://www.claqueta.es)
Francois Truffaut
solía decir que esta película era el más poderoso y auténtico retrato de
la infancia jamás filmado.
«Este [tipo de] documental exige que se tome postura, porque pone los
puntos sobre las íes. Si no implica a un artista, por lo menos implica a
un hombre. Una cosa vale la otra».
Jean Vigo
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Hablo de Cero en
conducta, de la represión y de la libertad
Los filmes de Vigo son una fuente de
inspiración inagotable. Todo director aprende continuamente de ellos. Su
influencia se manifiesta en los films de los italianos recientes, en los
trabajos de los jóvenes franceses, en las nuevas películas
independientes americanas».
Cero en conducta, en
concreto, fue inspiración para muchos cineastas posteriores. La descubrí
en un "Cine-forum",
en semiclandestinidad, en tiempos en que
teníamos una férrea censura y esos temas no podían ser tratados.
La película es una crítica frontal a un sistema
educativo basado en el castigo, la disciplina rígida y la insatisfacción
de alumnos y docentes, que perpetúa el sistema de generación en
generación. Vigo introduce con rigor en el absurdo de las clases
aburridas, de los horarios inadecuados, de los regímenes estrictos,
autoritarios y arbitrarios. Vemos a los
niños sometidos al martirio del tedio y de la momificación del
conocimiento. En ese ambiente se genera la rebeldía, cuando los alumnos
se levantan contra los profesores para combatir el autoritarismo
mediante la ironía y la burla, sin armas, solamente con su creatividad,
con su deseo de ser niños. |
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Cero en conducta. Zéro de conduite
1933. Francia. 44
min.
Director: Jean Vigo
Guión: Jean Vigo
Música: Maurice Jaubert
Fotografía: Boris Kaufman
Reparto: Louis Lefebvre, Gilbert
Pluchon, Gérard de Bédarieux, Constantin Goldstein-Kehler, Jean Dasté,
Robert Le Flon
Productora: Gaumont
Sinopsis: Basada en una
comedia con algunos toques del humor del poeta y dramaturgo surrealista
Alfred Jarry, sirvió de inspiración para Les
400 coups de François Truffaut,
Jean Vigo reflexiona sobre
su infancia a través de la historia de cuatro jóvenes estudiantes
franceses que, sujetos a un estricto régimen en su escuela, deciden
rebelarse contra la institución. Considerada antipatriótica, la película
estuvo prohibida en Francia hasta 1945.
Fue rodada con muy
escaso presupuesto y se basa en los recuerdos de Vigo, que pasó gran
parte de su infancia en internados. El filme es un canto a la rebelión
contra la imposición sin sentido, una nostálgica mirada a la niñez y al
idealismo de la infancia, que surge espontáneamente de los niños, no
condicionados todavía por la sociedad conformista. Sin embargo, Vigo, no
filma con ilusiones de venganza, su película es fresca y divertida,
irónica, burlesca, crítica contra el machismo y la burocracia, contra
los poderes que coartan la creatividad infantil y les imponen una moral
trasnochada y ridícula. |
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Jean Vigo (Ver documental social)
París 1905- 1934. Hijo de un periodista y militante anarquista
catalán -Miguel Almereyda; en realidad Eugène-Bonaventure de Vigo-
muerto ahorcado en una prisión francesa en 1917. En su infancia y
adolescencia estuvo en un internado de Milla y quizás por las malas
condiciones de vida que tuvo allí, contrajo tuberculosis en su
juventud, por lo que se instaló en Niza. En esta ciudad fue ayudante
en un estudio fotográfico y posteriormente parte muy activa del
cineclub de Niza, lo que le procuró contacto con experimentadores
cinematográficos de todo el mundo.
En 1929 Jean Vigo invitó a Boris Kaufman (hermano de Dziga Vertov)
para trabajar con él y realizaron la obra Sobre Niza (À
Propos de Nice, 1930). Puede definirse como una visión sobre una
sociedad superficial en proceso de putrefacción. En esta corto mudo,
y por regla general, cuando trabajaban juntos, Kaufman filmaba y
Vigo dirigía. Con frecuencia Vigo llevaba a Kaufman a pasear en
silla de ruedas con una cámara
entre las piernas y tapada por una manta (la silla de ruedas pasaba
desapercibida en una ciudad como Niza). Así eran capaces de filmar a
las personas sin que se diesen cuenta, que era lo que ambos buscaban
porque eran partidarios de la teoría kino-pravda (cinéma
vérité).
