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La pizarra
Educación para
todos
©Enrique
Martínez-Salanova Sánchez
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El
puntero de don Honorato/Bibliografía/Lecturas
de cine/Glosario
de cine
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La pizarra. Metáfora de una situación límite en la que cabe la esperanza
Para la directora,
«las pizarras son lo único que tras la guerra, un objeto concreto, casi
un símbolo gráfico de lo que se consiguió salvar», «La pizarra es
sinónimo de ese nuevo comienzo en una región vapuleada por la guerra y
la revolución, un nuevo comienzo que ha de pasar infaliblemente por la
pizarra de una escuela» (La directora: Samira
Makhmalbaf). En esta película,
se observa una situación desde dos puntos de vista diferentes. Por un lado, la alfabetización,
por la que los profesores se buscan la vida
enseñando a quién quiera aprender y por otra las pizarras, que también sirven para
hacer muletas y resguardarse de la lluvia de balas.
Una metáfora de
una situación límite en un país asolado en la que una de las pocas
esperanzas es que las cosas cambien por medio de la educación, con un
trasfondo de guerra y violencia, un retrato de gentes
cultural y económicamente desheredadas, víctimas de la ignominia
representada por dictadores que exterminan cualquier vestigio de
humanidad y manipulan conciencias y creencias.
Los profesores
van a los alumnos, o eso esperan encontrar. Tablero en la espalda,
caminan por despeñaderos buscando en pequeños caseríos sus alumnos. Un
profesor grita: ¿quién quiere aprender?. Nadie contesta, nadie parece
estar. La alfabetización va después del hambre. Los niños de ese
lado del mundo no van a la escuela, porque no hay escuelas. Y las
niñas... ¿dónde están las niñas?. Con el tablero en
la espalda un profesor repite el abecedario a los niños contrabandistas
de estas fronteras de las rocas infértiles. Los niños son las cargas,
las mulas efectivas de la frontera; cargan en la espalda el sustento
de sus familias.
«Con mis films
—puntualiza la directora— quiero atrapar la realidad del momento, pero
sublimando siempre lo que es un mero retrato documental con el lirismo,
la interiorización del sentimiento. La pizarra es algo más que el
seguimiento puntual de unos profesores en una situación concreta: son
pinceladas de historias de amor, de momentos oníricos, cómicos...».
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La pizarra. Película
La Pizarra. Takhté siah/Blackboards
2000. Irán. 85 min.
Dirección: Samira
Makhmalbaf.
Guión: Mohsen
Makhmalbaf, Samira Makhmalbaf.
Fotografía:
Ebrahim Ghafouri.
Música: Mohammad
Reza Darvishi.
Montaje: Mohsen
Makhmalbaf.
Producción:
Makhmalbaf Productions, Fabrica, Rai Cinemafiction, T-Mark
Intérpretes: Saeid Mohammadi, Bahman Ghobadi, Behnaz Jaffari, Mohammad
Karim Rahmati Rafat Morad, Mayas Rostami, Saman Akbari
Sinopsis: Narra el periplo de un grupo de profesores que,
tras un bombardeo en el Kurdistán iraní, vagan de una ciudad a otra
por las montañas kurdas con una pizarra al hombro, buscando estudiantes a los que enseñar. En su camino encuentran gentes
de edades y formas de vida variadas en un esfuerzo para ayudar y
compartir sus conocimientos con cualquier persona que está dispuesta a aprender.
