El deporte en el cine

Textos de Joaquín Marín Montín

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El puntero de don Honorato/Bibliografía


The Derby (1896)   Olimpiada (1938)

 La mayoría de las veces el deporte se ha asociado al cine documental justificado por el hecho de ser el formato más repetido. Las películas documentales sobre los Juegos Olímpicos son la mejor muestra de ello. Sin embargo antes incluso del cinematógrafo, las primeras imágenes deportivas están asociadas a los experimentos fotográficos de carácter científico realizados en 1873 por el británico Eadweard Muybridge, que analizando objetos en movimiento mediante la descomposición en imágenes sucesivas fotografió movimientos que nunca habían sido visto hasta entonces. Entre ellos destacó la serie de fotografías de un caballo al galope, posteriormente aplicaría esta técnica al movimiento humano tomando como referente a gimnastas. Basándose en el invento de Muybridge la biomecánica deportiva actual sigue usando este sistema a través de la denominada “fotogrametría” para la filmación de movimientos rápidos o de tipo balístico con cámaras de cine de alta velocidad para su posterior análisis cinemático bi y tridimensional en laboratorio (2002:1).

En los inicios del cinematógrafo filmar la realidad, el acontecimiento era la gran novedad y atracción del momento. En Gran Bretaña, en el contexto de la Escuela de Brighton, con el animatógrafo construido por Robert William Paul encontramos las primeras referencias deportivas de hípica y remo en los inicios del cine en Gran Bretaña  con  The Derby (1896) y Oxford-Cambridge Boat Race (1899) respectivamente. En Australia, donde el cine llegaría de la mano de los Lumiére en septiembre de 1896 a Sydney, la primera cámara fue utilizada por el fotógrafo retratista australiano Walter Barnett junto al representante de los Lumiére Maurice Sestier para registrar el 31 de octubre de 1896  dos competiciones hípicas en Melbourne: AJC Derby at Flemington y una semana más tarde la Melbourne Cup. De los primeros años del cinematógrafo en España encontramos diversas referencias de títulos asociados a la temática deportiva. En muchos casos eran denominados cuadros, de escasa duración y que mostraban simplemente escenas deportivas. Estas primeras imágenes en movimiento del deporte además de su gran valor documental han servido como recurso didáctico para analizar la evolución de estas especialidades deportivas. Hasta la aparición de la televisión y sobre todo el video, la filmación del deporte obedecía no sólo a una función documental sino también científica, especialmente en aquellos deportes en los que la enseñanza y el aprendizaje de gestos técnicos requerían de una gran dificultad, como es el caso de la gimnasia deportiva.

 

Charlot boxeador (1915) El Colegial (1927) El ídolo de barro (1949) Un domingo cualquiera (2000)
 

A medida que se va consolidando el cine, el deporte empezará a formar parte de innumerables tramas argumentales. El rol de un deportista (boxeador, piloto de carreras, futbolista,...) ha sido y sigue siendo fuente de inagotable para historias de ficción. En estas películas según se señaló en el programa del Ciclo de Cine Olímpico de Granada, “los directores han puesto la narración al servicio no sólo del deporte sino también del esfuerzo, la competición y la sublimación como metáfora del deseo, específicamente humano, de superación”.  (1996: 11)

 En otras ocasiones son determinados deportes los que sirven de trama principal para desarrollar otras historias. En este sentido Pablo Mérida afirma, “La industria cinematográfica ha visto en el deporte una sólida base argumental para los filmes más variados”.  Durante la historia del cine ha habido deportes que han inspirado más que otros hasta llegar a ser considerados como géneros propio. Es el caso del boxeo, probablemente las películas deportivas más numerosas. Pablo Mérida señala al respecto “es el deporte preferido de muchos cineastas y actores. Y también del público... la práctica del boxeo siempre ha estado mal mirada por ciertos sectores de la sociedad y ha sido un deporte polémico, acusado de salvaje y brutal, en su paso a la pantalla los combates exaltan y entusiasman a todos los espectadores por igual”.

Son miles los títulos cinematográficos cuyas historias que giran en torno a diferentes deportes, sin embargo a la hora de considerar una película como deportiva, la cifra se va reduciendo considerablemente. Sobre cualquier deporte se pueden construir infinidad de historias, precisamente porque cada deporte posee características propias. La dificultad estriba en saber entrelazar eficazmente esos elementos valiéndose de los recursos del lenguaje audiovisual y más específicamente del cinematográfico. A lo largo de la historia del cine encontramos películas que han sabido reflejar eficazmente desde un punto de vista educativo los valores del deporte.

  Algunas películas

Los primeros grandes maestros del cine ya protagonizan y dirijen obras que evocan el deporte. Charles Chaplin en 1915 realiza el cortometraje Charlot boxeador, que él mismo protagoniza. Durante la década de los veinte encontramos dos títulos protagonizados por Buster Keaton. El primero de ellos también dirigido por el propio Keaton, El último round (1926), con una historia que gira en torno al boxeo. Escenas de entrenamiento y en torno al ring ocupan en tono humorístico la parte deportiva de la película. El Colegial (1927) constituye una de las obras maestras de la época dorada del cine mudo. En ella aparecen reflejados diferentes deportes  como el beisbol, atletismo o remo entre otros. Según la crítica del propio Luis Buñuel la cinta destaca especialmente en la secuencia de la carrera de regatas, cuando el personaje principal acude en ayuda de su amada batiendo todos los récords deportivos – velocidad, carrera de obstáculos, salto con pértiga y la pelea final con Jeff. Representa el triunfo de la honestidad contra la sociedad agresiva que le rodea, elemento constante en el cine de Keaton.

