Guía didáctica para enseñanza secundaria

y Universdad

La sociedad de las pantallas

 

© Enrique Martínez-Salanova Sánchez

 

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La sociedad de las pantallas El ojo humano La representación de la realidad Anexos

La sociedad de la información y la comunicación


Quienes nacen en el siglo XXI lo hacen ya en plena sociedad de la información, en la era de la cibernética, y solamente conocen esa posibilidad. Sin embargo, los adultos, estamos más en la era de la cultura mecanicista y lineal que en la era de la cibernética y de los mosaicos de la información. Como mucho, estamos a caballo entre ambas. Los jóvenes viven la era de la cultura cibernética, han nacido con ella, y sus cerebros se adecuan desde sus primeros balbuceos a un mundo plagado de iconos, de imágenes y de signos, en el que prima la velocidad que traen consigo las nuevas tecnologías.

La diferencia sustancial que se produce es que acabamos teniendo diferentes formas de percibir la realidad, utilizamos metodologías y medios diferentes de acceder a la información, y en muchos casos -mecanismos de defensa por no entender la otra visión- despotricamos, en el caso de los mayores por la forma adictiva en que los jóvenes utilizan las pantallas de todo tipo. Los jóvenes y los niños, quedan solos en la utilización de las pantallas, rechazan en muchos casos el libro y otras fuentes de información y no se sienten apoyados por padres y profesores, por lo que aprenden por su cuenta, o con amigos, reduciendo inmensamente sus posibilidades de uso.

Son grandes, por tanto, los desequilibrios que provoca la diferente forma de encarar los medios entre las antiguas y las nuevas generaciones. Los padres y profesores no conocen las verdaderas necesidades de sus hijos y alumnos, no entienden su dependencia, pero tampoco saben orientar hacia las posibilidades que poseen los medios ni orientan hacia la madurez en su utilización.

(Martínez-Salanova  2005)

 

El quinto paradigma de Rosnay


Rosnay busca el quinto paradigma -después de la revolución copernicana (que acabó con el geocentrismo), de la cartesiana (que le dio la primacía a la razón), de la darwiniana (que nos apartó del antropocentrismo), y de la "sistémica" (que terminó con la fragmentación y la compartimentalización y la dictadura del enciclopedismo). El nuevo paradigna pretende hacer la síntesis de lo analítico y de lo sistémico y reconciliar al hombre con las máquinas y con la naturaleza.

 

Los cambios tecnológicos e ideológicos


La especie humana se encuentra en perpetuo cambio, entre lo tecnológico y lo ideológico, que intervienen indefectiblemente entre sí, generando procesos perceptivos y de pensamiento muy diferentes a los que la sociedad había vivido hasta el presente. Los adelantos tecnológicos, que acomodan todas las posibilidades humanas en lugares más asequibles, pueden conseguir, si la misma sociedad no lo remedia, que en un mundo de mayor y mejor comunicación, en plena sociedad de la información, paradójicamente sitúe a la especie humana en una actitud más pasiva.

La sociedad, cada día más, espera que los problemas se resuelvan por sí solos o que alguien los resuelva, adquiriendo así los individuos la misma actitud reverencial que los países pobres tienen a los poderosos, los ciudadanos, espectadores de a pie, tienen a las macroestructuras que van a solucionar sus problemas. Se establecen nuevos valores y paradigmas, nuevas relaciones de dependencia, bienestar y consumo, cuando es más necesaria que nunca una actitud creativa y crítica. (Martínez-Salanova 2005)

 

Cultura y pantallas


Siendo como es la cultura un fenómeno esencialmente humano, la ruptura de la serenidad y la lentitud en la transmisión de normas de conducta entre unas y otras generaciones, está creando conflictos. Los patrones culturales cambian con una celeridad nunca dada en la historia de la humanidad, casi a la misma velocidad que lo hacen las nuevas tecnologías, se desestabiliza en muchas ocasiones el status preestablecido, y se crean confrontaciones generacionales profundas en un mundo tecnificado en que los jóvenes nacen que en ocasiones sus padres y profesores se resisten a aceptar, mas aún cuando ven que las fronteras desaparecen, las pautas culturales se homogeneizan, y el desequilibrio en las relaciones interpersonales crea, sobre todo en los adultos, sensación de inseguridad y por lo tanto miedo.

