El milagro de Ana Sullivan. Una
educadora que ayuda a superar las barreras a una joven sorda y ciega
5.1. La
discapacidad como protagonista.
Esta película adapta
la autobiografía de Hellen Keller (1880-
1960), "The story of my life''
(1903), mujer ciega y sorda, escritora y activista, pionera
gracias a su trabajo hasta su muerte, en la reivindicación de los
derechos de las personas discapacitadas y los medios para conseguir su
inclusión social mediante el aprendizaje. En ella se narran sus primeros
momentos de la infancia, y su encuentro con su maestra Anne Sullivan,
que estuvo con ella hasta su fallecimiento.
William Gibson
escribió una serie de TV que adaptó posteriormente al teatro y al cine.
Con ese guión Arthur Penn realizó la película, una historia de
superación personal, lograda con el apoyo, ayuda y experiencia de Ana
Sullivan, la educadora, que propugna educar en el esfuerzo y una
valoración real de él. La película se presta a un amplio debate sobre la
necesidad de armonizar exigencia, comprensión y disciplina, la
educación, la pedagogía activa y concreta, y las dificultades de la
didáctica cuando la problemática es violenta o existe sobreprotección
familiar en la educación. Se ponen de manifiesto las capacidades de la
profesora, y las fuerzas que debe tener quien enseña para seguir
educando a pesar de todas las dificultades, con convicción, para llegar
a una liberación de la persona que debe educarse y aprender, en igualdad
de oportunidades, en participación total en la sociedad, al romper las
barreras de la discapacidad e integrarse plenamente en la sociedad.
5.2. La historia
de Hellen Keller y Anne Sullivan
Hellen Keller quedó
sorda y ciega a causa de una enfermedad cuando tenía 19 meses de edad y
se convirtió en una persona caprichosa e intratable, lo que obligó a sus
padres a buscar a una persona que la cuidara y tratara.
Llegó a desarrollarse
culturalmente y ser una escritora y conferenciante pública mundialmente
famosa. Hellen no se desanimaba fácilmente. Pronto comenzó a descubrir
el mundo usando sus otros sentidos. Tocaba y olía todas las cosas que
estaban alrededor de ella y sentía las manos de otras personas para
«ver» lo que estaban haciendo e imitaba (copiaba) sus movimientos.
Cuando tenía siete años de edad inventó 60 signos diferentes que le
servían para comunicarse con su familia. Al no poder expresarse ni
entender su frustración aumentó con la edad y su rabia iba a peor. Se
convirtió en una persona salvaje, revoltosa y muy agresiva. Esta
situación hizo que se viera claramente la necesidad de hacer algo.
Justamente, antes de cumplir siete años, la familia contrató a una
tutora privada. (Keller, 2007)
Anne Sullivan venía
de un ambiente muy pobre. Había perdido la visión cuando tenía cinco
años y fue abandonada en una casa de escasos recursos. Tuvo la suerte de
haber encontrado un lugar donde fue bien acogida, el Colegio Perkins
para Ciegos en Boston. Después de varios años, y tras dos operaciones
con éxito recuperó su visión. Se graduó obteniendo el título de honor.
Para el director de la escuela estaba claro que Anne Sullivan era la
persona adecuada para educar a Hellen Keller.
El primer paso de
Anne fue comunicarse con ella venciendo su agresividad con fuerza y
paciencia. El siguiente paso fue enseñarle el alfabeto manual. Anne le
ponía en contacto con los objetos y le deletreaba en la mano las
palabras. Así comenzó a animarse y cada cosa que encontraba la cogía y
preguntaba a Anne cómo se llamaba. Así fue preparando a su alumna con
nuevas palabras e ideas que necesitaría para enseñarle a hablar. Como
resultado de todo este trabajo, Hellen llego a ser más civilizada y
amable, y pronto aprendió a leer y escribir en Braille. También aprendió
a leer de los labios de las personas tocándoles con sus dedos y
sintiendo el movimiento y las vibraciones.
Anne la ayudó en
varias instituciones trabajando con otros materiales y textos,
enseñándole distintas lecciones y actuando como su intérprete.
Interpretaba en las manos de Hellen lo que los profesores decían en
clase, y transcribía en los libros utilizando el sistema Braille.
(Keller, 2012)
Hellen se graduó con
título de honor de la Radcliffe College en 1904, y fue la primera
persona sordociega que pudo moverse en una Universidad. Tenía un poder
de concentración extraordinario, muy buena memoria y muy buenos recursos
personales para mejorar. Mientras estaba en aquella escuela escribió «The
story of my life'» (Keller, 1978). Este libro tuvo un rápido
éxito y gracias a él ganó suficiente dinero para comprarse su propia
casa. En 1904 en la exposición de San Luis habló por primera vez en
público.