Una de las primeras grandes películas deportivas del cine clásico, considerada como obra maestra es El ídolo de barro dirigida en 1949 por Mark Robson y protagonizada por Kirk Douglas. La película ofrece una cruda visión del mundo pugilístico, ahondando en la degradación moral que producen el poder y la fama. A medida que evoluciona el cine con más de medio siglo de duración el deporte ha pasado de ser un reflejo de sus valores positivos a ir mostrando su lado negativo, acrecentando sobre todo con la llegada de la televisión que en gran medida cambiará definitivamente el sentido del deporte. Rollerball... ¿Un futuro próximo? (1975) de Norman Jewinson. El Rollerball es un disciplina deportiva creada exclusivamente por la televisión y que basa su principal atractivo en la violencia: “ ...este nuevo deporte da escape al instinto natural violento del hombre, mezclando algo de patinaje con moto, fútbol americano, hockey y carreras, en una especie de sanguinaria batalla campal entre los equipos contrincantes que se agreden  hasta la muerte...”.  En palabras del propio Jewison recogidas en la rueda de prensa que realizó el pasado año 2002 en el Festival de Sevilla, Cine y Deporte: “en Rollerball expreso mis miedos sobre el nivel de violencia al que está llegando la sociedad y cómo se está ésta utilizando para entretener”. Al igual que sucede hoy en muchos deportes el escenario deportivo es un gran plató con múltiples monitores, cámaras y efectos en donde lo importante es la audiencia aunque haya que cambiar continuamente las reglas del deporte.  

Sin embargo seguirán produciéndose títulos que siguen ensalzando valores positivos del deporte. Carros de fuego  (1981) dirigida por el británico Hugh Hudson. Dos jóvenes corredores de diferentes clases sociales se entrenan con un mismo objetivo, competir en las Olimpiadas de París de 1924. Roman Gubern señala sobre la obra: “Hizo del atletismo olímpico un drama existencial y una épica” (Gubern, 1991: 468) . Desde el punto de vista deportivo es interesante comparar el espíritu olimpico de entonces frente al actual: Entusiasmo y amateurismo frente a la creciente profesionalización y la televisión. Destacar su excelente banda sonora compuesta por Vangelis y que aún hoy aún se sigue utilizando  en muchos eventos deportivos

En relación al deporte actual cada vez más vinculado al puro espectáculo televisivo o como dirían los americanos al showtime   hay que hacer especial mención a la cinta  Un domingo cualquiera (2000) de Oliver Stone, que destaca por ofrecer una nueva visión del fútbol americano, jamás visto en una película de deportes. Desde el punto de vista formal subrayar los incesantes movimientos de cámara y vertiginosas secuencias acompañado de un excelente montaje. Para el propio Oliver Stone durante la presentación del film en Barcelona,  “hoy en día, la televisión es la que decide cómo se hace el deporte. La televisión es una corporación inmensa que tiene la sartén por el mango y que dicta cómo se hace el deporte”.  Podemos ver la naturaleza del ser humano en todo su espectro, ya sean sus defectos individuales o grupales y como logramos controlar todos estos, todo esto visto desde el punto de vista de un deporte. Intenta ser una alabanza del poder del grupo y la solidaridad frente al individuo y mostrar la dificultad de mantener la ética deportiva y médica en la élite. Película muy completa no sólo desde el punto de vista cinematográfico sino también deportivo. En ella se muestran los nuevos cauces en los que se mueve el deporte en la actualidad que enlaza con la reflexión señalada por Santiago Romero “Lo que hoy nos encontramos en el deporte, a todos los niveles, es la misma carencia de valores que ostenta la sociedad en general.” (2001:2). El propio Stone calificaría su filme como una de las mejores cintas que jamás se hayan hecho sobre el deporte.  La película  no sólo refleja  la profunda transformación que ha ido sufriendo el fútbol americano en  estos últimos años sino que también está sufriendo el deporte en general, cada vez más supeditado a su retransmisión espectacular por televisión.

Por último reseñar la película finlandesa Cyclomania (2002) del director Simo Halinen. Fue además la película ganadora con el premio más importante del Festival de Sevilla, Cine y Deporte 2002. A través de un sencillo argumento sobre  la amistad y el ciclismo, la película trata sobre la  pasión de un grupo de jóvenes ciclistas que trabajan juntos como mensajeros y que cuando acaban su jornada laboral entrenan para participar en competiciones. La atmósfera del film está envuelta en imágenes de gran belleza visual que hacen que las imágenes hablen por si sola en diferentes momentos. El director ha sabido transmitir perfectamente una historia sencilla valiéndose de distintos elementos que posee el deporte. Con este último título queda palpable que sobre cualquier deporte se pueden construir infinidad de historias, precisamente porque cada deporte posee características propias. La dificultad estriba en saber entrelazar eficazmente  esos elementos valiéndose de los recursos del lenguaje audiovisual y más específicamente del cinematográfico. Dada la gran cantidad de nuevos deportes existentes en la actualidad es de esperar que se sigan produciendo películas en torno a ellos, especialmente sobre aquellas disciplinas deportivas que no gozan de tanto seguimiento mediático por parte de la televisión como pueda ser el fútbol.  

Fuentes


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