Ir a erotismo en el arte

 

Erotismo en el arte románico y medieval

©Enrique Martínez-Salanova Sánchez

 

 

Arte, erotismo y representaciones en el arte románico


Las dificultades que tuve para trabajar con el arte erótico medieval. En Cantabria, en la colegiata de Santillana del Mar, llegamos un día hace más de treinta años cuando recientemente se habían extraído, de una excavación en la esquina del claustro, unos  capiteles, enterrados de hacía años. Mi sorpresa fue que al limpiarlos con una manguera descubrí tallas de erotismo explícito. Varios años después pregunté por aquellos capiteles y primero me dijeron que no existían, reivindiqué mi lucidez mental y mi falta de obsesiones libidinosas, y dí muestras fehacientes de que había visto aquellos capiteles. Y me señalaron algunos. Actualmente, creo que están colocados en lo más alto de lo más alto, y tal vez con prismáticos se puede atisbar algo. También en la catedral de Ávila un tiempo después, a partir de documentos que encontré, fui a buscar las evidencias de unas tallas eróticas en la sillería del coro. Allí me fui con una linterna, me descubrieron y expulsaron, los sitiales estaban clavados.... hoy tengo algunos, de otras catedrales, encontrados en Internet, y expongo algunos más abajo. He estado en varios de los lugares que enseño en esta Web y no siempre he podido hacer la foto mejor, por el lugar en el que están colocadas, precisamente para que no se vean bien, o simplemente porque están ocultas, escondidas, o clavadas, como en el caso de sillerías de coro. Ya los siglos se encargaron de destruirlas, el viento, el agua o el clima, y los lugareños, a veces guiados por los párrocos, que en algunas festividades señaladas se dedicaban a tirar piedras contra ellas..

El románico es un estilo constructivo y artístico nacido en el feudalismo temprano; pero además, manifestación de la potente espiritualidad de una sociedad que proyectó en los capiteles, los frescos y las portadas de sus templos sus anhelos, esperanzas y creencias. Dragones, gorgonas, grifos y quimeras pueblan el bestiario medieval; son el perfecto testimonio de la extraordinaria libertad de expresión alcanzada por aquellos artesanos de la piedra, aquellos masones operativos que hicieron de la tolerancia y el cosmopolitismo su seña de identidad por antonomasia. Aquellos antiguos masones eran hombres libres en un mar de siervos. Libres para ejecutar sus obras con un grado de autonomía expresiva que no tiene mucho que envidiar al presente. De hecho, mientras que la simbología gótica es plenamente cristiana, el románico introduce significados paganos.

El volumen de imaginería románica explícita o implícitamente erótica es muy considerable. Y lo sería aún más, de no haber desaparecido en gran parte a causa de las sucesivas cribas y censuras que se han realizado a lo largo de los siglos. El descubrimiento del románico erótico, en el entorno del maravilloso románico en general, nos permite ver la historia, el arte, las creencias y las costumbres desde otro punto de vista.

Ya en la introducción de este apartado general de Arte y erotismo a través de los siglos, expongo las razones por las que me interesé en este tema y especialmente en el románico, en visitas y encuentros en Cantabria, en la colegiata de Santillana del Mar, la catedral de Ávila, y otros templo románicos de la zona norte española.

En las escenas sexuales del arte románico hay una serie de representaciones que se repiten con frecuencia, hombres itifálicos, onanistas o no, animales (por ejemplo, monos) en esta misma actitud, mujeres mostrando su sexo (se interpreta que cuando llevan su cabeza cubierta por toca se trata de mujeres casadas), coitos entre humanos, y coitos entre animales.

Es complicado explicar cómo en un mundo oscuro dominado por la religión, que perseguía todo tipo de expresiones sexuales, se den tantos ejemplos de iconografía erótica, que hoy tal vez denominaríamos pornográfica, tan explícitos en lugares muy visibles de las iglesias de toda Europa. Se han dado toda suerte de explicaciones, juego de humildes canteros (complicado explicar por qué algunas de las escenas más llamativas se encuentran en importantes iglesias monásticas), o que estas imágenes son una incitación a procrear, por la necesidad permanente de repoblación o, una de las teorías más divulgadas y aceptadas es que tales imágenes eran una abierta condena de prácticas pecaminosas y que por tal motivo se hallan en el exterior de los templos, trasunto de la vida terrena, estando ausentes en el interior, donde habita lo divino. Pero esto tampoco es tan exacto, pues por ejemplo, en la iglesia cántabra de Villanueva de la Nía, una mujer exhibicionista mira a los feligreses desde el arco triunfal y otra al sacerdote, mientras que en Santillana del Mar, también dentro del templo de esta importantísima colegiata, hay una clara escena en que la mujer acaricia el pene de descomunales proporciones de su amante. Otros autores ven en estas representaciones una forma de plasmar la vida cotidiana de mundo feudal, alejado por completo de nuestros esquemas tradicionales. Hablan así de una continuidad de las culturas de la Antigüedad (Egipto, Grecia o Roma) en donde el sexo y su representación no planteaba ningún escrúpulo moral.  "El hombre medieval mezclaba fácilmente lujuria y fe", sobre todo "en una sociedad bastante paganizada, en donde el cristianismo tenía más de imposición que de convicción".