Hay que entender y asumir que las pantallas, es estos cambios, se hacen imprescindibles, tanto para los que pretenden hacerse con el poder mundial de la economía, las finanzas, la cultura y la ideología, como para los ciudadanos que pueden enfrentarlo, creando una sociedad más solidaria y creativa. La televisión es creadora de cultura, el periódico es creador de opinión; es necesario tenerlos en cuenta. La especie humana, en general, se encuentra entre la ansiedad que genera el futuro y el deseo positivo de los nuevos avances sociales. A pesar de que los individuos están en muchas ocasiones a merced de quien los manda, es necesario pensar que la creatividad, individual y social, la búsqueda de nuevas soluciones a los problemas, es pieza clave para resolver los problemas que se plantean ya que se pierde interacción personal y se crece en contactos tecnológicos individuales.

 

Sistemas de valores


La adaptación de la especie humana al medio ambiente digital será más positiva si se sustenta en un sistema de valores desde el que las instituciones básicas de la sociedad promuevan la aceptación participativa y crítica de los medios de comunicación y de información.

La televisión realiza en estos momentos labores paternales, asesoras y lúdicas, llenando una gran parte de la vida de los individuos de la especie humana. El resto, la búsqueda de datos y la comunicación, se comparten entre Internet, la telefonía móvil y los videojuegos. Los multimedia, generalmente con pantalla, surten al individuo de todo lo que en su vida cognoscitiva necesita, y hace superflua cualquier otra vía de comunicación, relaciones interpersonales, educativas, lectura, etc. El espacio reducido de unos pocos metros cuadrados se convierte en un ecosistema individual de recepción de comunicación y de emisión de la misma.

En la actualidad, los medios de comunicación sustituyen en muchos casos a los mayores en la socialización de niños, adolescentes y jóvenes. Lo que antes el niño o el adolescente recibía exclusivamente por vía de sus mayores en la familia o en la institución escolar, lo recibe ahora a través de los medios de comunicación, fundamentalmente de la televisión.

La televisión, sobre todo, deja sin movimiento al ciudadano, que queda estático ante su pantalla, le comunica lo que interesa, le enseña lo que quiere, lo divierte, lo educa, lo duerme, lo acompaña en sus comidas y en su ocio. El ciudadano, en muchas ocasiones, está pendiente de la programación televisiva para hacer sus planes, se hace adicto a determinados programas que condicionan sus actividades y su ocio. Esta dependencia hace que se piense que lo que no sale en la televisión no ha sucedido y que siempre, lo que sucede en la tele es cierto. De todo lo demás, de lo que en la televisión no sale, el ciudadano no se entera, o lo que es lo mismo, a efectos de participación ciudadana en los problemas del mundo, queda alejado de toda información, y por lo tanto de toda implicación.

 

Deterioro de la participación ciudadana

Uno de los principales desafíos con los que se encuentra la sociedad de la información es el deterioro de la participación ciudadana. A pesar de las facilidades de comunicación, el ciudadano se enclaustra en su pequeño entorno familiar y social, dando la espalda a los problemas del mundo y volviéndose cada día más solitario. Durante décadas, la información que se aporta a través de los medios de comunicación, a través de miles de pantallas, es mediatizada por la influencia de los grandes poderes económicos, que organizan la información mundial para que los ciudadanos la lean, la entiendan, la asimilen y la utilicen de forma dirigida. Ante la información de todo tipo que proviene de las pantallas, los ciudadanos asumen una postura pasiva, alienada, sin implicaciones personales y escasamente participativas. Como dice Bilbeny (1997) «Pasamos de una ética de interrelación personal, de proximidad, a una ética en la que la interacción es virtual o se desarrolla a distancia, con texto pero sin gesto; con imágenes pero sin cuerpos». Ante la necesidad de que los ciudadanos tomen conciencia de sus responsabilidades, quienes están detrás de la información, empresas, gobiernos, grupos de presión, deben adquirir el compromiso de levantar al ciudadano de su apatía, proponiendo y sugiriendo actitudes activas y participativas. (Martínez-Salanova 2005)