Luego
realizó el documental sobre el campeón de natación Taris.
Zero de condutei es su primer largo y relata el conflicto
entre estudiantes y profesores en un internado. Este film fue
censurado por considerarlo sedicioso.
El último film que hizo fue la historia de amor L´Àtalante.
Al poco de realizarla murió con 29 años. A pesar de su escasa
filmografía es considerado uno de los mejores cineastas franceses |
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Cero en
conducta.
(De un comentario de Peter
Weiss)
«La obra se compone de breves
impresiones, de inspiraciones instantáneas. Cada imagen es sorprendente,
cada objeto lo vemos por primera vez. Solo vemos lo “actual”, y se nos
sitúa en una proximidad inmediata.
Ya en la primera escena se expresa la
espontaneidad y la improvisación: dos muchachos en un compartimento del
tren que los lleva a la escuela, con la única compañía de un adulto que
duerme. El adulto pertenece a otro mundo, está rígido, duerme, no ve
nada. Se balancea como un muñeco, mientras los jóvenes dan comienzo a su
arlequinada; se sacan de los bolsillos toda suerte de objetos, plumas de
gallina, una trompeta de latón, un globo al que pueden reventar, hondas,
cuchillos, y por fin dos grandes cigarros que encienden y con cuyo humo
producen grandes oleadas de nubes. Hinchan barrigas imaginarias, se
ponen los pulgares en los sobacos de invisibles chalecos y hacen
tintinear invisibles cadenas de reloj. Se ríen del que duerme, y cuando
el tren se para de pronto y el durmiente se cae del asiento, gritan:
“¡Está muerto!”
La realidad es materia prima para la
fantasía. Ahí tenemos la descripción de otro instante: uno de los chicos
pasa una mañana de domingo en casa de su tutor. Está sentado en una
silla, junto a la ventana, con los ojos vendados. No sabemos por qué los
tiene vendados. La atmósfera de la estancia, sin embargo, parece
insinuar que se trata de algún castigo. Al tutor no lo vemos. Adivinamos
que está detrás del gran periódico abierto, junto a la mesa. Aunque sea
invisible, vigila toda la estancia. El silencio es total. Lo único que
se mueve es una chiquilla que recorre con las puntas de los dedos la
tapa del teclado del piano. Luego la chiquilla extiende el brazo hacia
una bola de vidrio que pende ante la ventana. Levanta la bola, desata
con cautela la venda de los ojos del chico, y los dos se quedan, como
conspiradores, mirando la bola, mientras que el periódico vecino a la
mesa sigue inmóvil.
La revuelta en la escuela se prepara
mediante innumerables menudos impulsos. Cuando al fin estalla, se
propaga como una fuerza natural. En el dormitorio, triunfantes, los
chicos se arrojan sobre el maestro que los vigila y lo atan, como un
crucificado, a una cama. La rebelión expresa un extático sentimiento de
felicidad. Rodeados por los torbellinos de nieve de las plumas de las
almohadas desgarradas, los chicos dan vueltas por la sala, en una
procesión de sueño. Al ralenti, oscilan en sus camisones de dormir. Con
altas voces de soprano cantan su himno.
Desde el tejado, arrojan orinales y
libros de texto al patio, donde se han reunido maestros, padres y
jerarcas para celebrar una solemnidad. Los señores condecorados, los
funcionarios que gesticulan con gravedad, el director, que es un enano
chillón, los bomberos barbudos que han acudido a ejecutar ejercicios
gimnásticos, son expulsados, y arriba en el tejado, jubilan los
vencedores, en su fresca y prometedora libertad.