Estas representaciones se hallan sobre todo en el exterior de las iglesias, muy frecuentemente en canecillos y menos en metopas. También hay casos en que se encuentran en los capiteles de ventanales. Es mucho más excepcional hallarlas en el interior. Sí debo comentar, aunque no tengo la documentación para demostrarlo, que en la Colegiata de Santillana del Mar, los capiteles que yo vi extraer de un rincón del claustro, se colocaron posteriormente en lugares de gran altura en el interior del templo. Eso fue lo que me comentó uno de los guías cuando años después quise saber sobre ellos.

Algunos datos introductorios los he tomado de Nicolás Brihuega, La sexualidad en el arte de la edad media, imaginería erótica del románico.  Las fotografías son de lugares variados, muchas de ellas de Internet, otras propias, hechas con dificultades.

Colegiata de Santa Cruz. Castañeda (Cantabria)

 

Iglesia de San Pedro de Tejada.
Puente Arenas (Burgos). Siglo XII.

 

 


Coito

San Miguel de Fuentidueña (Segovia)

 

Ella lo masturba

Santillana del Mar, Cantabria

 

Mujer y dragones

Capitel románico en la iglesia de San Pedro el Viejo, Huesca

 

 

El erotismo en los templos románicos en la Península Ibérica


En el románico español, las expresiones y simbología erótica las podemos encontrar en innumerables iglesias. Es claro que la mayor densidad de iconografía sexual se halla especialmente en el sur de Cantabria y norte de las provincias de Palencia y Burgos, siendo el epicentro de este tipo de escultura la célebre Colegiata de Cervatos, junto a Reinosa. En la comunidad cántabra es en la Cuenca del Besaya y las comarcas de Campoo y Valderredible donde más ejemplos encontramos: Cervatos, Bolmir, Yermo, etc. En Palencia se sitúan en la zona nororiental, en la Montaña Palentina, que es vecina a Cantabria. Entre los lugares concretos citamos San Cebrián de Mudá, Revilla de Santullán, etc. En Burgos es frecuente encontrar arte erótico también en el norte: Tejada, Valdenoceda, etc.

Sin embargo, la difusión es mucho más amplia, pues también existe escultura románica erótica en iglesias de Segovia (Fuentidueña y Brahona del Fresno), Soria (Castillejo de Robledo) y sureste de Burgos (Vizcaínos)

Tal profusión de iconografía sexual y pagana se da sobre todo en los metopas (los espacios que quedan entre dos triglifos en el friso del orden dórico), canecillos y capiteles de las iglesias románicas del norte peninsular. Grotescos personajes, pícaros, contorsionistas, hombres y mujeres exhibiéndose sexualmente, extraños animales demoníacos... Es habitual contemplar relieves y esculturas de parejas besándose, copulando, desnudos o mostrando sus miembros sexuales en escandalosas posturas.

Las imágenes eróticas se hallan sobre todo en los muros exteriores de los templos, pero también en los interiores, como coros, pilas bautismales, en ciertas miniaturas e incluso en algún tapiz, que acompañan a escenas bíblicas, a imágenes de guerreros de la propia época, a horóscopos, animales diversos (reales o fantásticos), cacerías, labriegos en distintas ocupaciones, músicos o danzarines. He sacado información de textos de Alex Guerra Terra.


San Quirce de los Ausines (Burgos)

Canecillo, Románico Erótico - Colegiata de Santa Juliana, Santillana del Mar, Cantabria

Colegiata de San Martín de Elines.
Valderredible (Cantabria). Siglo XII.

 

Basílica de San Martín. Mondoñedo
(Lugo). Siglo XII.

Pareja.  El miembro masculino está mutilado. Iglesia Santiago de los Caballeros en Zamora.