 

El futuro de las pantallas

Estamos pasando de una sociedad de distribución piramidal a una red de creación e integración en tiempo real. Es de prever que gracias a las relaciones transversales entre productores, vendedores y compradores ya no sea necesario recurrir a los monopolios. Las redes liberan la creación individual y colectiva del estrecho marco en el que estaba encerrada, confiriendo a los individuos un poder democrático capaz de poner en tela de juicio el poder de los regímenes centralistas. Estos ciberciudadanos, informados, responsables y constructivos están labrando su propio camino hacia el porvenir.

Por otro lado, cuanto más desmaterialice el mundo la electrónica, más necesario será compensar esta virtualidad con el contacto humano. Cuando se inventó el libro, los clérigos dijeron que era lo peor que podía ocurrir porque reduciría el contacto humano. Los mismos temores rodean a Internet y las pantallas en general. Pero pienso que Internet seguirá el mismo camino que el libro, el teléfono, la televisión, el automóvil: estas técnicas, en un principio reservadas a los más ricos, se extendieron rápidamente, en interés de todos y como factor de comunicación entre la gente.

Paradójicamente, pienso que el medio de comunicación del futuro no será Internet sino la televisión digital con la capacidad de navegación que proporciona Internet. De la fusión de ambos surgirá, en los cinco próximos años, la capacidad para transmitir imágenes y sonidos en directo. Se puede contemplar la visiofonía de buena calidad, bilateral o en grupo, y sobre todo la creación de programas televisivos por parte de los propios usuarios, difundidos a través de cadenas Internet... Estoy convencido de que el actual fenómeno de páginas personales se convertirá en un fenómeno de cadenas personales de televisión, para bien y para mal.

Pero pienso que el verdadero desafío del futuro es la simbiosis entre las herramientas electrónicas, el cuerpo y el espíritu humano. Desde finales de los años 90, los "biocaptadores" (biochips implantados cerca de ciertos órganos para regular sus funciones) han avanzado considerablemente. Siguiendo por este camino, el día de mañana el cuerpo humano se utilizará como una red de recepción y emisión de información. Pronto poseeremos ordenadores prêt-à-porter, integrados a la ropa, a los picaportes o a los llaveros, que comunicarán a través de redes inalámbricas. El hombre del futuro no será ni superhombre, ni bio-robot, ni superordenador, ni mega máquina sino simplemente hombre simbiótico, en estrecha colaboración con un sistema social, si consigue construirlo, exteriorizado a partir de su cerebro, sus sentidos y sus músculos. Pero en vez de imaginar el futuro, mejor sería inventarlo. (De unas declaraciones a “Sciencia et natura”  De Rosnay, 2000)

 

Las pantallas

Propiedades de las pantallas

¿Cuáles son las propiedades clásicas de la pantalla? Es una superficie plana y rectangular. Existe en el espacio normal, el espacio de nuestro cuerpo y actúa como una ventana hacia otro espacio. El otro espacio, el espacio de la representación, tiene normalmente una escala diferente de la escala de nuestro espacio físico.

Definida de esta manera, la pantalla describe igualmente bien una pintura del Renacimiento que un monitor de ordenador moderno. Sus proporciones no han cambiado en cinco siglos; son similares para una típica pintura del siglo XV, una pantalla de cine o un monitor de ordenador. A este respecto, no parece accidental los nombres escogidos para designar los dos tipos principales de monitores: los de formato horizontal son conocidos como “landscape mode” y los de formato vertical, “portrait mode”.