La ceguera era, a
menudo, causada por una enfermedad, causa igualmente de que muchos
vivieran en pobreza. Hellen colaboró en la creación de la Fundación
Americana para los Ciegos con el objetivo de ofrecer servicios a otras
personas ciegas. Llegó a ser famosa, invitada por muchos países y
recibió títulos de Honor de diferentes universidades extranjeras.
En 1964, Hellen fue
galardonada con la Medalla Presidencial de la Amistad, el más alto
premio para personas civiles. Poco antes de su muerte, a la edad de 87
años, Hellen Keller le
dice a un amigo: “En estos oscuros y
silenciosos años, Dios ha estado utilizando mi vida para un propósito
que no conozco, pero un día lo entenderé y entonces estaré satisfecha.”
5.3. Ficha técnica
de El milagro de Ana Sullivan, The miracle worker
EE.UU.
1962. 105 min. B/N.
Director:
Arthur Penn.
Montaje:
Ernest Caparros.
Guión:
Hellen Keller, William Gibson.
Música:
Laurence Rosenthal.
Intérpretes:
Anne Bancroft (Anne Sullivan), Patty Duke (Helen Keller), Andrew Prine
(Jimmy Keller), Inga Swenson (Sra. Keller)
Sinopsis:
Annie Sullivan llega a casa de los Keller para encargarse de una tarea
casi imposible: enseñarle el mundo exterior a Hellen Keller, una niña de
siete años ciega y sordomuda desde los dieciocho meses, a causa de una
enfermedad.
Premios: 1962. Oscar
a la Mejor Actriz (Anne Bancroft) y a la mejor actriz de reparto (Patty
Duke). Fue nominada a otros tres Oscar (mejor vestuario en blanco y
negro, mejor director y mejor guión adaptado). |
|
5.4.
Ana Sullivan.
5.4.1. Ana
Sullivan en el film.
Había sufrido ceguera parcial. Tras ser rechazada en varios centros,
acudió a la familia Keller, como institutriz, para intentar educar a
Hellen, un caso muy difícil pues la niña ya tenía siete años de edad y
la familia, por su sobreprotección y las exigencias de mayor rigor y
autoridad, entorpecían sus enseñanzas. Se la llevó durante un tiempo al
pabellón de caza para separarla de su familia y ejercer con la niña la
autoridad que no ejercían sus padres, a los que convenció de que eran un
obstáculo para su educación.
También se dio cuenta
Ana Sullivan de que la adquisición del lenguaje suponía para Hellen la
posibilidad de expresar sus sentimientos ante los demás y ante sí misma,
y el dejar de lado esa agresividad animal que utilizaba siempre que se
sentía presionada.
En la película, por
medio de flashbacks se ve a la maestra encerrada en un orfanato y como
le atormenta haber abandonado a su hermano inválido para seguir sus
estudios. Siempre lleva gafas oscuras, como para ocultar su
remordimiento pues, aunque ha recuperado la vista, “Cualquier luz me
hiere los ojos”, le dice al padre de Hellen Keller cuando éste le
dice que no le gusta hablar con una mujer que se esconde detrás de unas
gafas oscuras.
Ana utiliza con
Hellen la autoridad, incluso la violencia, pues sabe que la persuasión
no cabe en una niña que no ve ni oye. Ante la permisividad de la
familia, les hace ver, tras muchos esfuerzos, que deban adquirir su
responsabilidad educadora, aprender a tratar a Hellen como a un ser
humano, que no significa ni compasión ni permitirle hacer todo lo que
quiera."
5.4.2. Las estrategias y acciones
didácticas de Ana Sullivan.
Hellen aprendió a
leer cuando Ana le permitía tocar las cosas y se las deletreaba, con
toques en la mano de la niña. Así le fue enseñando el alfabeto manual.
Para enseñarle a
hablar, Sullivan ponía la mano de Hellen en su garganta para que pudiera
sentir las vibraciones creadas al comunicarse. Y hacía que Hellen
tratara de formar estas mismas vibraciones.
La agresividad de Hellen la canalizó Ana
mediante lecciones de paciencia y firmeza. Creó en ella un ansia de
aprender que aumentaba cada día.
De la misma forma, se ganó el afecto de
la niña, tras una etapa de hostilidad, y el respeto y admiración de sus
padres, muy críticos con los primeros intentos.