Iglesia de Santa María de Yermo, Cantabria

 


Exhibicionistas, mujer, arriba, hombre, abajo, en la iglesia de Alaitza, Álava, del siglo XII. Foto de Enrique Martínez-Salanova

Canecillos en poses eróticas en el exterior de la Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora, en Añua, Álava, un hombre y una mujer en poses exhibicionistas. Foto de Enrique Martínez-Salanova.


San Pedro de Cervatos, en Cantabria


La Iglesia de S. Pedro de Cervatos, único resto de este antiguo monasterio, constituye por sus características el mejor ejemplo que tenemos de toda esta temática e iconografía que en un principio denominamos como erótica. Son decenas la figuras, algunas de ellas representaciones del coito humano, en San Pedro de Cervatos hay dos muy claros, uno en uno de los canecillos del tejaroz de la portada y otro en el ábside. Por lo que respecta al coito entre animales, éste aparece en una de las metopas labradas que existen entre los canecillos del tejaroz.

“Las características de esta iglesia en el exterior es el predominio de las representaciones lúbricas y fálicas. En muchas iglesias de esta época se advierte la delectación de los autores en representar alucinaciones sexuales; pero aquí, en Cervatos, en un país frío y triste, es cosa extraña.” PÍO BAROJA: Desde la última vuelta del camino.

“Las esculturas del ábside, así como las de los canecillos exteriores, son de un realismo vivo y de una labra delicada, con un desenfado en los motivos eróticos que causa sorpresa. La iglesia está muy bien conservada y es muy significativa, porque parece estar a la cabeza de todo un grupo del estilo que se extiende por el campo palentino y por el Norte de la provincia de Burgos.” DIONISIO RIDRUEJO: Castilla la Vieja.

En el capitel del lado oeste encontramos la figura más emblemática de Cervatos: una dama casada (con toca en su cabeza) que con sus manos eleva las piernas mostrando su sexo a la persona que está en el capitel de enfrente, quien, con un falo enorme, se lleva las manos a la cabeza. En el ventanal al pie del muro se repite  la misma escena, sólo que en posición inversa. Entre los canecillos eróticos destacamos: tres parejas (en canecillos separados) haciendo el amor, un hombre masturbándose, una mujer a la que dos serpientes le muerden los pechos, un hombre itifálico (con un gran falo) con las manos en la cabeza; una mujer mostrando su sexo, con alguien asomándose por detrás, varios canecillos con animales en el coito, y varios canecillos con músicos, saltimbanquis, bailarinas y juglares y dos mujeres pariendo. La buena conservación de estas esculturas, su evidente disposición y la continua repetición de las mismas escenas, han convertido a este edificio románico en la mayor referencia del llamado “románico erótico”.

Un detalle con tres de los canecillos. El primero de nuestra izquierda muestra una pareja en plena cópula. A continuación, una escena de parto. La mujer se echa las manos a la cabeza, en señal de dolor. El niño, se aferra a los tobillos de su madre. El tercer capitel es una figura de grandes cuernos.

Bajo el alero del ábside, figuras que destacan por su realismo y actitud provocativa.

 

Pareja de animales copulando y dos cabezas humanas al fondo.


Cópula en san Pedro de Cervatos, Cantabria. Canecillo nº V del tejaroz

San Pedro de Cervatos

Autofelatio en la Iglesia de Cervatos, Cantabria

Cópula en san Pedro de Cervatos


Europa: templos con esculturas eróticas


Hasta la invención de la imprenta, que facilitó la obtención masiva de copias, solo las clases altas podían costearse los escasísimos libros de temática erótica que siempre se escribían y dibujaban a mano, por lo que quedaban lejos de las clases sociales más bajas cuya posibilidad de adquirirlos era nula. Existen interpretaciones que explican las numerosas alusiones al sexo en algunos templos son debidas a la libertad total que los canteros y artistas tenían a la hora de labrar sus obras, pero no hay que olvidar que dichos canteros no hacían otra cosas que trabajar para el clero y para ricos nobles que al final eran los que pagaban su trabajo.

Lo cierto es que las imágenes que los canteros medievales dejaron esculpidas en los relieves que se exponen, son interpretadas a la luz de la herencia de una sabiduría y cultos ancestrales transmitidos a través de los misterios paganos de la Antigüedad y de la llamada Tradición Hermética, que pasando por la cultura precristiana y románica, alcanzaría uno de sus momentos de esplendor en obras del arte humanista del renacimiento de fuerte influencia neoplatónica.