Hay pantallas grandes y pequeñas, megapantallas y pantallas diminutas, pantallas circulares, pantallas esféricas o semiesféricas, pantallas electrónicas al aire libre, pantallas de señales, pantallas de mobiliario urbano y para publicidad, pantallas táctiles, pantallas que se activan mediante el sonido, el movimiento o la luz, pantallas virtuales, etc

 

Pantalla dinámica

Hace cien años, un nuevo tipo de pantalla, que podemos denominar pantalla dinámica, se hizo popular. Este nuevo tipo de pantalla tiene todas las características de la pantalla clásica, además de una nueva característica: podía mostrar una imagen cambiante en el tiempo. Ésta es la pantalla del cine, la televisión o el vídeo. La pantalla dinámica trae consigo una determinada relación entre la imagen y el espectador. Esta relación ya estaba implícita en la pantalla clásica, pero ahora se hace evidente: aunque la pantalla es únicamente una ventana de dimensiones limitadas situada dentro de nuestro mundo físico, el espectador se concentra completamente en lo que se ve sobre esa ventana, centrando su atención sobre la representación y olvidando el espacio físico exterior. Este sistema de visión es posible por el hecho de que una imagen, ya sea una pintura, una película o un programa de televisión, llena completamente la pantalla.

Lejos de ser un medio neutral de presentación de la información, la pantalla es agresiva. Su función es filtrar y convertir en no existente lo que se encuentre fuera de ese marco. La graduación de este filtrado varía del cine a la televisión; en el cine, el espectador se sumerge completamente dentro del espacio de la pantalla; en la televisión, la pantalla es más pequeña, las luces están encendidas, la conversación entre los espectadores está permitida y el acto de observación está integrado en otras actividades diarias. El cine en las últimas décadas ha variado su lenguaje en función del tamaño o tipo de pantalla en la que va a ser presentado a los espectadores. El sonido, el ritmo de montaje, la utilización de los primeros planos, cambia sustancialmente el lenguaje cinematográfico, que se adapta a la pequeña pantalla y a la situación del televidente.

Esta situación ha cambiado con la llegada de la pantalla de ordenador. Lejos de mostrar una única imagen, una pantalla de ordenador muestra un número variable de ventanas coexistentes. La existencia de un número de ventanas superpuestas es uno de los principios fundamentales de la moderna interfaz gráfica de usuario. Ninguna ventana individual domina completamente la atención del espectador. En este sentido, la posibilidad de observar simultáneamente varias imágenes que coexisten en una misma pantalla puede ser comparada con el fenómeno del zapping. En ambos ejemplos, el espectador es incapaz de concentrarse en una sola imagen.

En 1966, empiezan a investigar sobre prototipos de Realidad Virtual (bajo el patrocinio de la ARPA y la Office of Naval Research). El objetivo era encontrar una simulación de entorno interactivo tridimensional sin pantalla: los artefactos de VR se colocan en la cabeza y sus imágenes llenan completamente el campo visual del observador. Podemos decir, entonces, que el espacio físico y el virtual  coinciden. La pantalla ha desaparecido.

Elaborado a partir de ideas de Juanjo Seixas en “Minority Report” 14 de octubre de 2002 en Efímera digital.

 

Ejemplos de pantallas para utilizar imágenes filmadas

Pantallas en general  y cámaras filmadoras.

Hospitales, radiografías, monitores UVI

Vigilancia y seguridad, policía, radar de velocidad

Móviles, con cámara, con juegos, filmadora, conexión Internet, etc…

Proyectores de todo tipo, retroproyectores, cañones proyectores

Televisión con pantallas cada vez mayores y de mayor definición.