Mapa
conceptual: Cuadro elaborado por el autor de la página
5.5. Hellen
Keller
Hellen nació sorda y ciega. Al no poseer
más referencias exteriores que el tacto, el gusto y el olfato, sus
padres dieron su aprendizaje por perdido y le permitieron hacer lo que
quería, convirtiendo a la niña en una rebelde caprichosa a la que daban
todos los gustos.
Al ser separada de su familia por Ana
Sullivan, no le quedó otro remedio que vincularse a ella y obedecer.
Cuando fue capaz, con la ayuda de su profesora, comprender su primera
palabra, su vida cambió profundamente.
5.6. El ámbito familiar de la
familia Keller)
La familia Keller era una familia
burguesa que vivía en una zona de campo. Un matrimonio con dos hijos, el
mayor, James, y la pequeña, Hellen. Más tarde llega una nueva niña,
recién nacida en el film.
5.6.1. El padre.
El padre de Hellen
piensa que es un caso perdido y que hay que encerrarla en un manicomio.
Mientras tanto, le consiente todo, no acepta en sus comienzos la forma
de comportarse su institutriz, Ana Sullivan, “¡Ciega! ¡Cómo es posible
esperar que una ciega llegue a enseñar a otra!”. A lo largo del film se
va dando cuenta, iniciado por Ana, de que para ayudar a su hija debe
volverse más severo con ella.
5.6.2. La madre. Kate Keller
La madre está en una
especie de segundo plano, más optimista que su marido en cuanto a la
posibilidad futura de Hellen, igual de sobreprotectora que él, busca el
camino del cariño, muy triste por la situación de la niña y no desea
separarse de ella, aunque tampoco sabe muy bien qué caminos tiene de
tratarla como ser humano. Anna Sullivan le enseñará a Kate Keller que
con compasión Hellen nunca aprenderá nada de nada.
Cuando ve los
resultados, Kate desea aprender el lenguaje que Anna Sullivan quiere
enseñar a su hija.
5.6.3. El hermano. James Keller
Aunque en un
principio del film James se mueve por los celos hacia su hermana, que le
quita protagonismo y quiere que se vaya al internado, tras una
conversación con la maestra, en la que ve que su padre tampoco le hace a
él ningún caso, apoya la labor educativa de Anna y le dice a su a su
padre la verdad: él no es sordomudo como su hermana. En el mismo
instante en el que se enfrenta a su padre desaparecen los celos hacia
Hellen y desea de verdad que su hermana pueda conseguir una vida mejor
que la que tiene.
|
5.7. Diálogos de la película
“El milagro de Ana Sullivan”
ANA SULLIVAN “Todo lo
que el hombre piensa, siente y sabe lo expresa con palabras, y ellas
disipan las tinieblas… Y yo sé, estoy segura, de que con una palabra
conseguiría poner el mundo en tus manos. Y bien sabe Dios que no me
conformaré con menos.”
En la película se
compara en innumerables ocasiones su situación con una cárcel, y las
metáforas del encierro y de la liberación de ese encierro están
presentes desde el comienzo, cuando Hellen se halla en su cuna y el
médico que la atiende se muestra optimista ante la pronta recuperación
de la niña:
KATE KELLER.- Doctor,
¿se pondrá bien mi niña?
MÉDICO.- Mañana por
la mañana estará rompiendo otra vez los barrotes de la cuna.
KATE KELLER.- ¿Hay
algo que podamos hacer nosotros?
CAPITÁN KELLER.-
Poner barrotes más fuertes, ¿eh?
ANA SULLIVAN. “Ahora
cuanto tengo que enseñarte cabe en una sola palabra: todo.”
El padre, echa en
cara a Anna sus duros métodos de enseñanza le pregunta con recelo:
CAPITÁN KELLER. Señorita, ¿no quiere usted a la niña?
ANA SULLIVAN. ¿Y
usted?
En ese momento el
capitán se queda mudo porque en realidad nunca se había hecho esa
pregunta y no estaba preparado para responderla. De hecho, su principal
preocupación respecto a Hellen es cómo conseguir que la niña no le
moleste:
Cuando Hellen
recorre la mesa cogiendo con la mano de todos los platos de los
comensales, y Anna Sullivan no cede ante los intentos de la niña por
coger también de su plato:
CAPITÁN KELLER.
Déjela por esta vez, es la única manera de que podamos conversar en la
mesa.
Al ver los
progresos en la conducta de su hija manifiesta su asombro y elogia la
labor de Anna como si ésta estuviera educando a un perro en vez de a un
ser humano.