 

Iglesia de Sainte Colombe, Charente, Francia

Eglise Saint-Genès, Châteaumeillant, Cher

Champagnolles, Charente-Maritime, France

 

Iglesia de Santa María y San David. Siglo XII. Herefordshire.Inglaterra.

Catedral de Poitiers, Francia

 

Iglesia de santa Radegonde, Poitiers, Viennes, Francia

 

Abson, Somerset, Inglaterra

Iglesia de santa Radegonde, Poitiers, Viennes, Francia

Kilcoe Castle, Cork, Irlande


Imágenes del románico erótico en la península ibérica.

 

Catedral de Tudela, a la derecha, el demonio lleva a cuestas a un hombre y una mujer, tal vez castigados por adulterio, a la izquierda, el dieblo lleva atados por los genitales a dos personas.

San Martín de Frómista. En ella trabajó el famoso "Maestro de la Orestíada" o "Maestro de Jaca-Frómista", que se inspiró en un sepulcro romano procedente de la cercana población palentina de Husillos.

la Lujuria en un canecillo de la iglesia de Santa María de Uncastillo (Zaragoza)

Románico Sanabrés posiblemente reutilización de una piedra romana

Orgía en grupo. Iglesia Santiago de los Caballeros, Zamora. Siglo XI. (fotografía Jose Antonio Gil Martínez, wikipedia)

 

Exhibicionistas, en San Cipriano de Bolmir

Pilar de la lujuria. Colegiata de Armentia (Álava), siglo XII. Museo Arqueológico Nacional, Madrid. Foto de Enrique Martínez-Salanova


El Decamerón, amor cortés en el medioevo


Los textos medievales y sus ilustraciones también recogen aspectos muy ligados al erotismo, y arrojan luz sobre la práctica de sexo en esa época, alejando estereotipos como el cinturón de castidad y desmitificando algunos aspectos.

La Iglesia consentía, además, ciertas prácticas sexuales ahora censuradas, como la prostitución femenina, porque, según refleja la muestra, se consideraba un oficio de salubridad pública y una importante actividad económica.

En la Edad Media, entre los siglos V y XV, hubo «períodos más liberales de lo que se cree», en los que se cuestionaba el celibato eclesiástico y cerca de un 30 por ciento de los sacerdotes vivía en concubinato. Aunque es cierto que la doctrina religiosa no siempre fue permisiva y marcó reglas como la prohibición del sexo durante dos tercios del año por respeto al calendario católico, fue a raíz de la expansión del protestantismo de Martín Lutero, en el siglo XVI, cuando «comenzó a imponer una doctrina más rígida para combatirlo».

La única posición sexual permitida era la «natural», en la que el esposo se extendía sobre su mujer con el único objetivo de procrear, y los clérigos tenían la obligación de instruirse en todas las posturas conocidas para poder imponer las penitencias. El adulterio, aunque era un pecado reconocido, solo se condenaba cuando lo cometía una mujer, a las que se solía sancionar con el pago de una multa, mientras que sobre el hombre adúltero no caían reprimendas porque su error era visto como una falta «espiritual».

El reflejo ilustrado de esas costumbres se realizaba de forma recurrente a través de símbolos y metáforas, en las que abundan las representaciones de los atributos masculinos como pájaros o elementos de charcutería y de los senos femeninos con porciones de queso tierno y blanco.

Un texto significativo del siglo XIV es El Decamerón» del italiano Giovanni Bocaccio, que narra algunas historias de adulterio femenino.


El clérigo comparte una comida con una pareja y se acuesta con la esposa mientras que el marido reza en la terraza. Ilustración del Decamerón.  siglo XVI

Trío.  Ilustración del Decamerón, siglo XV.


Leyenda de la Papisa Juana (Entre la Edad Madia y el Renacimiento)


Ver Arte erótico en el Renacimiento

La leyenda de la papisa Juana sostiene que Juana, nacida en el 822  cerca de Maguncia, era hija de un monje. Su padre, Gerbert, formaba parte de los predicadores  anglos para difundir el Evangelio entre los sajones. La pequeña Juana creció inmersa en ese ambiente de religiosidad y erudición, y tuvo la oportunidad de poder estudiar, oportunidad vedada a las mujeres de la época. Puesto que sólo la carrera eclesiástica permitía continuar unos estudios sólidos, Juana entró en la religión como copista bajo el nombre masculino de Juan el Inglés.