La película se
desarrolla en el Kurdistan iraní, cerca de la frontera con Irak, donde
vaga un grupo de profesores nómadas llevando sus pizarras atadas con
correa a la espalda, para protegerse contra un enemigo militar invisible
entre el terreno montañoso, a la búsqueda de pupilos con quienes
intercambiar educación por sustento. Después de un ataque de un
helicóptero del ejército los profesores se separan. Uno de ellos, Said
(Saeed Mohamadi), cae entre un grupo de vagabundos de Irak que intentan
hacer su peligrosa vuelta a casa. Consigue ganarse la confianza del
grupo usando su tablero como transporte para uno de los mayores. Said
entonces intenta conseguir la mano de Hahaleh (Behnaz Jafari), la hija
del hombre viejo, ofreciendo su tablero como dote. Mientras tanto, su
compañero el profesor Reeboir (Bahman Ghobadi) se encuentra entre un
grupo de muchachos jóvenes para quienes la educación tiene poco valor.
Endurecidos por la cruda realidad de la existencia en las montañas, los
muchachos procuran sobrevivir pasando mercancías de contrabando a través
de la frontera entre Irak e Irán.
La guerra
se mantiene siempre en un segundo plano, pero está omnipresente en el
constante ruido de las ametralladoras.
Rodada en Irán,
en su gran mayoría con actores aficionados y con imágenes de un
bellísimo paisaje agreste, se inscribe en ese estilo «documental de
ficción» convertido en la seña de identidad de un amplio sector del cine
iraní. Los dos únicos
actores profesionales son Bahman Ghobadi y Said Mohamadi.
Premio
del Jurado en el Festival de Cine de Cannes 2000.
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Samira Makhmalbaf. La
directora
«Dirigir cine
siendo mujer es casi una proeza, pero hacerlo, además, siendo iraní es
todo un desafío» (Samira Makhmalbaf).
Samira Makhmalbaf nació
el 15 de febrero de 1977 en Teheran, Irán. Es hija del cineasta Mahsen
Makhmalbaf y de la guionista Marziyeh
y hermana de la
cineasta Hana Makhmalbaf y del productor Maysam Makhmalbaf.
Cuando tenía 8 años participó en la película de su
padre The Cyclist. Entre 1994 y 1997 realizó sus estudios de cine
en una escuela privada donde hizo dos cortos: Desert y
Painting Schools (documental).
En 1997, trabajó como ayudante de dirección en
The Silence y dirigió su primera película Sib (La manzana),
siendo la realizadora más joven en competir jamás en
el Festival de Cannes de 1998, que ganó numerosos
premios en festivales internacionales.
En 2000 dirigió las películas Takhté
siah, La pizarra y Panj é asr
(A las cinco de la tarde, 2003), ambas ganadoras del Premio del
Jurado en el Festival de Cannes. Posteriormente ha
dirigido una de las historias incluidas en la película coral
11 de septiembre, (11’09’’01-September 11, 2002) y
Asbe du-pa / Two-Legged Horse, El
caballo de dos patas (2008), que es su cuarto largometraje.
El apellido Makhmalbaf está, indiscutiblemente, ligado al cine. El
patriarca de la familia, Mohsen, ha sido reconocido, internacionalmente,
como uno de los mejores directores de cine iraníes. Mohsen comenzó a
dirigir en 1983, pocos años después de la revolución iraní. Desde
entonces, ha rodado una veintena de títulos -entre otros, Kandahar,
El silencio o Gabbeh, y ha fundado una escuela de cine en
Teherán, bautizada con su apellido. |
El
mundo de la infancia en el contexto de la película
La pizarra tiene una especie de
continuación en
Un tiempo para la
embriaguez de los caballos, (premio Cámara de Oro en el mismo
Festival de Cannes 2000), rodada por el mismo Bahman Ghobadi
que interpreta al profesor Reboir en La pizarra, profundiza en la vida de los niños
contrabandistas en la región kurda fronteriza iraní-iraquí. Las dos películas
son sendos alegatos en favor de la alfabetización de Irán, un cine
social en el sentido más literal de la palabra.
Un tiempo para la embriaguez de
los caballos es un retrato enormemente impactante del sufrimiento de
los niños en un mundo cruel e injusto. La historia se desarrolla en
las desoladas y nevadas montañas del Kurdistán iraní, junto a la
frontera iraquí. Ayoub, el mayor del clan de los hermanos y hermanas
huérfanos, se ve obligado a introducirse en el contrabando con la
esperanza de poder salvar a su hermano gravemente enfermo.