Video y DVD, acceso fácil a películas e imágenes a través de Internet

Cine, pantalla panorámica, circular, Omnimax, etc

Monitores digitales, cámaras de foto y filmación.

Hologramas fijos

Videojuegos

Ordenadores en todos sus modos

Publicidad en la calles, pantallas luminosas

Video-clips

Sistemas de cámara oculta. Gran hermano de la televisión.

Kioscos informativos: museos, estaciones, publicidad, etc

Planetarios

Según el investigador norteamericano Robert A. Freitas Jr. Pronto existirán pantallas implantadas bajo la piel que son visibles a través de la misma, con las que, en el futuro, gracias a la nanotecnología, podríamos consultar los principales parámetros de nuestro cuerpo: los electros, análisis de sangre, control de azúcar, diabetes, colesterol,  a través de pantallas incorporadas a nuestro cuerpo.

Realidad virtual. Es ya un hecho que se puede “corporeizar” la información fuera de las pantallas. Hologramas en movimiento en museos, etc.

 

La tentación de la lectura rápida


 ‘No perdamos el tiempo con tonterías’, ‘basta de diálogos, pasemos a la acción’, parece decirnos el mando a distancia cuando estamos ante el televisor. ‘Pasa a otra cosa, por si acaso en otra cadena...’ La mano se nos convierte en instrumento endiablado de velocidad. Los guionistas de televisión escriben ya pensando en el zapping, ‘peligro de zapping’, con letra marginal para utilidad de directores, técnicos o montadores. Con el zapping escribimos nuestros propios guiones. Se comparte la responsabilidad de que el espectador, que tiene sus derechos, haga zapping porque pierde el interés o por buscar algo más duro, veloz o interesante. El espectador también posee su parcela de dominio en el lenguaje, exigiendo determinadas iconografías, códigos o contenidos. Escribimos mediante el zapping nuestros propios guiones, haciendo que el cerebro, en unos momentos, pase por todas las cadenas, consiga todos los argumentos y se divierta con todos los chistes. Pareciera que nuestro poderío exige ver en todo momento todo lo que hay en televisión, como si fuéramos a un banquete y tuviéramos que probar todos los platos. Cuando se pregunta por algún programa de televisión que nadie ve, todo el mundo lo ha visto. Mediante el zapping ha visto lo imprescindible.

El zapping nos convierte en independiente de los medios, y dependientes de nuestra propia estructura cognitiva. Al mismo tiempo que agiliza las neuronas y nos mantiene en forma, nos impide salir a otros lugares, a otros campos del pensamiento. Nos concentra en una sola pantalla con tal independencia de las cadenas que nos hace dependientes de la televisión en sí.

Sin embargo es necesario sobrepasar el zapping para acceder a otros niveles de la percepción de la información. El zapping se queda corto. Bien está como lectura rápida, aunque los usuarios de las pantallas deben buscar una lectura reflexiva, analítica, creativa y productiva.

 

El cine y la televisión


En la evolución del lenguaje, la televisión  aporta ingredientes nuevos. Algunos de ellos parten de la diferencia de entorno en la que se disfruta de ella. El cine necesita de salas oscuras, iluminadas solamente por la luz que proviene de la pantalla. En el cine nos encontramos entre desconocidos. La televisión la introducimos en el salón de nuestra casa, o en un bar, y pasa a ser un mueble más, del que estamos relativamente pendientes. Montamos a su alrededor un espectáculo para el que creamos nuestro propio entorno. Viendo la televisión se habla, se hacen comentarios, salimos y entramos, se hace zapping... La relación entre el medio y el espectador es diferente. Los elementos del lenguaje utilizados para captar al espectador son, por lo tanto, distintos.