Según Martín el Polaco, la suplantación de sexo se debió al deseo de la muchacha de seguir a un amante estudiante. En su nueva situación, Juana pudo viajar con frecuencia de monasterio en monasterio y relacionarse con grandes personajes de la época. Juana se trasladó a Roma en 848, y allí obtuvo un puesto docente. Siempre disimulando hábilmente su identidad, fue bien recibida en los medios eclesiásticos, en particular en la Curia. A causa de su reputación de erudita, fue presentada al papa León IV y enseguida se convirtió en su secretaria para los asuntos internacionales. En julio de 855, tras la muerte del papa, Juana se hizo elegir su sucesora con el nombre de Benedicto III o Juan VIII. 

Dos años después, la papisa, que disimulaba un embarazo fruto de su unión carnal con el embajador Lamberto de Sajonia, comenzó a sufrir las contracciones del parto en medio de una procesión y dio a luz en público. Según Jean de Mailly  , Juana fue lapidada por el gentío enfurecido. Según Martín de Opava  o Martín el Polaco, murió a consecuencia del parto.

Y  aunque no existe documentación oficial que pueda verificar que la historia llegase a ocurrir realmente, en los siglos XIV y XV, esta Papisa era ya considerada como un personaje histórico, y nadie dudaba de su existencia. Ocupaba un lugar entre los bustos de la Catedral de Siena. Bajo el Pontificado de Clemente VIII y debido a su solicitud fue transformado en el Papa Zacarías. El teólogo protestante Jan Hus hace mención de la Papisa Juana y nadie cuestionó históricamente su existencia. Este teólogo veía a la Papisa Juana como la encarnación de la prostituta o Ramera de Babilonia  descrita en el Apocalipsis.

Reproducción de Heinrich Steinhöwel a partir de  Giovanni Boccaccio, "De mulieribus claris", impreso por Johannes Zainer at Ulm hacia 1474


Protectores medievales


El material de esas insignias o medallas era estaño y alguna vez de bronce. Como hay alguna de metales nobles, incluso de oro, se puede deducir que también eran usadas por clases altas. Insignias con motivos y temas que han sido descritos como eróticos u obscenos, pueden no haber tenido intención moralizadora o decorativa; se llevaban la mayoría de las veces para ser vistas por los demás, portadas por el "homo viator" (como la que lucimos los afortunados amigos de Juan Ramón, ésta casta y presentable) y su popularidad, deduce Ruth, era porque funcionaban como protectores. Koldeweij afirma que protegian del mal. "Para el hombre medieval no habían diferencia esencial entre la primitiva función religiosa o profana de esas insignias, fueran cristianos o no cristianos". Cuando volvían de su peregrinación, colgaban como amuletos esas insignias en la casa, la cuadra o el campo, como protección. Esas insignias colgadas, por ejemplo, junto a las pilas bautismales, al tintinear emitían sonidos, precisamente lo que molesta a los diablos.
"Las insignias o medallas que reproducen sexos, tienen la propiedad de sorprender y divertir, la combinación apotropaica perfecta" dice Malcolm Jones.


Sillerías de coro


Son muchas las sillería de coro en toda España las que en la parte baja de los asientos se encuentran tallas que ridiculizan las costumbres del momento, que presentan imágenes de escenas amatorias o de frailes en situaciones grotescas y eróticas. Hay muchas hipótesis al respecto, alguna de ellas hace alusión a la diferencia entre quienes ostentaban cargos y prebendas catedralicias, y los frailes, sobre todo los mendicantes, que eran gente de poca cultura y muy desprestigiados por el clero alto. Otra realidad es que en muchas de las sillerías se exponen los diferentes pecados, aunque en algunas de ellas el vicio más representado era era el de la lujuria. Aunque su caracterización acostumbraba a ser variada con frecuencia aparecía simbolizada por la mujer como incitadora del vicio. Por la literatura de la época conocemos que en las ciudades los burdeles eran abundantes, y cómo los baños comenzaron a ser considerados como lugares de asueto no excesivamente recomendables cuando se extendieron los baños mixtos (para los dos sexos).


Zamora. Pecado de lujuria, una mujer cabalga sobre un hombre, inspirado en el Lai - una narración corta de carácter humorístico.

Zamora. Un mono huele el trasero de un hombre que vuelto de espaldas levanta sus ropas hasta la cintura; los animales representados son personificaciones habituales de la lujuria.

Zamora. Solicitación durante la confesión, en la que el clérigo introduce una de sus manos bajo la falda de la mujer en presencia de una criada.


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