En ambas
películas el sentido del
sufrimiento y la dificultad es intensa y palpable, realizadas por
actores en su mayoría no profesionales, en un tono de documental
ficción, con un fondo devastador y pesimista.
Un tiempo para la
embriaguez de los caballos/Un
tiempo para los caballos borrachos.
Zamani
barayé masti asbha
2000. Irán. 80 min.
Director y guión: Bahman Ghobadi
Música: Hossein Alizadeh
Fotografía: Saed Nikzat
Intérpretes: Amaneh Ekhtiar-Dini, Nezhad
Ekhtiar-Dini, Ayoub Ahmadi, Jouvin Younessi, Madi
Ekhtiar-Dini
Sinopsis: una dura película
sobre los esfuerzos de una familia del kurdistán
iraní que trata de conseguir dinero para inentar
curar a su hijo enfermo. Desesperados, la hermana
menor del chico accede a casarse con un hombre
iraquí a cambio de que cuide de su hermano. En una
epoca cuando los caballos se emborrachan para
aguantarse el dolor, Ayoub y su familia viven en un
pequeño pueblo kurdo en la frontera entre Irak e
Irán. Cuando su padre es asesinado el contrabando de
mercancías a través de la frontera, Ayoub se
convierte en responsable de los demás niños de su
familia y él debe encontrar alguna manera de
apoyarlos. Con pocas opciones, Ayoub toma en el
mismo trabajo peligroso que mató a su padre, el
contrabando de productos cotidianos a través de la
frontera. Cuando se pone de manifiesto que su
hermano discapacitado Madi requiere una operación
para prolongar su vida, Ayoub debe tomar grandes
riesgos con el fin de ganar suficiente dinero para
la cirugía.
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Educación para
todos
El Informe de Seguimiento de la
Educación para todos en el Mundo
evalúa cada año los progresos realizados hacia la consecución de los
seis objetivos que se fijaron los 164 países participantes en el «Foro
Mundial sobre la Educación», celebrado el año 2000 en Dakar. Anualmente
se valoran los cambios producidos desde 1998 y se formulan previsiones
sobre los países que tienen posibilidades de lograr la
Educación para todos, alcanzar la
paridad entre los sexos en la enseñanza primaria y secundaria y mejorar
en un 50% el nivel de alfabetización de los adultos de aquí a 2015, año
fijado como límite. Aunque estas previsiones quizás no reflejen
totalmente el impacto de los cambios más recientes en las políticas de
educación, no por ello dejan de ser un instrumento de seguimiento útil.
En general, los progresos de estos últimos año han sido regulares, pero
insuficientes todavía para alcanzar los objetivos o acercarse a ellos
mucho más de lo que se ha conseguido hasta ahora. Todos los elementos de
información de que se dispone demuestran que sigue siendo necesario
centrar la atención en las políticas de educación del África
Subsahariana, Asia Meridional y Occidental y los Estados Árabes, así
como en las de los países menos adelantados de otras regiones.
Las estrategias nacionales centradas en
la igualdad entre los sexos, los docentes, la salud y los grupos más
desfavorecidos son fundamentales para acelerar el ritmo del cambio.
En el Objetivo 4 del Marco de Acción de
Dakar se hace un llamamiento a los países para «aumentar de aquí al año
2015 los niveles de alfabetización de los adultos en un 50%, en
particular tratándose de mujeres, y facilitar a todos los adultos un
acceso equitativo a la educación básica y la educación permanente».