La percepción de lo visto en el cine es más duradera, ya que se ve en circunstancias expresas, concretas, mientras que la televisión diluye las percepciones, confunde los códigos de acceso a la memoria y por lo tanto dificulta el recuerdo. En televisión vemos miles de programas, de películas, de argumentos y de anuncios. Se genera tan gran cantidad de información que todo llega a parecernos igual. Los recuerdos provocados por lo que se ve en televisión son difusos, es más difícil rescatarlos de la memoria, se confunden con la infinidad de impactos y estímulos visuales que se perciben durante la vida.

En televisión dominamos el medio. Apagar, encender, cambiar de canal, subir o bajar el sonido... El aparato lo hemos comprado nosotros y nos sentimos con más derechos ante él. Se convierte en un pequeño esclavo del que al mismo tiempo somos dependientes.

La televisión nos ha iniciado en el lenguaje digital. Vemos realidad virtual en los telediarios y en la información sobre el tiempo, en la transmisión vía satélite y en la vertiginosidad de las imágenes. En televisión el lenguaje se hace más rápido, se acentúa  la primacía de imágenes sobre textos y aporta una gran abundancia de primeros planos en detrimento de los planos generales. Son cambios que se pueden considerar cuantitativos en el lenguaje de la imagen.

En televisión el tiempo cobra una dimensión diferente a la del cine. La tenemos a nuestro alcance, en nuestro entorno familiar, disponemos de ella durante toda la jornada, podemos salir a la casa de unos amigos y ver los mismos programas. Nuestra percepción de los espacios de referencia en relación con los contenidos televisivos no cambia. Nuestra realidad y nuestra ficción se producen en el mismo lugar, sin cortes aparentes, Llegan momentos en que no sabemos dónde estamos, al igual que en ‘Abre los ojos’, de Amenábar, o en ‘Matrix’, en el que la ficción y la realidad se convierten, virtualmente, en la misma realidad. No estamos lejos de las dudas de los habitantes encadenados de la caverna de Platón. (Martínez-Salanova 2005)

 

Pantallas para escribir


Escribimos en las pantallas, en los móviles, en el ordenador. También en ellos se ejerce el derecho a la rapidez comunicativa, al ahorro del tiempo. Muchos profesores se quejan de que los mensajes cortos están empobreciendo la escritura. Incluso algún profesor universitario advierte en su página web que no corregirá exámenes en SMS. Según Maria teresa Escandell, del Centro Virtual Cernantes, la culpa de este empobrecimiento no la tienen los SMS, sino el bajo índice de lectura, y ese es un problema distinto, y desde luego, más grave.

Asistimos a una revolución social, más que tecnológica. Las cifras nos dan una idea clara del explosivo alcance del fenómeno: tenemos en España 17 millones de líneas de teléfono fijas, ochenta años después de los comienzos de su implantación, y sin embargo contamos ya con 33 millones de suscriptores de móviles, en menos de una década. La telefonía de bolsillo ha cambiado modas y modos, porque los mensajes SMS han generado un nuevo lenguaje entre jóvenes cada vez más jóvenes.

Los resultados demuestran una sorprendente simetría en los comportamientos de los jóvenes de diferentes naciones a la hora de elaborar el lenguaje de los móviles, que busca, en todos los idiomas, máxima economía, y es reflejo de una «compulsión comunicativa». Búsqueda de la inmediatez en estado puro.

Por otra parte, más de 1.000 palabras nuevas por año, ligadas al PC, al chip o al móvil. Los lingüistas advierten de que la invasión actual es mayor y más infecciosa que nunca por su rápida expansión a través de Internet. Al nuevo lenguaje que trae el mundo anglosajón de la mano de la tecnología y la nueva economía se une el fomento de la telefonía móvil. Abundan más signos que letras y más consonantes que vocales. Si antaño se aprendía inglés con los Beatles, ahora es con el e-mail y las webs, aunque, a diferencia de entonces, ahora no es seguro siquiera que ese inglés sea el correcto. La preocupación de la Real Academia de la Lengua por la pureza del idioma no es menor a la que tienen los lingüistas anglosajones por la dureza de la suya.