CAPITÁN KELLER.
Estamos más que satisfechos. Le ha enseñado a hacer cosas, a ser dócil,
manejable, aseada.
ANNA SULLIVAN. -
¿Aseada?
CAPITÁN KELLER. Y
nosotros decimos que el aseo está cerca de la perfección.
ANA SULLIVAN. El aseo
no está cerca de nada.
La actuación y las
ideas de Ana van calando en la familia.
ANA SULLIVAN.- Sólo
le he enseñado una cosa: No. No hagas esto, no hagas lo otro…
CAPITÁN KELLER.-
Menos le enseñamos nosotros durante años.
Kate Keller.- ¿Cuándo
aprenderá?
Anna Sullivan.-
Quizás dentro de un millón de palabras. […]
Kate Keller.- Lo que
me gustaría es aprender también esas letras, señorita.
Anna Sullivan.-
Mañana empezaré a enseñárselas, así nos tocará medio millón a cada
ANA SULLIVAN. Señora
Keller, la ceguera o la sordera no el peor mal para Hellen, es el cariño
de ustedes y su compasión. Entre todos la han criado como a un perrillo
faldero, pero incluso a los perros se les educa.”
Conversación de
Ana Sullivan con James, el hermano de Hellen
ANA SULLIVAN.- Cuento
con Hellen, esa cabecita se está muriendo por saber.
JAMES KELLER.- ¿Saber
qué?
ANA SULLIVAN.- Lo que
sea. Hasta la cosa más pequeña que Dios ha creado. Tengo que aprovechar
ese afán de saber.
JAMES KELLER.- Tal
vez ella le enseñe a usted.
ANA SULLIVAN.- ¿En
qué sentido?
JAMES KELLER.- Que no
tiene tal afán, y que existe todo eso que se llama desaliento,
resignación y abandono. Tarde o temprano todos nos rendimos, ¿verdad?
ANA SULLIVAN.- Tal
vez lo hagan ustedes. Así concibo yo el pecado original.
JAMES KELLER.- ¿Cómo?
ANA SULLIVAN.-
Rindiéndose.
JAMES KELLER.- Usted
no llegará hasta su corazón. ¿Por qué no la deja en paz y le tiene un
poco de compasión por ser como es?
ANA SULLIVAN.- Si
alguna vez hubiera pensado así me hubiera muerto.
JAMES KELLER.- Se
morirá igual. ¿Por qué preocuparse? ¿O es que también me quiere dar
lecciones a mí?
KATE KELLER.-
Señorita Anna. Todavía no conoce usted bien a la niña. Ella…
ANA SULLIVAN.-
Conozco muy bien lo que es una vulgar rabieta y una chiquilla malcriada.
CAPITÁN KELLER.- La
comprendería usted mejor si pudiera sentir un poco de compasión.
ANA SULLIVAN.-
¿Compasión? ¿Por esa déspota? Todos están pendientes de sus caprichos.
¿Hay algo que ella quiera y no consiga? ¿Sabe en qué la compadezco? En
que el sol no lucirá para ella en toda su vida aunque ustedes le digan
lo contrario. ¿De qué le servirá su compasión cuando a usted le cubra la
tierra?
KATE KELLER.-
Señorita Anna, de nada sirve perder los estribos.
ANA SULLIVAN.- Sí,
eso es muy cómodo. Cuesta menos tenerle compasión que enseñarle algo
mejor, ¿verdad? |
5.8.
Algunas claves para analizar la película
¿Cómo se enfrenta Ana
Sullivan a la violenta agresividad de Hellen?
Analizar los momentos
violentos de Hellen y comparar cómo actúan sus padres y cómo actúa Ana
Sullivan
Analizar las
metáforas visuales de la película
La cárcel: los
barrotes de la cuna, la oscuridad de la casa en contraposición con la
luminosidad del exterior, la balaustrada de la escalera con barrotes de
la casa, enredarse entre las sábanas tendidas en el exterior de la casa,
los brazos de su madre que le aprieta, la imagen aprisionada en la bola
del árbol de navidad, que deforma la imagen de la niña, la prisión del
desconocimiento del lenguaje.
La liberación
mediante el lenguaje
¿Por qué Anna lleva a
Hellen al pabellón de caza, y la encierra?
¿Qué pasa cuando la
saca de paseo? ¿Ejerce Anna violencia con Hellen?
Interpreta los
luminosos momentos de la película en el paseo de Hellen con Anna.
¿Qué significado
puede darse a la secuencia en la que Hellen toca el cascarón roto del
que sale un pollito?
|