Guía didáctica para enseñanza secundaria y Universidad

La representación de la realidad

© Enrique Martínez-Salanova Sánchez

 

VOLVER A UNIDADES DIDÁCTICAS


El puntero de don Honorato/Bibliografía/Lecturas de cine/Glosario de cine


Ir a: Bases generales de la Unidad didáctica: El mundo y sus pantallas
La sociedad de las pantallas El ojo humano La representación de la realidad Anexos

La representación de la realidad


Realidad y ficción en televisión

La realidad como hecho objetivo no es posible conocerla, pero sí nos podemos acercar a ella. La investigación es la clave del acercamiento a la realidad. Y las bases de la investigación deben estar en las aulas y en las familias. La creatividad, la curiosidad, el deseo de cambiar las cosas, la búsqueda de información, la capacidad crítica y el debate sereno están en la base de cualquier investigación y del aprendizaje y desarrollo de la misma.

En el espectador de televisión, sobre todo en los más pequeños, se aprecia la dualidad que se crea entre la realidad y la ficción. Se ven seguidamente, sin pausas no otras referencias, escenas reales y ficticias, sin que se den explicaciones. Cuando la violencia auténtica está entreverada con la falsa sin atender a explicaciones, el espectador ignorante, o inocente, o simplemente despistado, tiene a confundir los conceptos, y no discriminar la realidad de la ficción. Sin mirar la televisión comprensivamente, sin reflexionar sobre lo que se ve o sin debatir sobre lo reflexionado, es prácticamente imposible adquirir la suficiente madurez como para interpretar la televisión y aprender con ella.

Para iniciar en la lectura responsable de le televisión, hay que trascender la disociación grave entre la realidad y la ficción, entender que los problemas que se viven en el televisor, sean noticias de hambres o violaciones, o personas que desnudan su alma, su vida y su conciencia en los reality show, forman parte de la fachada de una realidad que existe y que es conveniente buscar.

La intensidad con la que se vive el problema de la televisión puede llevar a dos consecuencias radicales: Creerlo todo, introduciéndose falsamente en un mundo de esquizofrenia, o pasar por encima de todo, creándose una conciencia angelical de que no sucede nada importante.

Por ello es imprescindible el debate familiar y en las aulas de lo que sucede en la televisión, de lo que se propone como consumo –la publicidad encubierta o no-, de los elementos mercantiles y comerciales y de los intereses de las cadenas, de los informativos, de los programas de entretenimiento, de los reality show, etc... Analizar los reportajes y comentarios sobre los problemas del mundo y de las personas, sobre la destrucción del medio ambiente, el hambre, la violencia, los derechos humanos, las enfermedades, las reivindicaciones, etc., Intentar descubrir la realidad de lo que se ve en televisión complementando con otros medios: Internet, libros, consultas, enciclopedias…

Trascender y superar así la disociación grave entre lo que se ha visto y lo que nos cuentan por otra parte. (Peralta 2005)

 

¿Una realidad sin televisión?

Concebir un mundo sin televisión en los tiempos que corren no parece tarea sencilla. Una cosa así no es fácil de imaginar ni siquiera para quienes se sintieron encandilados por primera vez con las imágenes de la pequeña pantalla cuando tenían ya uso de razón y son ahora capaces, por tanto, de recordar con todo detalle aquél su primer encuentro deslumbrador con el mágico invento. Cada vez somos menos los habitantes del planeta que conocimos y por un tiempo vivimos un mundo sin televisión; son cada vez más, en cambio, las gentes que ya nacieron con ella y que la vieron y oyeron desde la misma cuna; estos son incapaces, por consiguiente, de precisar el momento exacto de su primera cohabitación con el televisor; y es que no conocieron y no vivieron un mundo sin tele.

En sólo medio siglo el impacto de la televisión en las personas singulares y en las colectividades ha sido enorme, y ha tenido amplias y profundas consecuencias en la vida social y familiar así como en los comportamientos particulares. No sólo es la televisión el medio de entretenimiento y de información que ocupa la mayor parte del tiempo libre de los ciudadanos, sino también del que más se habla y más se escribe, lo que resulta lógico si se tiene en cuenta las repercusiones sociales que comporta. Todo parece indicar, además, que el interés por la televisión seguirá haciendo hablar y escribir.

Con frecuencia lo más decisivo en el modo de utilizar la televisión no es lo que en ella se vea o se deje de ver, sino la cantidad de tiempo que resta para otras actividades tantas veces más enriquecedoras. No sorprende por eso el afloramiento de críticas sociales que señalan esta paradoja: las situaciones de incomunicación a menudo por el más importante medio de comunicación...

Tan necesitado de conversación y de comunicación está el mundo que el hecho de apagar voluntariamente la televisión durante cierto tiempo puede llegar a ser vital medida de salvaguardia personal, familiar y social.

Y es que para valorar y conocer mejor una determinada realidad social conviene a veces prescindir de ella, distanciarse un tanto, para observarla con más amplia perspectiva, con mayor objetividad...

 

El compromiso de las pantallas

Los mensajes que se transmiten a través de las pantallas del cine, tradicionalmente han sido mensajes comprometidos, los cineastas han hecho gala de narrar dramas humanos, de relacionar el mundo de la ficción con el de la realidad por medio de imágenes, de relatos dramáticos o cómicos, pero con un trasfondo humano, social, artístico o creativo. La televisión, sin embargo, por el hecho de ser de fácil acceso, se ha convertido en ramplona, en banal, en un medio en el que todo vale con el fin de ganar audiencia. Lo que es la principal baza de la televisión para sobrevivir se ha convertido en arma arrojadiza contra la cultura. (Martínez-Salanova 2005)

 

El impacto que la televisión tiene en la percepción de la realidad

La audiencia construye activamente significados a partir de los mensajes de la tele. La influencia de la televisión no se puede concebir ya como un simple efecto lineal de los mensajes, provocado en receptores pasivos que escuchan y absorben miméticamente los contenidos y estilos televisivos, sino más bien, en línea con las investigaciones más recientes, como una reconstrucción de significados que las personas hacen ante sus mensajes. ¿Qué nos enseña? y ¿Qué nos perjudica? no pretende separar, por tanto, dicotómicamente la influencia de la televisión en nuestra vida, ya que en términos puros, difícilmente se producen situaciones tan radicales.

 

Buscar alternativas a la televisión

Realizar listado con todas las actividades que se pueden hacer, si no tuviéramos televisión.

 

 

©Enrique Martínez-Salanova Sánchez