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«...la cinta pretende mostrar algo más que la
habitual dicotomía de la lucha entre el
inconformismo de la juventud, manifestada
principalmente en el quebrantamiento de las normas
de la escuela y en la desobediencia e indisciplinas
constantes con respecto a los estudios, y la
implacable autoridad, que ejerce sin límites sus
prerrogativas en forma de castigo físico, apoyada
por una creencia social dominante que considera
estas prácticas como parte de la formación de los
jóvenes, frente a quienes se atreven a sobrepasar
los rígidos límites de la amplia normativa escolar,
sino que pretende mostrar también el carácter y los
diversos estereotipos de quienes sirven a esa
autoridad. Entre el profesorado de los chavales
protagonistas, hay viejos docentes muy académicos,
chapados a la antigua, criaturas ancladas en la
época del Segundo Imperio francés o incluso antes,
pero también productos de la modernidad y del
relativismo posteriores a la Gran Guerra y todavía
inocentes en cuanto a la barbarie que se está ya
anunciando desde el vecino alemán. Sin embargo,
todos ellos, los modelados conforme a la antigua
usanza y los profesionales jóvenes de más amplios
horizontes, conservan, en cuanto a brazos de la
autoridad opresora, un carácter perverso, pérfido,
hipócrita, en el que combinan una preferencia por el
mantenimiento de unas formas, de unas reglas
visibles por todos, con un, en privado, apenas
disimulado desenfreno, en una dualidad de
comportamiento en la que combinan una rigidez
normativa y de proceder de cara al exterior, con un
secretismo de perversiones y perfidia, ejecutado con
retorcida malicia, y en la que los jóvenes alumnos
también son los paganos, pervirtiendo por tanto el
objeto de la enseñanza, y convirtiéndola en un
régimen disciplinario y de valores más propio del
ámbito militar en el que no caben la comprensión, la
discusión, el debate, sino sólo las órdenes y su
cumplimiento.»
Comentado en
«39 escalones». |
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Los
correccionales. arbitrariedad y orden impuesto
El film refleja una educación tradicional, en la
que la arbitrariedad es la norma común de comportamiento por parte de
profesores y autoridades. Los alumnos no discuten el poder, en un
ambiente de muros altos y filas ordenadas, donde se copia al dictado,
pero no pueden pensar ni crear. Una escuela que ha permanecido inmutable
durante muchos años, en la cual el recreo es visto como una pausa en los
deberes y el premio para los buenos alumnos, una escuela en donde es
necesario correr al ritmo que marca un silbato, en donde todo debe ser
regulado.
En un correccional no tiene por qué haber
educación, ni integración en la sociedad, solamente se busca la reforma
del individuo, la adecuación a las leyes, la uniformidad. En ellos no
existe interacción ni reconocimiento del alumno como sujeto y no se
consultan sus intereses. Son un castigo y, como talo, actúan sus
directores y maestros. La humillación del alumno es norma, la limpieza
un castigo, la única didáctica la obediencia ciega. la disciplina se
logra por la vigilancia permanente, el maltrato, la falta de libertad y
autonomía, en donde no se tiene en cuenta al alumno, que se convierte en
un lugar indeseable y cerrado.
El sustento principal
del ejercicio de la violencia es la acción pedagógica, la imposición de
la arbitrariedad, la autoridad, sobre la que descansa toda
la enseñanza,
en la escuela o en el hogar. En este sistema los alumnos deben aceptar
el derecho de las personas que tienen autoridad pueden hacer lo que
deseen, o de otro modo esta autoridad se desvanece. |
If
1968. Reino Unido. 111 min.
Dirección: Lindsay Anderson
Guión: David Sherwin
Música: Marc Wilkinson
Fotografía: Miroslav Ondrícek
Montaje: David Gladwell
Reparto: Malcolm
McDowell, David Wood, Richard Warwick, Christine Noonan, Rupert Webster,
Robert Swann, Hugh Thomas, Michael Cadman, Peter Sproule, Peter Jeffrey
Premios:
En 1969 la Palma de Oro en el
Festival de Cine de Cannes.
Sinopsis:
Un remake de Cero en Conducta. Un grupo de alumnos de un internado,
liderados por Mick Travis, se rebela contra el profesorado y la
dirección, que mantienen una disciplina rayana en el terror,
contra la rigidez y el maltrato. Para ello
llevarán a cabo acciones de una desmedida violencia. Se describe
la vida en el colegio y sus férreas y anacrónicas tradiciones, la
disciplina y el maltrato al que se les somete, las relaciones entre los
propios alumnos, y el individuo contra las opresivas instituciones y el
conformismo. |
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