Aunque el Objetivo 3 no se refiera explícitamente a la alfabetización,
el compromiso de satisfacer las necesidades de aprendizaje de todos los
jóvenes y adultos, «velando por que sean atendidas las necesidades de
aprendizaje de todos los jóvenes y adultos mediante un acceso equitativo
a programas adecuados de aprendizaje para la vida diaria«, supone la
necesidad de una alfabetización básica. En esta parte se expone cómo han
evolucionado los conceptos de la alfabetización, se muestra cómo la
alfabetización es un derecho que permite acceder a otros derechos, y se
suministran datos empíricos sobre los múltiples beneficios personales,
sociales y económicos que se derivan de la adquisición de competencias
en materia de alfabetización. Sin embargo, la alfabetización no
garantiza de por sí sola otros derechos ni sus beneficios, ya que éstos
dependen de la aplicación de leyes y políticas pertinentes en cada uno
de los países interesados
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El derecho a la
alfabetización
El derecho a la alfabetización
está implícito en el derecho a la educación reconocido por la
Declaración Universal de Derechos Humanos
de 1948. Otras convenciones y declaraciones
internacionales han reiterado posteriormente ese derecho. La
Convención relativa a la Lucha contra las
Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza aborda
específicamente el problema de los que no han cursado estudios
primarios o no los han terminado. La
Convención de 1979 sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer y la
Convención sobre los Derechos del Niño de 1989 no sólo
proclaman el derecho a la educación, sino también a la
alfabetización. En estos dos instrumentos figuran referencias
explícitas a la alfabetización. En la
Declaración de Persépolis de 1975 se dice que la
alfabetización es un «derecho fundamental de todo ser humano», y
esto se reitera en la Declaración de
Hamburgo de 1997.
También hay varios instrumentos
jurídicos internacionales que se centran en la lengua de adquisición
de la alfabetización. Así, el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos sanciona el
derecho de las personas pertenecientes a minorías a utilizar su
propio idioma. En el Convenio de la OIT
sobre pueblos indígenas y tribales de 1989 se dispone que
–siempre que sea posible– se debe impartir enseñanza a los niños de
esos pueblos para que aprendan a leer y escribir en su propia lengua
materna y se deben adoptar medidas para velar por que dominen una de
las lenguas oficiales del país.
Por otra parte, cabe señalar que
son numerosos los documentos que autorizan una interpretación amplia
de la alfabetización, incluyendo en ésta no sólo la lectura y la
escritura, sino también el acceso al conocimiento científico y
tecnológico, la información jurídica, la cultura y los media. Por
último –y esto es especialmente importante– se ha reconocido que la
alfabetización es un instrumento para poder ejercer otros derechos
humanos. En efecto, en la Declaración de
Viena de 1993 se hace un llamamiento a los Estados para
que se esfuercen por acabar con el analfabetismo, relacionando esos
esfuerzos con una mejor protección de los derechos humanos y las
libertades individuales.
En los decenios de 1960 y 1970, la noción de
«alfabetización funcional» ha ido cobrando un mayor arraigo y ha
puesto de relieve los nexos entre la alfabetización, la
productividad y el desarrollo socioeconómico global. Recientemente,
se ha centrado la atención en las modalidades de utilización y
aplicación de la alfabetización en distintos contextos sociales y
culturales. Muchos educadores han llegado a considerar la
alfabetización como un proceso activo de aprendizaje que entraña una
concienciación social y una reflexión crítica susceptibles de
facilitar la emancipación de las personas y los grupos para promover
cambios en la sociedad. Los trabajos del educador brasileño
Paulo Freire
han integrado la noción de aprendizaje activo en contextos
socioculturales particulares.
Freire sostiene que «toda lectura de una
palabra va precedida por una lectura del mundo». El término
alfabetización ha ampliado su significado hasta llegar a convertirse
en metáfora de muchos tipos de competencias. Algunos especialistas
estiman que la noción más apropiada a la vida del siglo XXI es la de
«alfabetizaciones múltiples», esto es, competencias elementales
relacionadas con la tecnología, la salud, la información, los media,
el ámbito de lo visual, el campo de la ciencia y otros contextos. |
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